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Memoria histórica
Las fosas de la memoria en Villanueva de la Serena
Hay un lugar, escondido entre las sierras que abren las puertas de La Serena, comarca al este de la provincia de Badajoz, donde más de 355 cuerpos o lo que queda de ellos aguardan bajo la tierra desde el año 1936 a que alguien los encuentre. Sus osamentas, junto a los restos deshilachados de su atuendo, botones de la ropa, hebillas de cinturón, corchetes aherrumbrados de sus zapatos, claman por salir de las fosas donde sus verdugos quisieron que estuvieran, en contra de la voluntad de sus víctimas y de la de sus descendientes y familiares directos, quienes a día de hoy y desde su desaparición preferirían que descansaran en el espacio señalado de un cementerio, en un lugar reconocido, con una lápida donde figuren las fechas de nacimiento y de muerte, un lugar a donde llevar flores de vez en cuando o rezar una oración en su recuerdo.
Memoria histórica
Las fosas de la Transición: los pioneros extremeños de la memoria
El pueblo de Extremadura estuvo durante la Transición en la vanguardia del movimiento de la memoria histórica en toda España. Junto a Navarra es en estas tierras donde se produce el proceso de exhumaciones más potente. Y, sin embargo, este hecho es desconocido para la inmensa mayoría de la población, dentro y fuera de la región. ¿Cómo se explica este olvido, cómo es posible que prácticamente nadie reivindique aquel movimiento popular?
Mientras los muertos esperan, hay quienes nos ayudan a descubrir la sinrazón de su muerte, sus nombres y el nombre ignominioso de sus verdugos. Estos son quienes luchan contra los profesionales del olvido que, para evitar que se levante la losa que enterró a la verdad junto a las víctimas, argumentan el paso del tiempo que todo lo cura, la equidistancia de los hechos, el perdón de lo pasado. Como escribió Mario Benedetti, es ilusión de estos olvidadores que los otros no sigan recordando su vileza.
Villanueva de la Serena y Castuera fueron las únicas localidades de Badajoz donde el golpe triunfó inicialmente. Ángel Olmedo hace un recorrido desde los preparativos del golpe en este municipio hasta los tristes tiempos de represión y silencio de una posguerra que duró hasta la muerte de Franco
Ángel Olmedo Alonso, historiador extremeño entre otras muchas cosas, sigue empeñado en luchar contra ese olvido. Su último libro, Excavación de una fosa común. República, guerra y dictadura franquista en Villanueva de la Serena, en el que firma como coordinador junto a Silvia Herrero Calleja, Juan Antonio Aranda Cisneros y Celia Chaves Rodríguez, no solo viene a complementar el trabajo pionero de Jacinta Gallardo Moreno, La Guerra Civil en La Serena, publicado en 1994 sobre los días aciagos de la contienda en esa zona de Badajoz, sino que aporta un nuevo relato hasta ahora desconocido sobre la puesta en marcha de las colectividades de campesinos durante el periodo de dominio gubernamental republicano y la posterior represión sufrida por las mujeres de Villanueva y alrededores, a manos tanto de las autoridades franquistas como de numerosos vecinos de derechas, en connivencia con Falange Española y la Iglesia.
Gracias a ese relato conocemos la vesania de Manuel Gómez Cantos, capitán de la Guardia Civil destinado en Villanueva y ejecutor, en el amplio sentido de la palabra, del triunfo del golpe de Estado en esta ciudad. Su brutalidad, expresada en la huida que hace de Villanueva hacia Miajadas y Cáceres a finales de julio del 36, llevando consigo a 52 rehenes, de los que llegan vivos menos de la mitad, corre pareja a la ejercida por otros bárbaros golpistas, de la calaña de Yagüe o Queipo de Llano, cúspide de una cadena de mando compartida con Franco y otros homicidas muy peligrosos, cuyo lema era el terror y método el crimen sin reparos, con ensañamiento sobre la víctima y sus allegados.
Villanueva de la Serena y Castuera fueron las únicas localidades de Badajoz donde el golpe triunfó inicialmente. Ángel Olmedo hace un recorrido desde los preparativos del golpe en este municipio hasta los tristes tiempos de represión y silencio de una posguerra que duró hasta la muerte de Franco. Tras el triunfo golpista de Gómez Cantos, la ciudad fue recuperada por las fuerzas gubernamentales el 29 de julio de 1936, iniciándose un lamentable proceso de represión republicana que acabaría con la vida de un centenar de personas de derechas. Sin embargo, frente a quienes suelen argüir la manida consigna de que “todos mataron por igual”, cabe decir que, como documenta el autor de este libro, a esta represión, cuyos muertos fueron reconocidos, homenajeados y enterrados dignamente, con lápidas labradas y subvencionadas, le siguió la represión fascista tras la toma de Villanueva en el verano de 1938 por las tropas rebeldes franquistas, con una cifra provisional (a la espera de que crezca con nuevas investigaciones) de 355 personas asesinadas y más de 700 de filiación republicana detenidas y sometidas a Consejo de guerra, con resultado de prisión o sujetas a la Ley de Responsabilidades Políticas durante la dictadura, aparte del ostracismo al que fueron sometidos sus familiares por las autoridades, instituciones y vecinos. De estos muertos, presos y tratados como apestados por la dictadura franquista, no se hizo homenaje alguno, ni hay placa en los cementerios que digan que su único crimen fue defender el orden constitucional vigente. Por no saber, no sabemos ni donde están enterrados.
