We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Cine
“El cine puede proponer imágenes y reflexionar, y por eso Milei necesita destruirlo”
“Puan” es como se conoce popularmente a la Faculta de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Y así han decidido titular su primera película conjunta los cineastas argentinos María Alché y Benjamín Naishtat, que se estrena en nuestros cines el miércoles 27 de marzo. Ambos se habían consolidado entre los nombres más relevantes del cine de su país con películas con un amplio recorrido internacional y gran aceptación crítica como Familia sumergida (2018), un drama intimista que fue la ópera prima de Alché, que debutó en el cine como actriz en la mítica La niña santa (2004), de Lucrecia Martel. Mientras que Naishtat consiguió con Rojo (2018) darle una vuelta de tuerca desconcertante y muy sugerente al noir.
Ahora juntos firman Puan, un filme que se instala entre la comedia y el cine social, protagonizado por dos profesores de Filosofía Política antagónicos —excepcionales Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia, que obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián, donde la película también consiguió el de mejor guion— que pugnan por obtener una plaza de catedrático en Puan, en un contexto marcado por los recortes en las subvenciones a educación y becas y la precariedad laboral, y que desemboca en la necesidad de asociarse frente al individualismo que impone el Estado.
Un filme optimista y amargo al tiempo, que tiene una nueva lectura tras la llegada de Milei al poder, empeñado, entre otras muchas cosas, en acabar con el cine argentino tal y como lo conocemos ahora y cortar así de raíz la proyección de una de las filmografías más heterodoxas y necesarias de lo que llevamos de siglo XXI. De todo ello hablamos con María Alché y y Benjamin Naishtat, que como muchos otros cineastas de este país no piensan quedarse en silencio ante esta grave e irracional persecución.
Tras vuestras carreras en solitario, ¿por qué decidís ahora firmar una película juntos? ¿Cuál fue la motivación?
Benjamín Naishtat: Durante el año que estrenamos las anteriores películas en solitario de cada uno, empezamos a conversar sobre la posibilidad de escribir una película donde el protagonista fuera Marcelo Subiotto, porque nos encanta y teníamos una intuición muy fuerte de que, si él tenía un papel protagonista, cosa que nadie le daba, podía hacer algo muy bueno. Cuando vino la pandemia tuvimos inesperadamente tiempo para desarrollar esta idea que siempre estuvo en el tintero y la fuimos organizando alrededor de Puan, porque María estudió allí Filosofía, y yo soy hijo de un docente. Confluían intereses y cosas familiares, y el hecho de que el propio Marcelo estudie Filosofía también le daba sustancia de base para llegar a algunas cosas que sentíamos muy cercanas, muy verdaderas. Conocíamos bien la materia con la que estábamos trabajando y la escritura se organizó de una manera muy fluida.
Supongo que el proceso de escritura conjunta resultó más fácil que luego repartir el trabajo en el rodaje, ¿teníais claro si uno se iba a ocupar, por ejemplo, de la parte más técnica y el otro de la dirección de actores?
María Alché: Como dices, la escritura fue más fácil porque ahí no corre el tiempo, como pasa en el rodaje. Tienes tiempo para pensar y volver a escribir. El rodaje fue muy veloz, porque eran muchas escenas y no teníamos tiempo ni para pensar en repartir tareas o qué escenas rodaríamos cada uno. Decidimos que no, que lo haríamos todo compartido, lo cual en algunos momentos fue caótico y en otros tenía mucha energía, porque los actores requerían múltiples indicaciones que a veces no eran exactamente iguales. Pero bueno, recibían indicaciones de dos directores muy concentrados y pidiendo cosas, y eso a veces funciona muy bien y otras resulta más difícil.
Llama la atención que, viendo vuestros trabajos previos, no se podía adivinar una película como esta. Venís de propuestas estéticas y temáticas radicalmente distintas a Puan y habéis encontrado aquí un nexo de unión.
