Bangladesh
De las cenizas de Rana Plaza a las huelgas salvajes

El Acuerdo de Bangladesh sobre Seguridad ha favorecido las condiciones de salud de las miles de personas que trabajan en el sector textil. Sin embargo, el movimiento obrero de esta potencia exportadora quiere ir más allá en la conquista de sus derechos y ha planteado este año varias huelgas con las que pretenden una equiparación salarial a las condiciones de vida del país.

Bangladesh mujeres industria textil
Mujeres de la industria textil en Bangladesh. Foto: Setem
21 ago 2019 06:55

El 23 de abril de 2013 un equipo de televisión local grabó imágenes de las grietas en el complejo de fábricas Rana Plaza en Dhaka (Bangladesh). Se evacuó el edificio, pero el propietario del edificio declaró que era seguro y ordenó a los trabajadores que volvieran al día siguiente. Un proveedor de Walmart alojado en el edificio, Ether Tex, amenazó con retirar un mes de salario de cualquier trabajador que no volviera.

El edificio se derrumbó el 24 de abril, y cuando finalmente se retiraron los escombros, se encontraron 1.134 personas muertas, junto a otras 2.500 heridas. Fue el peor desastre industrial en la historia de la industria textil.

“Rana Plaza mostró al mundo que las auditorías de seguridad autorreguladas en Bangladesh eran una farsa”, dice Léonie Guguen de la federación sindical industrial global IndustriALL

De las cenizas de Rana Plaza surgió el Acuerdo de Bangladesh sobre Seguridad en la Construcción de Edificios y de Instalaciones de Sistemas contra Incendios. Un convenio internacional entre organizaciones sin ánimo de lucro, fabricantes y comercios occidentales, federaciones sindicales locales de Bangladesh, y varios grandes sindicatos globales, el Acuerdo ha supervisado la seguridad en la construcción y anti-incendios en 1.700 fábricas de Bangladesh durante los últimos seis años para las marcas firmantes.

Entre las disposiciones principales del Acuerdo estaban la supervisión independiente de las fábricas, trabajadores y sindicatos incluidos, comités de salud y seguridad electos en los centros de trabajo, un mecanismo para las quejas de los trabajadores, el derecho a negarse al trabajo peligroso, y la divulgación pública de nombres de empresas, datos de inspecciones y planes de reparación.

Antes del derrumbe del Rana Plaza, las mismas fábricas de ropa eran en general responsables de controlar las condiciones de las fábricas, con programas de supervisión ornamentales que ofrecían cobertura de relaciones públicas a las marcas occidentales.

“Rana Plaza mostró al mundo que las auditorías de seguridad autorreguladas en Bangladesh eran una farsa”, dice Léonie Guguen de la federación sindical industrial global IndustriALL. “Era el momento para algo radicalmente diferente, y algo que tuviera músculo”.

El Acuerdo difería de las alternativas de puro blanqueo en que era legalmente vinculante y requería que las marcas mantuvieran sus relaciones con los proveedores mientras se estaban haciendo las reparaciones a las fábricas. En otras palabras, las marcas occidentales ya no podían salir corriendo al primer signo de problemas o echar la culpa de las condiciones de seguridad puramente sobre los actores locales en vez de pagar por las reparaciones. 

Resultados

Los resultados del Acuerdo han sido impresionantes en términos de la seguridad en los centros de trabajo. Ha llevado a cabo 30.000 inspecciones y solucionado más del 90% de las violaciones en mil fábricas. Las reparaciones afectan a 2,5 millones de trabajadores aunque quedan por hacer algunas de las mejoras más costosas, según el Foro Internacional de Derechos Laborales (IRLF, por sus siglas en inglés), un firmante del Acuerdo en calidad de testigo.

El Acuerdo supuso credibilidad —y, muy importante, los dólares aportados por marcas internacionales que se enfrentaban a un desastre de relaciones públicas— para mejorar las condiciones de seguridad en las fábricas textiles de Bangladesh.

Ocho sindicatos bangladeshíes estuvieron en la mesa, así como IndustriALL y otra federación sindical global, UNI. De forma crucial, decenas de marcas internacionales —en su mayoría europeas— firmaron.

“El Acuerdo ha sido valioso en la medida en que ha ayudado a abrir algo de espacio para que los trabajadores se organicen”, dice Monika Hartsel, del Centro de Solidaridad. “Les da un poco de cobertura al saber que las marcas relacionadas con las fábricas que están organizando pueden ser más receptivas”.

