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Era viernes y hacía frío, pero Adrián se levantó de la cama y cogió su mochila para ir a la piscina, actividad que hacía todas las semanas con sus compañeros de clase. Sin embargo, aquel día la realidad congelaría sus deseos. Su madre tuvo que explicarle que ya no podía ir. El pequeño acababa de ser excluido de su cole con seis años. A mediados de noviembre, la Comunidad de Madrid les notificaba que había perdido su plaza en educación ordinaria y debía ocupar una plaza en un colegio de educación especial. Por eso, Adrián no tuvo más remedio que soltar su mochila. Aquel día no habría piscina, pese a que sus compañeros le siguen esperando todos los días y se preguntan por qué ya no viene a clase.
A Adrián le diagnosticaron autismo con año y medio, estando en la Escuela Infantil. Cuando pasó al colegio entró en uno con aula TEA, aulas adaptadas para alumnos con Trastornos del Espectro Autista. Era el CEIP Francisco de Quevedo, ubicado en Leganés (Madrid), población donde reside. Adrián superó el primer año de Infantil en un entorno familiar, rodeado por sus compañeros de siempre y con la misma maestra de Pedagogía Terapeútica (PT) que tenía en la Escuela Infantil. Todo parecía ir viento en popa hasta que nada más empezar segundo el colegio se puso en contacto con su madre. Habían redactado un informe con el que concluían que debía ser derivado a un colegio de educación especial, el Alfonso X el Sabio. Es ahí cuando comienza su batalla.
“Me puse en contacto con ProTGD, una asociación que me asesoró en todo momento. Conseguí que el equipo específico de la Comunidad de Madrid viniera a evaluar a Adrián. Concluyeron que debía seguir en su colegio”, cuenta María Amparo Rodríguez a El Salto. Esta madre acababa de ganar el primer set. Pero ahí no acababa el partido. Su hijo comenzó tercero de Infantil y todo parecía ir bien. “A primeros de año me dijeron que tenían que valorarle para su paso a Primaria. Yo accedí porque estaba relajada”. A finales de marzo “volvieron a decirme que Adrián debía irse al Alfonso X el Sabio. Me sentí impotente, frustrada y cabreada”, confiesa Rodríguez mientras avisa que un cambio de rutina para un niño con autismo es difícil de encajar.
Entonces comenzó a tocar diferentes puertas. Visitó a la Dirección de Área Territorial de Educación del Sur (DAT Sur). “Todo fueron buenas palabras pero no podían hacer nada porque había un informe psicosocial que así lo decía”, cuenta. En mayo se citó con el inspector de Educación de Leganés en un encuentro infructuoso. “Me dijo que iba a retirar la plaza de mi hijo en el Francisco de Quevedo, que a él no le importaba lo social, solo lo académico. Salí de ahí muy disgustada”. En septiembre comenzó un nuevo curso y el pequeño aparecía en las listas de los dos centros. María Amparo decidió seguir llevando a su hijo al Francisco de Quevedo, donde todos los compañeros le reciben siempre entre abrazos ya que “es un niño muy querido, está totalmente integrado, va a todos los cumpleaños y sus compañeros aprenden mucho con él”. Pero Adrián no ha podido acabar el curso con ellos. “El 15 de noviembre la directora me entregó la confirmación de la Consejería de que a mi hijo le habían quitado la plaza en el Quevedo. Pero yo me niego y voy a luchar por que vuelva”, sentencia Rodríguez, cuyos abogados ya han presentado una denuncia.
El caso de Adrián será de los primeros en llegar a los tribunales en Madrid, pero no es el único. “Generalmente estos casos no suelen transcender, quedan siempre entre la familia y el centro. Estamos viendo que es una práctica generalizada y extendida. Las familias se encuentran con el problema incluso antes de que sus hijos sean escolarizados”, señala Marina Prieto, presidenta de la asociación madrileña ProTGD, entidad que trabaja por la calidad de vida de las personas con autismo. Este es el caso de Nathalie Olano, cuyas mellizas, Julieta y Lara, han conseguido ser escolarizadas en un colegio con aula TEA de Madrid después de atravesar una madeja burocrática que comenzó a los tres años. “A mis hijas no les dieron la opción de entrar en un centro ordinario. Las mandaban directamente a la educación especial”, cuenta Olano. “Nos dijeron que si iban por la mañana a un colegio ordinario y por la tarde a sus terapias no iban a tener tiempo de ir al zoo”. En este camino de lucha, Nathalie asegura haber recibido muy mal trato. “Hay muchos padres que acaban aceptando una opción educativa que no quieren, porque todo es muy complicado”, confiesa Olano. Hoy sus hijas tienen cuatro años y viven su primer año en un centro ordinario. “Si lo hemos conseguido significa que cuando se quiere, se puede”, sentencia.
