Salud mental
“Esquizofrénico mata a...”

Hace tiempo que se trata de cambiar la percepción social acerca de las personas con trastornos mentales. Una tarea enorme que puede llevar décadas.
Ciclotimias - 2
22 ene 2021 11:23

La noticia

El pasado 12 de enero se conoció la noticia cuyo titular, después corregido por el medio aragonés La Comarca, venía a decir algo así como “La Guardia Civil abate a un esquizofrénico que amenazaba a su familia con un cuchillo”. No se aprecia en el texto la relevancia concreta del diagnóstico o que tuviera algo que ver con el incidente. Podría tratarse perfectamente de alguien sin ningún problema psíquico. El pasado noviembre trascendía a los medios, gracias a varios vídeos bastante claros, la agresión policial a Paula Parra en un centro de salud de Sabadell. Una crisis que los Mossos trataron de aplacar con el uso de una pistola taser y hasta con una patada en la cabeza de la chica cuando ya estaba inmovilizada en el suelo.

La mayoría de la gente no encuentra nada especial en el primer titular típico de sucesos y que suele tener variantes en torno a “Esquizofrénico mata a…”, y la segunda noticia no es difícil que vea argumentos justificadores como “estaba histérica” o la pregunta “¿y qué haces si no?”. Los titulares más graves. Hace no tantos años tampoco eran llamativos titulares del tipo “Fallece mujer a manos de su marido” o el uso de la expresión “crimen pasional”. También eran naturales los chistes machistas o reírse de gangosos.

Al problema que supone tener un trastorno mental se unen el desatino de la psiquiatría hegemónica y la suplantación casi absoluta de la voz del colectivo por parte de las organizaciones de familiares

Hace tiempo que se trata de cambiar la percepción social acerca de las personas con trastornos mentales. Una tarea enorme que puede llevar décadas y que tiene la dificultad añadida de las condiciones y características propias del colectivo. Al problema que supone tener un trastorno mental se unen el desatino de la psiquiatría hegemónica y la suplantación casi absoluta de la voz del colectivo por parte de las organizaciones de familiares. Este es un problema que ya habían pasado otros colectivos como el de personas afectadas por el VIH/SIDA. La alta y sobre todo rápida mortalidad de los tiempos iniciales dejaba en manos de familiares y amistades el trabajo de la acción social y política necesarias. Posteriormente, hubo entidades donde el relevo fue motivo de conflicto.

El titular de sucesos, o uno similar, se repite, más o menos, cada año sin fecha fija en el calendario. Marca el inicio del mismo ritual colectivo de cohesión social a través de la criminalización pública de la totalidad del colectivo loco. Ese colectivo loco es, una vez más, el “otro” ajeno cuyo conocimiento y empatía por parte de la sociedad implicaría que esta volviera la mirada hacia sí misma. Siempre es un asesinato, intento de homicidio o algún delito de gravedad similar. Una noticia típicamente local que trasciende al ámbito nacional con titulares discriminatorios que harían sonrojar a cualquiera si se tratara de otros colectivos.

La persona en cuestión, por lo general un hombre, tiene un diagnóstico de tipo psicótico como esquizofrenia o bipolar. Normalmente la noticia es que mata o intenta matar a algún familiar. A menudo se menciona que había dejado de tomar medicación. También es posible, como sucedió el pasado día 12, que alguien llame a la policía o la Guardia Civil, en lugar de llamar a personal especializado, o que los propios protocolos del 112 incluyan dicha presencia policial, por lo general sin ninguna formación. También puede suceder que estas fuerzas del orden intervengan con el resultado de matar a la persona.

Después, se muestran posicionamientos de varios colectivos apelados y se exponen argumentos y puntos de vista. Siempre hay un discurso que llega a la población general y otro más reducido, seguramente más exigente por entrar en esa mirada empática, que se queda en redes digitales o círculos especializados, incluso underground, sin mucha más visibilidad.

También hay mecanismos implícitos de tipo económico que solo a veces se mencionan, rara vez veremos en medios de comunicación de masas y no suelen ser cuestionados. Los medios venden, las recetas de psiquiatría aumentan, los convenios con asociaciones se multiplican, los puestos políticos se negocian y los salarios se pagan.

