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Burbuja inmobiliaria
Una partida con los creadores de ‘Ladrillazo’, el juego de la burbuja inmobiliaria
“Voy a hacer un juego de cartas, pero en vez de dragones y hechizos, voy a usar concejales y constructores”. Con esa idea en mente, años de documentación y buenas dosis de guasa, Francisco Fernández y Alejandro Pérez terminaban por dar forma a Ladrillazo. En diciembre culminaron con éxito un crowdfunding que les ha llevado a colocar hasta la fecha cerca de 3.000 ejemplares, parte de ellos distribuidos ya en tiendas. El resto, los pedidos de la web, los van acercando a correos desde las cajas que apilan en una nave del barrio madrileño de La Elipa. Hasta allí me acerco un miércoles veraniego con la intención de compartir con ellos charla y partida.
Ladrillazo busca sumergirnos en la España de entre 1998 y 2008 con un objetivo claro: construir la trama más lucrativa posible alrededor del negocio de la construcción. Para lograrlo, deberemos combinar más de 160 cartas protagonizadas por algunos de los políticos, constructores, lugares, eventos e infraestructuras más representativos de la época. ACS, Rodrigo Rato y el Aeropuerto de Castellón; pero también Begar, María Victoria Pinilla o el Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez. Un vistazo rápido a la baraja basta para darse cuenta de que no todo son ‘cabezas de cartel’ en el juego de la burbuja inmobiliaria.
“Tuve que bucear en todos los estratos. Combinamos políticos y constructores ‘estrella’ con otros más ‘chuscos’, lugares y proyectos más o menos conocidos. Queríamos que fuera una representación de la burbuja inmobiliaria, por lo que tenía que haber de todo. Pedagógicamente me parece fundamental. Si vivimos la burbuja solo desde las caras más visibles, no tiene sentido. Es la manera de mostrar lo sistémico que era el problema y lo pringado que estaba todo el mundo”, recuerda Paco.
Me intereso por el proceso de selección de las cartas y reconocen que llegaron a tener en la mano cerca de 450, incluidos otros actores clave para explicar la burbuja inmobiliaria, como bancos, cajas de ahorro y medios de comunicación. Tras la fase de pruebas, terminaron quedando fuera del producto final, por aquello de no hacerlo demasiado complicado de jugar. “Había hasta escondites, como el bote de Cola Cao o las bolsas enterradas en el jardín. Basados en hechos reales, como todas las cartas. El juego original era mucho más completo, fue una pena”, lamenta Paco.
Hechas las presentaciones y roto el hielo, cada uno escoge su paraíso fiscal. Apuesto por Panamá, un clásico. Barajo el mazo y reparto ocho cartas a cada uno. Que empiece la partida. Y que el ladrillo reparta suerte.
Comienzo de obra - Cimientos
Paco arranca fuerte. En apenas dos turnos ha conseguido poner sobre la mesa La Vega-Port —‘el Manhattan de Cullera’—, un político —Chaves— y a Méndez Pozo —el de Gamonal—, primer constructor condenado por corrupción política en España (1994). Todo un pionero. Consigue construir Ciudad Valdeluz, una urbanización que, al parecer, hay por Yebes (Guadalajara). Juega sus primeros proyectos, lo que le permite empezar a hacer acopio de sobres y ponerse claramente en cabeza.
Álex cuenta que un amigo suyo era de Chelva, el pueblo del chaval que se hizo famoso en un control policial repitiendo a los agentes expresiones como “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley” y “Pim, Pam, toma Lacasitos”.
“Allí se mezclaban trazas de la ruta del bacalao, albañiles cobrando 4.000 pavos al mes, Seat Leones tuneados… tenían todo el ‘pack’—enumera Paco—. Y luego en Madrid estaba mi colega, hijo de carnicero, pagando y sacando como podía aeronáuticas en un piso compartido. Mientras todo hijo de vecino tenía un problema evidente con la vivienda, en infraestructuras se estaba gastando un dineral. Había que estar ciego para no ver que algo fallaba”.
