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Bolivia
La pasividad de las administraciones públicas está provocando la degradación del río Rocha en Bolivia
Cuando uno llega al aeropuerto de Cochabamba y agarra un taxi, irremediablemente sube las ventanillas. Aunque el calor sea el habitual en la Llajta, aunque el coche no tenga aire acondicionado, aunque el taxista fume. Cualquier cosa antes que soportar la pestilencia de las aguas que discurren junto a la carretera que lleva al centro de la ciudad.
El río Rocha es un emblema de Cochabamba. La ciudad se articula a partir de los puentes que lo cruzan. Hace años la gente pescaba, se bañaba en sus partes profundas y paseaba por sus orillas. Hoy los ciudadanos tratan de mantenerse lo más lejos posible de sus aguas marrones y espumosas. La contaminación del Rocha está catalogada de tipo D, el peor índice de calidad de agua. Los análisis de laboratorio indican que el río tiene metales pesados, pesticidas y detergentes en cantidades inasumibles. Recientes estudios muestran malformaciones de las ranas que lo habitan. Las aves están abandonando el corredor biológico que constituía. Pero ¿cómo puede degenerar tanto un río?
Acompaño a los compañeros del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (Cenda) que salen a localizar puntos a lo largo del curso fluvial donde realizar un taller de evaluación de agua. Aunque mide cerca de 70 kilómetros, el Rocha puede considerarse un río prácticamente urbano pues atraviesa seis de los siete núcleos del área metropolitana cochabambina. En busca de su cabecera, remontamos esos municipios. Mientras, me van narrando el crecimiento desmesurado que estos han experimentado en los últimos años, muchas veces en forma de asentamientos humanos precarios, sin alcantarillado.
El río Rocha es también un río estacional, sometido a los vaivenes de las lluvias. Es noviembre y las precipitaciones aún no comenzaron. Por encima de la localidad de Sacaba, donde el Rocha aún se llama Maylanco, estacionamos el auto sobre el puente apenas transitado de Chiñata. La idea que uno se hace de una naciente suele ser un lugar prístino con agua manando entre la vegetación. Desde aquí solo se ve unos charcos entre los escombros.
— ¿Y cómo es que más abajo sí lleva agua?”
— El río va creciendo con sus pequeños afluentes: las aguas residuales domésticas —me responde Yasín, técnico de Cenda.
La Asociación de Usuarios Laguna Larati. Esta organización, como otras de regantes, tuvo un papel primordial en las guerras del agua que impidieron la privatización de de este recurso natural por parte de las transnacionales
Efectivamente, descendiendo por el curso del río comprobamos cómo las aguas servidas de los nuevos asentamientos que se emplazan junto al río van a parar directamente a él. Aunque también hay algún aporte natural. La laguna Larati está ubicada en la cordillera de Cochabamba, a una altura de 3.500 metros. Sus vertientes bajan en escorrentías por los cerros al encuentro del Rocha, si bien parte de su caudal se ha canalizado para riego. Los beneficiarios de este sistema, repartidos por las cordillera y el valle, pertenecen a la Asociación de Usuarios Laguna Larati. Esta organización, como otras de regantes, tuvo un papel primordial en las guerras del agua que impidieron la privatización de de este recurso natural por parte de las transnacionales. Visitamos a uno de sus miembros, Don Lucano, un floricultor que tiene sus invernaderos en las laderas del cerro.
“Se pelean por ellas”, muestra orgulloso sus rosas, “salen tan hermosas por los nutrientes que uso”, dice antes de mostrarnos su sistema agroecológico. El fertilizante lo producen de manera natural las lombrices que tiene en grandes contenedores mientras que el agua para el riego por goteo procede de la laguna, donde sin ayuda de la administración, se construyeron represas de manera artesanal y ancestral. “El riego se da por turnos entre las once vertientes de la laguna y de momento no tenemos problemas en los períodos de sequía, como este”, comenta Lucano.
Un sistema imposible de reproducir para los agricultores del valle por donde el Rocha discurre contaminado, cuando discurre. Descendemos la colina y retomamos su curso, que pasa tras un parque temático de dinosaurios. El cauce acá, sigue sin agua y tupido de yerbas, y las ovejas pastan mirando de soslayo las figuras jurásicas que sobresalen por los muros del recinto.