El discurso es “estaba loco, no atendía a razones y hubo que disparar”

Las asociaciones de familiares, agrupadas bajo el paraguas único de FEAFES, lamentan lo ocurrido y muestran cifras estadísticas que hablan de la irrelevancia de la criminalidad entre las personas con trastorno mental. Las organizaciones de profesionales psiquiátricos (la Sociedad Española de Psiquiatría - SEP) hablan de la importancia de la prescripción de psicofármacos, de la necesidad de tratamientos ambulatorios involuntarios (a pesar de su declaración de inconstitucionales) y dejan caer que hay en el mercado tal o cual fármaco inyectable cuatrimestral.

Algunas organizaciones “en primera persona” (formadas por quienes que han tenido o tienen trastornos mentales) como Activament en Cataluña o la Federación En Primera Persona de Andalucía logran salir en algunos medios con los que tienen contacto y con más o menos el mismo discurso que las asociaciones de familiares. Los colectivos locos como GAM Valencia, Orgullo Loco y otros se indignan y montan follón en redes y, de vez en cuando, consiguen algo de visibilidad gracias a alguna entrevista en algún medio. La rama crítica de profesionales de la salud mental (básicamente agrupados en la Asociación Española de Neuropsiquiatría, AEN y algunas otras más) sacan algún comunicado y se solidarizan con el colectivo. Unos medios y otros publican noticias y posicionamientos.

Luego pasan unos días, el clima se tranquiliza y se olvida el tema… Hasta el año que viene o cuando sea, en otra fecha indeterminada del calendario.

Lo que no es noticia

Por lo general no suele trascender ningún detalle de los desencadenantes de la crisis, de la situación familiar general, del grado de capacitación de las fuerzas de seguridad que han intervenido, etcétera. El discurso es “estaba loco, no atendía a razones y hubo que disparar”. La protección de la privacidad es un derecho fundamental y los datos médicos lo son de forma especial pero la imagen social que queda del hecho es pobre, sesgada y hace flaco favor a las personas y familias con problemas de este tipo. El interés de una noticia así es inversamente proporcional al tiempo que ha pasado desde que ha sucedido. También lo es la capacidad de análisis y atención del público a medida que se van revelando datos. Cuanta más profundidad, más complejo y más exigente es para quien se informa, y menos posible es que lo haga. Lo complicado no vende medios y el común de los mortales funciona con estereotipos, por no decir caricaturas.

En la jerarquía de poder de la salud mental, este tipo de noticias justifican presupuesto sanitario, recetas médicas e inversión en nuevos y carísimos neurolépticos inyectables de mayor duración. Hay personas que suponen un gasto farmacéutico de dinero público que podría cubrir sin problema una atención psicológica y social que llevaría a una plena recuperación del problema. En el sector del trabajo social tenemos subvenciones a la red asociativa, programas de adherencia a los tratamientos, intervenciones socio-sanitarias a domicilio, etcétera. Todo ello subordinado a la intervención farmacéutica, pilar fundamental e inalterable de la salud mental.

No es noticia que se acumulen las evidencias de que el uso de fármacos puede ser en extremo contraproducente y dañino

Para asegurar dicho pilar se presentan ideas como poner microchips de seguimiento a las pastillas para saber si el paciente se las ha tragado o no. Toda una industria productiva y de servicios con miles y miles de puestos de trabajo se ve justificada por noticias sensacionalistas como la del día 12. Además con una tendencia y capacidad crecientes de control total sobre la vida de las personas sin necesidad de encerrarlas en un anticuado manicomio.

No es noticia que se acumulen las evidencias de que el uso de fármacos puede ser en extremo contraproducente y dañino. No es noticia que puede intevenir sin violar un solo derecho fundamental de la persona, sin atarla a una cama, sin herirla para meterla en una ambulancia, sin usar taser para reducirla, sin encerrarla 20 días en un hospital. No es noticia que mucha gente logre prescindir de los fármacos y pueda volver a pensar y tener emociones. No es noticia que la recuperación de un trastorno mental grave exista.

