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Black and proud
Lo más probable es que alguna guitarra cayese en las manos de un bluesman en el Superdome de Nueva Orleans aquel verano de 2005. Y es casi impensable que no tocase una vieja canción de Kansas Joe y Memphis Minnie en la que un hombre cuenta que, si sigue lloviendo, los diques se van a romper y que, si se rompen, la gente no va a tener un lugar adonde ir. El título de ese tema, compuesto en 1929, es When the levee breaks (cuando el dique se rompa). Spike Lee lo tomó prestado para el título de su documental, réquiem en cuatro horas, sobre el impacto del huracán Katrina en el puerto más grande del río Mississippi, el río que vio nacer al matrimonio Kansas-Memphis.
Sería una anomalía histórica que la ciudad que vio nacer el rhythm and blues, a Louis Armstrong o Irma Thomas, la ciudad donde nacieron los funerales de jazz, la música delta blues o el cajún, no recurriese a la música para pasar el trago del Katrina.
Desde que los barcos de esclavos llegasen como Mayflowers siniestros a los puertos del sureste de EE UU, la música de los negros ha configurado la cultura de ese país, sin dejar de denunciar, de forma velada o con todas las letras, la esclavitud, el racismo institucional y los crímenes a los que es sometida la población negra. Si Nueva Orleans y el río Mississippi son los primeros símbolos, la partida se juega en todo el territorio, desde las fábricas de Detroit hasta el barrizal de Woodstock. Y con múltiples ritmos, desde el blues poseído por el demonio de Robert Johnson hasta la breve posesión rockera de Jimi Hendrix.
Wild women don’t have the blues
Curiosamente no es el Katrina, sino un proyecto urbanístico, lo que acaba con Storyville, el barrio rojo de la Nueva Orleans, para poner en su lugar un puñado de edificios de protección oficial. A finales del XIX, oleadas de inmigrantes europeos y población negra que había desertado de las plantaciones acuden en masa a esta pujante ciudad, que recluye el vicio y la prostitución en Storyville. Ahí, la tradición musical europea se contamina con la africana y florecen el jazz y el blues.
Éste último había surgido en las décadas posteriores a la abolición de la esclavitud y, como señala Angela Davis, “dio expresión musical a las nuevas realidades sociales y sexuales a las que se enfrentaban los afroamericanos”, para expresar “sueños no realizados socialmente en el lenguaje e imaginario del amor sexual individual”. En la frustración de esos sueños tienen mucho que ver las leyes Jim Crow, promulgadas en 1894, que imponen la segregación en espacios públicos.
Pero merece la pena luchar. “No me voy a casar, no voy a sentar la cabeza / Voy a beber un buen whisky para quitarme las penas”, canta la emperatriz del blues, Bessie Smith. La primera estrella del blues fue una dama aguerrida que comenzó a cantar de niña para ganarse la vida y cuyas canciones hablan de mujeres duras e independientes y hacen emerger fenómenos como la violencia, el sexo o la pobreza. Una mujer salvaje que, como cantaba Ida Cox, no estaba dispuesta a dejarse vencer por la tristeza.
Black and blue
Uno de los regalos más grandes que Storyville hizo a la música fue Louis Armstrong, hijo de una prostituta de ese barrio y que aprendió a tocar la corneta en la banda del reformatorio para niños negros de Nueva Orleans. Ya en 1929, convertido en una estrella del jazz, canta con ironía: "Mi único pecado / es mi piel / ¿Qué hice / para ser tan negro y triste?”. Por aquel entonces, el jazz viaja de Nueva Orleans a Chicago, Nueva York o París y se convierte en la expresión musical de la década.
Sus compases no sólo son la banda sonora de los “locos años ‘20”, sino que tienen un papel fundamental en el Harlem Reinassance, una explosión cultural negra con sede en ese barrio de Nueva York. Escritores, artistas y músicos reivindican la cultura y los derechos de la población negra, y voces como la de Langston Hughes, su más famoso poeta, escriben versos con una “musicalidad narrativa que mana directamente del sentimiento blues”, afirma el periodista Manuel López Poy. Aunque en la mayoría de clubes musicales a los negros sólo se les permite estar como músicos, hay excepciones, como el Apollo Theater, en el que debutan los grandes talentos de la época.
El jazz es un catalizador para desafiar la segregación: músicos blancos como Benny Goodman o Artie Shaw contratan a intérpretes negros, y las audiencias blancas se interesan por la música negra. La industria musical ve el filón y saca los race records.
Strange Fruit
En 1929 se acaba la fiesta: el huracán de la depresión da un duro golpe a la industria musical y muchos músicos pierden sus trabajos. En el Sur, la crisis se multiplica por la Dust Bowl, un desastre ecológico que provoca durísimas sequías y una enorme oleada de emigración, que desplaza a tres millones de personas de sus hogares. Por ese Sur arrasado viajan John y Alan Lomax, padre e hijo, dedicados a registrar la música popular americana. En una prisión de Louisiana conocen a Leadbelly, que llegaría a ser un mítico bluesman, y en una plantación d e Mississippi graban a un joven Muddy Waters, que poco después viaja a Chicago para electrizar el blues.
