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Argelia
Lyes Menacer: “El régimen argelino no es capaz de reformarse a sí mismo, solo busca sobrevivir”
Claves para entender la crisis del régimen en Argelia tras la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika, en el poder desde 1999.
La crisis política abierta en Argelia a raíz de la intención del presidente Abdelaziz Bouteflika de presentarse a la reelección no tiene visos de terminar. Ni tan siquiera su renuncia y la promesa de una transición tutelada ha aplacado a la calle. Lyes Menacer (Argel, 1979), consultor político y periodista del diario Liberté, uno de los principales medios independientes del país, ha conversado por teléfono con El Salto para compartir su análisis sobre la situación y cuáles son los posibles escenarios de futuro.
¿Cómo valora la manifestación del pasado viernes?
Ha sido gigantesca, igual o mayor que las anteriores. El mensaje que le ha dirigido el pueblo al régimen es muy claro: debéis dejar el poder, no creemos en la sinceridad de vuestras promesas de transición democrática. Las concesiones del pasado lunes no han convencido a nadie. Era de esperar una reacción así. De hecho, horas después del anuncio de Bouteflika, ya había gente manifestándose en varios puntos del país en contra de su mantenimiento en el poder. La idea de suspender las elecciones y prolongar el mandato de Bouteflika es inconstitucional. Solo se puede hacer en caso de guerra, y no lo estamos.
¿Había previsto que el anuncio de Bouteflika de presentarse a la reelección generaría un movimiento de protesta tan amplio?
No, creo que es algo que nadie previó, ni el régimen, ni la oposición, ni los propios manifestantes. En 2011, durante las primaveras árabes, hubo algunas manifestaciones aquí, pero muy pequeñas. Entonces, la cosa aún no estaba madura. Las primeras protestas fueron convocadas por internautas anónimos a quienes tocó el amor propio la candidatura de Bouteflika. Nadie se las tomó muy en serio. La gente pensó que era cosa de chicos. Pensábamos que el régimen había destruido completamente el tejido social independiente. Pero estábamos equivocados.
¿Hay algún partido o grupo que lidere las manifestaciones?
No, es un movimiento sin líderes que ha ido creciendo e incorporando prácticamente todos los sectores de la sociedad: estudiantes, jueces, funcionarios, emprendedores, etc. En las protestas, es muy numerosa la presencia de jóvenes que no vivieron el llamado “decenio negro” [la guerra civil de los años 90]. El único presidente que han conocido en toda su vida es Bouteflika, y están hartos. Hartos de no encontrar trabajo, de no tener derecho a divertirse, de que su país esté desconectado del mundo. Argelia es una pequeña Corea del Norte, si bien el régimen aquí es más flexible.
Pensábamos que el régimen había destruido completamente el tejido social independiente. Pero estábamos equivocados
¿Quién gobierna realmente Argelia?
No lo sabemos, la opacidad es total, pero lo que está claro es que no es el presidente Bouteflika. Su salud no se lo permite. Aquí se conoce como “le pouvoir” la coalición de instituciones y lobbies que gobiernan el país. Parece que el hermano pequeño de Bouteflika, Saïd, tiene mucho poder. Pero también lo tienen la jerarquía del Ejército, liderada por el Jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, así como un grupo de oligarcas muy ricos, al estilo ruso. Esta configuración de los poderes fácticos es diferente a la que puso a Bouteflika en el poder. Por ejemplo, el presidente neutralizó a los servicios secretos, que antes eran muy influyentes. De forma que los actuales poderes fácticos saben que necesitan a Bouteflika, por eso lo presentaron a pesar de estar gravemente enfermo.
¿Cuál es la estrategia del régimen después de renunciar a la reelección de Bouteflika?
Quiere ganar tiempo con promesas de una transición a la democracia para aplacar a la calle. Al ver que era imposible imponer el quinto mandato de Bouteflika, quieren alargar su cuarto mandato. Esta hoja de ruta que han presentado, y que incluye una conferencia nacional, ya la habían presentado antes, solo que querían aplicarla después de las elecciones. El problema es que este régimen no se puede reformar a sí mismo, solo busca sobrevivir como sea. ¿Cómo es posible tomarse en serio sus promesas de democratización si el nuevo primer ministro, Nurredin Bedoui, era el ministro del Interior que reprimía las manifestaciones?
¿Cree que el pueblo se dará por satisfecha con estas promesas?
No, me parece que las protestas no van a desinflarse porque la gente no cree en las sinceridad del régimen.
La gente está marcada por lo que pasó durante la guerra civil, y cómo se comportaron los partidos islamistas. Además, están divididos
¿Cuál es la hoja de ruta que usted defiende?
Los partidos de la oposición han pedido que Bouteflika se retire definitivamente, y que se cree un Gobierno de unidad nacional. Luego se deberían celebrar elecciones y redactar una nueva Constitución que garantice el establecimiento de un sistema democrático.
¿Cómo ven los manifestantes a los partidos de la oposición? ¿Creen que les representan?
No, son críticos con ellos porque durante muchos años han jugado el juego del régimen. Por ejemplo, se presentaban a las elecciones presidenciales anteriores, también en las legislativas. Ahora bien, creo que nadie se engaña y sabe que, en una fase más adelantada del proceso, estos partidos deberán tomar el relevo y asumir un papel importante en la construcción del nuevo orden político.
¿Existe algún partido que esté capitalizando las protestas?
No, no se percibe que haya un partido más popular que el resto. Todas las fuerzas políticas se subieron a este tren cuando ya estaba en marcha.
¿Cree que se podría repetir el mismo escenario de 1991: una victoria islamista en las urnas y un golpe de Estado?
No creo que sea probable. Los partidos islamistas tienen un cierto seguimiento, pero dudo que puedan ganar las elecciones. La gente está marcada por lo que pasó durante la guerra civil, y cómo se comportaron estos partidos. Además, los islamistas están divididos. Eso no significa que no haya una mayor religiosidad que antes, y que los clérigos sean influyentes. Pero no lo son en el ámbito político. Además, los más conservadores, los salafistas, están en contra de las protestas.
¿Qué escenario prevé para las próximas semanas?
Sinceramente, no lo sé porque este régimen es imprevisible. Es necesario que las protestas continúen siendo pacíficas, para no justificar una represión policial. Será importante ver también cómo se posiciona finalmente la comunidad internacional. De momento, ha optado por el silencio. Solo Francia se ha manifestado.