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Contracultura
Rocky Horror Madness Show o cómo la creación autogestionada andaluza triunfa
“No te pedimos que lo entiendas, solo que lo disfrutes”, así daba la entrada el espectáculo Rocky Horror Madness Show. No es teatro, ni es cine, es el Rocky, versión sevillana en este caso. Unos 15 jóvenes andaluces autogestionados han llenado consecutivamente los cines Nervión en un fin de semana festivo, lluvioso, con una película estrenada en 1975 y que mezcla mamarrachismo, ciencia ficción y mucha oxitocina bajo el telón del musical. Que esto haya pasado merece ser noticia.
Una cola de gente disfrazada, travestida y algún que otro rezagado que no sabe dónde se está metiendo, esperan alegremente frente a la sala 3 de los cines Nervión. En este tiempo, actores y actrices del show ataviados con tutús, encajes, mucha purpurina y las imprescindibles medias de rejilla animan un ambiente que ya viene calentito de casa.
El azar y unas prácticas en la versión madrileña del espectáculo llevó a su directora, Marina Bravo, a querer traer el show a Sevilla, aún cuando estaba terminando sus estudios de comunicación audiovisual. Un encontronazo con Nieve Castro y Pablo Espinosa en la copistería de la facultad fueron los inicios de un espectáculo que, como explican, salió a delante gracias al público.
Porque el Rocky es una comunidad, de gente diversa, un espacio de encuentro y de reunión y en el que es bienvenido todo aquel que lo necesite. Eso sí, cuando llegas por primera vez eres “virgen” y en esta ocasión había muchos vírgenes, mucha gente nueva que probablemente también tenían su primer acercamiento a la propia película gracias a este show. Es de agradecer tener a esos amigos que arrastran a otros que, aventurados y dejados guiar por la amistad, se acaban metiendo en berenjenales que les cambia un poco el mirar de la vida. Quiero pensar que el Rocky es uno de esos encuentros. Sin más, hace seis años acompañé a Marina Bravo a ver la versión madrileña del show en la Sala Cero y hoy me tienen aquí escribiendo estas letras.
“Quizás esa sea la idea del Rocky Horror Madness Show: descubrir, vivenciar y pasárselo bien en torno a una película que sigue causando revuelo cuarenta años después”.
Una película musical de fondo, unos actores y actrices que interpretan a su vez escenas y un público, bolsita roja en mano, esperando para hacer uso de una variopinta elección de objetos que nos anima a ser parte activa del espectáculo. Una no sabe cuál de todos los elementos es más protagonista. Quizás sea esa la idea del Rocky Horror Madness Show: descubrir, vivenciar y pasárselo bien en torno a una película que sigue causando revuelo más de cuarenta años después. Un espectáculo que se vuelve un espacio donde poder mostrarnos diversas, felices y, en definitiva, seguras.
Marina le cuenta a su amiga y compañera Nieve, en una preciosa entrevista en el blog CANNE DE PERRO, gestionado por esta última, que su principal intención era ver el “Rocky” estrenado, sin intención de que fuera algo duradero. La idea de que lleven ya cinco ediciones nos llena un poquito de orgullo a todxs, más aún conociendo las dificultades que conlleva hacer cultura desde Andalucía.
Así, de hecho, despedía Pablo Espinosa el espectáculo, afirmando que habría más Rocky en Sevilla pero que no sabían cuándo, ni dónde. Una incertidumbre cultural que no se nos escapa a unos jóvenes que llevamos en nuestro día a día convivir con esa constante duda.
Se cierran las bolsitas rojas, aparecen los créditos de la película y los créditos de un espectáculo que tiene a muchas personas detrás. Salimos del cine con un disfrute que nos animan desde la tarima que lo publiquemos en redes, para que se conozca y difunda todo lo bueno que ha pasado aquí dentro.
El público ha puesto de su parte, ha llenado los cines y seguirán llenando los espacios que vengan. A veces es inevitable entregarse al placer y yo quiero que me dejen, que —nos dejen— seguir entregándonos a ellxs.