B. N.: A la vista del resultado, supongo que sí. Por lo menos creo que es imprescindible explorar, salir de lo desconocido y explorar distintas formas de hacer películas, distintas emociones para el espectador. Me encantan las y los cineastas que exploran, que huyen de no repetirse. Aunque igual uno se repite de alguna manera, me dan ganas siempre de hacer cosas muy distintas.
Parece que, en este caso, la exploración viene por dar más importancia al componente humano de la historia que a la dimensión formal.
B. N.: Fue un acuerdo común desde el principio, que fuera algo más llano y poner el foco en los actores, en ese universo. La directora de fotografía, Hélène Louvart, también llegó con esa visión y ella ha intervenido mucho en la forma.
La película, hacia el final, habla de un conflicto entre los personajes, pero también de una crisis mayor. Nos atraía la idea de que lo político, que hasta entonces había estado contado como en un segundo plano, se hiciera presente
Este filme se puede leer en clave de comedia, con un fuerte componente humanístico, pero también es cine claramente político.
M.A.: Cuando estábamos escribiendo, quizá estaba muy presente la línea de la comedia y también la filosófica y cómo el personaje de Marcelo atravesaba diferentes mundos filosóficos. Pero, inevitablemente, si uno vive en Argentina y está atento a lo que pasa, van saltando en el guion pequeños contextos en segundo plano. Como la estudiante al principio que entra en clase para decir que no hay plata para las becas o las manifestaciones… Es como una sensación de vivir en Buenos Aires. Pasa constantemente, lidiar con una situación de un país en crisis. Eso se fue colando en la escritura y creo que la película, hacia el final, habla de un conflicto entre los personajes, pero también de una crisis mayor. Nos atraía la idea de que lo político, que hasta entonces había estado contado como en un segundo plano, se hiciera presente. Y los propios personajes tienen que tomar decisiones políticas, ellos justamente que son personas que enseñan Filosofía Política, que hablan del rol de Estado, de cómo se debe cuidar a los ciudadanos y cuáles son los límites, tienen que enfrentarse con sus ideas y ponerlas cuerpo. Fue algo que surgió en la escritura.
Teníais claro a Marcelo Subiotto en el papel principal, tú María ya habías trabajado con él en Familia sumergida, ¿fue difícil encontrar al actor para interpretar a su alter ego?
B. N.: En un principio, no nos imaginábamos a Leonardo Sbaraglia, pero luego sucedió que vimos una película suya que se llama Errante corazón (2021) y, aunque ya lo conocíamos, porque es un icono del cine argentino, ahí nos pareció que sería el contrapunto perfecto tanto físicamente, por su forma de hablar o por su histrionismo, y nos animamos a proponérselo y él aceptó. Empezó a estudiar Filosofía, le pusimos un profesor, un excelente filósofo que hay aquí, que estudia los temas más vanguardistas y que se llama Diego Sztulwark. Él lo formó un poco para que Leo (Sbaraglia) tuviera la tela para entender de lo que tenía que hablar. También estudió alemán, y piano y canto para una escena muy concreta de la película. Es muy de método.
M.A.: Fue a la facultad también, medio camuflado, a ver las clases, hizo un montón de cosas… Y Marcelo (Subiotto) también.
Antes María hablabas de que saltaba la realidad cuando estabais escribiendo, esta película es pre-Milei, ¿creéis que ahora en la etapa de Milei tiene una nueva lectura e, incluso, cobra aún mayor vigencia?
M.A.: Algunas personas que la vieron cuando se estrenó en Argentina salían muy conmovidas, porque algo de esa realidad de la que habla ya se percibía que iba a venir y eso generaba cierta angustia. La película abraza algo muy argentino que genera emoción por la relación que tiene con un presente que nos angustia en lo personal a todos.
