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Arte
El Cubo Verde, una red de arte apegado a la tierra
En un mundo que necesita una reactivación como es el rural español, también hay pequeños reductos. El Cubo Verde es una red de espacios de arte en el campo.
Lejos de cambiar de dirección, la desertización de las zonas rurales sigue avanzando mes a mes en el territorio español desde hace más de medio siglo. 3.000 pueblos han desaparecido y otros 1.000 se encuentran en riesgo de desaparición.
En contraste están las ciudades: sobrepobladas, cotizadas y hasta gentrificadas. Y no se da solo en población, también en infraestructuras, servicios y, cómo no, en la cultura. Así, encontramos ciudades con una sobreprogramación cultural y de ocio, como Madrid, donde los planes se acumulan y es difícil decantarse por uno u otro; y por otro lado, una carencia absoluta de programación cultural, que alcanza el olvido, en ciertos pueblos y zonas rurales. Es positivo que haya centros neurálgicos de la cultura, pero ¿qué hay del resto? Afortunadamente, también en el campo hay algunas pequeñas trincheras.
"La cultura en Madrid consiste en consumir: cine, cañas, conciertos...", critica Coco Moya, una de las organizadoras de El Cubo Verde, una red que aglutina espacios de arte y proyectos culturales que se dan en el entorno rural en España.
Este reducto nació en el ámbito académico en el 2015 y ahora constituye un lugar —no físico— común para todos los espacios de arte en el campo donde pueden generar sinergias y compartir experiencias. La red de El Cubo Verde la constituyen un total de 68 espacios y proyectos de todo tipo vinculados al entorno rural. También han hecho un mapa donde se puede ver la información y ubicación de cada uno de ellos.
"El mapa ha hecho ver que hay bastantes propuestas en España —comenta Coco—, y también sirvió para que espacios que se sentían aislados o se consideraban muy particulares pudieran ver que aunque todos son diferentes, muchas de las cosas a las que se tienen que enfrentar en su día a día las comparten con otros espacios de la red, por ejemplo, el cómo relacionarse con el pueblo para incluir a las vecinas y vecinos, cómo conseguir financiación, otros relacionados con la ecología o la economía colaborativa... ".
La comunicación de la red de espacios y proyectos de El Cubo Verde se hace principalmente mediante una lista de correo y un grupo de Facebook, pues son muchos y dispersos por toda la península; pero también organizan encuentros, como los próximos en La Casa Encendida en Madrid.
En esta organización informal no hay altos mandos, todo se mueve desde el interés de los propios espacios por organizar encuentros y tomar otro tipo de decisiones. Según cuenta Virginia López, del centro asturiano PACA (Proyectos Artísticos Casa Antonino), "aunque naciera de un interés académico, el día a día en el grupo lo alimentamos desde los propios espacios, queremos generar intercambio, visibilidad y red".
Los proyectos que aglutina El Cubo Verde son numerosos y diversos, algunos de ellos ya cuentan con la solera de diez años, como es el caso de Nau Côclea en Camallera (Girona), otros apenas tres, como el Espacio Matrioska en la localidad ourensana de Os Blancos, un espacio autogestionado por un colectivo de jóvenes artistas que buscan crear un tejido cultural alternativo y vinculado al pueblo; además de talleres y residencias, también organizan un festival de música y arte en el campo llamado Reina Loba.
Las maneras de gestionarse también son variadas. "Algunos cuentan con becas, otros tienen animales y huertos que les permiten subsistir", cuenta Coco. Además de espacios físicos, en la red también caben otro tipo de formatos, como colectivos itinerantes, proyectos de agroecología, o festivales. En definitiva, cualquier tipo de proyecto en el que se cuestionen y promuevan formas alternativas de relacionarse con el entorno rural a través de prácticas artísticas.
Lo rural es político
"Más allá de la creación en el entorno rural, la verdadera resistencia es el vivir en el campo y continuar luchando día a día pese a las adversidades, que no son pocas", cuenta José Jurado, del colectivo Rural Contemporánea.
Efectivamente, la creación cultural en zonas rurales es solo una parte más de la trinchera que supone vivir en los pueblos hoy en día. Los reveses a los que hay que enfrentarse son múltiples y aunque exista una gran recompensa que da la propia vida en el campo de mil y una formas, también tiene poco que ver con la idealización de esta vida que muchas personas tienen en la cabeza. Olvido por parte de las instituciones, envejecimiento de la población, trabajo en la tierra, etc.
"No puede ser que una persona que viva en un pueblo perdido de la sierra de Gata en Extremadura pague los mismos impuestos que una persona que vive en una ciudad", comenta Jurado. "Las rebajas fiscales son lo primero necesario, entre otras cosas, sin mayor conciencia ni ayudas poco se puede hacer para que el campo no se quede vacío".
También David G. Ferreiro, del colectivo placentino Imago Bubo, que trabaja en distintos pueblos de Cáceres y Extremadura, encuentra en el crear cultura en los pueblos una manera de resistir. "La cultura y la creación se dan cuando se tienen todas las necesidades cubiertas; algo que cuesta un poco más encontrar en los pueblos", comenta. También recuerda que "cuando pedimos apoyo por parte de las instituciones en los pueblos que nos movemos, muchas veces nos miran extrañamente, pues aquí no se concibe que la cultura pueda generar beneficio, el beneficio suele venir por otras vías".
Si en algún caso hay dificultad para buscar apoyo, también es verdad que a la hora de organizar actividades el contacto es más cercano y directo. Coco Moya cuenta que " todo fluye más: si quieres montar un festival, no tienes que ir a hablar con el alcalde porque te lo encuentras en el bar".
Pero más allá de lo fácil o difícil que pueda resultar la gestión, lo más importante es la necesidad. Por un lado, la de artistas y todo tipo de creadores de contar con espacios para la libre creación. Y, sobre todo, la necesidad de reactivar la cultura en los pueblos. Hablando, eso sí, en la lengua de cada uno de ellos. No se trata de "llevar" la cultura sino de crearla en comunidad atendiendo también a las necesidades del pueblo o la zona.
"Intentamos no ser marcianos que llegan allí con una idea— comenta Ferreiro—, en los talleres que hacemos siempre trabajamos con cine y fotografía, lo audiovisual es una herramienta que no tiene fin y con ella la gente conecta mucho".
También PACA encuentra su razón de ser en hacer actividades que conecten con el interés del pueblo y en establecer un diálogo con el paisaje que habitan. Así, entre otras actividades del espacio asturiano están los paseos llamados "Habitantes paisajistas" en los que se utiliza el caminar como acto de aproximación e interpretación del paisaje, "se trata de generar conocimiento sobre él", cuenta su responsable. En cada uno de estos paseos se utiliza un tema conductor, siempre arraigado al suelo que pisan, como puede es el pan o el agua.
En la misma línea de iniciativas arraigadas a la tierra, también está el festival Agrocuir de Ulloa, que trata de reivindicar y visibilizar las identidades LGTBQI en el pueblo en el que viven, en Monterroso. Y tantos otros que se pueden consultar en el mapa de El Cubo Verde.