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Con f de facha
José María Pemán , alias "Pelma", versificador de banderas, Mio Cid y pistolitas
Visiten la hemeroteca, lean a Pemán, vomiten. Sin embargo, en muchos pueblos sigue habiendo calles con su nombre. En 2017, el colegio "José María Pemán" de Jerez de la Frontera se pasó a llamar “Gloria Fuertes”: ¿justicia poética por fin?
Hoy Pemán, José María, no suena a casi nadie. Las enciclopedias de la cosa literaria lo citan de pasada, con vergüenza y disimulo, ya no se atreven a encumbrar al mamarracho que una vez fue un todopoderoso plumífero franquista. Hoy sus ripios y ocurrencias, metáforas pueriles e hipérboles ridículas peloteando a Franco no los escribiría ni el más desvergonzado y rijoso poetastro adicto a ganar la flor natural y el pobre cheque en unas fiestas patronales de tercera regional tras haberse bebido dos litros de calimocho, pero este fue un hombre temido y admirado por todos los plumillas y jóvenes poetas que no huyeron de aquí o fueron paseados, admirado y temido por tantos escritores depurados y literatos con aspiraciones a una colocación de funcionario del régimen con derecho a trienio y a medalla con algún mérito.
José María Pemán y Pemartín está olvidado, por fortuna, pero goza de buena salud lo que un día fue, reencarnado otra vez en versificadores, escribidores y apologetas de la pasión por “una, grande y menos libre”, enamorados de la cabra de la Legión, exaltados por el Imperio, el Cid o Blas de Lezo hacia dios, enhebradores de gritos, rezos, rimas, exordios, abracadabras, exclamaciones y versículos sagrados llenos de ¡España!, uniendo esa palabra a muchos adjetivos inquietantes, fascinaicos y sórdidos. Son los que se inventan la cosa visceral, sus adornos barrocos, las pasiones más elevadas y también las más simples con las que luego se llenan la boca los fascistas y hasta los pueblos embobados por el oropel y la floritura verbal, el redoble, el uniforme de gala con su sable y la frase redonda, de “sentido común”, cuando de pronto comprenden, ya tarde, esos pueblos, que el “sentido común” del que se hablaba de forma tan natural, reiterada, mentirosa era una víbora, una gamada, una corcertina, un tiro y de nuevo el terror vendido como pan.
Pemán y sus pupilos, los pemanes de hoy, me dan más miedo que los tipos violentos con garrote y puño americano, las manadas pegonas, los billyelniño sádicos que vendían a la democracia, a buen precio, sus patologías
Pemán y sus pupilos, los pemanes de hoy, me dan más miedo que los tipos violentos con garrote y puño americano, las manadas pegonas, los billyelniño sádicos que vendían a la democracia, a buen precio, sus patologías. Los nuevos Adolf, Franco, musolinis que van surgiendo por ahí con otras caras y ademanes (miren por ejemplo hacia Holanda), cual mala gente que camina y va apestando la tierra. Los pemanes no disparan, ni firman las sentencias, ni eliminan las libertades a golpe de legajo, ni salen en los sellos y monedas pero alimentan al monstruo con sus finas palabras, dan de comer a la lombriz e inventan sus discursos, sus lemas, titulares y proclamas hasta que el gusano se hace grande y ya es un dragón, un golem o un vampiro.
Pemán lo fue todo: periodista, dramaturgo y poeta, meapilas muy activo en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, además de un encantador, cotizado y contundente orador ditirámbico de temas variados. De joven-pijo-andaluz apoyó la dictadura de Primo de Rivera y ejerció de influencer sobre la derechona más rancia antes y durante la Segunda República. En esos tiempos primoriveristas escribió la letra del… ¡himno de España!, ese que dice, aguanten: “¡Viva España! / alzad los brazos, hijos, / del pueblo español / que vuelve a resurgir. / Gloria a la Patria / que supo seguir / sobre el azul del mar / el caminar del sol. /¡Triunfa, España!”. No cobró derechos de autor por la criatura, si no se hubiera hecho multimillonario. Sería en esos tiempos de esperanza y progreso un mitinero furibundo contra ella, denunciando la luego archifamosa “conjura extranjera judeo-masónica-bolchevique que quiere arruinar España”. Pemán alentó todos los intentos de golpe de Estado que fueron dando a la República, desde la "Sanjurjada" de agosto de 1932 a todas las demás.
Pemán alentó todos los intentos de golpe de Estado que fueron dando a la República, desde la "Sanjurjada" de agosto de 1932 a todas las demás
En el 1933 milita en Renovación Española. El partido de la aristocracia carca y el caciquismo rural, y fue por primera vez diputado durante el bienio negro republicano, de mayoría derechista. Tras la aprobación del voto femenino, nuestro plumilla fundó una revista, Ellas, ¡qué original!, para influir en las mujeres con una ideología católica integrista, fascista y antisemita. Pero en una época en la que había cientos de periódicos obreros y de todos los colores ideológicos, su revistilla no tuvo mucho éxito. Hoy, hojeándola, en la hemeroteca, se te cae de las mano de tan mala, presuntuosa y obvia en su intención, ¡salvo la sección de cocina que llevaba el gran cocinero Teodoro Bardají!
