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Minería
Comunidad boliviana reclama que se repare la contaminación provocada por las empresas mineras en el Lago Poopó
Ubicado en el departamento de Oruro, en la árida meseta de los Andes centrales de Bolivia y a más de 3.600 metros de altitud, el lago Poopó constituye un sistema lacustre único. La biodiversidad del lugar (que incluye aves endémicas, migratorias y la mayor cantidad de flamencos del altiplano boliviano), propició que en 2002 el lago fuera declarado como Humedal de Importancia Internacional bajo la Convención Ramsar.
Pero la cuenca del Poopó no tiene únicamente riqueza ambiental; su subsuelo contiene zinc, plomo, estaño y plata. Se estima que en la región más de 400 empresas mineras, entre estatales, transnacionales y cooperativas extraen esos metales. La mayoría de estos ingenios vierten de nuevo las aguas, tras utilizarlas en el proceso minero y sin tratamiento posterior, en los afluentes del lago.
Según un estudio publicado por la Journal of Mining & Enviroment, el lago Poopó recibe una carga de metales pesados muy por encima de los límites permitidos: se vierten diariamente 39 kilos de cadmio, 3.969 de zinc, 821 de arsénico y 73 de plomo. El desvío de los ríos y la sedimentación que producen las estas empresas ha provocado la paulatina desaparición de segundo lago más importante del altiplano, junto a su vegetación y fauna autóctona.
Sin embargo, el daño no es solo al ecosistema. Las aguas se han vuelto letales para humanos, animales y regadíos. Las comunidades de San Agustín de Puñaca (provincia Poopó) viven con en situación desde hace años. La planta de la totora, que constituye el principal forraje para el ganado, está envenenada por la copajira, el agua ácida que desde las minas se extiende por toda la cuenca. La papa y la quinoa nacen muertas. A partir de ahí, toda la cadena trófica aparece intoxicada. Se está reportando un número de enfermedades, entre los habitantes de la zona, insólito.
Plantas como la papa y la quinoa nacen muertas. A partir de ahí, toda la cadena trófica aparece intoxicada. Se está reportando un número de enfermedades, entre los habitantes de la zona, insólito
“Poco a poco entró la contaminación, la totora está contaminada, nuestro ganado enferma, el agua es salada, así la toma nuestro ganado y mueren, se olvidaron de nosotros, los hijos de la comunidad sufren… estamos totalmente contaminados, esta todo rojo por la contaminación, ya no sirve nuestra tierra” cuenta la Mama Encarnación Lima Challa, autoridad originaria del Ayllu San Agustín de Puñaca. Y continúa: “¿Los hijos con qué van a vivir? yo como madre de la comunidad no sé qué hacer, ¿cómo les voy a ayudar? no puedo hacer nada con la contaminación, el agua de la mina Huanuni nos afecta, estamos muy tristes, y preocupados”.
“Poco a poco entró la contaminación, la totora está contaminada, nuestro ganado enferma, el agua es salada, así la toma nuestro ganado y mueren, se olvidaron de nosotros, los hijos de la comunidad sufren… estamos totalmente contaminados, esta todo rojo por la contaminación, ya no sirve nuestra tierra”
Actualmente, los ríos tributarios del lago más afectados son el Huanuni, el Poopó y el Desaguadero. Entre los tres rodean a la comunidad de San Agustín de Puñaca, situada en la zona de mayor presencia minera. Sin embargo, las actividades principales de esta comunidad de mayoría quechua, son la agricultura y la ganadería.
“Nuestra salud es una pena, tomamos la misma agua que toman los animales, las aguas contaminadas de la mina Huanuni. Esta empresa es del Estado, por eso no nos hacen caso. Dicen de la Provincia Poopó, centro minero, pero no, aquí somos ganaderos, hay medio millón de cabezas de ganado vacuno. Ojalá deje de llegar esta agua contaminada a nuestro Ayllu”. Así habla Freddy Chincha Machaca, de OTB Comunidad Yuracari (Ayllu San Agustín de Puñaca).
Sin embargo, el deterioro ambiental está perjudicando estas formas de supervivencia. Los metales pesados recorren la cuenca por las aguas superficiales y subterráneas extiendo los efectos tóxicos de la minería más allá de los lugares de extracción. De esta manera, la falta de tratamiento de la aguas por parte de las mineras está acabando con la agricultura y ganadería adyacente.
Germán Chambi, un comunitario [miembro de la comunidad] explica: “Hace 30 años estas tierras eran limpias. Teníamos harto ganado y los totorales eran su alimento. Pero hoy en día como estamos, tenemos totalmente contaminados nuestros totorales, nuestros predios. El Río Huanuni es el que nos afecta más, las mineras trabajan con químicos muy fuertes como el Xantato y esos son los que queman. Este terreno está totalmente dañado, entonces ¿cómo recuperarlo? Al comer esta totora nuestros ganados se enferman y mueren, ¿de qué vamos a vivir? Yo tengo familia, las mineras tienen muchos beneficios ¿pero a nosotros quien nos responde?”
Como él, muchos comunarios vienen refiriendo la muerte de las cabezas de ganado, la infección de cultivos y forraje y la aparición de enfermedades. La contaminación está ocasionando el desplazamiento de espacios tradicionalmente campesinos e indígenas por el espacio minero y provocando la migración de los más jóvenes del Ayllu de Puñaca.
Las denuncias de contaminación del lago Poopó por actividades mineras locales datan de 1981, cuando investigadores revelaron que 120 minas de plomo, estaño y oro descargaban sus desechos directamente a sus aguas
Según un informe del Colectivo CASA las denuncias de contaminación del lago Poopó por actividades mineras locales datan de 1981, cuando investigadores revelaron que 120 minas de plomo, estaño y oro descargaban sus desechos directamente a sus aguas. Hasta la fecha, no se había adoptado ninguna acción jurídica. Ahora, la comunidad de Puñaca se ha organizado y con el apoyo de las organizaciones del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA), Colectivo CASA, Cepa, Renamat y Pueblos de la montaña, han decidido emprender medidas legales por la vulneración de sus derechos constitucionales al agua, la salud, la soberanía alimentaria y a un medio ambiente sano.
El pasado martes, día 9 de noviembre, una multitudinaria marcha acompañó a los denunciantes hasta el tribunal de Oruro donde se interpuso la acción popular. Antonio Sánchez, del equipo jurídico de CENDA, explica para El Salto: lo que se solicita es un mayor control de los vertidos y la reparación en forma de dotación de agua y forraje limpios, así como el establecimiento de una posta médica en la Ayllu.