De haberlo sabido
Luz de Gasvidad

Mientras Isabel Díaz Ayuso, acompañada de Feijóo, paseaba sonriente, posaba en las fotos y hablaba con los tenderos, tres activistas de Femen se enfrentaron a ella al grito de “los derechos LGTBI no se tocan”, una protesta ignorada por los medios.
Femen Plaza Mayor
Imágen cedida a FEMEN SPAIN de Ángel Pérez Meca.

Si alguna vez has pertenecido a una familia en el que hay abusos y violencias, seguramente las que vienen te resultarán unas fechas profundamente incómodas. Donde el resto del año hay gritos, golpes y silencios, en Navidad se sustituyen por sonrisas, reuniones ociosas, fotos de grupo… y agresividad feroz hacia las víctimas que osen revolverse ante la falsedad y la impostura.

Si te atreves a cuestionar la situación, a quejarte, a revolverte, normalmente caerá sobre ti toda la ira de los participantes de esa perversa obra performativa, y posiblemente acabarás con esa habitual sensación de que la responsabilidad de los conflictos es tuya, que no percibes bien la realidad y que eres una persona conflictiva. Y todos serán cómplices.

En la metodología de cualquier abusador que se precie, se incluye el llamado “control del relato”: gracias a él han crecido y caído imperios, se han erigido gobiernos, se han fulminado religiones y naciones

Porque en la metodología de cualquier abusador que se precie, se incluye el llamado “control del relato”. Esta práctica es común en infinidad de ámbitos y forma parte de una estrategia que ha sido perpetrada durante toda la historia de la humanidad por, por ejemplo, los hombres. Por eso no se conocen a la mayor parte de las mujeres artistas, escritoras, activistas, científicas o que hayan hecho cualquier cosa a lo largo de los siglos de los siglos. También la han llevado a la práctica los blancos, los heterosexuales, los católicos. Gracias al control del relato han crecido y caído imperios, se han erigido gobiernos, se han fulminado religiones y naciones, se han dominado industrias, se han creado los medios de comunicación.

El control del relato también es aquello que ejercen esas personas a las que llamamos gaslighters. Las que abusan de sus hijos, las que maltratan a sus parejas, las que torturan psicológicamente a sus amigas o compañeras de piso. Esas personas se aprovechan de tu silencio para confundiros a ti y a todos quienes habitan a vuestro alrededor. Esas personas sonríen, hablan con un tono calmado y agradable, posan para la foto con el gesto inalterable. Envían corazones, decoran el salón, generan admiración. Y montan su versión. Y cuentan que sufren por tus actos y tus palabras, que las boicoteas, porque hablan antes que tú. Para que nadie se dé cuenta de que lo que haces es reaccionar a sus abusos constantes. Así es como consiguen aislarte y ahogarte. Así es como logran que prevalezca su “verdad”.

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Es irónico que justo un mercado navideño haya sido el escenario de lo que ocurrió el domingo 26 de noviembre en la Plaza Mayor de Madrid. Mientras Isabel Díaz Ayuso, acompañada de Feijóo, paseaba sonriente, posaba en las fotos y hablaba con los tenderos, tres activistas de Femen se enfrentaron a ella al grito de “los derechos LGTBI no se tocan”. En apenas unos segundos y bajo la mirada descolocada de la presidenta de la Comunidad de Madrid, los agentes de seguridad las retiraron a empujones.

A varias personas de las que grabaron esas imágenes, esos mismos agentes de seguridad les pidieron amablemente que las eliminaran de sus dispositivos móviles. Tampoco vimos ninguna noticia en la prensa o la televisión. Toda la cobertura mediática se centró en torno a las sonrisas navideñas de Isabel.

La luz de gas, expresión que se popularizó tras el estreno de una película de los años 40 que contaba la historia de cómo un hombre lograba confundir a su pareja hasta tal punto que casi consigue encerrarla en un sanatorio, no es otra cosa que la manipulación deliberada de la percepción de una persona para desorientarla, pero también hacia quienes están alrededor. Como hace tu ex cuando te engaña, te deja y, de pronto, empieza a llevarse bien con tus amigas.

La acción de Femen por los derechos LGTBI se silencia y se omite porque lo importante para Ayuso no es Femen en sí, sino el relato global

Esta acción se silencia y se omite porque lo importante para Ayuso no es Femen en sí, sino el relato global. Las tres mujeres llevaban sendas banderas LGTBI y consignas pintadas en el pecho, denunciando la próxima cercenación de la ley trans y de derechos LGTBI que se va a llevar a cabo en la comunidad que gobierna. Si no hay quien lo cuestione, ¿está realmente mal? Si no hay voces que lo denuncien, ¿está siquiera ocurriendo?

Y, por ello, los medios de comunicación ignoran estas protestas. Por eso tampoco ha salido en los informativos la intervención de Carla Antonelli en la Asamblea. Por eso no se cubren las concentraciones en contra de esta vejación de los derechos del colectivo. Porque, tal y como hacen los narcisistas en su vida cotidiana, el PP controla la narrativa desacreditando y minimizando la importancia de la lucha LGTBI. Se manipula el relato y se convierte en marginal todo lo que no se alinea con la perspectiva dominante.

Y Ayuso sonríe, porque las locas somos las que gritamos mientras ella no se inmuta y dice que no está haciendo nada.

Para quienes no lo sepan o se hayan visto afectados por esta luz de gas, lo que Ayuso pretende con estos “ajustes” es atentar directamente, desde los principios hasta los procedimientos, contra la identidad de género. Pretende eliminar como agravantes la discriminación y el delito de odio de las agresiones físicas, psíquicas o verbales que sufrimos. El nuevo “la violencia no tiene género” es “te matan por ser una persona, no por ser LGTBI”. Luz de gas.

Ayuso pretende regresar a la patologización, a la hormonación, a las intervenciones médicas mientras centra a su vez el discurso de odio

Pretende regresar a la patologización, a la hormonación, a las intervenciones médicas mientras centra a su vez el discurso de odio en que “las nuevas leyes obligan a los niños a hormonarse y mutilarse”. Luz de gas.

Pero no es real. No está derogando nada. Nos lo estamos inventando todo. Estamos locas.

Tranquilas porque, como ocurre con todos los abusadores, quizá la luz de gas pueda oscurecer la verdad… pero la verdad siempre encuentra la manera de salir a la luz.

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