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Migración
Insistimos: la madera no es clase obrera
Desde algunos medios de comunicación y sectores de la sociedad se continúa trabajando para mostrar la cara más amable y cercana de las instituciones policiales. Este lavado de imagen no es casual, sino que forma parte de la necesidad de mantener el orden y el control de la opinión pública, aunque sea a costa de quienes verdaderamente realizan un trabajo o una labor como es la de rescatar náufragos en el Mediterráneo.
Desde algunos medios de comunicación se empeñan en continuar lavando la imagen de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, atribuyéndoles competencias que ni son las suyas ni están tan “encantados” de realizar por el trasfondo que tienen en sí mismas. Me refiero a la obsesión desde algunos sectores de crearnos una idea de las instituciones policiales españolas en relación a los rescates de seres humanos en la mar que sabemos, -por nuestro trabajo y nuestra relación con los colectivos que realmente sí salvan vidas y velan por los derechos de estas personas en la Frontera Sur-, tienen lugar en otras circunstancias muy distintas y que tristemente no interesan a las grandes empresas mediáticas de este país.
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (de este y de cualquiera) fueron creados con el único fin de proteger los privilegios de quienes ostentan el verdadero poder en nuestra sociedad. Luego se inventaron aquello de la “seguridad” y de la “protección” a la ciudadanía. Cuando este cuento no fue creíble, nos lo impusieron por la fuerza y sus parlamentos crearon las leyes mordazas, para tener todavía más controlada a la población. Daría para un artículo más extenso y nos alejaríamos del sentido de este, pero entre las labores de los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil no se encuentra como algo primordial la salvaguarda de la vida humana en la mar, por mucho que los periódicos afines al régimen pretendan mostrarnos a estos “soldados de los poderosos” como “trabajadores” que realizan rescates dentro de sus “jornadas laborales”.
La verdadera función de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, instituciones que velan por los intereses del Estado español en los puestos limítrofes, no es ni más ni menos que el control y la defensa de las fronteras del país. Para llevar a cabo esta misión de manera efectiva no dudarán en emplearse a fondo contra cualquier “elemento” que desafíe la soberanía de España, como ocurrió en febrero de 2014 en la playa del Tarajal, en Ceuta, cuando varios agentes de la Guardia Civil “defendieron” enérgicamente el suelo español (y mucho español) de un grupo de “peligrosos” subsaharianos que pretendían llegar a nado hasta tierra firme, huyendo de sus países de origen y de la miseria que desde el Primer Mundo hemos contribuido a instalarles. El resultado de aquel “trabajo”, que recordaremos constantemente, es un capítulo muy negro de la historia democrática de nuestro país. Quince seres humanos perdieron la vida ahogados porque desde la misma playa, agentes de la Guardia Civil lanzaron material antidisturbios contra ellos mientras intentaban sin éxito alcanzar la orilla.
Independientemente del gran esfuerzo que están realizando (y seguirán llevando a cabo) muchos medios de comunicación para mostrar otra cara de la realidad policial de nuestro país, alejándonos de su verdadera identidad como instituciones represoras del Estado para ejercer el control de la población de manera constante, también es peligroso la distorsión que se está realizando de los datos reales sobre estos rescates en el Mediterráneo. El 95% de los mismos se llevan a cabo gracias a la labor de las plantillas de profesionales de Salvamento Marítimo, nuestro servicio público de seguridad marítima con más de 25 años de historia. Estos rescates, insistimos, se realizan en la mayoría de los casos por profesionales que soportan unas condiciones laborales muy alejadas de las idóneas para tareas de estas características. Sus trabajadores y trabajadoras llevan años denunciando una situación de deterioro de los medios materiales, la falta de efectivos humanos y la puesta en marcha de medidas que de no frenarlas ya acabarán logrando el desmantelamiento de uno de los organismos civiles más respetados y valorados a nivel mundial y europeo.
Es lamentable que desde algunos medios de desinformación se lave la cara de instituciones policiales a costa de la labor que realizan personas trabajadoras aun jugándose el tipo en un medio hostil como puede ser el mar.
Campañas en redes sociales -la vía por la que cada vez más personas intentan acceder a una información veraz-, y noticias que no son más que comunicados de los gabinetes de prensa policiales, acompañados de fotografías amables en las que se muestra al policía de turno sonriente junto a un bebé subsahariano acabado de rescatar de una muerte segura, consiguen tener una importante repercusión en la opinión pública. Y para comprenderlo no hay más que prestar un poco de atención al discurso que intentan colarnos con estas cosas. Según la COPE, hace unos días en una de sus informaciones, “la Policía Nacional ha rescatado a 6.472 personas que pretendían llegar a las costas de Almería”. En la misma noticia se continúa diciendo que “una vez que los inmigrantes han sido auxiliados, puestos a salvo, y comprobado su estado de salud, los agentes de la comisaría de Almería iniciaron los trámites recogidos en la Ley de Extranjería para las situaciones descritas”. Con estas afirmaciones, que corresponden sin duda a párrafos de un comunicado de prensa oficial, de lo que intentan convencernos es de que los agentes de policía no tienen más remedio que “cumplir” con sus obligaciones, es decir, cumplir y hacer cumplir la ley aunque esta, la de Extranjería, sea una ley injusta para los seres humanos pobres (resalto lo de “pobres”) que llegan a nuestro país. Intentan vendernos a los agentes de policía como meros trabajadores que se ganan la vida en la frontera, soportando a veces situaciones dramáticas. Pero no. Nosotros y nosotras sabemos que las leyes injustas hay que desobedecerlas, combatirlas por todos los medios que tengamos a nuestro alcance en esta lucha por alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Y también sabemos que la madera jamás será clase obrera.