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Cómic
Attica, la línea ininterrumpida del supremacismo blanco
En una entrevista en 2014 tras la absolución de un policía blanco por el asesinato del joven negro Michael Brown en Ferguson, la conocida activista afroamericana Angela Davis declaró: “Hay una línea ininterrumpida de violencia policial en Estados Unidos que nos lleva hasta los días de la esclavitud, las secuelas de la esclavitud, el desarrollo del Ku Klux Klan”, y añadía en relación a que el agente al menos había sido juzgado: “La historia de violencia racista es tan larga que simplemente llevar a una persona ante la justicia no va a cambiar todo el edificio racista”.
El “edificio” al que se refería Angela Davis es una construcción sólida cuyos cimientos están armados con miles de casos de violencia supremacista blanca. En el desarrollo de ese sistema de explotación, la cárcel ha sido desde el principio un elemento fundacional de segregación sistémica y racismo institucional.
El 9 de septiembre de 1971 en la prisión de Attica (estado de Nueva York) los presos decidieron protestar por la situación de abandono y malos tratos en la que vivían. El malestar venía de antes, el ambiente se había calentado enormemente desde el asesinato del joven Pantera Negra George Jackson en la prisión de San Quintín el 21 de agosto de ese año. El levantamiento exigía mejores condiciones de vida; el final del trabajo esclavo; el reconocimiento de los derechos políticos de la población reclusa; el fin de la censura sobre libros y prensa;… y así hasta quince puntos que redactaron en una carta firmada como “propuestas prácticas de los presos rebeldes de Attica”. Uno de los cabecillas del levantamiento fue Frank Big Black Smith, entrenador del equipo de fútbol americano y persona enormemente respetada dentro de la cárcel.
Sobre lo ocurrido durante esos días de rebelión en la cárcel de Attica habla la estupenda novela gráfica Big Black. Motín en Attica (Flow Press, 2021) ilustrada por el dibujante francés Améziane y con guion del estadounidense Jared Reinmuth. La historia de Big Black en el motín de Attica estuvo guardada en un cajón durante años, pero junto con Reinmuth el protagonista comenzó a escribir sobre lo ocurrido en 1997. El guionista no se decidió a trabajar en ella hasta después de la muerte de Big Black en 2004 y fue en 2017 cuando el formato novela gráfica tomó cuerpo y el propio Reinmuth comenzó a crear una banda sonora que acompañase al trabajo memorístico para un libro que tiene un ritmo cinematográfico.
“Big Black tenía una personalidad muy carismática y un fuerte magnetismo, cada vez que entraba a un sitio lo iluminaba”, recuerda el guionista Jared Reinmouth
“Big Black tenía una personalidad muy carismática y un fuerte magnetismo, cada vez que entraba a un sitio lo iluminaba. Cuando contaba historias sobre su vida, su narración te transportaba a diferentes lugares en el tiempo. Le encantaba el cine, y le encantaba hablar de películas. Creo que su amor por el cine se sumó a sus narraciones, haciéndolas bastante cinematográficas, lo que fue especialmente útil para crear el libro”, cuenta Jared Reinmuth, por correo electrónico, con enorme amabilidad. En cada respuesta se aprecia la estima que mantiene por su amigo: “Comenzamos a colaborar en la escritura en 1997, en la época de los juicios civiles de Attica, en Búfalo, pero ya nos conocíamos desde 1975. Su familia era nuestra familia, y mantengo mucho contacto con su esposa Pearl, que fue fundamental para hacer realidad el libro” apunta Reinmuth.
Big Black sobrevivió a las torturas de los días posteriores porque unos periodistas sospecharon de la versión oficial y denunciaron lo que realmente había ocurrido: un asesinato masivo e indiscriminado
Big Black fue torturado tras la brutal represión que ejerció el gobernador Rockefeller, con el apoyo del presidente Nixon, en el asalto a la cárcel. 43 reclusos y 11 rehenes murieron bajo el fuego de la Guardia Nacional, hubo además casi un centenar de heridos. Una auténtica masacre ejercida con la voluntad de ser ejemplarizante en un tiempo revuelto en Estados Unidos. Big Black sobrevivió a las torturas de los días posteriores porque unos periodistas sospecharon de la versión oficial y denunciaron lo que realmente había ocurrido: un asesinato masivo e indiscriminado. Big Black salió de la cárcel en 2000 y dedicó el resto de su vida a luchar a favor de las personas reclusas como abogado.
