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Sexualidad
Charo Ricart: “No se concibe que las personas con discapacidad tengan derecho al goce pleno de su sexualidad, se les observa como niños eternos”
Charo Ricart es doctora, sexóloga y tiene un 65% de discapacidad física. Ella siempre ha vivido la sexualidad con mucha naturalidad y reconoce haber tenido mucha suerte con el apoyo recibido en su entorno. Pero también sabe que la realidad es muy diferente para la mayoría de las personas que sufren algún tipo de diversidad funcional.
Hace unos años recibió la llamada de una compañera que trabajaba en un ambulatorio: “Charo, no te lo vas a creer. Una mujer ha venido a la consulta con dolores abdominales y las piernas amoratadas. Le ha costado un poco pero al final me ha explicado que tiene un hijo con discapacidad intelectual y le daba pena ver cómo intentaba satisfacer sus necesidades sexuales, porque ya es adulto. Ella es viuda y dice que, antes de que vaya a locales de prostitución, empezó a estimularle ella, pero al dormir juntos, él la ha tomado como su referente sexual para satisfacer sus necesidades”.
Fue el golpe definitivo que impulsó a Charo a fundar una asociación que atendiera a estas personas y a sus familiares, porque “lo peor de esta historia es que mi amiga no tenía a dónde mandar a esta mujer para que la ayudaran. El problema es más grave de lo que parece, hay una falta absoluta de recursos en el sistema”.
Sexualidad
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Según el último estudio realizado por el INE, casi 4 millones de personas sufren algún tipo de discapacidad en España, lo que se traduce en cerca de un 10% de la población total. “La mayoría de esas personas vivimos apartadas de la sexualidad, no solemos ser la opción sexual de las demás. A veces incluso la gente presupone que no tenemos interés por nada que implique piel o erotismo”, dice Pablo. Él sufre osteogénesis imperfecta, conocida como enfermedad de los huesos de cristal. Le provoca enanismo, deformidad y necesita silla de ruedas eléctrica para desplazarse.
“Socialmente no tengo demasiados problemas, más allá de que mis amigos ya saben que no pueden contar conmigo si van a hacer senderismo o una salida en bicicleta. Nada grave”, asegura Pablo. “El problema viene cuando tengo un interés sexual o romántico en alguna mujer. Normalmente me gustan las mujeres físicamente atractivas y a ellas no suelo gustarles yo. No tengo un aspecto agradable de ver y la cosa empeora cuanta menos ropa llevo”, lamenta. Al preguntarle por lo que le gustaría que cambiase en la sociedad actual, responde: “Más allá de las iniciativas que están surgiendo últimamente para informar sobre la existencia de la sexualidad en las personas con discapacidad, no se me ocurre mucho más, no podemos obligar a nadie a querernos o a excitarse con nosotros”.
Gracias a la asociación Sexualidad Funcional, creada en Valencia en 2017 por Charo Ricart y el terapeuta corporal Dimitri Zorzos, Pablo ha podido “experimentar con calma lo que es tocar a otra persona, leer sus reacciones corporales y disfrutar de ellas”
Gracias a la asociación Sexualidad Funcional, creada en Valencia en 2017 por Charo Ricart y el terapeuta corporal Dimitri Zorzos, Pablo ha podido “experimentar con calma lo que es tocar a otra persona, leer sus reacciones corporales y disfrutar de ellas. Me ha permitido desenvolverme de manera distinta en las relaciones cotidianas, con más autocontrol y un nivel mucho menor de obsesión por el sexo”. Los fundadores, Charo y Dimitri, se conocieron en Tandem Team Barcelona, una de las pocas asociaciones en España que atienden las necesidades sexuales de este colectivo. Con dinero de su bolsillo y apenas sin experiencias previas en las que fijarse, crearon la primera fundación de este tipo enel País Valencià.
Escuchando las demandas de quienes acudían a ellos en busca de orientación, comenzaron a ofrecer fundamentalmente tres tipos de servicios. En primer lugar, un consultorio donde recibir asesoramiento personalizado. “Si la educación sexual en los colegios en general es deficitaria, en los colegios de educación especial ni siquiera existe”, apunta Charo.
En segundo lugar, talleres vivenciales, los servicios más demandados. Se trata de sesiones grupales que abordan algún tema específico de sexualidad con un enfoque práctico y experimental. La fundadora explica que “es un espacio donde puede haber contacto físico para que experimenten de lo que se está hablando, pero no implica desnudarse ni hacer orgías. Tampoco es teoría en un Power Point, son experiencias que les preparan para situaciones reales. Se les enseña a conocer su cuerpo, a aceptarse con sus limitaciones y potencialidades y a saber expresarse de forma erótica. Estos talleres son necesarios, porque las personas con discapacidad en muchos casos no tienen posibilidad de vivirlo en otros espacios”.
