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Un dron turco no pilotado sobrevuela Kobane casi todos los días. Periódicamente, dispara desde el cielo para asesinar a alguien. A veces, el objetivo es una persona con responsabilidad política o militar. Otras, mata a ciudadanos anónimos. La pretensión es infundir miedo. Que crezca la paranoia entre el pueblo kurdo que vive en la frontera con Turquía y que liberó la región de Rojava para convertirla en la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria. El testimonio de la vida en esta zona lo tiene grabado en la mente el cineasta ourensano Olmo Couto. Y así lo transmite. Lleva cinco años viviendo de cerca la Guerra Civil en Siria. Ahora, con ese bagaje, acaba de volver para Galicia con un film en las manos del que participó como director de fotografía. Se titula Kobane y cuenta la heroica resistencia de esta ciudad frente a invasión del Estado Islámico.
Zehra Penaber es la protagonista de esta ficción basada estrictamente en hechos reales. Una mujer kurda de 32 años que fue comandante de las Unidades Femeninas de Protección (YPJ), la organización militar para unidades de protección de personas en Rojava. En 2014 y con el control de la mitad de Siria e Irak, el apogeo de la fuerza de los fundamentalistas del ISIS avanzó de manera implacable hacia la ciudad siria de Kobane. A pesar de la brutalidad de la invasión, las milicias de Zehra y sus camaradas no se dieron por vencidos. Cuando los miembros de ISIS comenzaron a decaer y a dispersarse, Zehra Penaber lideró la ruptura del asedio, marcando el amanecer de la liberación de la ciudad. Se trata de una historia real de fe y miedo. De guerra y resistencia. De camaradería y traición. Un relato de amor, pérdida, heroísmo y sacrificio que, junto con la intensidad de la guerra y la revolución, quiso contar la directora Özlem Arzêba en su ópera prima.
Hacer cine en medio de la guerra
“Esa tensión militar durante el rodaje es casi como lo habitual en la vida diaria allí”, explica a El Salto el director de fotografía gallego, Olmo Souto. Tras dos años posponiendo la grabación por “amenazas críticas” en la zona, entre abril y septiembre de 2021 decidieron comenzar a filmar “fuera como fuera”. Lo que se podría haber hecho en tres meses, dice, tuvieron que hacerlo en seis por la constante situación de emergencia en la que los tiene Turquía. “Para el Gobierno turco, Rojava es un enemigo en todos los sentidos. Es el ejemplo de cómo el confederalismo kurdo puede gestionarse de una manera democrática, horizontal y con respeto por todas las culturas”, sostiene Couto. Turquía es un Estado con casi veinte millones de personas kurdas y por eso, explica, “directamente, quiere eliminarlos”. “Son un referente que no le conviene en su idea ficticia de estados-nación totalmente homogéneos”, prosigue el cineasta ourensano.
El pueblo kurdo decidió dejar en ruinas el lugar donde grabaron como monumento a la memoria
A pesar de estar separados sólo por un muro y apenas unos metros, la comunicación de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria con el Gobierno de Erdogan es nula. Están en guerra. Por eso, durante el rodaje, el equipo necesitaba parecerse lo mínimo posible a una milicia real. Tenían hasta que separar los camiones de producción para que no se convirtieran en uno objetivo militar. Gran parte del rodaje se llevó a cabo en una zona de Kobane que ha quedado prácticamente destruida por la guerra. El pueblo kurdo decidió dejar parte de aquellas ruinas así, como monumento a la memoria a través de un museo.
“En el rodaje, había decenas de personas caracterizadas con los trajes de las fuerzas de autodefensa kurdas (YPJ y YPG) y los soldados turcos de los puestos de vigilancia de la frontera disparaban al aire”, recuerda Souto. En el día a día allí, “es normal”, lamenta. “Muchos campesinos tienen los terrenos de cultivo en la frontera y, a veces, también les disparan a ellos y, una vez al mes, matan a algún civil”, ahonda. Pero como no es siempre, la gente tiene que seguir yendo a trabajar para sostenerse. Los asesinatos del dron que sobrevuela son más selectivos y más habituales: “Van matando a las personas encargadas de Cultura, de Instituciones, de Prisiones...”. La clave es generar caos para desautorizar a la Administración de Rojava y que las personas pidan asilo en otros lugares. “Están haciendo películas y televisión en su idioma, recuperando la cultura... Por eso quieren aniquilarlos, pero ahora todavían no tienen fuerzas”, recalca.