B. N.: Desde luego, la película adquirió sentidos e interpretaciones que no estaban dentro de lo que preveíamos que podía pasar, pero a la vez te quedas pensando en qué medida escribir un guion también es una especie de hipótesis permanente. No se puede decir que no había señales de alarma. Visto retrospectivamente esto podía pasar y está pasando. La película sigue viva, se estrenó en octubre y sigue en una sala que aún se llena. Nos la piden constantemente de universidades y de centros culturales de todo el país. Hace poco estuvimos en la Universidad de Tierra del Fuego, cerca de la Antártida, presentado la película, un lugar tomado por el paro y la película sirvió como una herramienta de discusión política. Eso nos alegra.
Puan habla de recortes en educación, y esos mismos recortes los está sufriendo el cine ahora en Argentina, Milei los incluyó entre sus primeras medidas al llegar al poder, junto a otras graves decisiones que afectan al mundo de la cultura. Pretende acabar con el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), entre otras barbaridades.
B. N.: En España, en Estados Unidos y en todas partes la extrema derecha es enemiga de la cultura, se crean un enemigo natural, porque la reflexión cultural y el pensamiento son enemigos de la intolerancia y del totalitarismo que propone la extrema derecha. Aquí Milei hizo de nosotros un chivo expiatorio con mucho éxito comunicacional por su parte, sin tener ningún tipo de sustento. Al cine se le da una magra base de ocho o diez millones de dólares para toda la industria, y lo que se logra hacer con ello está a la vista. A cualquier festival de cine gigante que vayas todos los años está lleno de películas argentinas. Pero nos eligió porque sabe que tiene enemigos políticos en el cine y ha hecho todo un relato de que la plata del cine se va a usar para dar de comer a niños. Toda una demagogia populista que es su forma política.
M.A.: Evidentemente, también se ha dado cuenta de que el cine tiene un poder de contar con las imágenes, y hay una larga trayectoria del cine argentino. Hemos pasado el 24 de marzo [Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia] y existe una larga lista de películas argentinas sobre la memoria. Es una amenaza para él desde un sector que puede proponer imágenes y reflexionar, y por eso necesita destruirlo.
B. N.: De hecho, el 23, el día antes del aniversario de la última dictadura, se impulsó desde la industria del cine que todo el mundo sacara su proyector a la calle y frente a una pared proyectara alguna película argentina sobre la memoria histórica. Incluso hay dos de ellas que han ganado el Oscar [La historia oficial y El secreto de sus ojos]. Se trata de poner en valor el sentido de tener un cine argentino.
“Salimos a contarle a la comunidad internacional lo que está pasando con el cine argentino. Necesitamos ese apoyo, esa visibilidad”
Resulta contradictorio que tome todas estas medidas en un momento en el que el cine argentino triunfa fuera del país con películas recientes consideradas entre las mejores del año pasado como Los delincuentes o Trenque Lauquen y ahora la vuestra.
M.A.: Por eso no tiene sentido ni asidero destruir esta industria. Desde el punto de vista cultural, le permite al país circular fuera. Además, genera inversiones, trae dinero, es un porcentaje muy pequeño el que se invierte en esta industria.
B. N.: Como dijo Almodóvar en los pasados Goya: “Lo poco que nos dan, lo devolvemos con creces”. Argentina es un exportador neto de cine, a pesar de los mil problemas que conlleva hacer una película. Estamos unidos y en lucha, y eso tiene algo luminoso que te da vida. De eso trata también Puan.
M.A.: Nosotros salimos a contarle a la comunidad internacional lo que está pasando con el cine argentino. Necesitamos ese apoyo, esa visibilidad. Que Almodóvar diga unas palabras… todo es importante para defender el cine argentino al que queremos mucho.
La recepción de la película en vuestro país está siendo muy buena, aquí la presentasteis en San Sebastián, donde fue premiada, ¿cuál fue la reacción del público?
B. N.: Fue estupenda y muy calurosa. San Sebastián tiene una tradición de ser muy cariñoso con el cine argentino y latinoamericano en general y fue un punto de partida para comenzar a proyectar la película. Espero que la película sirva en España como testimonio, aunque sea accidental, de lo que está pasando en Argentina hoy.