Elecciones
A pesar de todo, Vox crecerá este 28M y buscará concretar su estrategia de entrar en coaliciones

La ultraderecha española aumentará, y bastante, su presencia en ayuntamientos, diputaciones y parlamentos regionales. Los varios escándalos y decisiones polémicas como la moción de Tamames no erosionan su potencia electoral, que sigue firme a caballo de la polarización y la política emocional. Luz de alerta para el progresismo de cara a las generales.
Pintada contra vox
Pintada en un pueblo de Murcia contra el partido de extrema derecha VOX. Álvaro Minguito

“Somos los que más vamos a crecer en estas elecciones”, dijo repetidas veces en esta campaña Santiago Abascal. El presidente de Vox sabe que los datos, una entelequia sin valor muchas veces en el discurso público de su partido, esta vez los tendrá a favor y el 29 de mayo nadie le podrá acusar de haber mentido. En esto al menos.

En la noche de la jornada electoral la lluvia incesante de información, estadísticas, gráficos, comparaciones, etc, puede pillar a más de un votante desprevenido. Conviene no ver la foto del 28M sino ver la película completa para entender por qué Vox será el partido con presencia en todo el Estado que más va a crecer (y Ciudadanos el que más decrecerá) en escaños en los tres niveles que se eligen.

La película comienza, como mínimo, en 2018, cuando la ultraderecha entra con fuerza en el Parlamento de Andalucía y todavía golpeaban con fuerza las olas del conflicto soberanista en Catalunya. Pocos meses después serían las generales, en las que Vox logra por primera vez escaños en el Congreso de los Diputados, aunque solo 24. Cuatro semanas después fueron las municipales y autonómicas de mayo 2019, en las que sumó menos del 3% nacional (690.000 votos).

Pero el “momentum”, como llaman en Estados Unidos a esos subidones mediáticos, de la formación de Abascal sería a fin de año, cuando en la repetición electoral sería el más beneficiado y obtendría nada menos que 52 escaños y 15,3%, es decir, el tercer partido de España.

Una comparación que juega a favor

Han pasado casi cuatro años de aquel momentum y la ultraderecha, con su argot y su marco normativo peculiar, ha logrado cuajar más densamente en el espacio público. Su normalización por parte de los grandes medios ya está asentada y la otrora línea roja de conformar gobiernos con ellos ya fue cruzada en muchas circunscripciones.

Vox ha tenido tiempo de afianzarse y de extender sus tentáculos radicalizados por las 17 comunidades autónomas. Incluso allí donde es seguro que no obtendrá escaños o donde el apoyo es ínfimo, como en Canarias, Euskadi y Galicia, ellos se presentan

Además, el partido ha tenido tiempo de afianzarse y de extender sus tentáculos radicalizados por las 17 comunidades autónomas. Incluso allí donde es seguro que no obtendrá escaños o donde el apoyo es ínfimo, como en Canarias, Euskadi y Galicia, ellos se presentan. La insistencia en política es una herramienta que suele dar frutos.

Al respecto, este 28M ocurrirán dos hitos: por primera vez Vox conseguirá (según lo muestran todas las encuestas) ediles propios en el Ajuntament de Barcelona, y podría hasta superar en votos a la CUP. El otro es que obtendrá dos escaños en el Parlamento de Navarra, donde no había podido hacerlo antes (sí tiene un solo escaño en parlamento vasco, por Araba, pero allí funciona con éxito un nítido cordón sanitario). Nota al pie: la división de las derechas en UPN, PP y Vox y el crecimiento de los aliados EH Bildu y la resistencia de Podemos son el caldo de cultivo para que el PSOE pueda volver a encabezar el Ejecutivo.

La filial española de la derecha radical ha aumentado este año nada más ni nada menos que un 260% su cantidad de listas municipales

Lo cierto es que la filial española de la derecha radical ha aumentado este año nada más ni nada menos que un 260% su cantidad de listas municipales (hace cuatro años solo estuvo presente en menos de 800 ciudades). Por eso es que, casi como un hecho inexorable, de los partidos de extensión territorial estatal, Vox será el que más crezca con respecto a hace cuatro años, indirectamente proporcional a Ciudadanos, que de su buen momento del primer semestre 2019 pudo cosechar buenos frutos pero ahora lucha por subsistir.