El tabú y la ignorancia: la responsabilidad del entorno familiar

Solo recientemente se ha comenzado a dar importancia y de manera tímida a la intervención familiar en los trastornos mentales graves. Este cambio ha venido quizá de la fuerza de la evidencia exhibida estos años una y otra vez por el activismo del colectivo loco y el de profesionales. No ha venido por parte de las familias que por lo general se sienten atacadas y culpabilizadas por este enfoque. El modelo biomédico, que triunfó después de la reforma psiquiátrica de los 80, las liberó de responsabilidad por localizar y delimitar el problema en el cerebro de la persona, desposeyendo incluso de voluntad y capacidad para decidir, hacer su vida y aprender y recuperarse por sí misma. Las tomas de conciencia de poder y privilegios requieren esfuerzo y pueden ser dolorosas.

Las intervenciones terapéuticas de tipo familiar y sistémico logran altas tasas de recuperación sin uso de fármacos. Sin embargo, en el modelo sanitario biomédico, ahora camuflado bajo el nombre políticamente correcto de biopsicosocial, se continúa llevando a la gente hasta el callejón sin salida de la cronificación, la condena de por vida a ser tratado y asumir el rol de enfermo mental. Una cronificación que a su vez sustenta la industria, ya no la farmacéutica, sino toda una red asociaciones de familiares, religiosas y empresas de intervención social. El inconmensurable discurso de “es el cerebro que funciona mal” creció durante décadas sobre cantidades ingentes de dinero del lobby farmacéutico y se ha venido distribuyendo entre organizaciones profesionales, medios de comunicación, asociaciones de familiares, etcétera.

Es irónico que, en el caso de los cuerpos policiales y la Guardia Civil, su salud mental sea mejorable y las tasas de suicidio son reconocida y notablemente altas

Frente a este cerebrocentrismo, los datos apuntan a una significativa importancia de la existencia de violencia y abusos físicos, psicológicos y sexuales dentro de las familias de las personas con trastornos mentales. Se han llegado a mencionar cifras de más de un 60% de personas con esquizofrenia que han sufrido este tipo de abusos en la infancia o adolescencia. Las teorías apuntan una y otra vez a que la crianza y el entorno familiar en edades tempranas son determinantes para el desarrollo sano de la persona. Cuando escuchas las historias de personas con trastornos mentales es rara la ocasión en que no hay un entorno duro, un trauma, duelo o algún tipo de maltrato o abuso más o menos continuados relacionados con la violencia dentro de la familia. Hace unos años se generó, en imitación al #MeToo del feminismo, el hashtag #MeMad en Twitter en el que se recogían experiencias personales familiares vividas como traumas y agresiones. Podría pensarse que la mayoría del trabajo terapéutico estaría mejor invertido en la familia antes que en las personas que padecen estas violencias

El sesgo en las fuerzas policiales y la justicia

Hay que advertir que el contacto de las fuerzas policiales con personas con un brote psicótico es muy reducido. Como siempre se repite hasta la saciedad, las cifras de violencia del colectivo loco son incluso inferiores a las de la población general y cuando se da, suele ser en forma de autolesiones o suicidio. El único contacto con los cuerpos de seguridad se da cuando existe violencia y es la única percepción que tienen del colectivo generando un sesgo. Si tenemos un millón de personas con trastornos mentales graves y una de ellas comete un crimen y por ello tiene contacto con la policía, nos quedan 999.999 que no lo han hecho y de las que la policía apenas sabe nada.

Este mismo sesgo se extiende al ámbito judicial y provoca la suspensión de derechos fundamentales de manera habitual y sin consecuencias. Cuando se retiene a una persona contra su voluntad en un ingreso psiquiátrico, hay obligación por parte del juez o jueza de evaluar que ese ingreso se ha realizado porque la persona “representaba un peligro para otros o para sí misma”. Básicamente, se ha producido una detención sin haberse cometido ningún delito “por si acaso” y con presunción de culpabilidad. Esta predicción se realiza a menudo mediante una videoconferencia o llamada telefónica del juez al hospital psiquiátrico.

Es irónico que, en el caso de los cuerpos policiales y la Guardia Civil, su salud mental sea mejorable y las tasas de suicidio son reconocida y notablemente altas. En los años de plomo del terrorismo de ETA, no era raro que muchos guardias civiles sufrieran trastornos psicóticos debido al estrés, la presión y el miedo. En la actualidad son varias las asociaciones policiales que se han implicado con los problemas mentales y el suicidio colaborando con la asociación Papageno que trabaja en la prevención y postvención del suicidio.