En 1939 dos mujeres llevan a la arena pública la discriminación racial. En Nueva York, una joven cantante llamada Billie Holiday pone voz y da vida a los versos de Strange Fruit. La voz quebrada de Holiday expresa el dolor de una segregación que, en el “same old south” que canta Count Basie, se sigue cobrando vidas. Sus dolorosas consecuencias, hasta entonces silenciadas, llegan por primera vez a un público masivo. Marian Anderson, una reputada contralto que había logrado estudiar canto gracias al apoyo de su comunidad, es rechazada para cantar en el Constitution Hall de Washington DC debido al color de su piel. Se monta un escándalo considerable y como respuesta organiza un concierto frente al Lincoln Memorial. Años más tarde, Anderson abriría la Marcha en Washington de 1963 con el espiritual I’ve been ‘buked and I’ve been scorned.
Ain’t that a shame
Subido en el escenario, viendo cómo enloquecían sus audiencias hasta el punto de desafiar la segregación y acabar bailando juntas, el bueno de Fats Domino no podía imaginarse que su fidelidad a su ciudad de origen, Nueva Orleans, le iba a costar cara. Cuando el huracán Katrina amenazaba las costas de Luisiana, un anciano Domino se negó a abandonar su hogar, en el que convalecía su mujer. Las aguas anegaron su barrio y durante unos días se le dio por muerto, hasta que fue rescatado por la Guardia Nacional. Sin embargo, en 1955, el joven Domino, que había vendido un millón de copias de su Ain’t that a shame, no podía evitar ser optimista. Tras la II Guerra Mundial, que había atenuado muchas de las barreras de la segregación, las cosas parecían cambiar. Mientras el rhythm and blues y el rock ‘n’ roll encienden a las audiencias, en 1954 una sentencia declara que la segregación en las escuelas públicas es ilegal. Un año después, un pequeño gesto de dignidad desata una oleada de protestas y boicots, comandados por el reverendo Martin Luther King: en Montgomery (Alabama), Rosa Parks es arrestada tras negarse a ceder su asiento a un blanco en un autobús.
Mississippi, Goddam
Hacerse con una pistola y salir a la calle a hacer justicia. Éste es el primer impulso de Eunice Waymon, más conocida como Nina Simone, cuando se entera de la muerte de cuatro niñas tras el incendio de una iglesia en Birmingham (Alabama) por miembros del Ku Klux Klan en 1963. Afortunadamente, en el último momento cambia de idea y decide plasmar su ira en la estupenda Mississippi Goddam. El rechazo a la integración se cobra demasiadas víctimas, mientras el movimiento por los derechos civiles demuestra su fuerza. Ese mismo año, unas 300.000 personas llegan a Washington DC para participar en la Marcha por el Trabajo y la Libertad, en la que Martin Luther King pronuncia su célebre “I have a dream”.
Simone, que había acabado haciendo versiones de jazz y canción ligera cuando por cuestiones raciales se frustró su intención de convertirse en pianista clásica, graba su canción en 1964 en el Carnegie Hall (Nueva York) ante una estupefacta audiencia que no se espera tal golpe. Ese año, el presidente Lyndon B. Johnson firma la Civil Rights Act que termina con la segregación, pero la lucha no había terminado y se vuelve especialmente sangrienta. Caen asesinados líderes como Medgar Evers y Malcolm X y, en agosto de 1965, el barrio de Watts (Los Ángeles) estalla tras el asesinato de un conductor negro por un policía blanco.
Mississippi Goddam marca el comienzo de la radicalización política de Simone. Esta canción, hecha para “un show que aún no se ha escrito”, proclama que ya no tiene sentido una lucha pacífica que vaya poco a poco: es hora de pasar a la acción. Algo empieza a resquebrajarse en el seno del movimiento: aparecen demandas más radicales que contemplan el uso de la violencia como autodefensa y emerge la voz de las mujeres negras, que denuncian el machismo de sus compañeros. En 1966, Bobby Seale y Huey P. Newton fundan el Black Panthers Party y en 1973 se crea la Black Feminist Organization.
Nowhere to run
Con el fordismo en auge y en la cadena de montaje de Ford en Detroit, Martha Reeves and The Vandellas se despachan to run, en la que quizá hablen de huir del capitalismo, aunque lo más probable es que canten al amor o al sexo. “Tu amor puede estremecerme / pero no puede pagarme las facturas”, hits como Money (that’s what I want) son el ejemplo de lo que se asocia a Motown: pragmatismo, afán de lucro y romanticismo de la carne. Paralelamente, mueren dos gigantes del soul. El primero, Sam Cooke, autor del himno al trabajo esclavo en presidio (Chain gang), es asesinado por la encargada blanca de un motel. Otis Redding versionea A change is gonna come, la canción protesta escrita por Cooke que sonó en el funeral de Malcolm X. Redding muere en un accidente de avión tres años después, en 1967. A su entierro asiste la flor y nata de la generación llena pistas: James Brown, Aretha Franklin y Stevie Wonder. La música la pone Johnnie Taylor.
