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Memoria histórica
Identifican y entregan los restos de diez víctimas del franquismo 83 años después de su asesinato
El equipo científico de Arqueo Antro, subvencionado por la Diputació de València, recuperó en 2018 los restos de 39 personas arrojadas a la fosa 94 del cementerio de Paterna el 6 de noviembre de 1939. En esa madrugada de lunes un camión los trasladó desde la cárcel modelo de València para posteriormente ejecutarlos en el ya conocido como “paredón de España”. Una antigua galería de tiro a las afueras del cementerio municipal de Paterna se convirtió en testigo de la crueldad del régimen franquista en el que posiblemente fuera el mes más sanguinario de la dictadura.
Según el historiador y arqueólogo de la asociación científica Arqueo Antro, Alejandro Calpe Vicente, los pelotones de fusilamiento en aquel fatídico mes actuaron los días 2, 4, 6, 8, 9, 17, 25 y 30 con una media de “50 personas por saca”. Los cuerpos estaban apilados en un agujero de dos por dos metros y muchos de ellos presentaban indicios de haber sido maniatados a juzgar por la posición de las muñecas y los restos de cuerda hallada. Dos años más tarde cuatro víctimas pudieron ser identificadas y tres de ellas entregadas a sus familias en un acto privado.
Según el historiador y arqueólogo de la asociación científica Arqueo Antro, Alejandro Calpe Vicente, los pelotones de fusilamiento en noviembre de 1939 actuaron los días 2, 4, 6, 8, 9, 17, 25 y 30 con una media de “50 personas por saca”
Ahora, una nueva oportunidad para cotejar el ADN financiada por la Conselleria de Memòria Democràtica ha conseguido poner nombre y apellidos a otros once cuerpos que ya van camino de sus destinos finales. De este segundo intento se ha encargado el laboratorio genético de la Universidad de País Vasco, BIOMICs. Las cerámicas con los nombres, representativas de este cementerio, también han sido entregadas durante el acto tras un proceso de restauración de la mano de la restauradora y conservadora del equipo de Arqueo Antro, Inma Herranz Rodríguez.
En el acto se ha recordado que el cementerio de Paterna no siempre fue un lugar seguro donde llorarles. “Nuestras abuelas y bisabuelas, madres y padres, hermanos y demás familia venían hasta aquí en tren, autobús e incluso a pie con un ramo de flores. Las flores, en un cubo, las ponían aquí. Lo hacían de forma discreta y callada porque no se podía levantar la voz para quejarse ni lamentarse”, ha dicho la nieta de José Sanz, Juana María.
Desde la asociación de familiares se ha hecho un especial agradecimiento entre otros, al historiador valenciano Vicent Gabarda, una figura clave en esta lucha por la memoria. También a “las grandes olvidadas de la memoria”, las mujeres. “Les robaron sueños, ilusiones, la educación”. Se ha dicho de ellas que vivieron un infierno tras del asesinato de sus familiares. El homenaje ha concluido con los nombres de todas aquellas madres, esposas, hijas, abuelas y hermanas que sufrieron en vida la represión del régimen franquista.
“Me lo llevo a Castellón con mi abuela”, ha dicho Carolina Martínez, presidenta de la Asociación de familiares de Paterna, emocionada tras conseguir recuperar los restos de su abuelo, José Manuel Murcia Martínez.
Carolina inició en el año 2016 una labor que todavía corresponde a los familiares: buscar a los desaparecidos del golpe de Estado y la dictadura franquista. “No ha sido fácil”, lamentaba la nieta de José Manuel en una llamada telefónica después de poner fin al largo proceso que supone recuperar a estas víctimas en un estado democrático. La primera “vuelta” de identificaciones en el año 2021, tras la cual se identificaron cuatro cuerpos, resultó negativa para ella y su familia, pero un segundo intento previa exhumación de una hija de la víctima para cotejar el ADN arrojó luz al camino iniciado hace ya seis años.
