We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Feminismo poscolonial
Memorias del feminismo andaluz: Asociación Democrática de la Mujer Andaluza "Mariana Pineda"
La memoria es un verbo cargado de ideología. La memoria es un espejo con vistas a la calle que transitamos pero en otro tiempo. La memoria es un edificio que se construye escarbando con las manos en los escombros de lo que quedó y de quien quedó para contarla. La memoria es justicia social y también la responsabilidad de las que habitamos el presente.
Miro las manos de mi madre, que ya están empezando a arrugarse tímidamente, y me pregunto: ¿Qué habrán vivido esas manos? Me viene a la memoria un día de verano en una comida familiar. Un primo político de mi madre contaba cómo se enteró que el día que Tejero sacó los tanques por la calles de Valencia, unos paisanos fascistas –a los que le venía muy grande la democracia–, fueron al cuartel de la Guardia Civil entregando un listado con nombres de militantes de izquierdas para ser depurados. Entre ellos estaba mi padre. Entre cerveza, chuletas y la piscina de fondo, lo que antes era un ambiente de risas ahora se tornaba sombrío. Recuerdo que yo, a la que aquello le quedaba “lejos”, me estremecí. Después mi madre contó cómo aquel día, con su hijo –mi hermano mayor– de un año entre las manos, fueron a la sede del partido donde militaban a por los documentos con las fichas de sus compañeros para destruirlas. El escalofrío. Yo me sentí parte de ese relato que hacía unos cinco minutos desconocía. Tragar saliva.
¿Qué no habrán visto los ojos de las que luchan, de los que luchan, en tiempos en los que el peligro es mucho más evidente, más palpable, más encarnado? Siempre escribo que aquel periodo fue una mal llamada “transición”. Sin embargo, el pellejo de las que se organizaron desde la clandestinidad en los últimos años de la dictadura y el principio de la “transición” no era el nuestro. Y les debemos el diálogo. Sí, se perdieron muchas cosas por el camino. La memoria, una de ellas. La suya, en cierta medida, también.
«El gesto de contar, de tomar la palabra para narrar, es revolucionario siempre para las mujeres, porque significa una actuación de autoafirmación tan usual para los varones como inusual para ellas», dice Pura Sánchez¹. El olvido es doble cuando se trata de ellas/nosotras: mujeres.
El 6 de diciembre de de 1975, justo 16 días después de la muerte del dictador, tuvieron lugar, en Madrid, las I Jornadas para la Liberación de la Mujer, donde se juntaron en semiclandestinidad unas 500 mujeres de los diferentes territorios de todo el estado. Estas jornadas eran un desafío al orden establecido, en el que la concepción de la mujer seguía sujeta al estereotipo del ángel del hogar –aunque con una apertura aparentemente más abierta–, también era una declaración de intenciones.
En 1976 el movimiento feminista se estaba empezando a articular: plataformas y coordinadoras, encuentros, campañas sobre la pésima situación de la mujer, formaciones, manifestaciones… Una situación explosiva donde se estaba creando el nuevo horizonte que se dejaba entrever. Demasiada represión habían soportado ya sobre el cuerpo, demasiada clandestinidad. Era el momento de cambiar el orden establecido. Entre todo el rico tejido que emergía a la vista de todas, con el ímpetu de quien ha estado durante muchos años en letargo impuesto y se abre al mundo bajo una mirada de esperanza, nacía a principios de 1976 la Asociación Democrática de la Mujer (ADM), amparada bajo la Ley de Asociaciones de 1964. Nacía tras el éxito de las Jornadas Catalanas de la Dona, donde se recogían planteamientos nacionalistas-autonomistas. El 12 de diciembre de ese mismo año, tenía lugar la primera reunión a nivel estatal de todos los núcleos que existían. El 23 de enero de 1977, tuvo lugar la formación de la Federación de Organizaciones Feministas, con siete organizaciones de diferentes territorios: Andalucía, Euskadi, Cataluña, Castilla y León, Canarias, Santander y Madrid².
La ADM llegó a otros territorios posteriormente como Aragón, Galicia, Asturias, Logroño, Mallorca o Murcia. Asociación Democrática de la Mujer Andaluza “Mariana de Pineda” (ADMA), así consta en los documentos de la época el nombre que recibió la ADM en Andalucía. Memoria decía al principio. Antes, ahora, mañana. Siempre volver a la memoria. Volver a las callejuelas con olores más antiguos y rescatar del olvido lo que el discurso hegemónico ha enterrado. Desenterrar.