De camino a Cochabamba los técnicos van señalando otras fuentes de contaminación del río: los excedentes de las industrias, de las curtiembres, de mataderos clandestinos y lavaderos de autos
Al otro lado de la carretera se sitúa el condominio Esmeralda. Un estero se abre paso por un descampado. Es el primer punto del Rocha con cierto caudal, negro y fétido. A escasos metros, un cartel anuncia la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales Pucará, entre el óxido puede leerse “Plazo de ejecución: 263 días de calendario”.
“Aquí pueden tomar muestras los alumnos”, ríe Yasín, “que vayan conociendo la composición de las aguas fecales puras”.
Aunque cuentan con alcantarillado, las aguas de las urbanizaciones que se van sucediendo llegan al Rocha sin previo tratamiento ya que no hay depuradores suficientes. De camino a Cochabamba los técnicos van señalando otras fuentes de contaminación del río: los excedentes de las industrias, de las curtiembres, de mataderos clandestinos y lavaderos de autos. Por todo ello se ha solicitado la declaración de área de emergencia para toda la Cuenca. Las conclusiones de los estudios publicados señalan como desencadenantes de la contaminación, tanto a la falta control de los municipios sobre los vertidos producidos en su territorio, como a la falta tratamiento de las aguas antes de ser recibidas por el Rocha.
Las aguas residuales facilitan la transmisión de enfermedades relacionadas con nematodos intestinales y bacterias fecales a consumidores y agricultores
“Durante la cuarentena, al paralizarse la actividad económica e industrial, a simple vista se observaba que el agua tenía mejor calidad y no olía tan mal”, recuerda Tulsi, también técnica de Cenda. Así lo confirmaron los análisis de agua realizado durante ese período, en los que se registraron menores índices de metales pesados que los presentados habitualmente en el río.
Las aguas residuales facilitan la transmisión de enfermedades relacionadas con nematodos intestinales y bacterias fecales a consumidores y agricultores. Recientemente se publicó el informe Diagnóstico ecotoxicológico de la biodisponibilidad de los polutantes en el Río Rocha, que confirmó el alto grado de contaminación antrópica y una alta carga de metales pesados, principalmente aluminio, cobre, zinc y uranio. Estos metales asimilados por las plantas se acumulan luego en el organismo humano pudiendo desarrollar diferentes tipos de cáncer.
Después de recoger los desechos de todas esas industrias, con sus aguas cargadas de metales, es que el Rocha entra en Cochabamba, la tercera ciudad del país, cuya población de 1,5 millones de habitantes no deja de crecer. El municipio cuenta para depurar las aguas del río con la planta de tratamiento de albarrachancho construida en los años ochenta con una previsión de vida útil de 20 años. Una instalación obsoleta, con escasas lagunas de oxidación por lo que el agua a depurar no se retiene el tiempo suficiente. Los vecinos señalan que la propia planta de tratamiento es en sí un foco de polución.
Así, tras arrastrar los desperdicios de la urbe, las aguas maldepuradas del Rocha se internan en la Maica. Esta zona zona agrícola y de producción lechera tiene mala fama en Cochabamba por su ambiente contaminado, cuando en realidad se limita a ser receptora de lo que la ciudad desecha y a soportar las consecuencias de la falta de control de los vertidos por las administraciones.
En esta época seca nos topamos con numerosos puntos donde los regantes bombean agua desde el Rocha porque de la presa de la Angostura aún no llega. De esta manera, las plantas que se cultivan en el área para alimentar al ganado, al ser regadas con esas aguas, se van cargando de metales pesados. Algunos productores lecheros de la Maica se están viendo obligados a comprar forraje cultivado en otras zonas, con la pérdida de competitividad que esto implica.
El ambiente es tan insalubre que recientemente se ha realizado un estudio psicológico para determinar si la contaminación en el agua podría tener efectos psicológicos y cognitivos en los niños de la zona. Sin embargo, el problema se extiende con el río a todo el Departamento, mientras las autoridades desatienden sus responsabilidades.