Los sacan del sistema
“Contactan con nosotros entre 10 y 15 casos cada curso”, denuncia Prieto. Su asociación arrancó en 2008 con 22 familias cuyos hijos estaban escolarizados en centros ordinarios. Hoy todos están en escuelas de educación especial. “Nos han ido sacando del sistema con muy poco tacto”, cuenta Prieto. En la Comunidad de Madrid, los alumnos con TEA están escolarizados en centros ordinarios con plazas de integración, en centros ordinarios con aulas TEA, en colegios de educación especial o en una modalidad que combina las anteriores. Las aulas TEA están formadas por un maestro PT o un maestro de Audición y Lenguaje y técnicos de integración social. “Cuando a un niño le diagnostican TEA el equipo específico de la Comunidad de Madrid es el encargado de valorar en qué modalidad debe de escolarizar al alumno”, explica Prieto.
En Madrid hay 224 centros de Primaria con aulas TEA. “Si se calcula que uno de cada 100 niños nacerá con TEA, los datos no cuadran”, se queja la presidenta de ProTGD, quien considera que los recursos no son los suficientes. “En lugar de derivar a los niños a centros de Educación Especial, que son caros, ¿por qué no introducen esos recursos en la escuela ordinaria?”, se pregunta Prieto. La situación se complica cuando los alumnos tienen que pasar al instituto. En Madrid hay 62 centros de Secundaria con aula TEA. Bien sabe de esto Mónica Redondo, la mamá de Rubén, un niño de once años escolarizado en el CEIP Jovellanos de Aluche que se enfrenta ahora al paso al instituto. “Mi hijo está ahora en un colegio con aula TEA. Nos insinuaron que para su paso a Secundaria ir a un colegio específico de niños con autismo no era descabellado, pero yo lo considero una segregación”, cuenta Redondo, quien ahora mismo se encuentra buscando centro. “No hay plazas, están masificados y nos tenemos que ir al extrarradio”.
Según los datos de la Federación de Autismo de Madrid se estima que a día de hoy hay 6.000 personas diagnosticadas dentro del Trastorno del Espectro Autista en la Comunidad de Madrid. Estos trastornos son un grupo de alteraciones de origen neurobiológico y que encierran una gran variabilidad de conductas y expresiones. “A nivel intelectual, el rango puede ir desde la discapacidad intelectual a capacidades intelectuales moderadas, de rango medio o superiores”, explica Sara Blanco, responsable de educación y coordinadora del grupo de expertos de autismo y TEA de Plena Inclusión Madrid. “Son personas que tienen problemas de comunicación, problemas para socializar, pero algunos no tienen problemas a nivel cognitivo”. Nieves Díaz-Miguel, maestra de PT y miembro de un equipo de atención temprana, asegura que “un alumno con autismo y sin ninguna discapacidad intelectual puede comenzar y acabar su escolarización en un centro ordinario sin problemas. Hay alumnos con autismo que son brillantes a nivel curricular”, cuenta. “Lo más importante es mirar al niño y ver si está feliz en donde está o está solo”. Por otro lado, las expertas alertan de los riesgos de las aulas TEA y coinciden en que no pueden convertirse en islas de exclusión dentro de los colegios. “Deben de ser un puente para el alumno en su camino hacia la educación ordinaria”, explica Díaz-Miguel, por ello es recomendable que los niños cada vez pasen menos tiempo en ellas, según avanza su desarrollo curricular.
