We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Extrema derecha
La victoria de Trump, ¿beneficia o perjudica a las derechas en el Estado español?
“Algo muy serio pasa en el fondo de un país cuando una persona que ha sido presidente y que es responsable de un asalto al Congreso de su país y del intento de un golpe de Estado es elegido presidente del país”, ha afirmado el expresidente del Gobierno español, José María Aznar, sobre el triunfo de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos.
Nunca sospechoso de tener sesgo progresista, el “señor de la guerra”, como lo llamó alguna vez Gabriel Rufián, criticó la “impredictibilidad populista” de Trump en un simposio sobre Adolfo Suárez organizado por la Junta de Castilla y León y la Universidad Católica de Ávila (UCAV) en Ávila, acompañado por Felipe González, quien añadió tras esos comentarios su opinión: “Muy bien visto”.
El comentario ilustra la ambivalencia que genera el ascenso histórico de la alt-right en Estados Unidos en el espectro conservador español, cada día más heterogéneo. Nunca el trumpismo llegó más alto: domina el Senado, la Cámara de Representantes, el Tribunal Supremo y muchos tribunales intermedios de apelaciones, además de varios estados clave con experimentos sociológicos reaccionarios casi disparatados, como Florida.
Tanto poder desde el Estado-potencia más influyente de Occidente, con una voz predominante que emite mensajes desde la violencia y división extrema, podría no ser la mejor publicidad. Otros, sin embargo, creen que la referencia de éxito de la derecha radical en Washington puede contagiar simpatía. La producción simbólica y legislativa que venga desde el otro lado del Atlántico a partir de enero será clave.
Vox capitaliza, el PP duda
La Fundación FAES, que conduce Aznar, ha publicado esta semana que “no es una buena noticia” para el Estado Español ni para la Unión Europea ni para la OTAN el triunfo indiscutido en voto popular y Colegio Electoral del trumpismo. “Es un populismo adobado de planteamientos proteccionistas, aislacionistas y de actitudes intemperantes que llegaron al abierto desafío de un asalto al Capitolio”.
El sector dominante de la derecha nacionalista española siempre ha sido atlantista y sumamente ligado al Ibex 35, y económicamente liberal. Nunca podría aplaudir los anuncios de subida de aranceles que perjudiquen a las empresas europeas que promete Trump
El sector dominante de la derecha nacionalista española siempre ha sido atlantista y sumamente ligado al Ibex 35, y económicamente liberal. Nunca podría aplaudir los anuncios de subida de aranceles que perjudiquen a las empresas europeas que ha prometido en campaña Trump, más aún cuando lo que estaba enfrente, Kamala Harris, era un progresismo descafeinado y proclive a seguir subvencionando la seguridad de la Unión Europea.
“En primer lugar, a quien mas va a beneficiar y que muestra su contento es Vox y todos los grupos que están saliendo a su derecha, como Alvise y estos grupillos que hay por ahi. Les da un apoyo moral fundamental, hace ver que sus teorías no son una cosa aislada sino que tienen un referente como Estados Unidos. Ya lo tenían con Milei, pero Argentina no es Estados Unidos, esto supone un apoyo muy fuerte”, dice en conversación con El Salto el politólogo David Lerín Ibarra, profesor de la Universidad Complutense y cuya tesis doctoral fue hacer una radiografía del fenómeno Vox en sus inicios.
El académico plantea un matiz entre la ultraderecha y el PP con respecto a lo de Trump: “El PP no ha mostrado mucha alegría, incluso a una referencia ideológica como Aznar no le parece muy bien. Todo dependerá de las primeras actuaciones del nuevo presidente, porque el PP está muy relacionado con la patronal española y si hay medidas proteccionistas, se distanciará más”.
En el caso de Vox, Lerín Ibarra considera que, a pesar de tener vinculación con el poder económico, no tiene una relación tan directa, por lo que “habrá que ver cómo hacen los equilibrios ante medidas concretas. De momento, el apoyo es total y lo ven como un triunfo en la batalla cultural, más que la victoria de la presidencia de Estados Unidos, para ellos es la derrota de ese movimiento intelectual woke que ellos tienen en la cabeza, el colectivo LGTBi y los ecologistas, etc”.
