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Tribuna
El Bicibús conquista el espacio público de Barcelona
Activista por la movilidad sostenible y Consejera de movilidad del distrito de Sant Martí, Barcelona.
Hace 50 años comenzaba en el barrio de De Pijp, en Amsterdam, el movimiento ‘Stop de kindermoord’ (“parad el infanticidio”), que se quejaba de la ocupación excesiva del espacio público por parte de los coches, de los accidentes, de la falta de árboles y espacios para jugar, de por qué no se podían mover más en bici. Fue entonces cuando las familias empezaron a cortar las calles al tráfico y a abrirlas a las personas para crear espacios de juego seguro, ¿os suena todo esto?
Cada viernes, en Barcelona, centenares de niñas y niños van a sus escuelas en bici. Se trata del Bicibús, una iniciativa de las familias que empezó ya en el curso pasado en algunas escuelas de la comarca de Osona, en Catalunya, y también en una escuela del distrito de Sarrià–Sant Gervasi de Barcelona y en centros escolares de municipios metropolitanos como Gavà y Sant Cugat. Hoy en día se ha extendido por los distritos barceloneses de Eixample, Les Corts, Ciutat Vella, Sant Andreu y Sarrià–Sant Gervasi. Y sigue creciendo.
Las imágenes del Bicibús del Eixample se han hecho virales y han dado la vuelta al mundo, y están inspirando a muchas otras familias para impulsar otros Bicibús en ciudades de diversos países
¿Y qué es esto del Bicibús? se trata de un grupo de personas, mayores y pequeñas, que se reúnen en un punto para ir a otro lugar juntas en bicicleta (¡o patinete o patines o corriendo o como sea… pero sin coches ni motos!), haciendo diversas paradas donde se suman más participantes, como si se tratara de paradas de autobús. En este caso, el destino final son diversas escuelas del barrio. Tal y como lo relata Mireia Piqueras, una de las madres impulsoras vecina del Eixample, en la revista de barrio de Sant Antoni, “el Bicibús es una actividad colectiva para moverse de manera sostenible pero que va mucho más allá de ser un medio de transporte, ya que implica también aspectos reivindicativos, lúdicos, saludables y emocionales”.
Con el inicio del curso escolar en septiembre, después de que las familias hubieran analizado y compartido otras experiencias catalanas y del resto de Europa, empezó el Bicibús del distrito barcelonés del Eixample. Desde entonces, cada viernes lectivo hasta el día de hoy el Bicibús ha tenido lugar acompañado de música y por activistas de la bici, concejales del Ayuntamiento que se han sumado para mostrar su apoyo, vecindario, periodistas, personas curiosas… y cualquiera que se haya acercado habrá podido comprobar las caras de alegría que tienen todas las personas participantes.
Es fundamental que estos movimientos crezcan, pero también que las administraciones acompañen con políticas públicas que favorezcan medios de transporte sostenible tan transformadores como la bicicleta
Las imágenes del Bicibús del Eixample se han hecho virales y han dado la vuelta al mundo, y están inspirando a muchas otras familias para impulsar otros Bicibús en ciudades de diversos países. ¿Y por qué pasa esto? Ir a la escuela en bici no tendría mucho de especial si no fuera por las dimensiones del Bicibús, cada vez más multitudinario y con más recorridos. Y esto se hace justamente en el distrito de Barcelona con más tráfico de paso, más contaminación, más ruido, más accidentes, más gases de efecto invernadero y menos verde (en Eixample hay menos de dos metros cuadrados por habitante mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de diez…). Y es que el Bicibús no solo ayuda a que niñas y niños tengan una movilidad más activa, sino que visibiliza la necesidad de convertir Barcelona en una ciudad más habitable, donde apetezca quedarse a vivir y donde se ponga a la infancia y a la vida en el centro del diseño de las calles.
Precisamente en estos barrios de Barcelona es donde las familias se empezaron a organizar hace un par de años en un movimiento más global llamado Revuelta escolar. Es fundamental que estos movimientos crezcan, pero también que las administraciones acompañen con políticas públicas que favorezcan medios de transporte sostenible tan transformadores como la bicicleta. En Barcelona se espera que la red de carril bici llegue a los 272 kilómetros el próximo año, en otras ciudades como Madrid la red cuenta con 130 kilómetros (aunque es una ciudad seis veces más extensa que la capital catalana).
Ojalá todas las ciudades sigan el camino de reducir el espacio ocupado por los vehículos privados de motor y avanzar hacia una movilidad más sostenible.