Como tercer recurso, se ofrece el acompañamiento íntimo. Quienes solicitan este servicio se entrevistan previamente con el centro para expresar lo que buscan. Después, la asociación cruza perfiles con el terapeuta más adecuado y éstos acuerdan entre ellos de forma particular los términos del encuentro: dónde, cómo, cuándo y sus demandas específicas. Normalmente son individuales aunque también se ofrece asistencia para parejas que necesitan de algún tipo de colaboración para sus encuentros íntimos por razones prácticas.
En cuanto a la remuneración económica, Dimitri opina que “es importante para poder definir mejor los límites y las condiciones de los encuentros. Cuando una persona no tiene los recursos, le pido que me ofrezca algún tipo de trueque. He aceptado cosas muy diferentes siempre y cuando me he sentido respetado”. En todo caso, ésta es una cuestión que depende exclusivamente de la situación personal de cada usuario y de su acuerdo particular con el o la terapeuta. La asociación no recibe ningún beneficio económico a través del acompañamiento íntimo.
Dimitri Zorzos, de origen griego, es acompañante íntimo, terapeuta corporal y masajista para personas con discapacidad desde 2010. Asegura que las personas que solicitan este recurso suelen estar condicionadas por el imaginario colectivo, los modelos de belleza y los comportamientos que se promueven a través de los medios de comunicación. Así que algunos al principio “llegan verbalizando demandas como follar, tener un orgasmo... Pero cuando se produce el encuentro, se hace evidente que la carencia real es el contacto humano, la intimidad, la compañía, el validarse como ser sexual, como hombre o mujer a través del intercambio de placer en un contexto de honestidad, presencia y respeto”.
A lo largo de los años Dimitri ve cada vez más razones para seguir ofreciéndose como terapeuta corporal. “Puedo afirmar que me ha cambiado completamente como persona. Me ha ayudado a deconstruir los cánones de belleza impuestos culturalmente y muchas cosas más, explica Zorzos sobre un trabajo que “vale la pena porque, cuando se hace en condiciones, puede ser muy beneficioso también para las personas que tenemos la suerte de vivir experiencias tan excepcionales”.
“Hay tantas sexualidades como personas, y las formas de vivirlas y expresarlas son infinitas. Cada persona puede ser maestra y alumna, compañera y amante. Podemos comunicar, mostrar afecto, ofrecer cuidados; en definitiva es una oportunidad de ser mejores personas para nosotras mismas y para las demás”, remarca Zorzos
Su trabajo consiste en “crear un espacio seguro de intimidad para personas que tienen grandes dificultades o pocas posibilidades de encontrarlos”. Pero advierte que la asistencia sexual no es una panacea tampoco. “Para atender las necesidades de las personas con diversidad funcional en este ámbito hacen falta una serie de recursos complementarios. Talleres grupales, de parejas e individuales. Terapias corporales y consultas. Eventos de socialización. Charlas de sensibilización, de información y de difusión, etc.”, a lo que añade que “hay tantas sexualidades como personas, y las formas de vivirlas y expresarlas son infinitas. Cada persona puede ser maestra y alumna, compañera y amante. Podemos comunicar, mostrar afecto, ofrecer cuidados; en definitiva es una oportunidad de ser mejores personas para nosotras mismas y para las demás”.
Una asociación necesaria
Javi, de 49 años, es usuario de la asociación. Padece parálisis cerebral hipertónica desde que lo vacunaron contra la viruela cuando tenía cuatro meses de vida, lo que le afecta al sistema nervioso, al lenguaje y le produce movimientos involuntarios. Los que conocen a Javi saben que no tiene tapujos para hablar sobre su sexualidad. “A mí me encanta, me apasiona jugar con mi cuerpo”. Pero lamenta que “hay muchos familiares que tienen hijos con discapacidad y que no quieren que disfruten con su sexualidad. Voy a poner un ejemplo simple. ¿Por qué hay logopedia para aprender hablar un poco mejor? Es igual, esta Asociación de Sexualidad Funcional es necesaria para aprender a conocer nuestros cuerpos y así aprender a darnos placer”. Él opina que el personal de la asociación debería estar en contacto con los médicos y trabajadores sociales para “dar consejos o reeducar a las familias”.