Por su parte, el analista político y profesor Eduardo Bayón, también preguntado al respecto, vaticina que sí tendrá impacto en España, “aunque no se sabe hasta qué punto y medida. Desde luego, la derecha y ultraderecha global en Occidente tienen nuevamente como máximo referente a Trump, con una influencia mayúscula. Es un referente exitoso en cuanto a que ha ganado unas nuevas elecciones después de todo lo ocurrido estos años”.
Según Bayón, el trumpismo “con un gabinete bastante radicalizado” no va a radicalizar al PP o a los partidos conservadores “porque sí”: “Puede ser que adopten formas por imitación, formas discursivas, esto que se ha denominado como rebeldía o derecha punki, y en cuanto estén amenazados electoralmente por partidos de ultraderecha en esa competición se van a radicalizar, como ya lo ha hecho el PP”.
No obstante, los populismos de extrema derecha en sus diferentes variantes siempre crecen conforme a un enemigo común que convierten en victimario y ellos, cómo no, en víctimas. ¿Cómo irradiar un discurso de victimismo cuando se tiene casi todo el poder? “Uno de los pilares de la derecha radical es el populismo antipolítica, mostrarse como víctima de la vieja casta y en contra de la élite política. Ahora Trump con todo su poder político no tiene excusas, no se podrá victimizar y se le puede venir en contra. La argumentación tendrá que cambiar, o le quedará ir en contra de los medios de comunicación, contra los estados demócratas o el enemigo externo, China”, responde Lerín Ibarra.
Ese victimismo en la arena local es una constante por parte de Vox, que busca constantemente poner al PP como un aliado de “derechita cobarde” frente a Pedro Sánchez. De hecho, esta semana su proposición de ley sobre agricultura no prosperó, siendo votada en contra por todos los grupos en el Congreso. La narrativa de la nota de prensa del partido es la victimización: “Vox se vuelve a quedar solo defendiendo al campo español”. Pero Alvise Pérez y otros grupúsculos que van apareciendo siguen la misma línea y la estrategia, como todo, encontrará su límite.
València-Bruselas
El péndulo entre deriva radical trumpista y partido de Estado sigue caracterizando estos días a la Ejecutiva que comanda Feijóo y es un buen ejemplo de lo que se mencionaba previamente. Las “formas discursivas” a las que hacía referencia Bayón fueron explícitas en la estrategia desplegada en la Eurocámara esta semana.
El PP ha empujado al PPE para que ponga reparos en la aprobación de Teresa Ribera como vicepresidenta que representa a la familia socialdemócrata europea, reventando el consenso alcanzado con conservadores y liberales (y parte de los Verdes). Génova contó con un aliado que también camina por una deriva: el alemán Manfred Weber, halcón entre los socialcristianos alemanes y rival de Ursula von der Layen.
La excusa era la presunta responsabilidad, sin prueba ni evidencia alguna, de Ribera en la gestión de la tragedia de València. Este jueves por la tarde subieron un peldaño más en la escalada: pusieron sobre la mesa el hecho del aumento de las exportaciones de gas a Rusia tras la invasión a Ucrania. “El pleno del Parlamento Europeo ha dado hoy un nuevo varapalo a la ministra de Transición Climática y vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera, al votar una resolución en la que condena la compra de gas ruso por parte de los Estados miembros que como España”, rezaba una nota de prensa del PP.
“No puede nacer manchada la presidencia de la comisión”, declaraba Feijóo en un salón del Congreso. No importa que esa mancha tenga olor a bulo y que el prestigio de los servicios públicos españoles se pongan en objeción sin pruebas en la capital del poder europeo. El objetivo es causar daño al Gobierno y también, de paso, lastrar a una posible competidora en las próximas generales, porque de eso va la cosa también.
En el mismo día hubo una semiótica trágica para el sentido común. Por un lado, en Bruselas algunos eurodiputados decían la palabra “asesina” a Ribera y hacían gala de un ignorancia del sistema de competencias español. En el Senado, en Madrid, la ministra de Defensa, Margarita Robles, daba un zasca al PP por tener a más de la mitad de sus senadores ausentes en la bancada a pesar de haberla convocado a una “comparecencia de urgencia” para explicar su aporte para la tragedia de València. Aunque Aznar denoste al trumpismo, su partido cada vez se le parece más.