La exhumación de los hijos e hijas suele ser posible en la mayoría de las causas, pero el coste económico que este trámite supone continúa siendo responsabilidad de las víctimas, así como el traslado y sepultura de los restos
Aunque a veces sí se consiguen muestras positivas de distintos parientes por línea directa, la degradación de los restos impide en muchos casos que estas muestras alcancen un 99,99% de coincidencia, porcentaje necesario para una validez legal. La antropóloga física y forense co-encargada del estudio antropológico de los restos óseos de la fosa 94, Gemma López García, detallaba en conversación telefónica con este medio que uno de los problemas para la identificación genética radica en el estado de los restos. “Los cuerpos aparecían muy cristalizados y hundidos en la parte media de la fosa. Diversos factores pueden causar esta degradación como las condiciones de extremo calor a las que se sometieron los cuerpos cuando se destapó la fosa, además del propio hundimiento por el peso. Había restos que eran polvo”, ha concluido la experta.
Los descendientes directos e idóneos de primer grado, en muchos casos, ya han fallecido, otra muestra más de que el paso del tiempo solo dificulta el proceso de identificación y recuperación de las víctimas. La exhumación de los hijos e hijas suele ser posible en la mayoría de las causas, pero el coste económico que este trámite supone continúa siendo responsabilidad de las víctimas, así como el traslado y sepultura de los restos. La nueva Ley de Memoria Democrática, pendiente de aprobación esta semana en el senado, tampoco contempla ni especifica si estos costes pasarán a ser competencia del Estado. El artículo 22.3 de la nueva normativa apunta al respecto que “la Administración General del Estado o, en su caso, las administraciones competentes, realizarán los estudios antropológicos forenses y las pruebas genéticas que permitan la identificación de los restos óseos exhumados”, sin hacer especial mención a ninguno de los procedimientos anteriormente citados.
José Manuel Murcia Martínez tenía 47 años, era natural de Aiora (València) y fue concejal de Agricultura en su pueblo natal. El jornalero de profesión fue asesinado y arrojado a la fosa 94 del cementerio de Paterna el 6 de noviembre de 1939 tras ser condenado a muerte por “adhesión a la rebelión”. Poco después, su mujer e hijo serían detenidos y encarcelados, acusados de robar e insultar respectivamente. Las tres hijas del matrimonio se quedarían solas en casa. La madre de Carolina tenía 18 años cuando se quedó a cargo de sus hermanas pequeñas y contaba cómo entonces gracias a las vecinas algunos días podían comer. “Pasaron mucha hambre”, resalta Carolina cuando recuerda que la hambruna las llevaba a arrancar las hierbas de la huerta en aquellos días en los que no tenían nada más que “echarse a la boca”.
Fernando Penadés Frances, presente en el acto de entrega, también se vuelve a casa con su padre, tenía seis años cuando se lo llevaron a la cárcel modelo de València desde la Font de la Figuera, su pueblo natal. Hermenegildo, panadero de profesión, tenía 34 años y era socialista, razón por la que aparentemente lo fusilaron el 6 de noviembre de 1939. “Le fusilaron solo por ser socialista, no hay derecho”, ha dicho su hijo Fernando quien lo recupera a punto de cumplir 89 años. “Hemos sufrido mucho. Nuestra madre sufrió mucho quedándose sola con los tres”, ha concluido el hijo de Hermenegildo, quien finalmente podrá enterrar a su padre junto a su madre y abuela.
La presidenta de la Asociación de Familiares de la fosa 94 del cementerio de Paterna, Carolina Martinez, se ha llevado la ovación y el agradecimiento de todas las personas a la que con “amabilidad y paciencia” ayudó” por ser “incansable e inasequible al desaliento”. “Le estaremos siempre agradecidos por dedicar todo su esfuerzo, su tiempo y su empeño para llegar a culminar el día de hoy. También a su familia, permanentemente implicada y quienes han sido su apoyo”, ha concluido Juana María en nombre de todos los familiares de la fosa 94.
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La verdad, es que a pesar de la tardanza y el bloqueo de una derecha postfranquista, reconforta ver cómo los familiares pueden ver descansar a sus antepasados, cuyo único crimen fue lucharon por un mundo más justo. Ni olvidó, ni perdón!