Software libre
El software como causa de desigualdad económica

Antes de que al Software se le atribuyera copyright, se utilizaba libremente en el campo de la ciencia. La ética de compartir el conocimiento, burlar las desigualdades económicas que genera lo privativo y aportar soluciones adaptadas son aspectos claves del Software Libre defendido y empleado por varias organizaciones, colectivos y personas.

software libre
Hackers en un encuentro software libre. David F. Sabadell
Activista hacker y coordinador de Libremanuals.net
7 feb 2020 07:00

La industria del software domina nuestras vidas por cuatro razones principales. La primera es la falta de libertades que provoca el software privativo, al dejar datos personales y la innovación técnica a merced de los millonarios. La segunda, la acumulación de dinero por parte de unos pocos magnates y corporaciones en detrimento de la ciudadanía —entre los mayores millonarios hay más informáticos que banqueros—. La tercera razón es el control social que ejercen unas cuantas aplicaciones sobre la vida. Y, por último, la falta de perspectiva integral desde los movimientos éticos en los que nos apoyamos para equilibrar la economía a favor de la ciudadanía.

El software es matemáticas escritas en un ordenador. Escribir software es básicamente escribir una secuencia de pasos matemáticos para resolver un problema. Como cocinar. Pero a una secuencia de pasos matemáticos se le puede aplicar una protección legal: es lo que llamamos copyright. Desde el movimiento del Software Libre, se defienden, por el contrario, una serie de libertades sobre este conocimiento: de uso, de copia, de modificación y de copiar lo modificado. Si un software tiene estas cuatro libertades es ‘libre’. Si no, es no libre o privativo.

Antes de la invención del software privativo, el software se construía para la mejora de la ciencia y se compartía libremente para explicar los cálculos del artículo científico relacionado. Con la invención del software privativo, algunos científicos que conservaban la ética anterior —compartir el código con libertades— inventaron el concepto de 'software libre', con Richard Stallman como principal filósofo científico de la cuestión.

Esta ética ha seguido teniendo éxito hasta nuestros días. A pesar de que la mayoría de los científicos no implementan las ideas de Richard Stallman en muchos aspectos, sí están de acuerdo con la idea general de que el software libre ayuda a hacer ciencia y usan en gran medida sistemas operativos basados en software libre.

Puesto que ciencia y empresas de innovación tecnológica tiene una alta correlación, sería más o menos normal que la idea de hablar en términos de rentabilidad de los aspectos prácticos del software libre tuviera éxito. El nuevo concepto se basó en la cooperación en el mundo del software, generando bienes públicos, software público para la sociedad. Completar el sistema GNU/Linux se tradujo en una popularidad que llevó a este sistema operativo a centros de supercomputación, servidores y —en menor medida— ordenadores personales.

Desigualdades económicas

Las matemáticas siempre han tenido un cierto factor de acumulación. Antes de la llegada de la industria del software, los buenos matemáticos se asociaban a los inventos de la sociedad industrial y, por ende, solían pertenecer a clases pudientes. También han tenido un cierto factor de estandarización, ya que una fórmula matemática se entiende en distintos países con independencia del idioma que se hable.

Con la llegada de los ordenadores, las matemáticas dejan de estar solo en los papeles de los inventos y se introducen, en forma de software, para hacer funcionar ordenadores. Las matemáticas más importantes que harían funcionar estos ordenadores es lo que conocemos como sistemas operativos. Para que un ordenador funcione cuando se enciende el botón necesita que el hardware vaya interactuando con la persona que lo podría usar con sentido lógico, y esto es lo que aporta un sistema operativo.

Las matemáticas de los primeros sistemas operativos se distribuyeron a toda la población planetaria. Y empezaron a aparecer los primeros monopolios: si alguien tiene una matemática que resuelve el problema del sistema operativo en un ordenador (o en una familia de ordenadores), quizás le interese hacerlo en muchos más ordenadores. Así, posteriormente generará una gran cantidad de usuarios que conocen esa matemática de interacción y que generarán inercia social que, a su vez, puede derivarse en un efecto bola de nieve que atrae a más usuarios ya que los usuarios se enseñan, unos a otros, la manera de usar el software.

