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Huelga feminista
9M: empezamos a caminar
Medio kilo de guerra de cifras, cuarto de salida de tiesto y una tonelada de trabajo por delante. Tras un 8M histórico, empieza una nueva etapa en la que la pelota está en el tejado de una sociedad que ya no puede ignorar al movimiento feminista.
El 8M ha sido “un éxito de todas las que dejamos de hacer camas y salimos a la calle”, asegura Ruth Caravantes, una de las integrantes de la comisión 8 de Marzo que ha convocado la primera huelga feminista, una huelga total que ha movilizado a miles de mujeres en todo el país. Un éxito que no es de ningún sindicato, aunque alguno se lo quiera apuntar, ni de ningún partido, aunque ahora Albert Rivera diga “feminismo transversal”.
Mientras proliferan los análisis al uso (las guerras de cifras, por ejemplo, o de seguimiento, como si los parámetros de siempre sirvieran para medir una movilización sin precedentes), la Comisión 8 de Marzo insiste en la idea de que este éxito no tiene un nombre propio, sino una marca colectiva: “Es el éxito de un movimiento feminista que lleva muchos años cociendo esto a fuego lento y echando cada vez más ingredientes”, dice Caravantes.
¿Qué ingredientes? Los “lunes negros” polacos contra el endurecimiento de la ley del aborto, el #NiUnaMenos argentino, la avalancha #MeToo y la rabia ante la #justiciapatriarcal, la fuerza imparable de un montón de mujeres jóvenes y la experiencia de las mujeres que llevan años en el movimiento feminista… todo ello ha provocado un desborde que ha sido compatible con mantener la gestión y la autonomía de un movimiento horizontal, explican desde la comisión. Al desborde ha contribuido también, en parte, la difusión que han dado las miles de comunicadoras del manifiesto #LasPeriodistasParamos.
El éxito, para la comisión, es el propio debate que empezó antes del 8M. Un debate sobre cómo provocar un cambio que se construya desde lo común. Para Caravantes, la pelota está ahora en el tejado de los actores a los que interpela el movimiento feminista, entre ellos, las fuerzas políticas, esas que tienen en sus mesas un Pacto de Estado contra la Violencia de Género sin dotación presupuestaria, o dos propuestas legislativas para acabar con la brecha salarial.
“Paramos para cambiarlo todo” era el lema. Todo.
Vayamos, pues a por todo. Pero, ¿qué es lo urgente? “Es difícil concretar esto en tres demandas”, explica Ruth Caravantes. Porque, pese a que reconoce que lo más urgente son las violencias, advierte de que “para cambiar eso no podemos hablar solo de violencias, sino que tenemos que hablar de qué tipo de economía queremos y de cómo queremos sustentar nuestras vidas, qué tipo de relaciones queremos… esto es un recorrido, y ahora empezamos a caminar”.
Próximos pasos
Con el trabajo aún pendiente de descansar y “digerirlo todo”, Caravantes interpreta la afluencia masiva a las manifestaciones del 8M como “un respaldo grande a las propuestas que hemos hecho”.Unas propuestas transformadoras que corren el peligro de diluirse al entrar en la corriente del mainstream que ya ha dado muestras de su capacidad de pasar todo por un pasapuré. “Esto es una revolución desde lo cotidiano y estaremos a pie de calle ante cualquier intento de vaciar de contenido nuestras demandas, porque nuestra vida depende de ello”, advierte la activista.
El movimiento feminista analizará en una asamblea en las próximas semanas lo que ha ocurrido el 8M, y pensará en qué pasos dar después.
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Que gran error fue dejar la calle. Y que cabrones los que nos desactivaron.