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Crisis climática
El BCE inyecta 7.600 millones en combustibles fósiles en plena pandemia
Solo con las inyecciones de capital en siete empresas, el Banco Central Europeo ha contribuido a la emisión de 11,2 millones de toneladas de CO2 entre mediados de marzo y mediados de mayo.
Las palabras van por un lado y los hechos por otro. Mientras los dirigentes europeos hablan de una salida verde para la actual crisis derivada del parón económico provocado por la pandemia del covid-19, el Banco Central Europeo (BCE) realiza inversiones milmillonarias en combustibles fósiles.
El informe Financiando la crisis climática, hecho público este 3 de junio por Greenpeace, deja en evidencia la estrategia europea para cumplir los acuerdos que ella misma dice liderar y calcula en 7.600 millones de euros los bonos corporativos que el BCE ha comprado en el sector de los combustibles fósiles entre mediados de marzo y mediados de mayo, fechas en las que la economía mundial se ha paralizado como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2.
Empresas especializadas en la producción de electricidad como EON o Engie han recibido 4.400 millones de euros del BCE, unas compañías que han producido en ese período 3,2 millones de toneladas de CO2, según denuncia el informe. La industria petrolífera y gasística —especialmente Shell, Total, Eni, Repsol o OMV— ha obtenido, por su parte, inyecciones monetarias por valor de 2.400 millones de euros. Estas empresas han emitido en los dos meses que analiza el informe casi ocho millones de toneladas de CO2 equivalente. Otros 5.600 millones han sido destinados a industrias contaminantes como la aeroespacial —con Airbus a la cabeza—, la automovilística o la del cemento.
Si se cuentan solo las inyecciones de capital en siete empresas, el Banco Central Europeo ha contribuido a la emisión de 11,2 millones de toneladas de CO2 equivalente —similar a lo que emite anualmente una economía como la de Luxemburgo— en apenas 60 días. En total, el BCE ha comprado 30.000 millones en bonos corporativos en estos dos meses.
Dirección contraria
Para Greenpeace, el programa de compra de activos en curso, lanzado por el BCE —El banco regulador de las entidades financieras de la zona euro, uno de los principales compradores de bonos de todo el planeta con una enorme influencia en el devenir de la industria— como respuesta a la crisis del euro, “ha demostrado ir en contra de los esfuerzos de la UE por frenar el cambio climático”.
Miguel Ángel Soto, portavoz de Greenpeace España, ha señalado al respecto: “El BCE y otros bancos centrales deben dejar de inyectar dinero público a las empresas contaminantes. Los activos que el BCE ha comprado como respuesta a la pandemia siguen anclados en el pasado, contribuyendo a agudizar la crisis climática”.
“A medida que esta crisis continúa escalando, no podemos permitirnos más dinero público destinado a los combustibles fósiles”, continúa.
Los ecologistas exigen a las autoridades europeas que el BCE excluya a las compañías de combustibles fósiles en las políticas de flexibilización en la compra de valores, principalmente bonos, destinadas a aumentar la oferta monetaria y reducir las tasas de interés en la zona euro.
Asimismo, pide “que la revisión de la política monetaria del BCE incluya la incorporación de los riesgos del cambio climático en la toma de decisiones”, algo que podría hacerse mediante el aumento de los requisitos y garantías exigidas a los bancos para recibir fondos del BCE —excluyendo a empresas contaminantes— o a través del aumento del capital que los bancos están obligados a mantener en depósito cuando prestan dinero a las empresas del sector de los combustibles fósiles.
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La tarea luce imposible: asegurar la economia de las comunidades humanas que se están viendo golpeadas por el parón del transporte y sus consecuencias - el turismo masivo entre ellas - mientras dejas caer a las corporaciones que garantizan su continuidad, todo sin salir del capitalismo - por ser tarea actualmente imposible. Los ecologistas van a tener que estrujarse un poco más los sesos que simplemente "no financien", porque al final esa receta puede llevar también a la asfixia de comunidades enteras de decenas de millones de personas - y en cada una de esas sociedades, las élites económicas no se lo van a poner fácil a quienes apuestan por redistribuciones necesarias, pero difícilmente viables bajo la bota del neoliberalismo armado y cualquier forma de caciquismo que conocemos en otros lados.
A aplicarse, transporte en burro, a remo, y a trote. Eliminar el uso de horno, lavadora, teléfonos (industria aeroespacial etc),
y dejar que China compre los bonos para reemplazar su dependencia del carbón. Bien pensado.