Otro factor a tener en cuenta es que la estrategia ha virado: la Ejecutiva ha decidido hace ya un año entrar a los gobiernos en coalición con el PP. Antes decía que solo quería evitar gobiernos de izquierda. Con las autonómicas anticipadas de Castilla y León inauguró la nueva etapa. Quieren vicepresidencias y consejerías. Rocío Monasterio ya lo anunció para Madrid y quizás sus dos o tres escaños se vuelvan carísimos para Ayuso por ello.

La estructura orgánica del partido se ha ensanchado, aunque a costa de varios escándalos y de incorporar personas poco fiables. Un ejemplo es lo que ocurrió con el candidato a alcalde en Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real), José Antonio Cáceres. Si con Tamames liderando la moción de censura criticando a la vez los postulados esenciales de Vox pensabais que lo habíamos visto todo, estabais errados: el propio Cáceres dijo en Twitter que no solo opinaba en contra de muchas de las ideas de Vox sino que ni él mismo iba a coger su papeleta el 28M. Además, afirmó que no conocía a ninguno de sus compañeros candidatos a concejales y, para peor, que la mayoría ni siquiera residía en esa ciudad manchega. El partido dio de baja toda la lista en la Junta Electoral.

Otro ejemplo es Ana González Martínez, la edil-camello de Parla, detenida en su casa en posesión de dos kilos de cocaína y armas blancas y de fuego. Está acusada por la Policía de tráfico de cocaína y marihuana en esa región del sureste madrileño, la más pobre de la comunidad. Lo convierte en paradójico que la concejala era una furibunda crítica de la delincuencia y señalaba siempre a los inmigrantes como culpables de la inseguridad pública.

Pero la precampaña comenzó con otro escándalo, menos surreal y más frecuente: ricos robando a Hacienda. En abril, el matrimonio adalid del neoliberalismo, Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, fueron pillados por la Agencia Tributaria declarando un trabajo “simulado” para defraudar a la Hacienda pública, emitiendo una “factura falsa”.

A pesar de todo esto, Vox sigue creciendo y volverá a hacer gala el domingo de la fidelidad de su electorado y de su mayor presencia institucional. Para más inri, la ultraderecha puede llegar a ser decisiva en la conformación de algunos gobiernos que el partido de Feijóo quiere arrebatarle al PSOE: la Generalitat valenciana, el Govern balear y la Junta de Aragón. Hay un empate técnico entre bloques allí y la fuerza de Vox podría hacer de muleta funcional a Génova. Que Ciudadanos se haya escorado a la derecha con Albert Rivera y haya seguido el mismo camino con Inés Arrimadas hace que casi el 90% de los votos de los naranjas sean aspirados por PP y Vox y nada por los progresistas, según responden fuentes de encuestadoras.

Burbujas y sentimientos

“La polarización del electorado la está usando de manera intencionada claramente la nueva derecha radical. En esto el PP queda totalmente asimilado. La derecha ahora mismo se ve en una coyuntura global que sus políticas económicas parecen inútiles, el discurso de eficacia en la gestión ha quedado claramente desmentido, la presunta inoperancia de un parlamento plural con múltiples alianza ha quedado desmentida, entonces a la derecha radical le queda muy poco discurso. ¿Entonces qué pasa? Tenemos guerra cultural”, explica en conversación con El Salto el doctor en filosofía y profesor de la UC3M, Gonzalo Velasco Arias, autor del ensayo Pensar la polarización (Gedisa, 2023).

El académico señala algunos factores que pueden dar una idea de por qué Vox sigue creciendo a pesar de todo. No solo Vox, sino también fenómenos más alternativos como Díaz Ayuso, con un tono y registro cada vez más peculiar y diferente del tradicional del PP.

“Ahora tienen que legitimar, con ese objetivo, posiciones que antes eran consideras intolerantes. El problema es cuando las élites se convierten en relativistas y posmodernas y dicen que todas las posturas son igualmente válidas y achacan la polarización al adversario para tratar de legitimar un consenso nuevo, desplazándolo a la derecha. Esto está generando una modificación de las percepciones y funciona a nivel electoral”, subraya.

