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Una de las grandes sorpresas de las elecciones europeas en España ha sido el resultado de la agrupación de electores “Se Acabó la Fiesta”, encabezada por el polémico influencer de la extrema derecha Luis (Alvise) Pérez. Para muchas personas, el lunes después de las elecciones del 9 de junio fue la primera vez que oyeron hablar de Alvise, su candidatura y/o vieron su emblema, una ardilla con la máscara de V de Vendetta. A pesar de haber pasado desapercibido para una parte fundamental de la población, que se sigue informando a través de los canales tradicionales de comunicación. Se Acabó la Fiesta ha conseguido nada más y nada menos que 800.763 votos y 3 asientos en el parlamento europeo, 219.000 votos más que Podemos y solo 100.00 menos que Sumar, adelantando a la suma de ambos en muchas localidades e incluso en comunidades autónomas como Murcia.
A pesar de la novedad del fenómeno Se Acabó la Fiesta, su principal figura pública e ideólogo no es ni mucho menos nuevo en política. Alvise Pérez tiene una dilatada carrera, desde trabajar para los liberales demócratas en Reino Unido, donde llegó a ser delegado de la Federación Internacional de Juventudes Liberales (IFLRY). Hasta convertirse en jefe de gabinete del grupo parlamentario de Ciudadanos en las Cortes Valencianas con Toni Cantó. Aunque su popularidad se la ha granjeado por difundir bulos contra dirigentes de izquierdas, que en muchos casos le han valido numerosas denuncias como la que interpuso Manuela Carmena por la que fue condenado a borrar el tweet, en donde difamaba con una noticia falsa a la exalcaldesa madrileña, y a pagar 5.000 euros.
La pandemia exacerbó su papel como distribuidor de bulos a gran escala, separándose de Ciudadanos y acercándose a Vox, si bien nunca ha llegado a militar en la formación ultraderechista, si ha mantenido cercanía con el propio Abascal y su entorno como supuesto analista político. Aunque su notoriedad comienza a crecer al amparo de Javier Negre y Estado de Alarma durante la pandemia, con un recorrido parecido al de pseudo-periodista Vito Quiles, que a la postre ha terminado como jefe de prensa de Se Acabo la Fiesta en estas pasadas elecciones europeas.
Alvise ha dirigido campañas como los rezos frente a clínicas abortivas, ayuda a dinamizar en las redes sociales las protestas encabezadas por Desokupa o promueve las manifestaciones en Ferraz contra el gobierno.
De Estado de Alarma, Alvise pasa a dirigir campañas como los rezos frente a clínicas abortivas, financiadas y amparadas por Hazte Oír, presuntamente conectadas a la organización ultracatólica secreta el Yunque. Ayuda a dinamizar en las redes sociales las protestas encabezadas por Desokupa en las elecciones catalanas, la revuelta agraria de la pasada primavera o promueve las manifestaciones en Ferraz contra el gobierno.
En donde el motivo de la protesta, ya sea el ayuntamiento de Barcelona encabezado por Colau, el malestar agrario ante las políticas de “Bruselas” o la ley de Amnistía no es su principal objetivo, sino más bien aprovechar la movilización del malestar para mejorar su posicionamiento e incrementar su notoriedad pública. “Ensayos” con los que acumular seguidores, impacto en redes, inserción en ciertos sectores sociales y organización. De esta forma, Alvise consigue convertirse en una de las figuras destacadas del activo ecosistema digital ultraderechista conocido como la “fachoesfera” y va poco a poco, a golpe de bulo y protesta, construyendo una comunidad de seguidores que a la postre ha sido fundamental para el salto a la arena electoral en los comicios europeos.
