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El 5 de agosto de 2020, en pleno apogeo de las protestas por el asesinato de George Floyd a manos del agente Derek Chauvin, Mathieu Kassovitz sorprendió a todos durante su participación en el Grand Oral des Grandes Gueules al anunciar que, treinta años después de su estreno en 1995, La Haine tendría una continuación. Según reveló, unos productores se habían puesto en contacto con él para llevar a cabo una adaptación en formato de comedia musical.
La sorpresa de sus interlocutores y el público estaba completamente justificada: a primera vista y dada su naturaleza social, La Haine no parecía la elección más obvia para un musical. Kassovitz ha reiterado en varias ocasiones que la película surgió del impacto personal que le causó el asesinato de Makomé M’Bowolé por un policía en 1993. Esa indignación lo llevó a crear una obra “activista” que explora la violencia policial, la discriminación y la tensión social en las banlieues parisinas, temas alejados de los habituales en el género musical.
A pesar de su temática, la historia de tres jóvenes de diferentes orígenes, Vinz, Saïd y Hubert, unidos por la marginalidad y la frustración en el suburbio de La Noé en Chanteloup-les-Vignes, cautivó tanto al público como a la crítica de manera inmediata tras su estreno en 1995, atrayendo a más de dos millones de espectadores a las salas. Además, recibió el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cannes ese mismo año. En 1996, la película se consolidó como un filme de culto al ganar el Premio César a la Mejor Película y al Mejor Montaje, entre otros galardones. Desde entonces, La Haine se ha convertido en un referente de la cultura urbana francesa y una marca global.
Farid Benlagha, el cerebro detrás del musical de La Haine, cuenta con una extensa trayectoria en el mundo del espectáculo, respaldada por proyectos mainstream como Robin des bois, Les Trois Mousquetaires y Rock It All, que compagina con la organización de numerosas giras de artistas de hip hop y reggae. Relajado, habla de su amor por la Costa Brava y confiesa que su idea de adaptación surgió del desánimo ante la tendencia clásica que dominaba la mayoría de los musicales de éxito. Al observar que tanto la puesta en escena como la selección musical de la mayoría de los musicales se caracterizaban por un marcado enfoque en la música pop, pensó en romper con este paradigma utilizando la marca más poderosa de la cultura urbana francesa: La Haine, una película con un gran impacto internacional: “¡Hasta Rosalía la menciona!”, comenta.
Kassovitz reflexiona sobre cómo el proyecto ofrece “una bonita manera de terminar algo que empecé hace treinta años”
Inicialmente, Benlagha solo buscaba obtener los derechos de explotación. No obstante, la idea de adaptar la película a un nuevo medio, trabajar en un sistema creativo desconocido y aportar su visión para guiar a un equipo cautivó a Kassovitz, quien se incorporó al proyecto como director. Kassovitz reflexiona sobre cómo el proyecto ofrece “una bonita manera de terminar algo que empecé hace treinta años”. Además, la posibilidad de influenciar un nuevo estilo de hacer musicales o contar el cine de una manera más directa lo entusiasma, ya que considera que están intentando algo inédito.
Embarcarse en nuevos proyectos es algo que se le da bien a Kassovitz. Director, guionista, actor y productor, ha dirigido una decena de películas y cortos y actuado bajo la dirección de directores de la talla de Audiard, Haneke, Besson, Costa-Gavras o Spielberg, entre otros, aunque afirma no guardar memorabilia ni ser fetichista con estas cosas. Además, durante los últimos años ha participado como protagonista en la aclamada serie Le Bureau des Légendes. Incansable, en el momento de la entrevista se encuentra trabajando en un documental sobre la legalización del cannabis, del que es consumidor declarado, mientras presenta la serie Furies y la comedia Les Rois de la Piste, y se recupera de un grave accidente de moto. Aun así, tras acudir al Senado para trabajar en una mejora de la ley contra el desperdicio de alimentos, consigue hacer un hueco en su agenda para charlar sobre los motivos que le llevaron a embarcarse en este proyecto.
Mientras Benlagha buscaba desafiar las convenciones de la industria con un musical urbano en un país donde el 50% de la música consumida pertenece a ese género, Kassovitz vio la oportunidad de ofrecer un nuevo enfoque sobre el tema original. Como afirma, “la brutalidad policial es parte hoy en día del debate nacional. En su día tuvimos que hacer de whistleblowers pero hoy no hace falta que contemos la historia. La muerte de Nahel está en video, la de Wanyss también está en video, nuestro objetivo a día de hoy es hablar de una manera más universal de petición de respeto, del derecho a la existencia, hoy hablamos de algo más grande que únicamente de la violencia policial”.