Mariana de Pineda, la heroína granadina que dio su vida por creer en un sistema más libre, más justo, más democrático. Marina de Pineda a quién ajusticiaron a garrote vil un 26 de mayo de 1831 por bordar una bandera liberal y no delatar en ningún momento a los compañeros que, como ella, luchaban clandestinamente contra el absolutismo. En Andalucía la memoria nos late en el pecho. “Marianita declara, declara/ o si no morirás, morirás./ Si declaro, moriremos muchos / o si no moriré yo no más”, le cantaba Josefina Manresa a su hijo en aquellos días grises de guerra en los que Miguel Hernández soportaba en sus huesos la cárcel³. El Romancero de Mariana, ese que pasaba de boca en boca por las gentes del pueblo, ese que fue el aliento de muchas mujeres y hombres que creyeron en un mundo más justo. Aquellas mujeres de la ADMA desenterraron lo que el franquismo quiso olvidar. A la mujer política. A la mujer que se emancipa de sus verdugos. A la mujer que es capaz de todo por la libertad. La ADM fue creada por mujeres que militaban o simpatizaban con el Partido del Trabajo de España (PTE) y la Organización Revolucionara de Trabajadores (ORT), después solo al PTE. Eran «defensoras del establecimiento de una sociedad socialista como base previa para poder llevar a cabo la liberación de las mujeres»⁴ y compaginaban, algunas de ellas, la doble militancia. Al leer textos que hablan sobre aquellos primeros encuentros palpamos este tema, que no nos es ajeno a día de hoy en absoluto: el debate sobre la doble militancia. Este fue uno de los puntosmás conflictivos de aquellas asambleas que acogían a mujeres de muy diferentes sensibilidades y trayectorias. A día de hoy, este debate sigue existiendo, sigue levantando ampollas, sigue alejando y acercando, sigue sin estar cerrado. Sin embargo, su intención era convertirse en una organización feminista de masas, por ello tuvieron planteamientos interclasistas, para que se pudieran acercar mujeres muy diversas. Manifestaban que la ADMA «pretende ofrecer a las mujeres la posibilidad de organizarse independientemente del sector social o laboral al que pertenezcan; por ello agrupa a mujeres procedentes de muy diversas profesiones. La condición exigida para pertenecer a este grupo es simplemente ser una mujer que se plantee el problema de su emancipación»⁵.
Sabemos que en octubre de 1976 se prohíbe en Sevilla, por tercera vez, la constitución de la ADMA a nivel regional⁶, y que a nivel local opera pero sin estar legalizada. En diciembre de ese mismo año, se presenta la Asociación en Granada⁷. Irá al acto la abogada, y militante de la organización madrileña, Francisca Sauquillo. Julia García Leal, portavoz de la ADMA granadina en el acto, declarará que la Asociación surge para «agrupar y organizar a todas las mujeres dispuestas a luchar contra todo aquello que nos oprime y sojuzga» y, además, esta «se preocupa de los problemas concretos de la mujer andaluza, que es la que más directamente sufre las consecuencias del paro, la emigración y la subcultura». Cuenta Margarita Laviana, militante del PTE en Sevilla, que le «encargaron la tarea de organizar el área de la mujer. Empezamos con las Asociaciones de Amas de Casa, de Estudiantes, de Profesionales… Había que lograr un número importante para participar de la Federación de Mujeres, e intentar “coparla”. […] Muy pronto, organizamos la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza “Mariana de Pineda”, primero provincial y al poco tiempo, de ámbito andaluz, aunque constituida sobre organizaciones provinciales»⁸. Solo en Sevilla contaban con 800 mujeres. Jóvenes y mayores juntas, asistiendo a charlas o repartiendo propaganda. «Nuestra Asociación se definía como abierta a todos los partidos y a todas las mujeres», cuenta Margarita, apuntando que en las Juntas Directivas hubo mujeres de muy diferentes militancias y sentires: PSOE, PTA, ASA, PSP, mujeres republicanas, independientes e incluso llegó a participar la “Duquesa Roja”, Isabel Álvarez de Toledo. Margarita acudirá en febrero de 1977 a los carnavales de Cádiz a dar una conferencia sobre feminismo⁹ que. organizará la ADMA de allí.