“Se Acabó la Fiesta” no es un fenómeno totalmente nuevo en España
A finales de los ochenta, nacía un fenómeno nuevo en la política española, el populismo contestatario, un fenómeno difícil de clasificar, pero que, al igual que el qualanquismo a mediados de los cuarenta en Italia y los pujadistas en la década de los 50 en Francia, representaron un fascismo elemental que recogió un voto de protesta, pero que por su propia idiosincrasia como plataformas político-electorales vinculadas exclusivamente a los intereses y figuras de sus fundadores tuvieron una vida efímera. Su éxito inicial se debió a que consiguieron canalizar cierto voto de protesta y censura a los partidos tradicionales con un tono anti-establishment, uniendo una mezcla de populismo conservador, la exaltación del “gestor apolítico” como gobernante al más puro estilo político-empresarial, una condena ética al sistema de representación y argumentaciones asimilables a los viejos fascismos, lo que hacía difícil definirlos y encajarlos en una tipología clara. Los dos casos más paradigmáticos de este espectro político en España fueron la Agrupación de Electores de José María Ruiz Mateos y el Grupo Independiente Liberal (GIL).
El fenómeno de “Se Acabó la Fiesta” recuerda en bastantes aspectos a la Agrupación Ruiz-Mateos, que en las elecciones europeas de 1989 consiguió 608.000 votos y dos escaños. Ambas candidaturas se construyen en torno a polémicos liderazgos, sin un programa claro ni reconocido más allá de un discurso simple basado en el rechazo a la partidocracia, contra la corrupción, exacerbando el populismo punitivo y en defensa del valor del trabajo como elemento de promoción social. Con una concepción empresarial de la representación política, en el caso de Ruiz-Mateos erigió su candidatura como si fuera una más de sus empresas, y Alvise confeccionó su lista electoral eligiendo a gente “con capacidad de gestionar lo que yo considero una empresa. Porque yo considero que España es una empresa de 48 millones de socios.” Al igual que Ruiz Mateos, Alvise se alza en contra del gobierno del PSOE al que se le acusaba de estar arruinando España y de corrupto, coincidiendo ambas experiencias en no usar el nombre partido. Apareciendo como anti-partidos y antipolíticos, utilizando la provocación para escandalizar, polarizar y granjearse una imagen de “outsiders” que canalice un voto de protesta conservador pero diverso.
Contra la partidocracia
Un voto de protesta movilizado para “recuperar la democracia secuestrada” por la oligarquía política corrupta, denominada tradicionalmente por la ultraderecha como «partidocracia», con la consecuente defensa de una especie de antipolítica. En la propia campaña Alvise ha reforzado el discurso contra la partidocracia y los políticos a los que acusa de ser sistémicamente corruptos, tal y como explica el politólogo Iago Moreno: “él mismo dice (Alvise) que una de las principales razones por las que se le debería apoyar como candidato es porque quiere continuar lo que él llama 'la guerra contra los políticos'”. Una forma clásica de la ultraderecha, de señalar a la política y los políticos como chivo expiatorio de la queja incesante y malestares diversos del voto de protesta. Para evitar que el dedo acusador de estos males señale al poder económico y al sistema mismo.
De hecho, Alvise ha justificado su participación electoral, según sus propias palabras, para conseguir “obtener inmunidad diplomática y europarlamentaria para publicar audios y documentos [...] sujetos a secreto oficial o a la ley de protección de datos“, que habría logrado supuestamente gracias a las filtraciones de sus propios seguidores/colaboradores. La inmunidad parlamentaria le permitirá, supuestamente, continuar su “guerra contra los políticos”. No podemos olvidar que el propio Alvise tiene más de una docena de denuncias por noticias falsas, injurias y daños al honor, que ahora tendrán que tener un recorrido judicial distinto al ser aforado.
El propio Alvise ha sido muy cuidadoso intentado en todo momento mostrar su distanciamiento de “los políticos” y de la política, apareciendo como diferente, hasta el punto de prometer ser “el primer político español de la historia que va a «sortear» el 100% de su sueldo como eurodiputado entre todos los españoles que lean su newsletter”(…) “El golpe de realidad cuando descubran que siempre cumplo mis promesas y que voy con todo contra este sistema criminal va a ser épico.” Una copia de lo que ya realizó Javier Milei, que durante dos años sorteó ante notario su sueldo como diputado argentino entre todas aquellas personas que se apuntaban en la web de su partido la Libertad Avanza.
