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Migración
La buena noticia de la Caravana Abriendo Fronteras 2021
En estos días se celebra la Caravana Abriendo Fronteras, un encuentro anual de activismo para los derechos de las personas migrantes y refugiadas. Este año, el destino elegido son las Islas Canarias, uno de los lugares donde se condensa el drama de las migraciones y de la necropolítica de las fronteras.
La “ruta canaria” ha sido clasificada como una de las más mortíferas del mundo. Sólo en 2020 se ha cobrado la vida de casi dos mil personas. En las islas Canarias -al igual que en Lampedusa o en Lesbos- existen auténticos campos de concentración, en los que se retiene en condiciones miserables, sin garantías de derechos básicos, a miles de personas que se dirigen a Europa en busca de una vida digna.
Los campos de concentración de Canarias son sólo una etapa en esas migraciones: muchas personas nunca llegan a las islas y mueren en el mar, otras, tras haber llegado son deportadas forzosamente, y otras, muy pocas, logran desde Canarias entrar a España, a Europa, y de ahí continuar su camino enfrentándose a las leyes de extranjería, las denegaciones de asilo, los CIE y distintos tipos de racismo.
La Caravana Abriendo Fronteras recorre Canarias para visibilizar estas injusticias y denunciar sus principales causas: las políticas antimigratorias de la Europa fortaleza, el orden colonial, que expolia territorios dejando a las poblaciones del sur sin los recursos necesarios para vivir, las guerras y el cambio climático, que provocan desplazamientos masivos además de otras muchas destrucciones.
Aunque las situaciones que esta Caravana denuncia sean terribles, el simple hecho de que se esté celebrando es una buena noticia. Y lo es por varias razones. En primer lugar, es un éxito de autoorganización en tiempos de pandemia. En estos momentos de incertidumbre, en los que a cualquiera le cuesta programar incluso sus vacaciones, ahí están más de trescientas cincuenta personas, procedentes de distintas ciudades del Estado español y de otros países europeos, recorriendo las Islas Canarias con un programa de manifestaciones, actos públicos, charlas, talleres, además de comidas, desplazamientos entre islas... incluidos, por supuesto, los protocolos de seguridad sanitaria. Todo esto es posible gracias a un tremendo esfuerzo de logística, y es que no lo organiza una multinacional del turismo o una empresa de eventos, sino la gente. Es una buena noticia saber que todo esto es posible. Estos meses de pandemia nos habían dejado más bien claro todo lo que no se puede hacer – no se puede viajar, no se puede hacer reuniones, no se puede programar... - y hete aquí algo muy ambicioso y complejo que, como estamos viendo, sí se puede hacer.
La segunda razón, vinculada con la primera, tiene que ver con el carácter político y ciudadano de esta iniciativa. Una de las consecuencias más tangibles de estos meses de pandemia es el haber acelerado el proceso de transformación de la ciudadanía en sujetos pasivos de normas y políticas públicas. Los estados de alarma, los toques de queda y las restricciones cambiantes nos han situado en un escenario en el que lo único que se nos permite hacer como ciudadanos es obedecer: enterarnos de las normas y cumplirlas. Para la cultura democrática se trata ciertamente de una deriva peligrosa. En el medio de este escenario, la Caravana es un acto político y popular, una iniciativa autónoma coordinada por redes de activismo que cruzan Europa, cuyo objetivo es denunciar, sensibilizar, producir cambios. Es una buena noticia que haya tanta gente dedicando su tiempo y su energía a plantar cara a lo que es intolerable y a luchar por una sociedad deseada. La Caravana nos recuerda que no sólo toca cumplir las normas esperando salvarnos del colapso, sino que aún hay margen para imaginar, compartir, transformar.
“La Caravana es un acto político y popular, una iniciativa autónoma coordinada por redes de activismo”
Y la tercera razón es que esta iniciativa contribuye a poner un poco de luz en un paisaje muy confuso. Son tiempos en los que más que nunca cuesta distinguir la verdad de la mentira, tiempos en los que proliferan los vendedores de espejismos, cada uno siguiendo su interés. Y en medio de tanto ruido nos cuesta posicionarnos y acabamos desconfiando de cualquier discurso. En este sentido, la Caravana no se ha puesto en marcha siguiendo un discurso o una ideología, sino un valor sencillo, inmediato, con el que podemos identificarnos más allá de todo ruido: la humanidad.
La Caravana se mueve para defender los derechos humanos y la vida, contra el sistema de violencia y muerte que domina nuestro mundo. La Caravana Abriendo Fronteras significa reconocernos en el otro y en la otra, indignarnos ante la injusticia que produce su sufrimiento, proteger a quienes son más vulnerables. El horizonte de este viaje es la simple humanidad, que, en medio de tanta confusión, es la certeza que nos mueve hacia ese otro mundo posible en el que no hemos dejado de creer.