Ese mismo año, en Málaga había unas 200 militantes feministas repartidas en tres organizaciones: el Movimiento Democrático de la Mujer, la Asociación Universitaria para el Estudio de los Problemas de la Mujer y la ADMA “Mariana de Pineda”; en enero las tres convocan la primera manifestación feminista en la capital malagueña. Dos centenares de mujeres protestan por la discriminación que sufren las madres solteras y reclaman la igualdad de todos los hijos ante la Ley¹⁰. El núcleo de mujeres de la ADMA de esta ciudad estaba compuesto por María Teresa García Peralta, Rosario García Morilla, María José de MiguelMolina, Mª de los Ángeles Gallego Vega y Araceli Bilbao Guerrero.
En febrero de 1978, la ADMA tenía sedes en Sevilla, Málaga, Córdoba, Huelva, San Fernando (Cádiz) y Granada. En 16 de abril, tiene lugar el I Congreso Regional de la Asociación Democrática Andaluza, siendo inaugurado con un discurso de Margarina Laviana. Tres fueron las ponencias sobre las que giró el evento, las cuales abarcaban los siguientes temas: bases políticas e ideológicas de la ADMA, necesidad de una organización feminista y sus características, e informe de la situación de la mujer en Andalucía y la alternativa feminista. Se votó, en ese mismo Congreso, la Junta Directiva de la Asociación Regional, siendo elegida presidenta Margarita¹¹. En agosto de este mismo año, se presenta en Jaén de la mano de dos jóvenes: Ana Ortega y Manuela Jiménez, que desde junio llevaban detrás de la organización del colectivo. Dirán en el acto que organizaron: «Hay que partir de un hecho tristemente cierto, las mujeres somos todavía el sector más atrasado de nuestra sociedad, debido al papel que se nos ha asignado durante miles de años»¹².
Antonina Rodrigo escribe un artículo para el número 20 de la revista Vindicación Feminista titulado “Las mujeres andaluzas irrumpen en la historia de su tierra”, en el que recoge el testimonio de nueve mujeres andaluzas que militaban en diferentes organizaciones y que estaban atravesadas por el mundo del trabajo, estudiantil o político¹³. Tres de ellas pertenecían a la ADMA. Nati Bullejos¹⁴, de Maracena (Granada), y María del Pino Campo López e Isidora
Martínez Bautista; estas últimas señalaban que la Asociación nació:
Por la necesidad de batirnos en varios frentes a la vez: en el estrictamente femenino, en el cultural, en el político, en el sindical, en los barrios, en la palabra, allí donde los derechos de la mujer todavía se cuestionan. Sabemos que la brega será dura porque se nos discrimina a todos los niveles: a nivel del Estado, por parte de la Iglesia, y por la inmensa mayoría de hombres, entre los que, incomprensiblemente, encontramos a muchos que dicen ser progresistas.
En febrero de 1979 hacen público un manifiesto de carácter regional, en el que piden la firma de todos los partidos políticos, reivindicando «la igualdad jurídica de los cónyuges, una ley de divorcio progresista, la despenalización inmediata del aborto, la coeducación y otras medidas laborales y sociales que permitan una real equiparación de la mujer y del hombre»¹⁵.
Fueron muchas acciones las que llevaron a cabo por todo el territorio andaluz. Asesorías jurídicas para mujeres que se encontraban en apuros; lucha contra las violaciones –tras una violación múltiple que tuvo lugar en Chiclana en la que se movilizaron unas 3000 mujeres solo en Sevilla–; ayuda a chicas jóvenes embarazadas sin quererlo, y a padres y madres que acudían con ellas –les daban direcciones con garantías sanitarias e incluso hicieron campañas para recaudar dinero–; luchas por el derecho al divorcio; campañas por la abstención en la votación de la Constitución.
