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Barcelona
Copa América en Barcelona: cuando unos pijos en barco te echan de tu casa
Entre agosto y octubre de 2024, Barcelona será la sede de la 37 edición de la Copa América de Vela Louis Vuitton, el evento deportivo internacional con más seguidores del mundo después del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos.
Las primeras cifras para abrir boca hablan de 1.200 millones de euros de ingresos y la creación de 19.000 empleos. Estos datos, extraídos de un estudio de la Universitat Pompeu Fabra, no tardan en ser matizados por la misma fuente: los gastos asociados a esta competición alcanzarán los 1.115 millones de euros, casi lo mismo que los ingresos. No es algo nuevo. La Copa América de Vela de 2007 en València ya prometía el doble de ingresos que en Barcelona y cuatro veces más empleo, y el resultado fueron pérdidas y deudas de más de 400 millones de euros para el Ayuntamiento y la Generalitat valenciana. Como suele pasar, todo depende de los sobrecostes, de quién paga los gastos y quién se lleva las ganancias.
Alquiler
Vivienda El precio medio del alquiler en Barcelona equivale ya a un salario mínimo
Lejos de una oportunidad para hacer caja y aumentar el “prestigio internacional” de la ciudad, 65 organizaciones sociales, vecinales y ecologistas se han organizado en una plataforma para dejar muy claro que este macroevento es una pésima idea para Barcelona y para sus habitantes, al menos para los que no son gerentes de hoteles de lujo o no tienen pisos alquilados en Airbnb. La plataforma No a la Copa América, lanzada públicamente el pasado 10 de octubre, pretende canalizar la oposición social y vecinal a un evento que provocará “grandes impactos sociales, ambientales y climáticos” en un contexto de “crisis climática y emergencia residencial”.
La Copa América de Vela de 2007 en València prometía el doble de ingresos que en Barcelona y cuatro veces más empleo, y el resultado fueron 400 millones de euros de deuda pública
Esta plataforma recuerda que los mismos argumentos de ingresos y empleos fueron utilizados para celebrar la Copa América en València en 2007 y 2010, en tiempos de Rita Barberá como alcaldesa, y todavía en 2022 la ciudad seguía pagando una anualidad de seis millones de la deuda heredada por la organización de esos eventos, a pesar de que mayoría de las pérdidas fueron asumidas por el Estado central. A la vista de la experiencia, tanto el ayuntamiento de València como la Generalitat valenciana rechazaron presentarse a esta nueva edición del torneo.
📢 Presentem la plataforma @NoCopaAmerica Després de mesos de treball expliquem:
— No a la Copa Amèrica 2024 (@NoCopaAmerica) October 10, 2023
▶️ Les conseqüències de la Copa Amèrica de Vela 2024 a Barcelona
▶️ Les accions que emprendrem
▶️ Les entitats que ens donen suport #NoALaCopaAmèrica #ParemLaCopa2024
🧵Obrim fil pic.twitter.com/F2axlKzzvi
Algo muy parecido ocurrió en la última edición de la Copa América en 2021 en Auckland (Nueva Zelanda), que supuso 94 millones de euros de pérdidas para la ciudad organizadora. De hecho, las autoridades neozelandesas han declinado albergar una nueva edición del torneo, algo que en principio les correspondía ya que el equipo neozelandés ha ganado la última copa y eso les convierte en dueños de los derechos de organización de la siguiente edición.
El canon para la Copa es de 70 millones, entre 48 y 55 millones de dinero público. Sin embargo, el contrato estipula que los inversores privados tienen prioridad en recuperar el dinero invertido
Tras la negativa de Auckland y València, el equipo neozelandés cerró en marzo de 2022 un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona, entonces gobernado por Ada Colau. El contrato incluía un canon de 70 millones de euros, entre 48 y 55 millones de fondos públicos, y el resto de inversores privados. La contribución de las empresas privadas, denuncia la plataforma No a la Copa América, “todavía está pendiente de definirse, mientras que el financiamiento público está garantizado”.
El acuerdo incluye cláusulas de confidencialidad que blindan las ganancias de las empresas privadas, cuyas deudas tienen prioridad sobre las públicas. Según publicó La Directa en abril de 2022, el contrato incluye un apartado “confidencial” en el que se estipula que la administración solo recuperará la inversión inicial si se consiguen unos ingresos mínimos de 80 millones de euros. El acuerdo incluye una cláusula que establece una cancelación “preferente y prioritaria” de los avales prestados por los financiadores privados mediante los primeros 25 millones de euros generados por el evento.
Aunque las posibilidades de recuperar el dinero público son remotas y las contribuciones privadas están todavía en el aire, el Consejo de Ministros declaró en septiembre de 2022 la Copa América como Acontecimiento de Excepcional Interés Público y le confirió una subvención de 18 millones de euros. Además de esta ayuda a fondo perdido, la calificación de este evento permite sustanciosas rebajas de impuestos para los organizadores y la libre circulación para las miles de personas vinculadas con el evento. La organización de la Copa también está siendo aprovechada para aumentar la inversión pública y privada en el Port Vell, con una inyección de 120 millones de euros.