Para Prieto, la administración apuesta por un modelo segregador porque está unido a su concepto de la enseñanza. “Están apostando por una educación competitiva enfocada al mercado laboral y son incapaces de ver las capacidades de esas personas”, asegura. Además, con la segregación penalizan el futuro de los alumnos con necesidades especiales, tal y como denuncia Mar Álvarez, de la asociación Solcom. “Dicen que no hay recursos, pero no es verdad. Los recursos son los mismos. Se trata de integrarlos en la escuela ordinaria y no seguir excluyendo”, expresa Álvarez.
Mientras tanto, el martes 21 de noviembre, madres, padres, alumnas y alumnos del colegio Francisco de Quevedo, bajo la batuta de la Plataforma TEA Incluye vestían las puertas del centro con carteles con un mensaje claro: “Adrián no está solo. Educación inclusiva, ¡Ya!”. “Sus compañeros le echan de menos, los niños le defienden”, se lamenta María Amparo mientras lucha para volver a ver la sonrisa de Adrián cuando cogía su mochila de los viernes para ir a la piscina con sus compañeros.
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Mi hijo cursa 6 primaria en aula TEA y le dan el paso a secundaria con aula TEA. Nos dice el equipo de orientación que tenemos que coger un aula lo más cercano a casa posible ya que algún día tendría que ir solo al colegio para poder adquirir autonomía. Muy bonito, pero hay un aula de secundaria por distrito con sus 5 plazas a una hora de casa.. así que esto en el mejor de los casos que le diesen la plaza nunca se dará ya que igual que puede estudiar tiene pánico a andar solo.... Hemos creado una amiga y yo una petición en change solicitando nuevas aulas..... os invito a todos a firmar y compartir.
De nuevo, está mal el artículo. En cada aula solo hay: UN integrador social y UN PT/AL. Dos personas para atender a 5 niños de estas características, es decir, muy poco personal y muy pocos recursos. Corríjanlo por favor
El equipo de apoyo cuenta con Integrador@s Sociales y Pt o Al, asesorados por Orientador@s. Cuanto mejor conozcamos la realidad, más ajustadas y eficaces serán las respuestas, y ello comienza por saber cuáles son los profesionales q intervienen
Hola, aclararos que no hay técnicos de apoyo, son Tecnicos de Integración Social, otro profesional más dentro del aula que forma equipo junto con la pt o al. No hay tres profesionales en el aula solo dos..un saludo
Por favor cambien el texto...no somls tecnicos de apoyo...esto es importante ya que no es lo mismo en funciones y ejecución del puesto. SOMOS Técnicos Superiores de Integración Social, y formamos equipo con la Pt o Al...Las aulas cuentan con dos especialistas...no tres..Es importante que la información se de bien para que se tome con seriedad...
Por favor os pedimos que cambieis lo de tecnicos de apoyo...Somos especialistas con total autonomis...como comentan...Técnicos Superiores de Integracion Social... Es importante y nos favorece a todos...
Yo si estoy a favor de la exclusion, pero de la exclusion de toda la basura política y sus subditos funcionarios de la comunidad de madrid como la puñetera Cifuentes y sus lacayos de las diferentes D.A.T. que no hacen nada mas que joder la enseñanza publica a excepción de la concertada y privada para favorecer a sus hijos y los amigos de sus hijos, que se presente de alcaldesa de Madrid en las próximas elecciones y deje tranquilos a los comunitarios. Lastima no nos hubiera dejado hace tiempo en el asfalto de la castellana y la hubieran puesto una CRUZ honorifica. Cuidado tambien con la comunidad educativa que hay gente muy peligrosa y van a trabajar sus horas y el resto le importa una puta mierda.
Las aulas de preferentes para alumnado con TEA, cuentan con un equipo de apoyo: Integradores Sociales, y PT o AL, no tres profesionales y no técnicos de apoyo. Gracias.
Como han comentado anteriormente, no somos "técnicos de apoyo". SOMOS INTEGRADORES SOCIALES, especialistas, personal con total autonomía y conocimiento para realizar este trabajo exactamente igual que un PT. Tenemos formación muy específica, no damos apoyo a nadie. ¿Entendido?
Las aulas tea de colegios de madrid no cuentan con técnicos de apoyo
Cuantas con integradores sociales por favor infórmese correctamente no es lo mismo