También muchas sus reivindicaciones. Estas son algunas de las medidas políticas y sociales que pedían: libertades democráticas y amnistía especialmente para aquellas mujeres condenadas por delitos discriminatorios (aborto, abandono del hogar…); derogación de la legislación discriminatoria para la mujer, e igualdad de ésta con el hombre ante la ley; derecho al divorcio, y apuesta por las uniones libres; coeducación; igualdad de condiciones en el ámbito laboral; derogación del servicio social. En cuanto a las medidas específicas de la situación de la mujer, reclamaban: derecho al control del propio cuerpo, legalizando anticonceptivos y legalizando el aborto; desaparición de las trabas que infraestiman a la madre soltera e igualdad ante la ley de todos los hijos; desaparición de la Ley de Peligrosidad Social; creación de servicios comunitarios gratuitos y, por último, la supresión de la propaganda que hace de la mujer un objeto sexual o la presentan solo como ama de casa¹⁶. Me resuenan las palabras de Margarita Laviana en la cabeza como un martillo que va picoteando(me), desgarrando(me), apelando(me):
Cuanta ingenuidad, cuantas decepciones empezaron a surgir con el amargo de libertades que se vislumbraba, cuantas renuncias, cuantas cabezas agachadas frente a una derecha que seguía, que siguió, que sigue impidiendo el rescate de la memoria, la recuperación de la dignidad pública de tantas personas que dieron su vida por todos nosotros, cuanta hipocresía con la igualdad, cuanta hipocresía con la igualdad de la mujer, aún no conseguida.
Por justicia social tenemos responsabilidad de no olvidar. De ensuciarnos las manos, de desenterrar(las), de contar las otras historias que aún no han sido contadas, de contar las luchas que nos precedieron. Esta es una de ellas. Sigamos contando. Sigamos su ejemplo. Sigamos, compañeras.
_____________________________________________________
NOTAS:
1. Mujeres antifranquistas. Testimonio de mujeres sevillanas. Mercedes Liranzo Hernández.
Excmo. Ayuntamiento de Sevilla. Oficina de la Memoria Histórica, (2018)
2. El Correo del Pueblo. Nº 76 del 25 de enero de 1977. Archivo de la Transición. https://s3.eu-
west-
3.amazonaws.com/webpte/Hemeroteca/El+Correo+del+Pueblo/El+Correo+del+Pueblo+AnoIII
+NUM+76+25-ene-77.pdf
3. Mariana de Pineda. ¡Yo soy la libertad, herida por los hombres! Antonina Rodrigo. La linterna
Sorda, (2019)
4. Las luchas feministas. Las principales campañas del movimiento feminista español (1976-
1981). Soraya Gahete Muñoz. Investigaciones Feministas (Rev.) 8(2) 2017: 583-601. Ediciones
Complutenses
5. Manifiestos feministas. Antología de textos del movimiento feminista español (1965-1985).
Mónica Moreno Seco (Ed.). Universidad de Alicante (2005).
6. https://elpais.com/diario/1976/10/12/espana/213922822_850215.html
7. https://elpais.com/diario/1976/12/07/sociedad/218761201_850215.html
8. Mujeres antifranquistas. Testimonio de mujeres sevillanas. Mercedes Liranzo Hernández.
Excmo. Ayuntamiento de Sevilla. Oficina de la Memoria Histórica (2018).
9. Urnas abiertas, astilleros cerrados. Juan José Téllez Rubio. Crónica de un sueño. Memoria de
la Transición Democrática en Cádiz. C&T Editores (2005).
10. La autonomía despierta, con sangre. Rafael Rodríguez. Crónica de un sueño. Memoria de la
Transición Democrática en Málaga. C&T Editores (2005).
11. Gaceta Feminista. Nº2 (1978) https://s3.eu-west-
3.amazonaws.com/webpte/Hemeroteca/Gaceta+Feminista/Gaceta+Feminista+2.pdf
12. https://linz.march.es/documento.asp?reg=r-50677
13. Una síntesis del artículo de Antonina se recoge en el texto Primera persona, femenino,
plural: relatos olvidados de mujeres obreras andaluzas. Araceli Pulpillo. Feminismo andaluz. Un
monográfico de Labio Asesino Femzine. (2019)
14. http://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/pioneras-feminismo
15. https://elpais.com/diario/1979/02/08/sociedad/287276402_850215.html
16. Manifiestos feministas. Antología de textos del movimiento feminista español (1965-1985).
Mónica Moreno Seco (Ed.). Universidad de Alicante. (2005)