Derechos Humanos
Esta locomotora no avanza: cada vez menos derechos humanos en Andalucía

De los 15 barrios con menor renta por habitante de todo el país, 11 se encuentran en las ciudades andaluzas. Por sí solo, ese dato sería lo suficientemente demoledor para considerar que el Gobierno de Moreno Bonilla ha fracasado en ese supuesto avance de Andalucía.
Desigualdad en Andalucía
Polígono Sur, en Sevilla, uno de los barrios españoles con menor renta familiar. Conchi Pérez
Coordinador general de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA)
17 jun 2022 10:42

Por más triunfalismo que quiera transmitir en su campaña, el balance que hacemos desde la APDHA del Gobierno de Moreno Bonilla durante esta legislatura es, sin más ambages, malo.

No cabe decir otra cosa de alguien que ha gobernado la comunidad autónoma que mantiene 11 de los 15 barrios más pobres del conjunto del Estado español. De acuerdo a la última estadística de Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística, de los 15 barrios con menor renta por habitante de todo el país, 11 se encuentran en las ciudades andaluzas.

Por sí solo, ese dato sería lo suficientemente demoledor para considerar que el Gobierno de Moreno Bonilla ha fracasado en ese supuesto avance de Andalucía. Un avance que fracasa también porque 8 de las 10 ciudades con más paro de España se encuentran en Andalucía y en su conjunto la comunidad es la peor en datos de paro de la península.

La población en situación de exclusión en Andalucía ha crecido en 7 puntos durante su mandato [de Moreno Bonilla]

Según el Informe Exclusión y Desarrollo Social en Andalucía, de la Fundación Foessa de Cáritas, la población en situación de exclusión en Andalucía se sitúa por encima de los 2 millones de personas, con más de un millón en exclusión severa. Difícilmente se puede sostener el discurso que se refiere a Andalucía como la supuesta locomotora de España, como hace Moreno Bonilla, con estos datos. Más aún cuando la población en situación de exclusión en Andalucía ha crecido en 7 puntos durante su mandato.

Gran parte del Gobierno de Moreno Bonilla se ha desarrollado en el contexto pandémico, lo que ha incidido de forma clara en la situación económica. Sin embargo, la Junta de Andalucía, en lugar de contribuir a paliar los efectos de esta situación, los ha acrecentado. Sus medidas fiscales han privilegiado a las rentas altas y han desatendido las necesidades de la población más vulnerable y empobrecida, sobre la que han incidido de forma muy intensa los efectos de la pandemia. En este sentido, pese a la situación que vivimos en Andalucía, la Renta Mínima de Inserción andaluza tiene unos efectos ridículos: su importe es insuficiente y llega a un porcentaje insignificante de demandantes.

Además, este proceso ha supuesto un grave daño a la sanidad pública andaluza, que sale claramente golpeada tras la pandemia y la gestión del Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos. El sistema público de salud está siendo debilitado, conseguir una cita con la médico o la pediatra de atención primaria resulta una auténtica odisea, especialmente en los distritos más populares, las intervenciones hospitalarias se cancelan por mala planificación. En el fondo, lo que transluce es la voluntad de reforzar la sanidad privada, bien mediante conciertos, bien mediante la derivación de una parte de la ciudadanía que acaba saturada ante una sanidad pública depauperada.

La Junta de Andalucía ha instaurado un modelo de escuela neoliberal, afectando claramente a todos los espacios y políticas que hacían de la escuela un espacio de reflexión crítica sobre la realidad social

Lo mismo cabe decir de la educación pública. La Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía ha instaurado un modelo de escuela neoliberal, afectando claramente a todos los espacios y políticas que hacían de la escuela un espacio de reflexión crítica sobre la realidad social, y de defensa de los derechos de la ciudadanía. El veto parental o la ampliación de los conciertos a la escuela privada son algunas muestras.

La igualdad de oportunidades que sostiene el derecho a la educación sigue sin aparecer para muchas familias, que no pueden acceder a la escolarización en las escuelas infantiles de 0 a 3 años, una etapa que se considera esencial para la igualdad de oportunidades y para la conciliación familiar. Esto se hace especialmente relevante en las familias en situación documental irregular, a las que, a pesar de los esfuerzos y reuniones, no se les ha dado una solución satisfactoria.

También en el ámbito universitario, la apuesta del Gobierno de la Junta ha ido en la línea de desprecio a lo púbico, mientras que con una mano abría el arco para que pudieran crearse nuevas universidades privadas, con el otro asfixiaba económicamente a las universidades públicas, una de las escasas palancas de cambio social que se mantienen en nuestro sistema.

El ambiente en Andalucía es ahora mucho menos respirable que en 2018 porque, desde los espacios de la Junta, se han normalizado discursos que dinamitan la convivencia

Pobreza, desempleo, sanidad pública debilitada, educación pública despreciada. Ese es el panorama del Gobierno de Moreno Bonilla en lo sustantivo. Y con todo, eso no es lo peor. Lo peor es haber dado pábulo en su Gobierno a los discursos xenófobos, los discursos machistas, los discursos homófobos, los discursos que niegan el cambio climático. El ambiente en Andalucía es ahora mucho menos respirable que en 2018 porque, desde los espacios de la Junta, se han normalizado discursos que dinamitan la convivencia y suponen un ataque a la dignidad y los derechos de una parte de la población.

Discursos que, además, sirven para legitimar graves vulneraciones de derechos. Como las que sufren los trabajadores agrícolas de los asentamientos en Huelva o Almería. O la de las temporeras de la fresa. La Junta de Andalucía de Moreno Bonilla no ha hecho nada por poner fin a estas situaciones.

La realidad es la de una Andalucía empobrecida que ha perdido otros cuatro años para garantizar los derechos humanos de toda su gente

Esta Andalucía, la supuesta locomotora de España que avanza a gran velocidad, solo existe en el relato de Moreno Bonilla y su equipo. La realidad es bien distinta. La realidad es la de una Andalucía empobrecida que ha perdido otros cuatro años para garantizar los derechos humanos de toda su gente, sin importar el lugar en el que hayan nacido, la religión que profesen o la orientación sexual que tengan. 

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