Cosas como estas terminaron por animarles a investigar en serio sobre el tema y él, formado en diseño industrial, tomó personalmente las riendas de la documentación. “Paco es muy de perderse en Google. Donde tú y yo podemos quedarnos dos horas mirando Twitter o memes, él es capaz de profundizar en cualquier tema loco del que se acuerde”, tercia Álex. “Además, este tema loco nos afectaba generacionalmente”, dice el aludido.
Estructura - Fontanería, eléctrica, paredes
Volvemos a la partida y Paco hace saber cuánto le gustan sus cartas anunciando que nos vamos a cagar. Le llega el turno a Álex, que juega un jubilado de telefónica, un escayolista y una licenciada en periodismo, pues los ciudadanos ‘rasos’ también somos fundamentales en el desarrollo de las tramas. Levanta la Torre Rosaleda de Ponferrada y alinea en su equipo a Francisco Hernando Contreras, el pocero más famoso de España.
Me defiendo como gata panza arriba. Acabo de ganar para mi causa a Esperanza Aguirre, cuya carta tiene el poder especial ‘tránsfuga’ —en homenaje al Tamayazo— y me permite robar un político sobre la mesa. Y así, con la misma jugada con la que ella llegó a dirigir la Comunidad de Madrid, Julián Muñoz pasa directamente del equipo de Paco al mío. Me fijo en su entrecomillado: “¿Usted cree que estaba capacitado para ello? ¡Yo era camarero antes de entrar en política!”.
Casi todas las cartas destacan frases textuales de sus protagonistas y, en el caso del ex alcalde de Marbella, está extraída literalmente del juicio. Bueno, de uno de ellos.
“Fue alcalde durante 15 meses y ha sido condenado por cerca de 60 delitos urbanísticos. ¡Condenado! Da una media de uno cada poco más de siete días. Fue toda una experiencia moral seleccionar las mejores frases. Era como, ¿cuál seleccionamos de Camps? Por ejemplo, la de Juan Carlos de Borbón (‘La justicia es igual para todos’) la escogimos por contraste entre lo que dice y lo que sucede luego. Algunas simplemente por mediáticas o escandalosas, como la del político canario Casimiro Curbelo (‘Yo me meo en las putas, yo no pago a las putas’)”, comenta Paco mientras Álex recuerda otras, “más bien por lo simbólicas de la época, como la de Aznar (‘España va bien’) o la de Zapatero (‘Estamos en la Champions League de la economía’)”.
Insisto en el tema de la criba de cartas y les confieso que he echado de menos, por ejemplo, a Urdangarín. Se me hace corto que el rey emérito sea el único representante de la Casa Real en la baraja. Aunque su poder… su poder es demoledor.
Evade ocho https://t.co/wTnubsLqcYpic.twitter.com/bmSrIcXRH1
— Ladrillazo (@juegoladrillazo) 15 de julio de 2018
Álex: Urdangarín se quedó fuera porque nos costaba encuadrarlo en una categoría de cartas. Nos pasó un poco lo mismo con Bárcenas, que ni es político ni constructor, es un señor que estaba en una oficina. Me gustaría un día sacar una expansión de 30 cartas o así. De las que faltan y sabes que faltan, como la de Rita Barberá.
Está claro que la burbuja inmobiliaria ha tenido sus puntos calientes en nuestro país. Y que la costa levantina ha sido un auténtico caladero.
Paco: Solo con Valencia y Murcia podíamos haber hecho un juego entero. Apostamos por una mayor representatividad geográfica, por potenciar también ese nivel emocional que supone jugar ‘la carta de mi pueblo’.
Les digo que a mí me pasó con la carta del Palacio de Congresos y Exposiciones de Oviedo, otro monstruo millonario de Calatrava que por allí conocemos como ‘el centollu’.
P.: Estuve una vez ahí en una boda. Solo con verlo… ya supe que sería una carta.