Charo Ricart, presidenta de Sexualidad Funcional, está de acuerdo. Insiste en que hace falta formación para diferentes perfiles profesionales (profesores, personal sanitario…) para que sepan atender y responder a las preguntas de las personas con discapacidad. “Por ejemplo, en el caso de la discapacidad intelectual, todas las familias tienen problemas con el tema de la masturbación, porque sus hijos no saben o se hacen daño y acaban haciendo cosas que no deberían para evitarlo. La sexualidad de estas personas ha estado abandonada e invisibilizada durante mucho tiempo por falta de recursos. Esta gente está desprotegida y no hay nadie que resuelva sus dudas. No se concibe hoy en día que tengan derecho al goce pleno de su sexualidad. Se les observa como niños eternos”.
Así se ha sentido tratada en muchas ocasiones Sabrina, también usuaria de la asociación. Ella nació con parálisis cerebral a consecuencia de falta de oxígeno durante el parto. Sus relaciones personales se han visto afectadas más “por cómo el entorno percibe a las personas con diversidad funcional en este ámbito que por el mero hecho de tener una discapacidad. La sociedad tiende a apartar a todas aquellas personas que no están dentro de lo que se considera normativo, lo cual dificulta nuestras relaciones sociales y más aún si cabe las afectivas”.
Sabrina, usuaria del centro, considera que este tipo de servicios son necesarios porque “todas las personas tenemos derecho a disfrutar de una vida sexual-afectiva satisfactoria y a que no se nos trate como seres asexuales o angelitos por el simple hecho de tener una discapacidad”
Considera que este tipo de servicios son necesarios porque “todas las personas tenemos derecho a disfrutar de una vida sexual-afectiva satisfactoria y a que no se nos trate como seres asexuales o angelitos por el simple hecho de tener una discapacidad”. Para ella, la existencia de la asociación constituye “un gran avance, que debería haberse producido mucho antes. Aunque en este momento yo tengo mi vida sexual y afectiva resuelta, dado que tengo pareja estable desde hace varios años, en los talleres vivenciales de la asociación he aprendido a quererme y sentirme atractiva para mí misma y para otras personas, a pesar de tener un cuerpo no normativo”.
Sabrina piensa que debería producirse “una transformación total a nivel social, puesto que ninguna persona es un niño durante toda su vida y por tanto no se le debe tratar así de forma indefinida. La clave reside en una infantilizacion sistemática y perenne, exacerbada e injustificada”. Si en nuestros tiempos el sexo sigue siendo todavía un tabú para la mayoría de la sociedad, las personas con diversidad funcional lo sufren por partida doble, ya que muchos sienten que los miramos desde una perspectiva eternamente paternalista. “En nuestra cultura no hablamos de estos temas”, dice Dimitri, “subyace la idea de que si tienes un cuerpo funcional y normativo el resto viene automáticamente y no hay más que tratar. Esta concepción deja fuera a mucha gente y crea todos los problemas que casi todas las personas nos enfrentamos a la hora de gestionar nuestras relaciones”.
Debido a la pandemia, la asociación, que ha atendido hasta ahora a más de 500 personas, se ha visto obligada a cerrar el local que tenía alquilado en la calle Gil i Morte en València, donde trabajaron durante tres años
Debido a la pandemia, la asociación, que ha atendido hasta ahora a más de 500 personas, se ha visto obligada a cerrar el local que tenía alquilado en la calle Gil i Morte en Valencia, donde trabajaron durante tres años. En la actualidad no realizan actividades presenciales y fundamentalmente se llevan acabo asesoramientos, cursos de formación, charlas online y campañas de sensibilización, como el último video que protagoniza Charo Ricart, Del tabú al derecho a ser feliz.
A la espera de recibir el apoyo económico de alguna entidad, se están enfocando ahora en la difusión. Mientras, para quien quiera profundizar en el tema, Dimitri lanza algunas recomiendaciones. En primer lugar la película Las sesiones (2012), “porque como acompañante íntimo me siento bastante identificado”. También el documental de TV3 Jo també vull sexe (2016), el capítulo de La lujuria del programa de Jon Sistiaga Tabú o Yes, we fuck del realizador Raúl de la Morena, ofrecen diferentes propuestas audiovisuales sobre una realidad que empieza a dejar de ser invisible.
Un cambio lento, pero sin posibilidad de retroceso por las demandas del colectivo. Desde Sexualidad Funcional reclaman que las carencias todavía son enormes y “la desinformación junto a los tabúes y los estigmas dan un carácter de urgencia a la necesidad de abordar estos temas con multitud de recursos, profesionales y colectivos”. Todo ello debería hacerse “con el apoyo de las instituciones, por supuesto”. Dimitri asegura que desde la asociación sienten que han abierto un largo camino. “Hemos dado un primer paso. El trabajo que queda es inmenso y tenemos las ganas y las herramientas para seguir adelante cuando esto sea posible”.