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Memoria histórica
Juanma Moreno nos espera en la estación Finlandia
Tomo casi el último AVE del viernes 25 de noviembre con dirección a Madrid. Me esperan en la capital del reino unos amigos y compañeros para celebrar la película sobre Luis Cernuda que en unos meses llevaremos a los cines. Iba yo enfrascado en esos pensamientos cuando en el vagón de la cafetería escucho a una joven decirle a otro joven que había estudiado en el Claret y que ella desconfiaba mucho de las tesis de Cánovas del Castillo, aunque aseveraba que ojalá el PP tuviera un pensamiento o incluso un hombre parecido a aquel político de antaño. El otro chico asentía ante tanta seguridad manifiesta de la joven, y al poco le dijo que se centrara en lo que iban a hacer este fin de semana en el torneo de videojuegos al que iban. Estuvieron hablando de estrategias y demás movidas con palabras que no llegaría nunca a entender por más que me las explicaran. Desvié la atención de mis pensamientos hacia el vaso de vino que tenía en la mano y mis pensamientos volvieron al mismo punto cuando los dejé en Sevilla.
¿Cómo es posible que el presidente de la Junta en su respuesta a la moción presentada por Teresa haya concedido no menos, sino más oportunidades a las víctimas? Lo fácil es pensar que este hombre por quedar bien hace lo que sea, pero no es menos fácil pensar que en verdad lo que está haciendo es conseguir la hegemonía política y social que necesita para asegurar el poder absoluto que tiene ya con su mayoría actual, para ir avanzado en conseguir unas cuantas legislaturas más en Andalucía y ya sea de paso seguir construyendo hegemonía para el resto del estado. Vamos, tal cual lo hizo el PSOE en otro tiempo.
El éxito de otros es fácil de asimilar, cuando se tiene el poder: se puede dar trigo y con cierto movimiento de cadera y con cierta capacidad para dar capotazos, el resultado puede ser una avasalladora gestión de la política, donde las contradicciones se absorben, se trabajan y se devuelven en un estado listo para ser aceptado por la gran mayoría. No va a ser la primera que nos vamos a tragar con Juanma, porque la clave de su éxito precisamente es ofrecer un PP moderado y abierto, y hasta cierto punto todo el mundo ya lo sabe y lo comenta, que lo es.
Un amigo mío me dice por whatsaap que Juanma nos va a esperar en la estación Finlandia.
A poco más de la mitad del viaje entran dos personas más al vagón. Los chicos seguían hablando de marcianitos, ya me aburrían, y pegué el oído a la conversación de estos dos hombres de casi cincuenta. La perplejidad de mis ojos delataba lo que estaba escuchando. Uno aseveraba que los problemas del mundo actual procedían de las ciencias totalitarias que se habían impuesto, y que el mundo fue creado por Dios y el hombre ha querido matarlo pero no había podido. El otro también contestó que sin duda personas como ellos son los que podrían salvar a la gente del infierno. No era el vino que estaba tomando, eran sus palabras las que me estaban generando una gran confusión en el cerebro. En tan pocos metros cuadrados ¿es normal que se concentren tantas conversaciones así? Decidí entonces no escuchar nada más, abrí Fiesta de Hemingway y me entretuve con las discusiones de Brett y de Mike, para mí entonces me parecieron más reales.
Cuando estaba a punto de terminar la novela, la vocecilla precedida del triple timbre anunció la llegada a la parada y final de trayecto: Puerta de Atocha-Almudena Grandes.
He estado dos días en Madrid pensando mucho en la reunión de las hermanas García Caparrós con Juanma Moreno. No me parece muy extraordinaria el hecho en sí de reunirse pues ya han mantenido reuniones con otras autoridades como Susana Díaz , los presidentes de los parlamentos de varias comunidades, europarlamentarios, ministros de España como Garzón e Iglesias… algunas de estas personas por cierto ya no son autoridades. La velocidad de los tiempos en política es de vértigo. Ya en 2019 solicitamos la reunión con el presidente de la Junta de Andalucía, y en vez de vernos, nos envió un director general de algo, no recuerdo muy bien el algo. Lo que me inquieta es el escenario que se abre respecto a lo que supone la memoria de García Caparrós y el propio 4 de diciembre.
Hoy (escribo estas reflexiones más que artículo de opinión en vísperas de esa reunión) estuve visitando el Museo Arqueológico Nacional. Mientras observaba con asombro todos los tipos de cráneos, dientes, huesos…de los homos que allí se encuentran en las salas de prehistoria, se colaba de vez en cuando un griterío y sonidos de bocinas con mucha fuerza. Me asomé por una ventana lateral y vi infinidad de banderas de España, carlistas y algunas con un toro. Y me acordé de la convocatoria ultra de VOX y me dije “joder, ahora tengo que salir por esa plaza”. Bueno, pues me resultó muy instructivo salir por allí buscando el lugar donde después comería un feliz potaje de habas con conejo. No era una concentración masiva como las de otras ocasiones y creo que pude ver incluso a uno de aquellos que hablaban en el vagón del tren, que ahora estaba repartiendo panfletos a los viandantes.
Entonces es cuando reflexiono de nuevo sobre el momento que vivimos en Andalucía, donde en las directrices para celebrar el 4 de diciembre enviada a los centros educativos por la Junta se expresa claramente “la unidad de España” por si hubiera alguna duda de españolidad en esta nueva fórmula de conmemoración institucional del 4D. ¿De quién está preso el discurso del PP? Ya no tanto de la espada de Damocles que fue VOX en la pasada legislatura. Más bien sería conveniente esta pregunta ¿de quién está preso el andalucismo de hoy? A mi parecer el andalucismo de hoy está preso precisamente de ser autorreferencial, sin ningún anclaje social fuerte, donde las nuevas formas de comunicación y una mirada inmediata han creado la falsa ilusión de “una nueva ola de andalucismo”. El andalucismo del siglo XXI corre el riesgo de llevarse por delante a la propia esencia de su sentido como expresión política y cultural de un pueblo. La atomización de las propuestas políticas es una clave básica para ver esta perspectiva, pero no es nueva. Cada partido ya sea viejo o moderno de Andalucía está batallando por llegar a representar ese nuevo andalucismo. Nada más lejos, porque la fragmentación no va a conseguir el efecto contrario nunca. Si bien el 4D hay una convocatoria unitaria de algunos grupos y partidos de marcado carácter andaluz, también se echa de menos en esa convocatoria lo que queda de los movimientos sociales andaluces…
Espero que mañana Juanma Moreno esté a la altura de la Historia, y que vea de cara la dignidad de las hermanas García Caparrós y de la buena gente que las han acompañado en su lucha por la verdad , justicia y reparación. También espero que haya una reflexión enorme y profunda de la izquierda y los movimientos sociales en Andalucía para no seguir lustrando la superficialidad de una propuesta política que debería ser trabajada desde abajo a arriba, barrio a barrio, y pueblo a pueblo. Yo no estaré en esa reunión tan esperada porque viajo a Barcelona a presentar el libro que Marcelino Camacho escribió en la cárcel de Carabanchel. Y me acuesto con la idea de siempre que me viene a la cabeza en esta frase de Blas Infante: “Tengamos cuidado, no vaya a venir el huracán y se lleve no sólo el símbolo, sino a nosotros”.