I’m black and I’m proud
El 4 de abril de 1968 el movimiento por los derechos civiles recibe su peor golpe: Martin Luther King es asesinado en Memphis (Tennesee), donde había acudido para apoyar una huelga de trabajadores negros. Cien ciudades estallan. James Brown, el padrino del soul, insta a decir alto y claro: “Soy negro y estoy orgulloso”; Aretha Franklin pide “Respeto” y Sly and the Family Stone gritan que hay que ponerse en pie.
El ídolo de masas Jimi Hendrix muere en extrañas circunstancias, al parecer por la mezcla de alcohol y drogas. La versión conspiranoica apunta a que Hendrix es asesinado por su paulatino acercamiento a los panteras negras, aunque el guitarrista se había declarado apolítico en varias ocasiones.
Wake up
“Mueve el culo y tu mente irá detrás”. Con esta rima, Funkadelic, un supergrupo que aún sigue dando guerra a través de su alter ego, Parliament, avisó de lo que estaba por venir. Su disco America eats young y la evolución del funk de jean apretado hacia el vuelo psicodélico convive desde el lado contracultural con el auge de Motown, donde hay poco margen para la reivindicación política. Por eso Marvin Gaye, una de las gemas de Motown, se refugia en el subsello Tamla para dar a luz What’s going on, un disco conceptual en el que introduce temas como la pobreza, Vietnam o el abuso de drogas. Adicto a varias sustancias, durante una discusión con su padre, éste le pega un tiro con la pistola que Marvin le había regalado. Era 1984 y el funk ya se había diluido, por hortera, en la maraña de ritmos y poses que conformaron la música de los ‘80.
911 is a joke
Dos discos de Public Enemy, It takes a nation of millions to hold us back y Fear of a black planet dan el relevo. Nace el rap político. En 1991, la paliza brutal al taxista Rodney King evidencia la persistencia del racismo y la impunidad policial. Los inmensos relojes de Flavor Flav se encargan de dejar claro que ha llegado la hora del combate. Pero la industria ve en la música rap el vehículo perfecto para promocionar la venta de armas, la mirada patriarcal y la vanidad capitalista. Pocos grupos se salen del molde en el que la industria encaja al rap. Por mencionar unos cuantos, Dead Prez o The Coup, un grupo que es criminalizado por un proyecto de portada para su álbum Party Music, en el que aparecen detonando una bomba en las torres gemelas antes de que éstas estallaran. Frente al mainstream, pervive un tipo de música que sigue dejando en evidencia el largo camino que aún queda por recorrer y dan valor al trabajo de quienes marcaron la senda.
Black Power Concepto acuñado por Stockely Carmichael en 1966, entonces líder estudiantil (luego formaría parte de los Panteras Negras), para referirse a la necesidad de articular un movimiento político negro que haga frente a la discriminación. También se refiere al ala más radical del movimiento por los derechos civiles, del que se acabaría desgajando.
Blaxploitation Género cinematográfico de los ‘70 dirigido a una audiencia negra, con películas generalmente protagonizadas por habitantes del guetto (camellos, traficantes, policías...), todos ellos ultramachos y super cool. La primera película del género es Shaft, con banda sonora de Isaac Hayes, y una de las más populares, Superfly, a la que puso música Curtis Mayfield. Boicots y ‘sit ins’ Formas de acción directa no violenta empleadas por el movimiento por los derechos civiles. En los sit ins o sentadas, grupos de activistas llegaban a un lugar en el que se practicaba la segregación y se sentaban hasta que se atendían sus demandas... o les desalojaba la policía.
Disturbios En los ‘60 se intensifican los estallidos de violencia provocados por conflictos raciales. Algunos de los más sonados fueron los de Watts (suburbio de Los Ángeles) tras el asesinato de un conductor negro por un policía; los de Newark en 1967, tras la muerte de un hombre negro bajo custodia policial; o los que se sucedieron en 1968 tras el asesinato de Martin Luther King.
Free Angela Campaña internacional que pide la liberación de Angela Davis, militante feminista y comunista. Acusada de colaborar en el intento de fuga de los ‘Soledad Brothers’, en el que murieron varias personas, Davis se da a una fuga que la aupará a la lista de los 10 fugitivos más buscados del FBI. Dos meses más tarde es detenida y en 1972 será absuelta. En la campaña, que la convierte en todo un icono pop (lítico), participan celebrities como los Rolling Stones, John Lennon y Yoko Ono, Herbie Hancock o Aretha Franklin.
Minstrel Teatro musical del siglo XIX en el que actores blancos con la cara pintada de negro imitan a los africanos e interpretan de forma cómica sus bailes y canciones. Tras la abolición de la esclavitud comienzan a ser interpretados por actores negros que introducen bailes como el back bottom y formas primigenias de jazz y blues.
NAACP Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color, la organización por los derechos civiles más influyente de los EE UU.
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