De estos muertos, presos y tratados como apestados por la dictadura franquista, no se hizo homenaje alguno, ni hay placa en los cementerios que digan que su único crimen fue defender el orden constitucional vigente. Por no saber, no sabemos ni donde están enterrados
En ese ínterin en el que Villanueva se mantiene republicana, en la llamada Bolsa de La Serena, se da en la localidad y municipios cercanos un proceso protagonizado por las colectividades campesinas, la organización autónoma de tierras de labranza o de gestión de fábricas llevada a cabo entre los sindicatos UGT y CNT, en contra del criterio del Partido Comunista, que era partidario del intervencionismo estatal en un proceso basado en la autogestión y que venía a dar continuidad al iniciado el 25 de marzo con la ocupación de las tierras por los yunteros extremeños.
Es difícil conocer el número exacto de estas colectividades que se extendieron por municipios como Villanueva, Campanario, La Haba, etc. A los datos ofrecidos por Jacinta Gallardo, quien cifra en 23 las colectividades agrícolas de la provincia de Badajoz, que acogerían a unas 2.650 familias, se suman los ofrecidos por Franz Mintz (L´Autogestion dans L´Espagne Revolutionaire, 1976), con la participación de unas 6.000 personas. Ángel Olmedo aporta el día a día de dichas colectividades, gracias a su buceo en archivos no muy frecuentados por la historiografía oficial y academicista, como son los de la Fundación Anselmo Lorenzo y sus fondos documentales de la CNT en Extremadura.
Otra de las grandes aportaciones de este libro es la que hace mención al papel de la mujer durante el período republicano y la posterior represión franquista
Otra de las grandes aportaciones de este libro es la que hace mención al papel de la mujer durante el período republicano y la posterior represión franquista. Gracias a la labor documental y de recopilación oral, Ángel recupera la historia de las mujeres que formaron parte de la Asociación de Mujeres Antifascistas de Villanueva de la Serena y de otras muchas más que fueron represaliadas, sometidas a consejo de guerra, encarceladas, asesinadas o repudiadas por la sociedad de su tiempo y de los que les siguieron.
El libro se cierra con las memorias de intervención arqueológica en una fosa del cementerio de Villanueva de la Serena, donde se encontraron cuatro cuerpos, hasta la fecha sin identificar por las dificultades de esta tarea. El germen de este proyecto fue el Campo de Trabajo durante el verano de 2016 que dio lugar a esta intervención arqueológica, redactada por Silvia Herrera Calleja y Juan Antonio Aranda Cisneros y ahora publicada en el conjunto del libro. Por su parte la antropóloga, Celia Chaves Rodríguez, se ha encargado del estudio de los restos óseos exhumados en estas dos fosas, que arrojan datos como la edad y sexo de las víctimas, cuatro varones entre 20 y 40 años. A la excelencia de los estudios se unen profusas imágenes de todo el proceso que, si bien no permiten identificar el nombre de los hallados, aproxima bastante sus últimos momentos de vida y causas de su muerte.
Para que Ángel publique este libro ha sido necesaria la colaboración de diversas entidades e instituciones: la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX), el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, el Instituto de la Juventud de Extremadura, el Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (PREMHEX) y, por supuesto, la Diputación de Badajoz.
Desafortunadamente, sigue siendo tarea de organizaciones como la ARMHEX y sus miembros tener que ocuparse del esclarecimiento de estos delitos, a falta de un juez o jueza que lo haga
A pesar de lo sucedido, investigado y probado documental y testificalmente, no se abrirá ninguna investigación por la muerte de los más de 350 desaparecidos de Villanueva de la Serena. Los otros 100 asesinados a manos de los defensores de la República ya fueron investigados y aclarados los hechos que llevaron a su muerte, exhumados sus restos cuando fue necesario e inhumados nuevamente con todos los honores y reconocimiento. Desafortunadamente, sigue siendo tarea de organizaciones como la ARMHEX y sus miembros tener que ocuparse del esclarecimiento de estos delitos, a falta de un juez o jueza que lo haga, y como dice en el prólogo su presidente, José Manuel Corbacho Palacios, “luchar con los familiares de las víctimas de la represión y dictadura franquistas e instar a que los poderes públicos implementen políticas públicas, dirigidas al conocimiento de nuestra historia y al fomento de la memoria democrática en nuestra comunidad, desde el triple prisma de la verdad, la justicia y la reparación”.
Historiadores como Ángel y asociaciones como la ARMHEX son necesarias para poner luz donde tanto tiempo ha habido oscuridad, porque como expresan los versos ya mencionados de Benedetti, todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja, el olvido está lleno de memoria.