Velasco cita como ejemplo lo que ha ocurrido con EH Bildu. Las derechas a su entender están “movilizando valores morales reactivos, como la indignación o la rabia, como lo llaman algunos autores, es una pornografía moral porque genera una gratificación inmediata en el espectador, en el mirón, algo intuitivo, que no requiere tanto pensamiento, el sujeto que se indigna se considera digno moralmente y lo gratifica”. La alarma es cuando se convierte este mecanismo de exaltación de los votantes “en una adicción, que es lo que está ocurriendo: la derecha se está volviendo adicta a generar estos réditos electorales rápidos, en lugar de aspirar a procesos que requieren ideas más elaboradas y más tiempo”.

Para esta estrategia, Vox tiene un aliado esencial: la revolución tecnológica. Las redes sociales han transformado la políticas y tribalizado el debate público. “Suele haber una noción de que el otro ideológico está más radicalizado y que sus ideas son fijas, pero quizás estamos todos mucho más en esa situación. Ahora el espacio está dividido en lo que se llama burbujas epistémicas, son fenómenos catalizados por las redes sociales en los cuales quedamos encerrados en redes de opinión”, afirma.

Velasco enfatiza que Vox tiene a su favor “una clave cultural potente, una psique subyacente española con la idea centralista del Estado, todo un constructo que quedó sin deconstruir en la Transición, y que lo están exprimiendo bien; y también el atractivo del outsider, de mostrarse como los auténticos que dicen la verdad sin inhibición, similar a la alt-right estadounidense”. Para él, el crecimiento de Vox se explica en que Pedro Sánchez, Podemos y los soberanistas “están identificados con ese consenso que Vox deslegitima”.

Con unas empresas periodísticas en buena parte funcionales (o cómplices) de la normalización de la derecha radical, sin apuntar a sus peligros y asimilándola a la izquierda democrática, la tarea de las fuerzas progresistas de cara a las generales es casi titánica

Con unas empresas periodísticas en buena parte funcionales (o cómplices) de la normalización de la derecha radical, sin apuntar a sus peligros y asimilándola a la izquierda democrática, la tarea de las fuerzas progresistas de cara a las generales es casi titánica. Desandar la política emocional y no prestarse al juego pirómano de la polarización son batallas difíciles y cuando aparece una extrema derecha también lo hace la comodidad de partidos tradicionales que ven en ellos el comodín del miedo que les ayuda a mantener el poder. Hasta el día que deje de ocurrir.

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28/5/2023 17:01

Yo, que soy un honrado y humilde operario, no voy a ir a votar (tampoco he votado por correo, que conste), pues no me vale para nada ese chantaje que nos lanzan "los nuestros" (la autollamada izquierda) cuando nos explican que tenemos que votarles a ellos porque de lo contrario van a ganar los fachas, los nazi-franquistas terroristas del Estado, los expoliadores de lo público y lo privado, los matones de patio de colegio disfrazados de uniforme, etc., etc., etc.
Todo eso está ya más que consolidado, legalizado, con impunidad en esta porquería megacriminal de Régimen de Poder Oligárquico-Partitocrático-Antidemocracia-Corrupto-Corruptor-Filofascista-Neoliberal-Opaco-Liberticida-Racista-Etc. y son esos "de los nuestros" (la autollamada izquierda) los que lo están permitiendo, amparando, blanqueando y no condenando como cualquier bien nacido hacemos.
Los nazi-fascistas terroristas del Estado siguen campando y acampando a sus anchas como se ve en las cloacas del terrorismo del Estado, que de tan llenas que están se los encuentran por todos lo sitios haciendo "méritos" como el Rey Emérito.
La vigente partitocracia (esto de ir a votar para no elegir a nada ni a nadie) es una pura y dura usurpación de lo político y de la política, puro y duro crimen con todos los agravantes (indefensión, alevosía, prevaricación, organización criminal, nocturnidad, opacidad, corporativismo, abusos impunes sin fin y reiterados a cada segundo, etc., etc., etc.), la vigente partitocracia se creó para eso.
Ir a votar solamente sirve para hacer el cretino y para justificar todos esos "supuestos" megacrímenes, así como para seguir esperando como unos completos oligofrénicos de baba que unos corruptos morales y/o materiales les vayan a dejar de expoliar, pisotear, violar como esos de La Manada todas sus libertades y derechos, etc., etc., etc.
Es de auténtica risa.

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