Aunque el acuerdo se centró en la seguridad y salud en el trabajo, los propios trabajadores textiles presionaron por salarios más altos con huelgas salvajes a finales de 2018 y principios de 2019

Los defensores del Acuerdo señalan en concreto a su mecanismo de quejas de los trabajadores como una forma de dar una voz a los trabajadores. Por ejemplo, un informe de mayo de 2019 de la ILRF destacaba una situación de 2017 en Ananta Apparels, que tenía un daño estructural en el edificio que hizo temer a los trabajadores un derrumbe inminente como el de Rana Plaza. Los supervisores, los propietarios de la fábrica y la asociación de fabricantes textiles engatusaron y coaccionaron a los trabajadores para volver al trabajo, pero los trabajadores registraron una queja independiente con el Acuerdo con la ayuda de la Federación Nacional de Trabajadores Textiles. Se cerró y reparó la fábrica, y a los trabajadores se les devolvieron cuatro días de paga por trabajo no realizado.

Limitaciones

Pero, ¿fue suficiente? El Acuerdo no se centró principalmente en el derecho a organizarse. Chaumtoli Huq, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y realizadora de la película de 2017 Sramik Awaaz (“Voces de trabajadores”) sobre la industria de la ropa bangladeshí, dice que ése es un problema. “Los trabajadores a los que entrevisté en mi documental fueron muy claros sobre lo que piensan que debe ocurrir —no era renovar el Acuerdo, era poner un sindicato en mi fábrica”. Afirma que el movimiento de solidaridad internacional no está escuchando lo bastante a esos trabajadores.

En 2018, cuando se extendió la duración del Acuerdo pasados sus cinco años iniciales, añadió como principio la protección de la libertad de asociación, un importante paso adelante. Pero para entonces, los temas de salud y seguridad y el poder de los trabajadores se habían apartado como temas por los que luchar. Mientras la red de solidaridad internacional se centraba en el trabajo del Acuerdo sobre seguridad en la construcción y anti-incendios, los propios trabajadores textiles presionaban por salarios más altos con huelgas salvajes a finales de 2018 y principios de 2019.

“Lo que es raro es que tienes casi estos dos movimientos paralelos —tienes el elemento del Acuerdo y el elemento de los salarios y la sindicalización”, dice Huq.

A pesar del trabajo del Acuerdo, los salarios siguen siendo abismalmente bajos en Bangladesh —los salarios medios en las fábricas bangladeshíes son los más bajos de cualquiera de los mayores países exportadores de ropa a nivel mundial.

“Cada uno tiene un ámbito de trabajo: el Acuerdo estaba pensando en la seguridad en la construcción y la seguridad de los trabajadores tras Rana Plaza y Tazreen [fábrica de Dhaka donde 117 trabajadores murieron en un incendio en 2012]”, dice Nomita Nath, presidenta de la Federación Sindical Independiente de Trabajadores Textiles de Bangladesh. “Si hubieran trabajado sobre la libertad de los trabajadores para unirse a sindicatos, habría estado bien. Pero lo que hicieron es correcto”.

Extensión

Tras un retraso prolongado en las negociaciones entre el Acuerdo y la poderosa Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladesh (BGMEA, por sus siglas en inglés), el Tribunal Supremo de Bangladesh acordó en mayo extender la duración del Acuerdo por 281 días.
Ha habido respuestas diversas a la extensión entre los defensores del Acuerdo. IndustriALL saludó el anuncio como un progreso, dado que había dudas sobre si se permitiría que el Acuerdo siguiera funcionando en Bangladesh.

La represión no es nueva en el sector textil de Bangladesh. Protestas masivas similares en 2016 llevaron a 2.000 despidos y a los arrestos de una decena de activistas, que fueron a la cárcel

Pero la interpretación de la BGMEA del memorando de entendimiento que extiende el Acuerdo restringiría duramente la capacidad del Acuerdo para alejar a las empresas de las fábricas inseguras, participar en inspecciones independientes y establecer planes de aumento de la seguridad en fábricas recientemente inspeccionadas.

Babul Akther, presidente de la Federación de Trabajadores Industriales y Textiles de Bangladesh, dijo a Reuters que “este acuerdo comprometerá la seguridad de los trabajadores textiles dado que no habrá toma de decisiones independiente por el Acuerdo”.

