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Tribuna
El desafío de Madrid
Este agosto hemos podido ver con nuestros propios ojos cómo Valencia registraba 46,8ºC en el aeropuerto y cómo se convertía en el récord histórico de la estación superando los 43ºC del 6 de julio de 1986.
En Bilbao, en la última semana de agosto, 46ºC en la calle del Arenal, y en Madrid, 45ºC recogidos en el barrio donde vivo actualmente en el distrito de Carabanchel. Es una evidencia científica que las olas de calor en España cada vez son más frecuentes y más agresivas, con temperaturas más altas superando récords históricos que han provocado ya en nuestro país más de 2000 fallecidos.
Esto es una prueba más del cambio climático que estamos sufriendo, y una fuente del problema: las emisiones de combustibles fósiles y la falta de sombra en nuestras calles. Cada año emitimos más que el año anterior y las previsiones que los científicos ya pronosticaban para 2050, ya se están produciendo.
Las noches de verano son cada vez más insufribles en Madrid. Las llamadas “islas de calor” en zonas urbanas producidas por el asfalto, el hormigón y los materiales de construcción oscuros que retienen el calor durante el día y que lo mantienen durante la noche. No hay quien viva en la ciudad, y la cosa lejos de mejorar va a ir a peor.
La propuesta del alcalde es seguir asfaltando plazas, parques y jardines, y seguir talando árboles. Parece ser que lo que quiere es que nos dé un golpe de calor a todas
Va a ir a peor no solamente porque el cambio climático comienza a ser irreversible, sino porque en Madrid, al contrario de combatir la crisis climática, la está alentando. La capital es el claro ejemplo de ciudad que no está haciendo absolutamente nada para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Y los responsables de este crimen tienen nombres y apellidos: José Luis Martínez Almeida e Isabel Díaz Ayuso. La propuesta del alcalde es seguir asfaltando plazas, parques y jardines, y seguir talando árboles. Parece ser que lo que quiere es que nos dé un golpe de calor a todas.
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La Plaza del Carmen es uno de los símbolos de ese objetivo de árboles cero y terrazas 100%: en el otoño de 2022 acabaron con 30 árboles para favorecer la instalación de una terraza. Un árbol por mesa. Como dice Jorge Dioni López, es el triunfo de la cultura privatista a toda costa.
La desaparición progresiva de la masa verde en Madrid es un drama y choca frontalmente con los modelos de otras grandes capitales europeas que han apostado decididamente por el futuro, que es llenar las ciudades de zonas verdes, como es el caso de París. Hay calles en donde no queda un solo árbol en pie. La temperatura en una calle de Carabanchel o de Vallecas es muy diferente a la de una calle en pleno distrito de Salamanca. No es casualidad, es Almeida castigándote a ti y premiando a quienes le financian las campañas electorales.
La propuesta de Ayuso es poner una planta en cada balcón, o sea, ninguna. Los científicos no saben si reír o llorar ante semejante estupidez dicha para que desviemos el foco de lo importante: nos asamos. En cambio cuando la comunidad científica mira a París, les sale una sonrisa. Si uno da un paseo por la capital parisina en el Forum des Halles o por la Place des Vosges con esas zonas verdes inmensas que reducen enormemente las temperaturas en verano, puede comprender la magnitud del problema en Madrid y el peligro que supone para los madrileños que el PP siga dirigiendo nuestra ciudad.
La diferencia es importante: es vivir bien o no vivir . En Madrid la apuesta por el asfalto y el hormigón está provocando que la gente no viva
Yo quiero para Madrid lo que he podido comprobar en París: quiero que la Plaza Mayor se parezca a la Place des Vosges y replicar lo que han logrado hacer en el Forum des Halles en nuestra Puerta del Sol. Se puede hacer, pero hay que querer hacerlo y, sobre todo, hacerlo pensar en el ciudadano y no en el fondo buitre de turno. La diferencia es importante: es vivir bien o no vivir . En Madrid la apuesta por el asfalto y el hormigón está provocando que la gente no viva.
Madrid tiene un enorme desafío por delante. O mejor dicho, varios. Probablemente el mayor de todos es combatir la emergencia climática y adaptar la ciudad al desajuste climático. Acompañar a los madrileños en esta transición ecológica, pero también, digámoslo claro, prepararlos y protegerlos solo va a llegar con un gobierno concienciado y dispuesto a acometer los programas necesarios. El Partido Popular lleva 30 años demostrando que no sirve para esto, incluso se ha declarado ya abiertamente negacionista del cambio climático. Y frente a ellos, solo nos queda el sentido común, la sensatez y la valentía.
Valentía y voluntad para que esta revolución ecológica en Madrid sea solidaria y no excluyente. La rehabilitación de las miles de viviendas en Madrid para que sean eficientes energéticamente y estén preparadas para hacer frente a las cada vez más frecuentes olas de calor no puede esperar más. Las viviendas eficientes deben estar al alcance de todos. Marcarse como objetivo la renovación de hasta un millón de hogares de aquí a 2050. He aquí uno de esos desafíos que tiene Madrid.
Reducir la precariedad energética debería ser ya la prioridad en nuestra ciudad: crearía puestos de trabajo y haría posible las innovaciones y las reconversiones profesionales.