Durante la Guerra Civil Pemán se comprometió utilizando su prestigio y reputación con los golpistas y acuñó dos exitosos conceptos que luego se utilizarían hasta la nausea: “Cruzada” y “Movimiento Nacional”, ¿les suena? Era el “príncipe de la elocuencia castellana”, que con otros poetas como Luis Rosales, Agustín de Foxá o Dionisio Ridruejo organizaron la propaganda del nuevo régimen para desmontar el empeño laico de la República y construir una imagen nueva de España apoyándose en todos los mitos, simplezas y tópicos que aún siguen vivos y hoy utiliza Vox, enumeremos algunos: el Cid, Isabel la Católica, la Reconquista, los Conquistadores de América, los heroicos iberos contra los romanos y todo el santoral más bobo del catecismo, lleno de mártires a manos de la morería y vírgenes rezables de todos los colores.
Pemán y sus secuaces reescribieron los libros de historia de las escuelas y metieron allí todo eso que aún hoy sigue resonando en los discursos sobre la patria unitaria y sus pasadas grandezas
Tras la guerra, como “Presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado”, tuvo un papel decisivo en la depuración y eliminación de lo que él denominó como “anti-España”, otro concepto Vox, depurando y expulsando a todo el personal funcionarial y docente de escuelas, institutos y universidades, purgando y reescribiendo todos los textos educativos, estableciendo el sistema nacional-católico de la enseñanza: 16.000 funcionarios de educación sancionados, 6.000 maestros separados definitivamente de la enseñanza, 3.000 suspendidos de empleo y sueldo, 6.000 perdieron su plaza al ser trasladados forzosamente de su localidad y un tercio de los catedráticos de Universidad a la calle o a sitios peores. Pemán y sus secuaces reescribieron los libros de historia de las escuelas y metieron allí todo eso que aún hoy sigue resonando en los discursos sobre la patria unitaria y sus pasadas grandezas.
Además, a nuestro vate lo que le gustaba mucho eran las ceremonias, las liturgias y toda esa cosa de los desfiles, chundachundas, palios, velas antorchadas y gritos de ¡Viva tal y cual! Le encantaba pasearse por la España reconquistada disfrazado de militar o falangista y arengar con su verbo a los mandamases, curas y pardillos, aunque al frente no fue nunca. En una de esas, en uno de sus grandiosos poemas alude al Cid como “capitán de Regulares Indígenas”, es decir, jefe de los “moros de Franco”. Y allí estuvo Pemán cuando Unamuno abroncó a Millán Astray en Salamanca por el ¡muera la inteligencia!, aplaudiendo, claro, al mutilado. Fue procurador en Cortes y director de la Real Academia.
Su figura blanca, canosa, monarquista hizo olvidar a muchos la del furibundo golpista, depurador de rojos, pelota de terratenientes nobles y versificador de canalladas y falsos tópicos históricos
Pasaron los años y su ramalazo monárquico borbónico le jugó una mala pasada. Defendió a José Calvo Sotelo frente a José A. Primo de Rivera como impulsor de la cosa dictatorial, los falangistas se revolvieron y hubo desafíos y retos a duelo con pistola. Pero la cosa se calmó, le echaron de la RAE y algún cargo pero al poco vuelve a ser nombrado presidente de la Real Academia de la Lengua y hace bolos por América discurseando todo aquello tan aplaudido por los Tirano Bandera de allá, de “una misma fé, una misma lengua” o “unidad de destino en lo universal”. Fue uno de los intelectuales que más empujó para que, tras Franco, hubiera una restauración monárquico borbónica. Presidió el Consejo Privado del Conde de Barcelona entre 1960 y 1964 en Estoril, pero al Criminalísimo el tal Juan le pareció siempre un chisgarabís impredecible y prefirió el más obediente Juan Carlos.
Pasó el tiempo, llegó el tardofranquismo, se hizo un viejo amojamado, le encantaba visitar los Paradores de España y se extasiaba ante esas decoraciones de muebles pseudocastellanos que había por todos los castillos. Siguió escribiendo comedias, ripios, artículos en la tercera del ABC y su figura blanca, canosa, monarquista hizo olvidar a muchos la del furibundo golpista, depurador de rojos, pelota de terratenientes nobles y versificador de canalladas y falsos tópicos históricos. Es lo que tiene hacerse viejo en las dictaduras, que hasta el más sanguinario y tontolaba nos parece un abuelete amable y ocurrente. Al final de sus días el rey Juan Carlos I le concedió el collar de la Orden del Toisón de Oro. A él le encantaban esas cosas, pero aspiraba a un título nobiliario, y en eso los suyos le traicionaron. También aspiró mucho tiempo al premio Nobel, pero los de Estocolmo, por lo visto, nunca pudieron traducir al sueco con exactitud esos ripios tan fachas, esos teatritos tan rancios o esos artículos de fondo tan estupefacientes. Visiten la hemeroteca, lean a Pemán, vomiten. Sin embargo, en muchos pueblos sigue habiendo calles con su nombre. En 2017 el colegio “José María Pemán” de Jerez de la Frontera se pasó a llamar “Gloria Fuertes”: ¿justicia poética por fin?
Hoy, qué pena, nadie sabe quién fue Pemán, nadie lee sus ocurrencias pero a veces, hoy, abro un periódico, leo una columna, escucho a un tertuliano por la tele o la radio o las declaraciones airadas de algún viejojoven político neofacha aludiendo a la hispanidad, la gloria pasada, la rojigualda, la virgen de tal, las mujeres guapas, la pureza de sangre, las pistolas... y me parece que José María Pemán ha resucitado. Joder qué susto.
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Jajajaja en este texto se junta un odio bastante irracional y una incultura exhibida sin remordimientos. En fin, lo raro es que todavía haya gente que se trague esta basura, una lástima que el salto tenga seguidores, quizá hay gente que seguir con ese lavado de cerebro que hacen desde este periódico. Una lástima