Al igual que hizo Ruiz Mateos o como ha hecho Milei, Alvise enfatiza mucho en su comunicación pública que él no necesita/quiere ni el dinero ni los privilegios económicos asociados al cargo de eurodiputado
Al igual que hizo Ruiz Mateos o como ha hecho Milei, Alvise enfatiza mucho en su comunicación pública que él no necesita/quiere ni el dinero ni los privilegios económicos asociados al cargo de eurodiputado, llegando a afirmar “jamás cobraré directa ni indirectamente un solo euro público, porque no soy un parásito.” Un intento de transmitir la imagen de que a diferencia del resto de políticos, vive de su trabajo, es un empresario/consultor de éxito, no necesita el dinero de la política, no es como el resto de políticos. Aunque pudiera parecer una posición ética de dignificación de la función pública, realmente lo que subyace es un cuestionamiento elitista de la representación política, solo puede ser cargo público el que se lo pueda pagar.
Elecciones
Elecciones La fiesta de Alvise Pérez acaba de empezar (y se mantendrá alejada de los juzgados)
El éxito electoral tras la bandera de la lucha contra la “partidocracia” que aspira a rescatar una democracia secuestrada por las élites no se puede entender sin valorar el déficit democrático de las sociedades en las que surge, en este sentido no es casual que se exprese especialmente en las elecciones europeas; de la trasformación sistémica de una sociedad globalizada; y de la deslegitimación de la política y de lo político que se ha producido en su seno ante la devaluación de las propias ideologías. En este sentido, hemos visto como el fenómeno de “Se Acabó la Fiesta” no solo no es nuevo, el propio Ruiz Mateos se presentó a las europeas en contra de la “partidocracia” y para conseguir el aforamiento ante sus problemas con la justicia. Sino que tampoco es exclusivamente español, solo en estas pasadas elecciones europeas hemos podido constatar diversas candidaturas que han expresado esa deslegitimación de la política y de lo político. Desde el fenómeno Cinco Estrellas hasta Se Acabo la Fiesta, pasando por el tiktoker chipriota Fidias Panayiotou, nos hablan más de un fenómeno de época producto de la crisis de las democracias liberales occidentales que de excepciones excéntricas.
El Bukele español
Una de las imágenes más icónicas de Ruiz Mateos fue cuando apareció disfrazado de Superman a las puertas de un juzgado en Madrid, afirmando: “Superman es justiciero, y como aquí la justicia no existe, he llamado por teléfono a América, a mi amigo Clark Kent, y le he dicho ‘hombre, ayúdame’, y me ha mandado esto, a ver si les impongo respeto y les hago reaccionar. Alguna cosa habrá que hacer”. Buena parte de su popularidad se la granjeo gracias a este tipo de puestas en escena, utilizando elementos de la cultura popular para trasladar su propio mensaje. Convirtiéndose el mismo en un meme y ser uno de los primeros fenómenos virales en la España post-transición. Un icono, para un sector conservador de la sociedad española de la época, de la lucha contra la corrupción y las injusticias del gobierno socialista de Felipe González.
Alvise, al igual que Ruiz Mateos, también intenta trasladar una imagen de sí mismo como justiciero, de mano dura contra la delincuencia. El mismo se jacta de haber identificado públicamente a pedófilos, asesinos y violadores cuyas fotos publica supuestamente gracias a información proporcionada por sus simpatizantes. En el discurso de la misma noche electoral, Alvise afirmo: ”España se ha convertido en la fiesta de los criminales, de los corruptos, los mercenarios, los pedófilos y los violadores”. De esta forma, el mismo Alvise ha intentado presentarse como una suerte de Nayid Bukele español, agitando la bandera del populismo punitivo, intentar crear una sensación de emergencia y de alarma social para convencer a la mayoría de la población de la necesidad de medidas excepcionales y no ordinarias para combatir la corrupción y la inseguridad ciudadana.