“Los temas de fondo de la película están, lamentablemente, todavía presentes: violencia policial, relegación social y territorial, racismo...”, considera el productor del musical, Farid Benlagha
Ante sucesos recientes como la muerte del joven Wanyss en Aubervilliers hace apenas un mes, es imposible negar la vigencia de los temas abordados en La Haine. La transformación del subtítulo original, de “Jusqu'ici tout va bien” a “Jusqu'ici rien n'a changé” (“Hasta aquí nada ha cambiado”), evidencia una triste realidad: en los últimos treinta años, el contexto de violencia policial apenas ha experimentado cambios. Temas como la discriminación, la marginalización y la brutalidad policial continúan resonando con fuerza en la Francia actual. Benlagha lo ve con claridad: “Los temas de fondo de la película están, lamentablemente, todavía presentes: violencia policial, relegación social y territorial, racismo... Algunos eventos trágicos sirven para recordárnoslos, como la muerte de George Floyd en Estados Unidos o el caso de Nahel en Francia”.
Por ello, el guión y los diálogos originales de la película se mantienen intactos en la adaptación al formato musical. La reinterpretación se basa en las escenas originales, con la inclusión de elementos escénicos, pantallas , música y coreografías que ofrecen una nueva perspectiva. La identidad gráfica del proyecto refleja este mismo enfoque: sobre el fondo negro del cartel original, con una tipografía rediseñada por Black Rainbow Agency, nos observan los ojos de los nuevos Vinz, Hubert y Saïd, fotografiados por Helene Marie Pambrun. Todo esto refuerza el mensaje: no estamos ante un La Haine 2. Benlagha reconoce la delicada responsabilidad de honrar una obra de culto sin traicionar su esencia.
Si bien el tema y el guión son los mismos, los recursos de la adaptación han experimentado un cambio significativo. Con Serge Denoncourt como director, Cut Killer y Proof como Directores Musicales, Yaman Okur y Emilie Capel como coreógrafos, y tres nuevos actores —Alexander Ferrario, Samy Belkessa y Alivor— seleccionados entre 3.000 candidatos para interpretar a Vinz, Hubert y Saïd, y un estreno programado en La Seine Musical, una de las salas más grandes y prestigiosas de Francia, el espectáculo promete una escala considerable y cuenta con un presupuesto envidiable, que Benlagha cifra en unos cinco millones de euros, el doble del que tuvo la película original.
La adaptación al género musical presenta desafíos y oportunidades a partes iguales. Kassovitz, visiblemente más relajado cuando la conversación se aleja de las preguntas trilladas y se adentra en la música, el cine y sus entresijos, comenta que adaptar el guión al directo no fue demasiado complicado. La razón es que la película original está concebida casi como un álbum de rap. En palabras de Kassovitz: “Es la historia de tres tipos que se levantan, viven su día, tienen sus momentos especiales y al final ocurre un drama. Se da una lección que ayuda a comprender todas las escenas que vienen detrás”.
“Mi problema en su momento era pensar qué hacían después”, reconoce el director. “Ahora van al parque, ¿qué pasa en el parque? Pero al final del día son pequeñas escenas. Al ponerlas en música de golpe toman toda su dimensión, porque tenemos tres minutos de rap para explicar cosas que tuve que dejar un poco en suspenso en su momento: ¿por qué el señor de los baños?, ¿por qué la vaca? El show nos permite explicar todo eso y darle una dimensión un poco más grande a la película”.
El reto para Kassovitz, un apasionado del cine artesanal y del trabajo con la maquinaria, reside en aspectos como trasladar al directo escenas icónicas de la película original. “Se trata de escenas con diálogos que la gente recuerda, con movimientos de actores y cámara muy específicos. Por ejemplo, ¿cómo crear un primer plano de un actor en escena al que no podemos acercarnos?”, dice gesticulando emocionado. ¿Estará hablando de la escena de Vincent Cassel ante el espejo?
Hijo del director de cine Peter Kassovitz y la montadora Chantal Rémy, y apasionado del cine desde niño, Kassovitz se emociona al afirmar que, para él, “el cine ha perdido su artesanía, su conexión con el público, en los años 2000 cuando se ha vuelto digital y ya no sabemos diferenciar lo que es verdad de lo que no lo es. Eso nos impide conectar con lo que vemos, aunque sea real”. Al escucharlo, me vienen a la memoria sus declaraciones para el programa Video Club de Konbini, donde afirmaba que aún le duele haber tenido que borrar digitalmente la sombra del helicóptero que grabó la conocida escena de Cut Killer por haber calculado mal la posición del sol. “Si no hubiera efectos especiales, habríamos vuelto al día siguiente y repetido la toma con el sol en otro lugar”, recuerda Kassovitz, “pero borramos la sombra digitalmente y tengo el corazón roto desde entonces”.