Los medios de comunicación y la construcción social de la locura

Cuando un brote psicótico tiene un componente paranoide puede derivar en miedo que a su vez puede llevar a agresiones. Según un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (Warner 1983, p. 203) los brotes con síntomas violentos y agresividad (refiriéndose al discurso paranoide, sin diferenciar que derive o no en agresiones) parecían ser más frecuentes en países occidentales con mayor nivel de atención psiquiátrica. En los EE UU era donde más aparecía la violencia asociada a la locura y en Europa era algo menor. En los dos países, uno africano y otro asiático, con dificultades para la atención psiquiátrica continuada pero construcciones culturales que integraban y daban un sentido a la locura en su sociedad era donde menos violencia se vivía.

La tragedia vivida en Teruel no es frecuente y esto está respaldado por las estadísticas. Es más frecuente que el colectivo tenga unas altas cifras de suicidio

Esto es obviamente relevante para lo que nos ocupa. En los países como EE UU o europeos la locura es un territorio desconocido y no hay referencias para la población en general ni para las propias personas que enloquecen salvo las imágenes cinematográficas del cine de terror y el discurso del cerebro estropeado que hacen que pierdan su identidad de personas para ser una especie de zombis amenazantes. Esta imagen es reforzada por el aspecto físico que da el abuso de neurolépticos al que se obliga al colectivo. De hecho, muchas personas con trastorno mental desmedicalizadas que salen del armario, incluso en espacios públicos delante de veteranos profesionales psi, reciben comentarios del tipo “pues no se te nota”. En cambio, en países donde la cultura integra las experiencias de locura, tanto la persona puede encauzar dichas vivencias como la familia y la comunidad entenderlas y aceptarlas.

En España existe una Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANISalud). Fue presidida por Emilio de Benito, un periodista de El País que ha titulado noticias de formas discriminatorias y sesgadas similares a la comentada al inicio. La entidad que presidía tiene como “socios protectores y colaboradores” a un listado que incluye varias de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo. Se ha realizado algún estudio (difundido en su momento por la Plataforma No Gracias) que evaluaba la capacidad de influencia del marketing sobre la prescripción médica y resultó mayor de lo que suponían las propias profesionales encuestadas.

Supervivientes de la psiquiatría

La tragedia vivida en Teruel no es frecuente y esto está respaldado por las estadísticas. Es más frecuente que el colectivo tenga unas altas cifras de suicidio. Lo que sufre una importante mayoría es un grave deterioro de su salud debido al uso y abuso de neurolépticos y otros psicofármacos. Los efectos adversos de estas sustancias consumidas durante años y años incluyen obesidad, sedación, embotamiento emocional, disfunciones sexuales, deterioro cognitivo... El elevado consumo de café y tabaco como estimulantes está vinculado a la compensación de estos efectos adversos. Muchos de estos problemas suelen confluir en el llamado síndrome metabólico formado por obesidad, hipertensión y diabetes, que tiene como consecuencia una más que notable reducción de entre 10 y 20 años en la esperanza de vida. Una vida que como puede imaginarse no es de gran calidad. Un desempleo de más del 80%,  unas pensiones no contributivas que apenas sirven para pagar una habitación, una discriminación social interiorizada hasta límites absurdos (hay gente que renuncia a tener pareja) y futuros temidos como sin hogar, trabajo sexual o el fantasma omnipresente del suicidio.

El activismo del colectivo loco a nivel internacional, con varias décadas de experiencia por delante de España y en alianza con una red de organizaciones de profesionales psi e investigadores en universidades, no duda en autodenominarse “movimiento de supervivientes de la psiquiatría”. En España estos activismos hace pocos años que han comenzado a tomar fuerza. Se mezclan y toman sin dudar como referentes al movimiento LGTB+, a los feminismos, al antirracismo, la teoría queer, el decolonialismo, etc porque son conscientes de que las causas y soluciones del sufrimiento psíquico tienen más que ver con las opresiones y la emancipación que con tomar pastillas todos los días mientras cumples años viviendo en casa de tus padres. Pesan décadas de insistencia en demostrar que existe un fallo del cerebro y que éste única y exclusivamente se arregla con psicofármacos. Los Grupos de Apoyo Mutuo en salud mental, la organización del Orgullo Loco y un creciente número de colectivos han venido para quedarse y cambiar la forma en que se comprende la locura y la forma en que la sociedad se comprende a sí misma.
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Vale
30/11/2022 1:41

No se si el que escribio sabe de cerca lo que es una esquizofrenia y me refiero que lo padezca en su propia familia pero hay algo que llama la atencion en los comentarios.Si lo sufrieran en su propia carne y supieran lo peligrosa que es una persona con esquizofrenia y sin tratar ..no hablarian igual que lo han dicho..que con psicoterapia se arregla y no hacen falta las pastillas?Disculpenme pero es la forma de pensar del enfermo de esquizofrenia, el igual afirma no necesitar pastillas..