De esta forma, una de las pocas propuestas que ha concretado de su programa electoral es una copia de lo que ha realizado el propio Bukele en el Salvador, “la construcción de una mega cárcel a las afueras de Madrid, la «mayor de Europa», donde encerrar a los políticos corruptos, a los delincuentes e, incluso, a aquellos que “tengan el tatuaje de una banda” (…)También a los familiares conocedores de estas actividades.” Una cruzada contra los criminales como le gusta afirmar, que propone, además de macro cárceles, una modificación constitucional para implementar los trabajos forzados.
Al igual que Bukele, Alvise se muestra desafiante ante cualquier cortapisa legal, nacional o internacional que pueda poner coto a su lógica de populismo punitivo: “Si tenemos que meter a 40.000 tíos en prisión, los metemos, y si luego me tiene que venir la ONU a decir que estoy violando derechos fundamentales me descojono. Digo, mira, pues te cojo a los 40.000 en fila y te los llevo, ¿a dónde queréis? ¿A qué país progre quieres que te los lleve?¿A Francia?¿A Alemania? Para vosotros los 40.000 criminales que no queremos en España.”
El voto Magufo
Como toda buena crisis o hecho traumático, la pandemia del coronavirus disparó la desinformación en todas sus formas y favoreció todo tipo de teorías conspirativas. El fenómeno de Alvise no hubiera sido posible sin la comunidad que ha construido distribuyendo bulos y conspiraciones a partir de la pandemia. Desde hace mucho, las teorías de las conspiración se han convertido en parte del discurso político de la extrema derecha y de la ultraderecha más extrema. Desde el Pizzagate hasta QAnon, estas teorías pueden parecer un producto actual, difundidas a través de la naturaleza omnipresente de las redes sociales, pero, realmente, son tan antiguas como la propia historia de la humanidad. Un intento de intentar explicar lo inexplicable de una forma sencilla, bulos para estigmatizar a minorías o delirios irracionales que intentan desvelar cómo «funciona verdaderamente» el mundo. Conspiranoias que aumentan significativamente en los momentos de agitación social, política o ante situaciones traumáticas como las pandemias. Además, si analizamos el fenómeno desde una perspectiva histórica, podemos comprobar cómo las teorías de las conspiración modernas más relevantes han sido mayoritariamente reaccionarias.
Desde el inicio de la pandemia hasta ahora, Alvise ha ido perfeccionando su capacidad de irradiación de bulos y teorías conspiranoias, lo que le ha permitido ganar una gran audiencia en la fachoesfera digital con temas muy diversos, espacio compartido y en disputa con el propio Vox o plataformas digitales como Estado de Alarma. Pero un análisis de los mensajes del canal de Telegram de Alvise demuestra como los más virales y compartidos por su comunidad son los relacionados con teorías de la conspiración o bulos en relación al COVID. Así, cuatro años después del estallido de la pandemia, Alvise sigue teniendo el principal altavoz del discurso antivacunas, aunque no haya sido el elemento nodal de su campaña electoral.
Alvise tiene una dinámica participativa, implicando a su comunidad no solo en la distribución de los bulos o conspiraciones que publica en su canal de Telegram
Además el modelo de distribución de Alvise tiene una dinámica participativa, implicando a su comunidad no solo en la distribución de los bulos o conspiraciones que publica en su canal de Telegram con más de medio millón de seguidores; sino que el propio Alvise pone pruebas a sus seguidores, les hace participes de la trama pidiendo que manden fotos, que busquen corruptelas de políticos, que denuncien a pedófilos y delincuentes. Una especie de «juego de rol de detectives y justicieros» que construye una dinámica de grupo que refuerza la verosimilitud del bulo o conspiración, fortalece la adhesión a la comunidad telemática creada en Telegram y refuerza el convencimiento de cada miembro sobre la veracidad de la información.