La Comuna de Cine: crear de manera horizontal
Para el rodaje, llegaron personas de todo el Kurdistán, la región históricamente reclamada por el pueblo kurdo que se reparte entre los estados de Turquía, Siria, Irán e Irak. Aunque, sobre todo, el grueso del equipo pertenecía a la Comuna de Cine de Rojava: “Para muchas de las personas era su primer rodaje. Vivimos momentos muy bonitos por ese proceso de aprendizaje colectivo”. Muchos de los trabajos no especializados de la producción los hicieron los propios habitantes de Kobane que iban, a su vez, también aportando las historias de cómo habían vivido la guerra. Como en toda la administración de Rojava, explica Souto, hicieron que “todo fuera lo menos jerárquico posible dentro del que es el cine”. Su Constitución, de hecho, es una excepción en Oriente Medio por su apuesta por el confederalismo, por la protección de las minorías étnicas y religiosas y por su afirmación de la igualdad de género. La democracia directa es la forma de gobierno que también llega, claro, a las producciones cinematográficas y que se cristaliza en la Comuna de Cine.
Los personajes que protagonizan la película murieron durante la guerra y muchas de las personas que los interpretan eran sus propios amigos
La Comuna de Cine es la institución que se dedica a la creación y producción, difusión y educación cinematográfica en Rojava. En este sistema confederal, todas las personas que trabajan en esta industria se juntan a través de la Comuna. “Pero es también un proyecto vital, no simplemente de trabajo”, matiza Olmo. La mayoría de la gente vive junta y comparte espacio: “Creamos cine de otro modo más revolucionario”. El proceso es siempre asambleario: “Rodábamos seis días a la semana y al séptimo era de asamblea. Fue agotador y durísimo, pero con tiempo es el más bonito. Compartir responsabilidades y que no sea sólo la persona de producción quien aborde eso”.
Los personajes que protagonizan la película murieron durante la guerra y muchas de las personas que los interpretan eran sus propios amigos. “No es un film cualquiera. Se creó un ambiente muy emotivo. Nuestra parte de hacerlo era el más pequeño dentro de toda esa resistencia de personas que perdieron su vida por defender la villa”, expone el director de fotografía. “La cultura y el cine son una forma de resistencia, pero ni de lejos se acerca a lo que vivió toda esa gente”, reflexiona con humildad. Construir este imaginario de la revolución kurda es fundamental para unirse como pueblo. “Para todos ellos es un honor que exista esta película. Se notó en los estrenos allí. Ha habido muchas representaciones desde fuera donde se les dejaba como salvajes que habían sido ayudados desde fuera a hacer la revolución”, explica Olmo Souto. “Pero la realidad es que fueron ellos y ellas y hacer esta película desde dentro es en su idioma tiene un sentido totalmente distinto”, remata.
El film comienza a girar por Galicia
Después del estreno en la Muestra de Cine de Valencia y su gira por la India y varios países de Europa, esta semana aterriza en el Fórum Metropolitano de la ciudad de A Coruña el 23, 24, 25 de marzo y el jueves 22 habrá una cita en el Cineclub de Lugo. Por los motivos de la continua guerra en la región, la directora, Özlem Arzêba, no podrá asistir a ninguna de las proyecciones. A pesar de todo, escribió unas palabras para acompañar el film desde la distancia: “Llevo años hablando con compañeros que participaron en la guerra, recogiendo sus recuerdos para crear una historia colectiva que refleja los hechos tal como los vivieron y sintieron sus protagonistas. La mayoría de nuestros actores fueron elegidos de las YPG y YPJ, las fuerzas locales que lideran la batalla contra el ISIS. Trabajamos con un enfoque de actuación natural y sencillo a partir de las emociones reales de las personas reales. Rodamos en las localizaciones reales, privilegiando atmósferas y texturas en las que la destrucción sigue viva en gran medida. Utilizamos un trabajo de cámara dinámico y persuasivo para transmitir la urgencia de muchas escenas, pero también la ternura y la intimidad de otras”.
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Es increíble que en un territorio donde se vivió el terrorismo yihadista y ahora se sufre la ocupación turca, se sigan liderando estos proyectos colectivos y asamblearios. son un ejemplo para el resto del mundo.