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Residencias de mayores
Goteras e inundaciones en una residencia de enfermos de alzhéimer en Madrid
El temporal de lluvias que afecta a la península no solo está dejando carreteras cortadas o alcantarillas colapsadas. También espacios vitales como residencias de ancianos, enfermos y dependientes. “Nos quedamos ayer cuatro o cinco familiares después de las visitas a echar una mano porque las pobres trabajadoras están superadas con la situación”, explica Nacho, que tiene a su madre ingresada en la residencia y centro de día Fundación Reina Sofía Alzheimer, en Vallecas (Madrid). Él explica a El Salto que además de la falta de personal la falta de mantenimiento está generando situaciones como que el aire acondicionado salte continuamente en verano o las goteras y filtraciones de agua que se han dado este otoño.
“Las trabajadoras estaban hasta llorando”, explica y también hace referencia a la dirección del centro, que según él, “viendo cómo estaba la situación se marchó a su casa”. En el momento más crítico de la noche, el centro se encontraba sin gerente o gobernanta, como ocurre en muchas residencias de mayores o personas con discapacidad. “Lo venimos reclamando tanto a la residencia como a Atención al Mayor -organismo del Gobierno regional de la Comunidad de Madrid- y nada”, comenta Nacho, que espera que la reunión que tienen este jueves con el departamento dependiente de Ayuso pueda acelerar la solución de la situación.
Este familiar explica que durante todo el día de ayer había balsas de agua, pero las cosas empeoraron a la tarde cuando la lluvia fue más fuerte. Coincidió con la visita de las cuatro de los familiares y muchos se pusieron a echar una mano para achicar agua y secar los suelos por el riesgo de caída considerable. “Por lo que nos dicen muchas trabajadoras, no es la primera vez que pasa, parece ser que es algo habitual”, comenta, a la vez que reconoce que en los tres años que lleva su madre ingresada no había visto nada igual. Él mismo se quedó bien entrada la noche hasta que decidieron llamar a los bomberos asustados porque el agua que salía del techo, de las paredes y que se acumulaba en suelos como el de la farmacia, pudiera generar algún cortocircuito en el circuito eléctrico. Estos acudieron y revisaron y, según los familiares, dijeron que las goteras era “una evidente falta de mantenimiento” de las instalaciones.
Desde el sindicato Progresa, con representación entre las trabajadoras del centro, confirman que anoche en el centro sólo había cuatro limpiadoras por lo que no pudieron dar abasto a recoger todo el agua que inundaba el hall, los pasillos y demás instancias. Además tuvieron que dejar todas las demás tareas, como recoger platos o la ropa, para atender a las inundaciones que asegura que llevan años ocurriendo. “Se han hecho unas entrevistas con las trabajadoras por órden de Inspección de Trabajo y el informe confirma que están en riesgo muy elevado de estrés por carga de trabajo”, explica la presidenta del Comité de Trabajo, Sol Méndez, que sigue la situación de cerca. Esta mañana confirman desde el centro que lo peor pasó cuando las lluvias pararon. “Dependemos del estado del clima para estar tranquilos un día, no de las gestiones y el buen hacer de la administración y las empresas gestora”, responde un familiar del centro. El Salto ha intentado hablar con la dirección del centro en reiteradas ocasiones pero no ha sido posible.
“Se han hecho unas entrevistas con las trabajadoras por órden de Inspección de Trabajo y el informe confirma que están en riesgo muy elevado de estrés por carga de trabajo”
Protestas contra la gestión de Mensajeros de la Paz
No es la primera vez que los familiares denuncian e incluso protestan ante la Comunidad de Madrid y Mensajeros de la Paz por la situación del centro. Se trata de un recinto que surgió llamado a ser referente en la atención a enfermos de Alzheimer y que cuenta con instalaciones divididas en módulos de vida para tener un mayor control de las necesidades de estos residentes. Residentes mayores a otros enfermos o dependientes ya que, por su enfermedad, necesitan apoyo contínuo incluso para hidratarse o moverse a lo largo del día. “No es solo pérdida de memoria —explica Paloma, que tiene a su madre ingresada en el centro desde hace casi tres años—, dejan de andar, se olvidan de tragar, tienen problemas dermatológicos, estomacales, dolores. Como no hay tratamiento, lo único que podemos hacer es intentar frenar el avance y, como además, son pacientes con una esperanza de vida larga, se vuelve más difícil todo. Porque no es lo mismo luchar contra el cáncer dos años que contra el alzhéimer durante veinte”.
El problema, según trabajadores y familiares, surge cuando la Comunidad de Madrid saca pliegos de condiciones para la contratación de la gestión y estos son presupuestariamente insuficientes para tener al personal que precisan las instalaciones. Desde limpieza a auxiliares, explican, ya que al tener los módulos separados requiere más personal por unidad al entender los descansos o visitas al baño que las trabajadoras pueden realizar y obligaría a dejar solos a los residentes. Una situación que se agudiza según las protestas cuando la empresa Clece deja la gestión y la toma la ONG del Padre Ángel Mensajeros de la Paz. Clece, a nivel organizativo, no tenía nada que ver. Por ejemplo, las empleadas de limpieza, empezaron con nueve en cada turno y quedaron en seis. Ahora hay días que solo hay dos o tres limpiadoras. Para limpiar baños, platos, ropa, una barbaridad con 156 asistentes y 25.000 metros cuadrados”, explicaba a El Salto el Comité de Empresa en junio cuando los familiares pidieron a la Comunidad de Madrid que restringiera el contrato de la ONG para llevar el centro.
Esta petición se vio seguida de la renuncia del propio Padre Ángel directamente a la consejera de de Familia, Juventud y Política Social, Concepción Dancausa. En contra de lo esperado, la Comunidad de Madrid rechazó el abandono de Mensajeros de la Paz y les obligó a continuar con la gestión del centro. Desde la ONG se transmitió un mensaje de tranquilidad e incluso optimismo, aunque tienen miedo de las consecuencias que pueda traer para su imagen de marca esta situación. “Vamos a seguir trabajando en la residencia y yo, personalmente, con el Consejo de familiares”, explicaba en junio a El Salto Manuel Castro, director de operaciones de Edad Dorada, entidad dentro de Mensajeros de la Paz que gestiona la residencia de alzhéimer Reina Sofía. “Eso sí —advierte Castro— las expectativas de los familiares deben ser realistas, esto no puede ser un hospital”.