En este sentido, como escribe la profesora Laura Camargo: “Entrar el chat asociado al canal de Alvise es como adentrarse en un carnaval trumpista, similar a 4chan, en el que sus seguidores jalean al líder, pero también se ríen de él y de sí mismos para que continúe la fiesta (…). Parece que esto les inspirara confianza y les hiciera pensar que es alguien cercano, exento de la ambición y el egocentrismo de varios de los personajes centrales del anterior y el actual ciclo político.” Esta es una de las claves de su éxito, en un momento de atomización social, construir comunidad. Y no hay nada que construya mejor una comunidad que una buena teoría de la conspiración en donde solo un grupo de “elegidos” conocen la verdad.
Argentina
Extrema derecha Milei recibe dos medallas en Madrid en un nuevo viaje “no oficial” sufragado con dinero público
El propio Alvise y Vito Quiles, su jefe de campaña, que han conseguido gran parte de su popularidad publica a base de bulos y conspiraciones, no es de extrañar que vertebrasen su campaña electoral en torno a la propagación de bulos y narrativas conspiranoicas, en especial, el fraude electoral. Si votáis por correo, advertía a sus seguidores, “es posible que estéis votando a Pedro Sánchez sin saberlo”. “No sirve de nada votar si los votos los cuentan ellos”, insiste. Con ese “ellos” se refiere a Indra, empresa a la que permitir una participación en el proceso electoral es “como poner de responsable de un convento a una prostituta”. Así, su discurso contra el “pucherazo”, lleno de bulos, tergiversaciones y medias verdades, consiguió llegar a cientos de miles de personas, sin pasar por los medios de comunicación, solo a través de las redes. Y movilizar a un electorado contra el supuesto “sabotaje electoral de Indra y Correos”, llegando a captar apoderados animando a luchar contra el intento de Pedro Sánchez de adulterar las elecciones.
A la vista de los resultados, parece que no le ha ido tan mal la operación política a Alvise, recogiendo buena parta de lo que llevaba años cosechando entre el ecosistema ultraderechista de la “fachoesfera”. Todavía es muy temprano para poder analizar las diferentes derivadas del fenómeno “Se Acabó la Fiesta” e incluso para aventurar el recorrido que puede tener en otro tipo de comicios electorales. No sabemos si finalmente seguirá un camino similar a Ruiz Mateos, que además de las europeas se presentó a cinco elecciones más sin conseguir representación alguna y termino disolviendo su partido para no dividir el voto de la derecha. Desde luego, lo que está fuera de toda duda, es que en sociedades con malestares crecientes y una fuerte atomización social, el voto se ha convertido en una forma de expresión de protesta y hartazgo que no podemos menospreciar caricaturizando a su electorado y sus motivaciones. Hoy más que nunca es fundamental como decía Spinoza: ni reír, ni llorar, ni odiar, sino comprender.
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Lo que aprovecha Alvise Pérez es la clara percepción en nuestra sociedad de que vivimos en un país con un nível alto de corrupción. Lo cual comparto. Y también provecha ese terreno abonado para lanzar bulos que florecen porque la ciudadanía no tiene medios para cotejarlos ni investigarlos, por lo que dejándose llevar por la desconfianza ante lo oficial y el hartazgo se lo creen todo. Si a eso le sumamos que los grandes medios tampoco investigan nada porque prefieren vivir a la sombra de los millones que les caen por no abrir la boca, pues la tormenta termina siendo perfecta.
La pena es que quienes siguen a Alvise Pérez creen en su honestidad, lo que es el absurdo más grande vista su trayectoria de mentiroso profesional y en quienes se apoya y se ha apoyado, grandes fraudes y grandes corruptos.
El sistema favorece estos personajes porque no le suponen un peligro. Si pierden electoralmente desaparecerán habiendo ayudado a que el circo despiste a la ciudadanía. Y si ganan serán peligrosos perros domados para mantener la sociedad aterrorizada y paralizada ante los grandes poderes.