El formato musical, afirma, “permite aislar completamente el lado tecnológico, el desafío tecnológico de sincronizar las pantallas con el espectador para dar la sensación de que la cámara se mueve alrededor de los actores”, compensándolo con “el hecho de que tenemos verdaderos actores sobre el escenario y que si dan un paso en falso todo el show se derrumba. Esa sensación de inmediatez, de urgencia, como en el circo, crea un vínculo entre el espectador y el producto final”. Esta adaptación, afirma el autor, “no solo nos permite revivir la conexión especial del espectador con la sala de espectáculos, esa sensación casi mágica de entrar en ella como si fuera un templo, sino que también crea una experiencia más inmersiva y sensorial. El objetivo final es transportar al espectador al interior de la película, haciéndole sentir como si formara parte de ella. Es una experiencia 3D, no 2D”.
Un aspecto que apasiona al director es el trabajo en equipo. Kassovitz destaca que el trabajo escénico es más horizontal que en el cine, lo que genera una dinámica de colaboración: “Trabajo mano a mano con Serge, Proof y Cut en la música, los coreógrafos y los actores. Yo cuento una historia, pero la coreografía, la música, el rap... todo tiene que encajar. Es una colaboración donde todos remamos en la misma dirección”.
La música será un claro ejemplo de esta colaboración. A pesar de la icónica escena de Cut Killer, La Haine no tenía una banda sonora tradicional. La adaptación al musical promete una banda sonora original “con grandes figuras del hip-hop de todas las generaciones: 90% hip hop, pero también electrónica, músicas del mundo...”. Aún no se pueden revelar nombres, pero el tracklist promete ser explosivo.
Kassovitz ya intentó en su día grabar un disco de rap inspirado en la película, pero el proyecto no llegó a buen puerto
Kassovitz ya intentó en su día grabar un disco de rap inspirado en la película, pero el proyecto no llegó a buen puerto. “La película aún no era de culto”, explica. Las cosas han cambiado: “Si les digo ‘rehaz la escena del tejado’, por ejemplo, saben exactamente de lo que hablo, la han visto quince veces. Eso nos permitirá rehacer la película como un álbum de rap”.
Se puede intuir que esta es la oportunidad que Kassovitz ha estado esperando para sacarse una espinita clavada desde hace tiempo. Como productor, Benlagha busca obviamente la rentabilidad, pero aspira también a dejar huella en el mundo del espectáculo, al igual que la película original lo hizo en el cine. “El legado está vivo —afirma—, basta con ver a la nueva generación de estrellas mundiales como Cillian Murphy, Rosalía o Austin Butler hablar de ella”, señala.
Por su parte, Kassovitz confía en que la reinterpretación de la película como comedia musical abra la puerta a renovar el género musical y explorar nuevos horizontes para el cine. “Creo que haremos cosas que nadie se ha atrevido a hacer antes porque les faltaba el material, el guión, para contar una historia como en un formato de teatro pero en formato de cine, con la fuerza de la música detrás”.
La conversación se desvía, calada a calada, hacia otros temas como Almodóvar, Buñuel o los guardacostas y aduaneros españoles, mientras acordamos hablar en otra ocasión más cercana a la fecha de estreno. Kassovitz, infatigable, siempre tiene proyectos en marcha. Al día siguiente estará rodando, comenta, quién sabe para cuál de tantos. A medida que se acerca la fecha del estreno y se despliegan grandes lonas promocionales con los ojos de Vinz, Saïd y Hubert escrutando a los conductores del Peripherique, esa circunvalación que tantas veces ha sido frontera entre la capital y su banlieue, crece la expectación por el resultado. Los parisinos serán los primeros en disfrutar del show, con las primeras funciones anunciadas para el 10 de octubre, antes de que el espectáculo parta hacia Marsella y Lyon. Posteriormente, seguirá una gira por Francia, la publicación de un disco y el viaje de la producción a otros países europeos, entre los cuales parece probable que esté España, habida cuenta de la existencia de la filial Live Nation. Y es que, pese a estar ambientada en la banlieue de París, La Haine es una historia universal.
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