La Copa América traerá entre dos y 2,5 millones de visitantes, según estimaciones de los organizadores, una afluencia que se suma a los 9,7 millones de turistas que visitan anualmente la ciudad
“Para el sector privado es una fiesta y para el sector público es un desastre”, explica a El Salto Claudia Conde, activista en el barrio de Poble Sec, uno de los más afectados por la ola especulativa vinculada con este macroevento, y una de las portavoces de la plataforma No a la Copa América. “No sé cómo nos vuelven a meter una y otra vez en la misma historia. València tiene ahora deudas y no quieren oír hablar de la Copa América. Que no nos vengan a hablar de grandes beneficios y un gran impacto económico. Y los puestos de trabajo son precarios, con salarios bajísimos y, encima, están pidiendo voluntarios”, añade.
Alquileres y masificación
La Copa América traerá entre dos y 2,5 millones de visitantes, según estimaciones de los organizadores, una afluencia que se suma a los 9,7 millones de turistas que visitan anualmente la ciudad, sobre todo en los meses de verano, cuando tendrá lugar la Copa América. Este desembarco de visitantes no hará más que “agravar la masificación turística” que sufre Barcelona, especialmente en los distritos de Ciutat Vella y Sant Martí, señala la plataforma No a la Copa América. Todo ello, en un contexto de “emergencia habitacional crónica”, apuntan, donde el alquiler medio supera los 1.000 euros mensuales, unos precios espoleados por los pisos turísticos y los alquileres de temporada, el último truco de los propietarios que prefieren no atarse a las limitaciones de tiempo de la ley estatal de alquileres y los topes al precio de la Ley de Vivienda.
“Barceloneta es el barrio más afectado, los vecinos están recibiendo llamadas diariamente para preguntarles si quieren alquilar su piso”, cuenta Conde a El Salto. Según contaba otra portavoz de la plataforma, Esther Jorquera, algunos vecinos de este barrio han llegado a recibir hasta 15 llamadas al día para interesarse por su piso.
Este macroevento tirará aún más de los precios de los alquileres, y agravará la “expulsión de las clases populares para dar paso a personas con más poder adquisitivo” en las zonas más céntricas de la ciudad, denuncian desde la plataforma. Desde un año antes del evento se calcula que se instalarán en Barcelona unas 2.500 personas entre deportistas y personas vinculadas a la organización del evento. La mayoría de ellas, sostiene Conde, firmarán contratos temporales a altísimos precios, haciendo aún más pequeña la oferta disponible de pisos asequibles en el mercado residencial. “En nuestros barrios ya hemos comenzado a notar el impacto de este fenómeno, a través del aumento del precio del alquiler y del uso de subterfugios para evitar las leyes vigentes”, sostienen desde la plataforma.
“Ya casi no hay alquileres asequibles para personas que quieran venir a vivir a Barcelona y hacer su vida aquí, y la gente joven se tiene que ir. Ya está pasando hace tiempo y con la Copa América pasará todavía más”
“También hemos notado el encarecimiento de los precios de los comercios y la cesión de los espacios municipales para el entrenamiento de los equipos en detrimento del uso de la ciudadanía”, continúan. Según publicaba El Periódico, lo habitual entre el personal vinculado a la Copa es pagar al menos 3.000 euros mensuales en pisos cercanos al mar o en el centro de la ciudad. La presión también viene por el lado de los apartamentos turísticos, cuya demanda se prevé que aumente para albergar a una buena proporción de visitantes. Según este medio, los precios de los pisos turísticos ya se han disparado no solo en la ciudad sino en otras localidades costeras cercanas.
“Ya casi no hay alquileres asequibles para personas que quieran venir a vivir a Barcelona y hacer su vida aquí, y la gente joven se tiene que ir. Ya está pasando hace tiempo y con la Copa América pasará todavía más”, dice Conde. Lejos de “aportar soluciones” este nuevo macroevento, defiende, “va a agravar el problema de la vivienda, el problema de la temporalidad en el trabajo, también el problema de la sequía”.
De fondo, explica esta activista vecinal, está la idea de “presentar la ciudad como un producto”, pero no un producto que beneficia al común de la ciudadanía, sino solo a determinados sectores económicos, como la industria hotelera y turística, a las constructoras o los grandes y medianos propietarios. “Ese vender Barcelona como un producto es beneficioso para ellos, para los que venden, pero no para los vecinos”, sostiene.
La promoción de la Marca Barcelona en el mundo ha estado detrás de numerosos macroeventos que han acompañado la historia de la ciudad en las últimas cuatro décadas. “Nos dicen que la Copa América aportará riqueza, empleo y prestigio a nuestra ciudad. Pero eso no es así. Los Juegos Olímpicos de 1992, el hotel vela [W Barcelona], el puerto de megayates de Port Vell no han mejorado las condiciones de vida de nuestros barrios sino que han servido, más bien, para justificar grandes proyectos urbanos impulsados por los lobbies turísticos y de la construcción”, dicen desde la plataforma No a la Copa América. “Es la misma cantinela de siempre”, resumen.
Durante la pandemia, recuerda Claudia Conde, “decían mucho que había que acabar con el monocultivo turístico y hacer que la economía fuera más resiliente, diversificar la economía, atender más el sector de los cuidados”. Pasados dos años, dice, “ya están invirtiendo todo lo que tienen en más turismo y en vender la ciudad como un producto”.