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Gilipollas, pero mucho
21/3/2024 15:52

Ah, por cierto, yo no digo que sólo con terapia ese arregla. Digo que los psicofármacos no arreglan nada, son calmantes , bajan o anulan la emotividad y ya. Sobre terapias, solo decir que hay un universo que puede ser igual o peor que los psicofármacos. En la frontera, están las terapias familiares-sistémicas que, en el caso concreto del Diálogo Abierto, logran recuperaciones plenas en el 80% sin usar psicofármacos o sólo con usos breves.

La noticia que mencionaba de la Ertzaina:

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/editorial/protocolos-equivocados-opacos-y-mal-aplicados

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Gilipollas, pero mucho
21/3/2024 15:46

Olis. Soy el autor. Yo tengo un diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Llevo 10 años en la red crítica y activista en salud mental donde hay locos, profesionales y familiares. Conozco a bastante gente con diagnóstico con síntomas y sin ellos, consumiendo psicofármacos o gestionandose de otras formas. Con este argumento de autoridad (que en realidad no vale nada) quiero decir que puedes fiarte de lo que digo porque no hablo desde fuera, no hablo desde un caso o experiencia particular, no suelo hablar tampoco desde la generalización salvo que tenga bastante seguridad. He tenido parejas con diagnóstico y síntomas y he tendido que gestionar, mejor o peor, con ayuda o sin ella, pero están vivas y no ha tenido que venir la policía nunca salvo una vez que fue anterior a darme cuenta del problema que supone la policía sin formación. Por suerte, no hubo problemas.

Vengo justo hoy aquí porque ha vuelto a morir alguien en esta situación. Hoy 20 de marzo de 2024 en Astigarraga, parece ser que por una intervención de la Ertzaina en una situación que ya estaba tranquila. No hace mucho, ni 6 meses, creo, algo parecido en Coruña.

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#81659
2/2/2021 12:51

bueno... con ciertas dudas

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Gilipollas, pero mucho
21/3/2024 16:22

No hay blanco y negro, efectivamente, pero vivimos en la convención de justificar siempre que no se puede hacer nada salvo inmovilización,contención mecánica, inyección y 20 días de privación de libertad sin poder tener emociones o pensar en ello hablando con alguien.

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#80799
24/1/2021 10:41

Muchas gracias! Esclarecedor y bien documentado. Me ha gustado mucho

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#80763
23/1/2021 15:59

Sublime.

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#80675
22/1/2021 17:05

Esquizocentrismo

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Gilipollas, pero mucho
21/3/2024 16:23

Esquizonacionalismo!!

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#80674
22/1/2021 16:46

Muchísimas gracias por el artículo. Lo dice un psicótico : )

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#80648
22/1/2021 14:21

Para conocer el mundo de la esquizofrenia sin prejuicios, para entender al esquizofrénico y cómo entiende el mundo, recomiendo leer a Fernando Colina. Aquí un par de estrevistas.

http://postpsiquiatria.blogspot.com/search/label/psicoanálisis?updated-max=2015-07-29T16:21:00%2B01:00&max-results=20&start=2&by-date=false

http://postpsiquiatria.blogspot.com/search/label/antipsiquiatr%C3%ADa?updated-max=2013-12-15T00:12:00Z&max-results=20&start=9&by-date=false

Fundamentales por otra parte los planteamientos de la antipsiquiatría al respecto, como los de Laing y Cooper, que ya hace 40 años dejaban en ridículo a los "descubrimientos" de la neurociencia de hoy, explicando la relación de la esquizofrenia con la sociedad y en especial con la familia. Casi todos sus libros, fáciles de leer para no especialistas, se pueden encontrar en descarga.

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#80649
22/1/2021 14:23

Veo que precisamente Colina ha escrito hoy en El Salto, en el blog El rumor de las multitudes

https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/sombras-psiquiatria

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