O consumes o te quedas fuera. Ese es el sistema al que nos ha llevado el Partido Popular. El parque Calero tampoco se libró del arboricidio selectivo del señor Almeida
El que hoy les escribe vive en uno de esos hogares. Gasto más del 10% de mis ingresos en la energía para mi vivienda. No tengo ingresos altos y sin embargo no recibo ninguna ayuda para realizar las obras que necesita mi vivienda para adaptarla a la renovación. Como yo, miles de ciudadanos están en la misma situación. Mi amiga Teresa, por ejemplo, que vive en Ciudad Lineal y que combate el calor junto a sus dos hijos con un “pingüino” de aire frío. No se puede permitir la instalación de un aparato de aire acondicionado y menos aún pagar las facturas de la luz tan elevadas que ello supone. Si baja al parque Calero que está debajo de su casa, curiosamente los únicos lugares de sombra que hay están situados en la zona de las terrazas. O consumes o te quedas fuera. Ese es el sistema al que nos ha llevado el Partido Popular. El parque Calero tampoco se libró del arboricidio selectivo del señor Almeida.
Por no hablar de la desaparición paulatina de las fuentes públicas de agua potable donde poder refrescarse. En algunos distritos (por cierto, siempre los más castigados por la precariedad) se cuentan con dedos de la mano. Hasta en esto hay también un modelo perfectamente diseñado. Si quieres refrescarte, paga. Yo quiero que puedas refrescarte cuando lo necesites sin gastarte ni un solo euro.
Los espacios verdes y húmedos son lugares privilegiados. En plena ola de calor podemos encontrar hasta 8º grados de diferencia entre la Casa de Campo y la Puerta del Sol, ese lugar emblemático que Almeida ha convertido en un auténtico horno pirolítico, con decenas de personas escondidas debajo de las pocas sombras que quedan en pleno mes de agosto. La fotografía es el reflejo de un alcalde sin horizonte, sin proyecto. Sin más futuro que el de una metrópolis desguazada al mejor postor.
París, ejemplo de una gran capital europea que tiene un Plan de Acción del Clima concreto, desarrolló un estudio entre 2014 y 2016 sobre los efectos de la termorregulación de espacios verdes en su territorio. Este trabajo empujó a la ciudad de París a definir la noción de “islas de frescor”, lugares ya no para unos pocos privilegiados, sino abiertos a toda la ciudadanía de día y de noche donde se está más fresco que en su entorno inmediato. La vegetación y los árboles pueden ser nuestros aliados. Es evidente que Almeida y Ayuso no lo han entendido aún.
Madrid necesita imperiosamente esas islas de frescor (museos, bibliotecas, zonas de baño, espacios verdes) accesibles a cualquier ciudadano a menos de 7 minutos de su casa. Una estrategia que también incluya los patios escolares como “oasis”. Otro de los grandes desafíos que tiene Madrid y podemos hacerlo si gobernamos.
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Para evitar el sobrecalentamiento de Madrid, la ciudad debe tener la ambición de limitar aún más la circulación de los vehículos más contaminantes durante los periodos de olas de calor y con fuertes prohibiciones en situaciones críticas cada vez más frecuentes para implementarlo con normalidad en 2030
Dormir por las noches en Madrid en plena ola de calor es imposible. Llevo más de 2 semanas sin poder dormir 7 horas consecutivas. El calor procedente del tráfico es particularmente notable por las noches a nivel de revestimiento del suelo: almacenan el calor acumulado durante el día con el paso de los vehículos y lo liberan por la noche al entorno urbano. Para evitar el sobrecalentamiento de Madrid, la ciudad debe tener la ambición de limitar aún más la circulación de los vehículos más contaminantes durante los periodos de olas de calor y con fuertes prohibiciones en situaciones críticas cada vez más frecuentes para implementarlo con normalidad en 2030. Porque las olas de calor tienen mucho que ver, entre otras cosas, con los picos de contaminación de ozono. Junto a los anteriores, este aspecto supone otro desafío a corregir en Madrid.
Si hablamos de transición ecológica, no podemos olvidarnos de la energía. Madrid necesita un cambio profundo de modelo en este aspecto. Los tejados madrileños deben aprovecharse mejor para contribuir a la producción de energías limpias y baratas. En la anterior legislatura preparamos un proyecto para bajar la factura de la luz un 80%, además de producir energía con cero emisiones contaminantes. Imagina pagar un 80% menos de luz cada mes. Eso queremos hacer en Madrid. Los tejados restantes que no sean aptos para la producción de energía se deberían cubrir con una pintura con propiedades reflectantes para que ayuden a reducir el efecto de las islas de calor o con vegetación. Es urgente y hay que tener voluntad, algo de lo que carece el PP.
Todo esto resulta esencial en los tiempos que vivimos. Preservar nuestro medio ambiente implica mejorar nuestra salud y nuestra calidad de vida. Madrid tiene la capacidad suficiente para afrontar cada uno de estos desafíos, pero le faltan las ganas: el PP no las tiene, y su inutilidad nos asfixia día tras día. Como bien dice la alcaldesa de París Anne Hidalgo, “debemos y tenemos que cumplir con las exigencias de los jóvenes”, que en nuestro caso nos piden urgentemente una vida mejor en Madrid. Porque el primero y más inmediato desafío que tenemos por delante es echar a los negacionistas del cambio climático del poder y esto sólo llegará cuando las fuerzas progresistas madrileñas concentren sus fuerzas contra el enemigo común para construir el mejor Madrid. El Madrid de la esperanza. Y es ahí donde siempre podrán encontrarme. Madrid nos está esperando.
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