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Cine
Caras conocidas del cine y del teatro piden en los Premios Forqué un alto el fuego en Gaza
La exigencia de que el Estado de Israel detenga sus ataques contra la población de Gaza —con cifras cercanas a los 20.000 muertos desde el 7 de octubre— llegó en la noche del sábado 16 de diciembre a la ceremonia de entrega de los Premios Forqué en Madrid, donde distintas personalidades del mundo del cine aprovecharon la gala para recordar la necesidad urgente de un alto el fuego en Gaza. Muchas lucieron en sus solapas un mensaje de paz para la región.
Malena Alterio, premiada como mejor interpretación femenina, recordó los valores que le enseñaron sus padres, por los que pidió que cese el bombardeo de Israel sobre Gaza.
Estibaliz Urresola, al recoger el premio por la categoría “Cine y educación en valores”, por su película 20.000 especies de abejas, defendió la diferencia como un valor que “nos nutre y nos enriquece”, y aprovechó el momento para “pedir desde el fondo de mi corazón que hagamos algo para detener esta masacre de la vida que está ocurriendo en Gaza”.
El premio del público recayó en la película Campeonex. Su director, Javier Fesser, concluyó su intervención diciendo: “Creemos profundamente en el cine como un arma de construcción masiva, de empatía brutal, como una herramienta fundamental para construir lo que otros pocos se empeñan en destruir. Declaramos que nos parece insoportable que hoy haya gente que no tenga nada que celebrar, ojalá que esta cosa terrible de la guerra, la violencia y la injusticia acabe prontísimo”.
También se han sumado a esta iniciativa Ana Echevarría, David Verdaguer, María Vázquez, Manolo Solo, Alejandro Rojas, Susana Abaitua, Raúl Cimas, Alberto Amman o Álvaro Cerván, entre otros.
La protesta en los Premios Forqué se une a otras muchas que, en todo el mundo, exigen un alto el fuego inmediato y permanente. Busca llamar la atención sobre la crítica situación que viven más de dos millones de personas en la franja de Gaza. Llama a la responsabilidad de la comunidad internacional en la defensa de los derechos humanos y en la urgente necesidad de garantizar un alto el fuego permanente.
La sandía ha sido elegida como emblema debido a su conexión simbólica con Palestina. Desde finales de los años 60, este se utiliza en diferentes países como un recordatorio visual de la resistencia palestina. Comenzó a usarse cuando Israel prohibió el uso de la bandera palestina tras la guerra del 67. Sus colores coinciden con los de la bandera palestina, y además, es una fruta típica del territorio palestino ocupado.