Etiopía
El asesinato de un cantante y activista político desencadena una oleada de disturbios en Etiopía

La represión de manifestantes que vienen protestando tras el asesinato el pasado lunes 29 de junio de Haacaaluu Hundeessaa, quien fuera uno de los activistas oromo más reconocidos, ha dejado al menos 80 muertos en la capital Adís Abeba. Dos personas más perdieron la vida ayer jueves cuando las fuerzas de seguridad intentaban restringir el acceso al funeral del cantante. 

Haacaaluu Hundeessa
Haacaaluu Hundeessa
3 jul 2020 06:42

Haacaaluu Hundeessaa era mucho más que un cantante. Este músico de 34 años se había destacado en la revolución oromo que tomó las calles de Adís Abeba en 2015 forzando un cambio de gobierno tres años después. Así, en 2018, por primera vez, un oromo, el actual primer ministro Abiy Ahmed, se puso al frente del ejecutivo. Los oromo, el grupo étnico más numeroso en el país, han denunciado históricametne lo que consideran la marginación de su grupo de los espacios de poder tradicionalmente monopolizados por integrantes de las minorías Tigray y Amhara. La música de Hundeessaa ha acompañado durante todos estos años las protestas, siendo consideradas sus canciones la “banda sonora” de la revolución.

El cantante fue enterrado ayer 2 de julio en Ambo, su ciudad natal, 100 kilómetros al oeste de la capital, en una ceremonia a la que acudieron algunos centenares de personas mientras las fuerzas de seguridad impedían a muchas otras acceder al recinto. Según fuentes sanitarias dos personas murieron en el enfrentamiento con la policía, bajas que vienen a sumarse a las 80 personas que habrían muerto desde el lunes, en las revueltas que siguieron al asesinato de Hundeessaa en Adís Abeba. En el interior del estadio donde se oficiaba el funeral, la mujer del cantante, Fantu Demisew, afirmó que su marido —que deja tres hijas, la menor de solo un mes— seguiría vivo en su corazón y en el pueblo oromo y demandó un monumento en su memoria en la capital, donde fuera disparado por francotiradores cuyas identidades aún se desconocen.

Ya el lugar del entierro fue objeto de disputa, habiendo sido la ceremonia desplazada a la ciudad originaria del cantante por decisión gubernamental, cuando muchos de sus simpatizantes entendían que sus exequias deberían haberse celebrado en Adís Abeba, ciudad ubicada enteramente en el estado regional Oromiya, pero bajo el control del gobierno federal. La prohibición de enterrar a este icono de la revolución en la capital sería uno de los detonantes de las movilizaciones.

La tensión ha ido escalando a lo largo de la semana, el martes fue detenido el líder de la oposición Oromo Bekele Gerba y el magnate mediático Jawar Mohammed. Este último se encontraba entre otras 35 personas acusadas de haber tratado de secuestrar el cuerpo de Hundeessaa cuando era trasladado a Ambo con el fin de enterrarlo en Adís Abeba. Muy crítico con el primer ministro, Mohammed es acusado de fomentar las tensiones interétnicas a través de sus medios. El pasado octubre 86 personas murieron en enfrentamientos entre sus seguidores y la policía.

El miércoles las detenciones alcanzaron a la corriente rival: el periodista y activista Eskinder Nega fue esta vez el arrestado, se trata de un ex preso político que estaría dirigiendo un grupo de presión contrario a la agenda del pueblo oromo. Activistas como Nega alegan que los oromo estarían persiguiendo apropiarse de la capital. La disputa que protagoniza esta etnia compuesta por 40 millones de personas de una población total de 103 millones de habitantes, encendió un ciclo de movilizaciones que duró tres años y que llevó en su apogeo a la dimisión del primer ministro Hailemariam Desalegn, quien fuera relevado por el actual jefe del ejecutivo Abiy Ahmed, al frente del país desde 2018.

El asesinato de Hundeessaa fue tachado de criminal por parte del gobierno, al tiempo que alertó de que las manifestaciones de dolor habrían sido secuestradas por parte de “elementos que han dañado la propiedad pública y privada”, en palabras de la portavoz del ejecutivo, quien afirmó también ante la agencia reuters que el gobierno mantiene la situación bajo control. El primer ministro, Abiy Ahmed, ha apuntado a fuerzas extranjeras como posibles responsables del crimen en lo que considera un intento de desestabilizar el país. Además de la represión de las protestas en las calles, internet ha dejado de funcionar desde que empezaron las protestas. No es la primera vez que el gobierno decide el apagón de unas redes sociales centrales en la organización y difusión de las movilizaciones.

Ahmed se ha ganado prestigio internacional a lo largo de sus dos años de mandato, tras acabar con dos décadas de conflicto con Eritrea, lo que le hizo ganar el premio Nobel de la Paz en 2019. Su labor de mediación en la transición democrática del vecino Sudán tras la revolución popular que acabó con 30 años de mandato del dictador Omar Al Bashir sumaron a su fama.

Sin embargo su labor ha sido cada vez más contestada por parte de los oromo. El mismo Jawar Mohammed, que le apoyó inicialmente, ha ido endureciendo sus críticas en el último año, acusándole de no defender los derechos de su pueblo. Entre los reclamos de este grupo étnico se encuentra el reconocimiento de su lengua como lengua nacional, un objetivo hacia el que el primer ministro no habría avanzado. Una semana antes de su asesinato, era Hundeessaa quien en una entrevista emitida por una de las televisiones de Mohammed criticaba duramente al mandatario. Fue también la televisión del magnate mediático la que retransmitió ayer jueves los sepelios del cantante.

Mohammed cuenta con la Oromia Media Network para difundir su mensaje y movilizar a sus seguidores. El empresario de la comunicación podría suponer un desafío para el partido gobernante en las elecciones del país, originalmente programadas para esta año pero pospuestas con motivo de la crisis sanitaria.

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