Akther añade que se marginó a los sindicatos locales de las negociaciones, que fueron entre el Acuerdo y la GMEA y aprobados por el Gobierno de Bangladesh.

Huelgas

50.000 trabajadores textiles fueron a la huelga en Bangladesh en diciembre y enero para protestar contra el aumento gubernamental del salario mínimo, que se quedó muy por debajo de sus reivindicaciones. De 95 dólares [85 euros] al mes, el nuevo salario mínimo es menos de un cuarto de lo que sería un salario mínimo en Bangladesh según el Consorcio de Derechos de los Trabajadores.

Los huelguistas se enfrentaron a la violencia policial y a despidos masivos de casi 12.000 trabajadores. Se fabricaron cargos delictivos contra cientos de trabajadores.

La represión no es nueva en el sector textil de Bangladesh. Protestas masivas similares en 2016 llevaron a 2.000 despidos y a los arrestos de una decena de activistas, que fueron a la cárcel. En la industria de la ropa de Bangladesh, los abusos contra los trabajadores que se intentan organizar son comunes, incluyendo acoso, despidos, listas negras y ataques físicos.

Aunque el país no es un actor global tan importante como China, la industria textil de Bangladesh es la segunda del mundo y vital para la economía nacional. Las exportaciones de ropa bangladeshíes totalizaron 31.000 millones de dólares [28.000 millones de euros] al año hasta junio de 2018, lo que supone el 84% del total de las exportaciones de la nación.

z.net
Artículo original publicado en Z.net: Bangladesh Workers Organize Wildcat Strikes. Traducido para El Salto por Eduardo Pérez.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Tribuna
Tribuna Unión Europea: malos tiempos para los derechos humanos
La directiva sobre sostenibilidad de las empresas es el reflejo de una huida hacia delante neoliberal frente a la crisis global, impulsada por los lobbys de las multinacionales que gobiernan la UE.
Inditex
Zara Lo que esconde la plataforma Zara Pre-Owned
Inditex lanza su plataforma Zara Pre-Owned que permite la venta entre particulares de prendas de la marca. Pero, ¿tiene incidencia real en los impactos generados por la actividad de grupo?
Amazon
MOVILIZACIÓN GLOBAL #MakeAmazonPay. Haz que Amazon pague
El pasado 24 de noviembre se organizó el día de acción global para que Amazon pague (#MakeAmazonPay)
#38530
21/8/2019 9:41

La mayoría de esos "trabajadores" son trabajadoras, artículo en el que falta un análisis tan importante como el de género. No se equiparan sus salarios a !os salarios medios de Bangladesh porque son mujeres las que trabajan para la industria textil en estas fábricas.

3
0
Ocupación israelí
Ocupación israelí El Congreso de EE UU vota la “ley más peligrosa para las libertades” desde la Patriot Act
En Gaza, Cisjordania y Líbano, nuevos ataques israelíes dejan más de un centenar de muertos. En Washington, el Congreso vota una ley que permite quitar fondos a ONG, universidades y colectivos sin pruebas ni un proceso transparente.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación (CAED) de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el estado español.
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Comunidad de Madrid
Paro del profesorado Nueva jornada de huelga en la educación pública madrileña
Este jueves 21 de noviembre el profesorado se vuelve a levantar contra las políticas del gobierno de Díaz Ayuso, que mantiene paralizadas las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales.
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.
Dana
Encuesta Tres de cada cuatro personas en España ligan la virulencia de la dana con el cambio climático
Una encuesta realizada por More in Common señala que una amplia mayoría de la población considera que el país está mal preparado para adaptarse a los fenómenos extremos que trae la crisis climática y debe hacer más esfuerzos al respecto.
Más noticias
Opinión
Opinión La eclosión del autoritarismo reaccionario y otras nueve tesis sobre la victoria de Trump
La victoria del candidato republicano nos ha demostrado que estamos en una nueva era: la del neoliberalismo autoritario, en donde el camino del mal menor propuesto por los Demócratas ha sido la fórmula más rápida para llegar al mal mayor.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.

Recomendadas

Uruguay
Uruguay La izquierda parte como favorita en la segunda vuelta de las elecciones en Uruguay
El candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, parte con ventaja en las encuestas. El alto número de indecisos, y la ausencia de mayorías en parlamento y senado, marcan estos comicios.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.