A.: Una cosa muy curiosa que nos pasó en la fase de pruebas, cuando estábamos jugando y testeando con diferentes perfiles, fue que los valencianos nos ganaban siempre. Pero es que ni siquiera sabían jugar, les estábamos enseñando y aún así ganaban. Mira que son feos los prejuicios… pero eso pasó.
Raperos en el exilio, juicios por tuits y sketches cómicos, secuestros de revistas y libros... doy por hecho que se habrán informado sobre posibles complicaciones legales.
P.: Consultamos con abogados antes, claro. Alguno nos dijo que se nos iba a caer el pelo, luego fuimos a otro y dijo que no iba a pasar nada. Optamos por creer al último y ya está. Parece ser que mientras lo que digas sea verdad no debe ser jurídicamente muy atacable.
A.: La ley distingue entre injurias y calumnias. De lo segundo estamos librados.
Álex termina la frase en el mismo momento en que pone sobre la mesa a Eduardo Zaplana. Su carta tiene los nada despreciables poderes especiales ‘Ministro de Trabajo’ y ‘Recalificación’. Y él es uno de los protagonistas del juego que ha desfilado recientemente a prisión. Paco repasa en alto algunos de los ‘momentazos’ históricos del susodicho. Le digo que quién se lo hubiera esperado de Eduardo, que menuda sorpresa más grande, y terminamos hablando de la lentitud de la justicia.
P.: Entre que se denuncia a la fiscalía, se acumulan las pruebas, llega la fase de instrucción, se falla, se recurre… Son ciclos de unos diez años, que llevan a que cosas de 2007, 2008 y por ahí están saliendo ahora.
Llega mi turno y necesito hacerme con algún terreno si quiero levantar un proyecto sólido con el que optar a ganar la partida. Tengo uno gordo entre manos, Marina D’Or, pero no puedo hacer nada sin un lugar donde emplazarlo. Me vendrían de lujo por ejemplo Doñana, el Pinar de las Navas del Marqués, la ría de Ajo o las Higuericas albaceteñas. Pregunto si alguien me vende una carta de terreno a cambio de un par de sobres, pues la posibilidad de negociar abiertamente cualquier cosa es una de las claves del juego. Pero ninguno de los dos me ofrece nada a precio razonable.
A.: El momento más desasosegante que recuerdo en el desarrollo del juego fue la primera vez que vimos juntas todas las cartas de terreno. Ves que son 26 cartas de lugares que si no se han cargado es porque no han podido, pero lo han intentado. No dudaron en destruir naturaleza a cambio de dinero.
P.: Se hicieron auténticas barbaridades. Entre ellas, se sacaron de la manga la figura del ‘agente urbanizador’. Consistía en que tú vas paseando por el campo, ves un terreno y, como tienes una visión especial —porque eres agente urbanizador—, lo que tú imaginas ahí es una urbanización del copón de la virgen. Era tan lamentable el concepto, que lógicamente ya no existe.
Uno de estos visionarios fue Enrique Bañuelos, fundador de la constructora Astroc y, según aseguran, una de las cartas más representativas del juego.
P.: Como constructor nunca construyó nada, pero su empresa llegó a estar cotizada en no sé cuántos mil millones de euros. Fue la primera en caer y la que arrastró a las demás a nivel bursátil, pues casi todas estas constructoras salieron a bolsa. Muchas de ellas han desaparecido. Sobre todo los ejecutivos, los que ponen su cara aquí en las cartas. Ya no queda casi ni uno. Bueno sí, Villar Mir y Florentino.
Vaya dos capos, le digo.
Fin de obra - Tejado, techos, entrega de llaves
Nos acercamos a la hora de juego y la mesa se ha convertido ya en un bosque de proyectos, todo un muestrario de derroche del ladrillo patrio. Aeropuertos y autopistas de peaje fantasma, urbanizaciones residenciales, infraestructuras deportivas de un solo uso o poco más.