Esto no solo ha pasado con sistemas operativos, sino también con redes sociales (Facebook, Twitter), con la compra de artículos (Amazon), etcétera: se genera una matemática que triunfa en un mercado y, si el mercado es estratégico y hay un buen número de usuarios, puede crearse un negocio muy lucrativo, ya que esa matemática la va a usar la población planetaria.

Muchas personas pensaron que con la llegada del Software Libre llegaría el altruismo al mundo del software. Aunque no ha sucedido verdaderamente, sí es cierto que cambian bastantes reglas de juego y resultan, en teoría, menos ventajosas para los monopolios.

El Software Libre es básicamente aplicar una licencia libre a un código fuente. Las licencias libres permiten que dicho código fuente pueda copiarse, modificarse y redistribuirse libremente. Otras licencias de software —como el shareware o el freeware— pueden permitir la descarga gratuita del software de un sitio de Internet, pero no que el usuario cambie el programa y lo adapte a sus necesidades.

Así, las licencias de software libre aplican un derecho al código fuente como de propiedad colectiva. ¿Cómo se genera entonces la acumulación económica? La respuesta es que ésta viene del conocimiento del programa a partir de contribuciones de código fuente. Linus Torvalds, por ejemplo, se hizo muy rico en su programa haciendo muchas aportaciones, ya que cuando los fabricantes requieren mejoras es él quien tiene el control total técnico de lo que es necesario hacer.

El Software Libre no aplica bien bastantes valores del movimiento obrero (lucha de clases) en lo que respecta a la propiedad colectiva: lo pueden usar empresarios, policías, militares, etcétera. Un símil podría ser las escuelas subvencionadas pero con coste gratuito —o límite razonable— para estudiantes: poder aprender no deja de ser un derecho de todo el mundo, pero hay un negocio por detrás. Si el proyecto de Software Libre lo desarrollan funcionarios, sería como Escuela Pública: un ejemplo es la campaña de la Fundación del Software Libre Europea (FSFE) enfocada en desarrollar software público con dinero público.

Soluciones militantes y perspectivas integrales

Quizás el principal problema sea la falta de perspectivas integrales del software en las diferentes posturas ideológicas. El mundo del software es un gran desconocido para todo aquel que no sea programador. Las mejores críticas (Zerzan, Richard Stallman…) vienen de científicos de computación que no son muy buenos analizando otro tipo de problemas. Por ejemplo, un científico de software rara vez tendría un conflicto laboral parecido al de un camarero. Ante problemas diferentes, en general se aplican soluciones diferentes.

¿Cómo hacer que un partido o un sindicato enraícen las críticas hacia la tecnología que la sociedad necesita? Para ello se necesitan programadores y programadoras que hagan militancia en estos aspectos. Ya existen iniciativas como hacklabs, sindicatos o CSOAS donde hablar de estos temas, y una buena guía son los textos de GNU.

El problema de esta filosofía es que está escrita y pensada para científicos de la computación y cada sindicato, organización solidaria o partido debe adaptarla a sus valores con sus propias palabras. Richard Stallman nunca fue obrero en un sentido convencional, pero sí un científico asalariado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que, desde la creación de GNU, resulta más un santo patrón que asalaria a gente en la Fundación por el Software Libre (FSF) pero no cobra, que un obrero. Con lo cual, esta filosofía no está pensada para el movimiento obrero convencional.

A veces basta con que las organizaciones de valores (ONGs, sindicatos, colectivos asamblearios, asociaciones de vecinos/as, etc) expliquen problemas a la sociedad para que se organice solidaridad hacker en un tema de valores. Esto puede materializarse en esas cosas que se piensan en las películas de ciberataques, pero a veces son simplemente programas libres que combaten una idea de injusticia.

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