Motín en Attica mantiene el suspense y la tensión durante toda la narración. Según cuenta Jared Reinmuth: “Frank es realmente el corazón del libro. Habíamos desarrollado su historia como un guion que su esposa Pearl le leyó en el hospital en el momento de su muerte en 2004 a causa del cáncer. En 2016 intenté revivir el proyecto. Mi amigo y colega Patrick Kennedy —asesor creativo del libro— sugirió adaptarlo como memoria gráfica. Améziane trabajó a partir del guion que habíamos escrito y fue el verdadero responsable de la maquetación”. Y añade: “Conocí a Frank y a Pearl a través de mi padrastro, Dan Meyers, que trabajó incansablemente como abogado defensor de los hermanos de Attica durante casi treinta años. Él escribió la introducción del libro”.
Por su parte, el ilustrador francés Améziane, que ha dibujado varios álbumes sobre los tiempos del Black Power, responde sobre la técnica que utilizó para su trabajo: “Quería que este libro tuviera una imagen de los años 70, por lo que utilicé una textura de arena para conseguir esa sensación de cómic antiguo. Tampoco hay papel blanco en el conjunto, ni en las letras. Solo un momento en el que Frank se desvanece entre los gases en el patio de la prisión durante el ataque policial”. Y añade en relación a las influencias que le fueron útiles: “Me influyó el entintado que John Buscema y Klaus Janson hicieron para Marvel, y para las partes más violentas utilicé como referencia visual el trabajo de Emory Douglas, el artista que creó el logo del Partido Pantera Negra donde fue Ministro de Cultura y director de su periódico. Su obra es muy gráfica, moderna y extremadamente poderosa”.
Para ambos, lo ocurrido en Attica ha recuperado actualidad con el movimiento Black Lives Matter. Patrisse Khan Cullors, una de las fundadoras de BLM, explica en su libro Cuando te llaman terrorista (Capitán Swing, 2021) cómo funciona la rueda de la exclusión constante contra las personas presas y sus familias: “Si eres beneficiario de una ayuda pública, no puedes meter a vivir en tu casa a una persona que haya sido condenada por un delito. Ni siquiera si es menor de edad. Ni siquiera si tiene una enfermedad que le impide cuidar de sí misma. Ni siquiera si no puede encontrar trabajo porque nadie contrata a una persona con una condena previa. En California existen 4.800 disposiciones que ponen obstáculos a la reinserción de los presos”.
En 1971 la población reclusa en Estados Unidos era de 12.500 personas; en el año 2000, cuando salió Big Black de la cárcel, había aumentado hasta 72.500. Para Jared Reinmuth, “el movimiento BLM es la extensión del movimiento Attica somos todos. Big Black fue una de las figuras históricas más importantes de los movimientos contra el encarcelamiento masivo y por los derechos de los presos. Creo que su legado sirve de inspiración al actual movimiento BLM, y aporta esperanza a todos los que luchan por la justicia. Sé que él seguiría luchando por los presos de todo el mundo, y que nunca dejaría de luchar en nombre de los oprimidos”.
“Nuestro libro tiene que servir para mostrar que el racismo y los problemas sociales no son nuevos, sino que son el legado de una larga tradición de gente racista, que se encuentra en la más alta posición de poder”, explica el dibujante Améziane
Por su parte, Améziane señala: “Nuestro libro tiene que servir para mostrar que el racismo y los problemas sociales no son nuevos, sino que son el legado de una larga tradición de gente racista, que se encuentra en la más alta posición de poder. Pero ahora las cosas están cambiando. La gente está evolucionando en la dirección correcta, preocupándose más por los demás y por el futuro de nuestro planeta. Llevará tiempo, pero haremos los cambios, o los harán nuestros hijos. Este libro está hecho para plantar una semilla, para honrar la memoria de las luchas que hicieron Frank Smith y los hermanos de Attica y, con suerte, hacer que las cosas cambien”. Solo con la reivindicación de la verdad, memoria, justicia y dignidad de las personas que lucharon como en Attica se conseguirá terminar con la “línea ininterrumpida” de la que hablaba Angela Davis.