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Crisis climática
España fue el mayor importador global de gas licuado ruso este verano
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Las importaciones españolas de gas natural licuado (GNL) procedente de Rusia no paran de crecer pese al contexto bélico, en lo que supone subir un nuevo escalón más en la apuesta por las infraestructuras gasísticas que España está haciendo a pesar de una crisis climática que ha dejado un verano especialmente inusual, y cuyas consecuencias en materia de consumo energético, sequía y afección al sector agrícola, entre otras, están aún por determinar.
En los seis primeros meses desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, España fue el tercer mayor importador de GNL ruso del mundo, ingresando a las arcas de las empresas del país euroasiático 1.544 millones de euros, según los datos que maneja el Centro para la Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés). Lejos de decrecer, en los dos meses centrales del verano las empresas españolas pagaron casi la mitad de ese montante: 750 millones millones de euros.
Tal como señala, Lauri Myllyvirta, analista de CREA, “las importaciones españolas de combustibles fósiles rusos aumentaron en julio y agosto en comparación con los meses anteriores impulsadas por un aumento de las importaciones de GNL”. El incremento de la generación de electricidad —un hecho habitual en verano pero que este año se aumentó considerablemente debido a las olas de calor— unido a factores como la disminución de la capacidad de generación hidroeléctrica por la sequía, implicó que el 35% de la electricidad de España en julio y agosto se generará con la quema de gas.
El presidente del Gobierno señaló a finales de agosto que “si no se puede hacer con Francia, hay una alternativa que es hacer la interconexión con Italia”
Los datos se conocen apenas unas horas después de que una de las piedras angulares de la regasificación de España, el reinicio de la construcción del gasoducto Midcat, que conectaría Catalunya con Francia y duplicaría la capacidad de intercambio de gas a través de tubería entre ambos países, haya sufrido un nuevo revés.
Crisis energética
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El tubo de la discordia
Si bien la crisis energética que sufre especialmente Alemania había hecho que el canciller Olaf Scholz apoyase públicamente la construcción del Midcat, lo que revertiría en el acceso alemán y europeo a las plantas regasificadoras españolas —con siete, tiene el 30% de la capacidad de regasificación de gas licuado a estado gaseoso de Europa—, Francia, pieza clave para si construcción, no parece por la labor. Con la crisis energética y los precios del gas por las nubes, más la presión alemana de las últimas semanas, el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, decía el 30 de agosto que su país estudiaría la propuesta germano-española. Cinco días después, sin embargo, el mismo Le Maire apuntaba en Le Monde: “No estoy seguro de que un nuevo gasoducto pueda ayudarnos a pasar el invierno”.
Los altos costes y el amplio tiempo necesario para terminar más de 200 km de obra, son las razones alegadas por el Ejecutivo francés para rechazar la infraestructura, un gasocuto que Francia no necesita para su consumo interno. No obstante, la tubería es una de las principales apuestas en materia energética del Gobierno español. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien en 2019 hablaba de él como un proyecto “ruinoso y sinsentido”, celebraba el 30 de agosto la “expresión de disponibilidad del Gobierno francés”.
Los ingresos obtenidos por Rusia en los seis primeros meses desde el comienzo de la escalada bélica por exportación de combustibles fósiles habrían sobrepasado de largo el coste para el país de la invasión de Ucrania
Ante la probable negativa francesa, sin embargo, empieza a sonar un plan B para llevar a Alemania el gas regasificado en las plantas españolas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, señaló a finales de agosto que “si no se puede hacer con Francia, hay una alternativa que es hacer la interconexión con Italia”. En concreto, de producirse finalmente la negativa, España apostaría por la construcción de un gasoducto entre Barcelona y Livorno, un proyecto, no obstante, mucho más caro y del que no se han realizado aún los estudios pertinentes, lo que implicaría un mayor tiempo de construcción.
Sánchez recordó que dentro de la estrategia RePowerEU se encuentra la interconexión de España con Europa a través de los Pirineos, lo cual hace más fácil el acceso de a fondos para la transición energética para los gasoductos planteados, más tras incluir la UE tanto al gas como la nuclear como energías “verdes” en su taxonomía interna.
Cortes políticos
Con un total de 158.000 millones de euros, los ingresos obtenidos por Rusia en los seis primeros meses desde el comienzo de la escalada bélica por exportación de combustibles fósiles habrían sobrepasado de largo el coste para el país de la invasión de Ucrania, estimada en unos 100.000 millones de euros.
De hecho, los principales países aliados de Ucrania junto a Estados Unidos, los integrados en la Unión Europea, son paradójicamente los mayores importadores de combustibles fósiles rusos: en su conjunto, los 27 han pagado 85.000 millones de euros a las fósiles rusas en esos seis meses. La cifra queda muy por encima del segundo mayor importador, China, que compró combustibles por valor de 35.000 millones, mientras que Turquía pagó 11.000 millones, India 7.000 y Corea del Sur 2.000.
Por primera vez un alto cargo ruso ha reconocido lo que nadie nunca puso en duda: que los cortes tienen un objetivo político y de represalia por el apoyo europeo al Gobierno ucraniano
El informe publicado por el CREA este martes señala que las exportaciones rusas a la UE han supuesto la entrada de 43.000 millones de euros a las arcas del país entre el 24 de febrero, día en que comenzó la invasión, y el 24 de agosto. Alemania, con 19.000 millones, es el principal comprador de los combustibles fósiles rusos, seguida de los Países Bajos (11.100 millones) e Italia (8.600 millones). España es el octavo importador de la UE, combustibles por los cuales ha pagado en seis meses de guerra 3.300 millones de euros.
Los datos publicados este martes por el CREA coinciden con un nuevo corte de suministro por parte del operador ruso Gazprom a Europa. La compañía, controlada por el Estado ruso, anunciaba la enésima interrupción del suministro para el día 31 aludiendo razones técnicas. Su duración estaba prevista para tres días. Sin embargo, cuando expiraba el plazo del nuevo corte, el operador anunciaba una nueva interrupción del gasoducto Nord Stream 1, que conecta Rusia directamente con Alemania a través del Báltico.
Aunque el motivo aducido esta vez era una fuga de aceite, por primera vez un alto cargo ruso ha reconocido lo que nadie nunca puso en duda: que los cortes tienen un objetivo político y de represalia por el apoyo europeo al Gobierno ucraniano. “Los problemas de bombeo de gas surgieron debido a las sanciones que los países occidentales impusieron contra nuestro país y varias empresas”, ha señalado este 5 de septiembre Dmitry Peskov, portavoz del presidente Vladimir Putin, según recogía la agencia de noticias rusa Interfax.
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Ni amb aquest panorama se li tocarà un pèl a les energètiques, que són (enteneu-me) la quinta columna de Putin.