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En el entorno empresarial se llama “barreras de entrada a un negocio” a la mucha o poca dificultad para que haya competidores que entren a participar de ese mercado. Hablando de energía, podemos afirmar que las barreras de entrada para producirla con, por ejemplo, una central nuclear, son muy altas. Insalvables para un ciudadano de a pie. Y también podemos afirmar que las barreras de entrada empresariales para producir energía con placas solares son tan bajas que podíamos valorar como inexistentes. Cualquier persona puede poner unas placas fotovoltaicas en su propio balcón.
Con esta información es fácil llegar a conclusiones directas. Cualquiera que tenga interés en ganar dinero con la energía, querrá poner en valor cualquier modelo que imponga unas barreras de entrada infranqueables. Si es un sistema que genera muchos beneficios, también pondrá todos sus recursos en explicar que el modelo accesible a todo el mundo es muy malo porque… patatas.
Debemos saber que es más que posible disfrutar en nuestra casa de la energía que nos regala el sol. Realmente necesitamos muy poca potencia a instalar. En una vivienda unifamiliar cuentan con la ventaja de que no tienen que discutir con nadie, pero nadie les va a querer montar instalaciones pequeñas por debajo de los 3 kWp. Sin embargo a nivel colectivo con 1 kWp por hogar puede ser más que suficiente. Y cada kWp montado no ocupa más de 5 metros cuadrados sin sombra. Hagamos cuentas rápidas: un edificio de 10 viviendas monta 10 kWp en 50 metros cuadrados. ¿Qué edificio no dispone de una cubierta sin sombra de al menos 50 metros… o 100 metros en la de al lado, que es la que te produce la sombra?
Naturalmente esto es un artículo generalista, cada caso es particular y cada estudio tiene que ser a medida, pero nos da un orden de magnitud que rompe muchas objeciones a las instalaciones colectivas.
La palabra AUTOCONSUMO referido a la energía es una palabra que ya tiene que ser protagonista en nuestras vidas. Para todas las personas, incluso para las que no tienen tejado. Si sumamos la palabra COLECTIVO (autoconsumo colectivo), tenemos la combinación perfecta de modelo energético con muy bajas barreras de entrada.
La palabra AUTOCONSUMO referido a la energía es una palabra que ya tiene que ser protagonista en nuestras vidas. Para todas las personas, incluso para las que no tienen tejado. Si sumamos la palabra COLECTIVO (autoconsumo colectivo), tenemos la combinación perfecta de modelo energético con muy bajas barreras de entrada. Muchas personas que lean esto pensarán en lo complicado que es hacer esto “en mi comunidad de propietarios”. Tampoco hace falta. La instalación se hace en el tejado del colegio, o de la iglesia, o el taller del mecánico que tiene muchos metros, y la energía se reparte de forma administrativa. Para entendernos, como si fuese energía inalámbrica (¡¡si mi profe de tecnología leyese este artículo!!). De momento esto que todavía parece ciencia ficción, lo haremos personas con una cierta visión de presente sin mucho miedo al cambio. En no más de cinco años, todo el mundo querrá participar de su “comunidad energética”, que puede sonar muy comunista, pero ya están legisladas desde Europa unos pocos años. Las Comunidades Energéticas Locales (CEL) han llegado para quedarse.
Las barreras al mercado energético están ahí, las grandes corporaciones las mantienen contra viento y marea. Las barreras para producir nuestra propia energía ya no existen. Estas tecnologías técnicamente maduras están ya legisladas, nos ahorran mucho dinero, son buenas para el ser humano en el planeta y para el mismo planeta que nos acoge. Y estamos en emergencia climática declarada en prácticamente todos los ámbitos científicos, políticos y sociales.
Podemos afirmar entonces que hace tiempo se acabó el negocio de la energía, que lo están manteniendo con respiración asistida y unos beneficios indecentes, que ya es un derecho producir la que necesitamos y gestionarla en comunidad. No interesarnos por la mejor opción a nuestro alcance, es perder la mejor oportunidad de ser dueños de nuestra energía y de nuestro destino común.
Preguntemos en nuestro barrio quién piensa en compartir energía porque la energía ya no es un negocio, es un derecho que tenemos que poner en valor.
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Me gusta tu artículo tan positivo. Solo se me presenta una duda: Tenemos suficientes materiales a esta gran escala para que todo el mundo monte sus placas solares o su molino de viento?