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Consumo
El Día sin Compras como alternativa al Black Friday
Desde hace más de 25 años, cada cuarto viernes de noviembre se celebra el Día sin Compras, una jornada que, coincidiendo con el Black Friday, cuestiona el actual modelo de producción y consumo.
Con motivo de la celebración el 23 de noviembre del Día sin Compras, Ecologistas en Acción organiza cada año una campaña en contraposición al Viernes Negro (o "Black Friday" en inglés), como fecha señalada y simbólica de un modelo de consumo insostenible. Además de denunciar sus impactos sociales y ambientales, es pertinente preguntarnos sobre el impacto que tiene el consumismo sobre nuestra felicidad, siendo este uno de los argumentos más repetidos en la publicidad para animarnos a consumir. Este año se hace hincapié en que el consumismo nos hace infelices, aportando propuestas de alternativas de consumo transformador que nos pueden ayudar a ser más felices.
Desde hace veinticinco años, cada último viernes de noviembre se celebra a nivel internacional el Día sin Compras, una jornada que, coincidiendo con el Black Friday, cuestiona el actual modelo de producción y consumo y apunta hacia un sistema que mercantiliza todas las esferas de nuestras vidas, sustituyendo el papel de la comunidad y lo colectivo. La huelga simbólica de compradoras y compradores se celebra cada año desde hace más de dos décadas, coincidiendo con una de las jornadas más consumistas en Estados Unidos, el llamado "Black Friday". Es el día posterior al Día de Acción de Gracias, en el que se lanzan ofertas para incentivar las compras y disparar la campaña navideña.
Cada vez más, en los últimos años, las cadenas comerciales españolas se apuntan a las promociones especiales, que acompañan de grandes campañas publicitarias que no hacen más que crearnos falsas necesidades que poco tienen que ver con el objetivo de satisfacer nuestro bienestar. Y es que el consumismo sólo nos aporta efímeros momentos de satisfacción en el mismo momento de la compra, que hace que sigamos consumiendo en una rueda sin fin. El vértigo del consumismo, la obsolescencia de todo, la inmediatez de las nuevas tecnologías, nos alejan de los ritmos de la naturaleza y de los procesos lentos que articulan la comunidad. Un culto a la velocidad que nos produce frustración e insatisfacción y que afianza la senda del consumo, la vía fácil e inmediata. Recordarnos que el bienestar tiene más que ver con nuestras relaciones sociales y con la recuperación de valores como la solidaridad y la cooperación, es una tarea de todos y todas.
El consumismo sólo nos aporta efímeros momentos de satisfacción en el mismo momento de la compra, que hace que sigamos consumiendo en una rueda sin fin
Además, el Día sin Compras critica un modelo de producción y consumo a la medida de las grandes empresas y de sus objetivos de maximización de beneficios. Un modelo en el que la mayor parte de los productos se fabrican en lugares cuyas personas no podrán disfrutar de ellos, y que trabajan en condiciones de semiesclavitud. Miles de kilómetros de injusticia social con grandes impactos medioambientales llegan en forma de oferta en el Viernes Negro.
Frente a este modelo, se propugna un cambio, basado en un consumo transformador y responsable con la sostenibilidad socioambiental y el reparto equitativo de la riqueza, pero también en la construcción colectiva, las relaciones comunitarias, la solidaridad y el apoyo mutuo.
La campaña “consumo y felicidad” busca que las personas consumidoras se planteen hasta qué punto necesitan y desean todo aquello que compran, y este año, se dan cita en distintos puntos del Estado a lo largo de toda esta semana.
"La estabilidad económica debería consistir en mejor el nivel de vida de los que no tienen nada y reducir el nivel de vida egoísta de tanta gente que tiene mucho más de lo que necesita. ¿Qué sentido tiene tener tantas cosas?", Jane Goodall.
*Área de consumo de Ecologistas en Acción