Historia
Elizabeth Magie, la mujer que inventó el Monopoly para denunciar el capitalismo
Elizabeth Magie, la poco conocida inventora del juego de mesa Monopoly, se habría encerrado a sí misma en la cárcel si hubiera vivido para ver la gran influencia que ha alcanzado la actual versión tergiversada de su juego.
P.: Dejar que se pudran es más barato muchas veces que mantenerlos. Fíjate lo que pasó con la Expo del Agua de Zaragoza, que cumple ahora 10 años. Decía Kapuscinsky que en algunos países de África ibas por los parques y te encontrabas con tres estatuas de dictadores en el suelo y en pie solo estaba la cuarta, como esperando a que alguien la derribara para levantar la siguiente. Esto va a ser parecido.
A.: Si tú vas a Bulgaria, Ucrania y demás países al este de Europa te encuentras un montón de gigantescas ruinas del comunismo. Para mí esto es lo mismo, pero el equivalente capitalista. Si el juego puede luchar un poquito contra el olvido en este sentido, yo ya me quedo contento.
Entre la España del ‘Pim, Pam, toma lacasitos’ y la de las ‘hipotecas a tipo fijo’ han pasado más de diez años.
A.: Empezamos a mover el juego justo cuando salió lo de Simón Pérez y Silvia Charro, una pareja que a mí me parece fascinante y con quienes me encantaría tomar un día un café, o lo que quisieran tomarse, y ver lo que piensan de la vida. Tuve la esperanza de que todo el mundo se habría dado cuenta. De que habíamos tocado fondo y otra burbuja era impensable. Fui optimista, pero solo esa semana.
P.: En los últimos años los políticos españoles se han dedicado a sostener el mercado de la vivienda. Manteniendo los incentivos que permiten que el mercado se desmadre y alejando a la vez las necesidades de quienes quieren formar una familia o simplemente comprar una casa para poder vivir en ella. Lo que motivó el juego, esa situación generacional, creo que no ha cambiado absolutamente en nada. Ni pinta a que vaya a hacerlo a corto plazo.
Le vuelve el turno a Paco y me fijo en que los sobres que ha conseguido evadir empiezan a desbordar su carta de paraíso fiscal. Cada vez se ve más ganador. Se viene arriba.
P.: Estoy viviendo un auténtico sueño burbujil. Tiene menos gracia si me pongo a avasallar, pero en realidad ese es el espíritu del juego. O al menos debería serlo.
A.: Bueno, venga. Calla y termina.
Y así fue. Consigue bajar Metropol Parasol, alias las Setas sevillanas, comenta que son una preciosidad aunque al final están saliendo “un poco caras” y cumple con el espíritu de Ladrillazo agotando los sobres del dispensador.
Gana la partida, y yo abandono la nave de la Elipa con el sabor agridulce de haber echado un buen rato revolcándome, como un gorrino, en el fango arcilloso de una de las etapas más corruptas de nuestra historia.
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No tiene nada que ver con el juego, que tiene muy buena pinta, pero poner como ejemplo de locura capitalista que un albañil cobrase 4000 euros al mes y contrastarlo con un estudiante de aeronáuticas pobre, como si el fallo de la burbuja fuera que los vagos y no cualificados han triunfado sobre los fuertes, trabajadores y competitivos, pues me parece que es repetir las mentiras de la oligarquía.
Compramos "El ladrillazo" hace dos meses, y poco después descubrí una errata en la caja. Pone que es para mayores de 18 años y, sin embargo, mis hijos de 9 y 12 años dominan el juego, y nos meten unas palizas que nos dejan temblando. Lo único que temo es que se estén corrompiendo a tan tiernas edades. Le puedo asegurar a los autores del juego que si uno de sus propósitos es que no se olvide lo que pasó, se está cumpliendo en nuestra casa, pues los niños conocen personajes de la burbuja que adultos con los que hablan ni sospechaban que existían. Un saludo, y felicidades por un trabajo bien hecho.