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Ecologismo
Festival por una Málaga habitable: tejer red ecosocial y hacerlo en colectivo
A razón de la Cumbre de Acción Climática de Nueva York, del 15 al 17 de septiembre se organizaron cientos de movilizaciones climáticas para ejercer una presión global. Málaga se unió con una manifestación el viernes 15 de septiembre, lo que fue solo el comienzo de una semana de acciones en un momento especialmente crítico de la ciudad. La gentrificación alcanza puntos extremos, en el centro histórico más de la mitad de los alojamientos son turísticos, posicionándose así como la tercera ciudad española con más alojamientos de este tipo. Un urbanismo cada vez más hostil, zonas verdes cada vez más escasas. En este contexto, encontrar los escasos refugios climáticos es torre a torre más difícil y conseguir un lugar donde vivir, año tras año, más inaccesible.
Las manifestantes lo dejaron claro en su recorrido: “saliendo desde las Torres de Martiricos, como representación del modelo urbanístico que deja de lado a las personas y al territorio, hasta la Puerta del Mar, bajando por el río Guadalmedina, vertebrador de la ciudad y gran olvidado”. Y es que las Torres, como puntualiza la activista Paula Adriana Martínez, son “un lugar simbólico debido a la especulación urbanística y que sirve como ejemplo de la pésima gestión urbana donde las zonas verdes brillan por su ausencia”. Esta atención en lo barrial, en la Málaga que se aleja del casco histórico, se ha visto reflejada a través de las distintas actividades.
Actividades para dejar claro que “Málaga no es una ciudad habitable”
La reivindicación internacional de las manifestaciones, como especifica Martínez, ha sido “exigir poner fin al uso de los combustibles fósiles de manera rápida, justa y definitiva”. El hecho de llevarlo a cabo requiere de un “modelo distribuido para una transición energética verdadera, justa, democrática y protectora de la biodiversidad”. Por eso, una de las actividades iniciales fue la charla sobre Gobernanza de macroproyectos de renovables. En esta misma línea, Teachers for future, colectivo de profesorado preocupado por “la emergencia climática y las consecuencias que está teniendo en las personas con las que trabajan día a día”, organizó un club de lectura en torno al clásico Primavera Silenciosa.
“Actuar y aprender actuando”, es una de las máximas de organizaciones como Equilibrio Marino y Andalimpia, que han estado a cargo de las batidas de limpieza tanto en playas como en fondos marinos en distintos momentos de la semana. Lo cual cobra aún más sentido tras realizar una de las Rutas del clima, organizadas por Social Climate, que recorre los puntos calientes de la ciudad, así como los cambios sustanciales que Málaga ha vivido en los últimos años. “Málaga no es una ciudad habitable”, deja claro Marcos Marchionno, uno de los organizadores de la ruta y miembro de la Red Málaga por el Clima que, junto a la Fundación Rizoma, impartieron un taller participativo sobre “Refugios Climáticos y Renaturalización de los Barrios”. La parte más formativa del Ecofestival también contó con una mesa redonda organizada por la asociación universitaria Estudiantes por una Economía Crítica sobre la sostenibilidad del modelo económico malagueño.
“Con el objetivo de crear comunidad y conciencia del cuidado de la vida animal, tanto la salvaje como la doméstica”, la Asociación AVORA llevó a cabo lo que se denominó “Perripaseo” en el parque del Morlaco, una de las actividades que, junto con la Carrera de orientación organizada por el Club de Orientación de Málaga (COMA), en el Monte de la Victoria tuvieron lugar en alguno de los pocos “refugios climáticos que quedan”. Para valorar la biodiversidad malagueña, la asociación universitaria Malaka Ambiental organizó un avistamiento de aves en el entorno natural del Guadalhorce, recalcando la importancia de que la población conozca las especies que habitan el territorio para “poder respetarlas y cuidarlas”, como explican sus miembros.
Además, para vertebrar esta comunidad, hace falta otro modelo de movilidad, para lo cual se celebró un taller de autorreparaciones “social, sostenible e itinerante” (TASSI) por parte de la Masa crítica de Málaga, que también llevó a cabo una rodada de la Masa Chikita para “recuperar las calles para peques y vulnerables”. Cuesta hablar de comunidad malagueña sin pensar en la Casa Invisible, centro social autogestionado que simboliza “la resistencia ciudadana”, la cual se sumó con la reapertura de la “Resistienda”, un mercado de trueque textil en el patio de la casa, así como con una Jam Music con la presencia de músicas del ámbito ecosocial de Málaga, poniendo el foco en la importancia del “artivismo en la lucha”.
Imaginar la “Málaga que queremos”
El papel de la alimentación también fue esencial, con la presencia de la Cooperativa de consumo Merkaético en una reflexión ecofeminista sobre cómo “entre puntadas germina nuestra conciencia alimentaria”, como reflexiona una de las organizadoras del taller, Natalia Resnik, que resalta la importancia de “tejer red tejiendo” así como de “para para poder pensar qué lugar ocupamos y cómo nos relacionamos con las personas que trabajan la tierra”. Si estas jornadas dejan algo claro, es la necesidad de interseccionar luchas. Las diversas reivindicaciones locales se vertebran cuando “imaginamos la Málaga que queremos”. Una de las actividades de cierre ha sido una jornada de riego en el Bosque Urbano Málaga, una de las iniciativas más urgentes para Cruz del Humilladero y Carretera de Cádiz, dos de las zonas más densamente pobladas de Europa. Esta plataforma ciudadana constituída en 2016 aboga por “convertir en una auténtica área forestal los 177.000 metros cuadrados de terreno que en su día estuvieron ocupados por los antiguos bidones de Repsol, en Málaga capital” frente a la prevista construcción de cuatro rascacielos, un centro comercial y diversos bloques de viviendas.
“Es la primera vez que sale algo así y partimos de un momento de mucha desmovilización”, reflexiona Álvaro Pérez Claros, organizador del Ecofestival y activista de Juventud por el Clima - Fridays For Future Málaga, que explica que se han “puesto de acuerdo organizaciones muy diversas”, un acuerdo que, según explica el activista, será continuado en el tiempo. Y es que al igual que las manifestaciones son solo el inicio de la respuesta social ante la COP, el Ecofestival ha sido un punto de unión para futuros trabajos conjuntos del tejido asociativo malagueño, que seguirá tomando fuerza por, como declara Pérez Claros, “una Málaga habitable”.