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“Tú chaval, ¿de qué coño te quejas? Tu abuelo con tu edad llevaba 3 años trabajando”. Algo así me dice mi padre cada vez que me quejo de algún profe o de los exámenes. Pese al tópico, refleja bastante bien como solemos pensar la relación entre los estudios y el trabajo, como si fueran cosas totalmente distintas. El día y la noche.
El trabajo como algo sacrificado, pa ganarnos el pan; los estudios como algo cómodo en el presente y un privilegio, el camino para ascender socialmente en el futuro (¿para vivir mejor?). Evidentemente las diferencias son grandes, pero al mismo tiempo, si escarbamos un poco, puede que tengan más en común de lo que nos creemos. Y no me refiero únicamente a que la mayoría de estudiantes seremos mañana trabajadoras.
¿Aprender qué?
Es en la escuela donde aprendemos a ser trabajadores. Da igual que al acabar el instituto unas vayamos a currar de camareras y otras, tras pasar por la Uni, de ingenieras. No tiene que ver con la historia, las matemáticas o el latín. Lo que aprendemos en la escuela es lo que todos los trabajos tienen en común: obedecer a un jefe sin dudar, un horario que cumplir sacrificando nuestro tiempo, un trabajo que realizar con esfuerzo y sobre el que no decidimos (aunque sean otros quienes se vayan a enriquecer con él), unos compañeros con los que quieren que compitamos en lugar de cooperar, como en el mercado laboral...¿Por qué hacen esto a edades tan tempranas? es simple: es en ese momento cuando somos mucho más moldeables y lo que aprendemos (conocimientos, verdades o mentiras, hábitos y conductas) se nos queda grabado y nos parece "lo normal". El poder (antes la religión y el Estado, ahora cada vez más las empresas) lo saben.
Si alguna vez te has preguntado por qué se pasa lista en cada clase, por qué gran parte de los profesores actúan como policías en el aula e imponen constantemente castigos, por qué premian de una forma u otra a pelotas y chivatos o por qué se hacen elecciones a delegados cuando a la hora de la verdad nadie les va a hacer caso, quizá esto sea parte de la respuesta. Quieren que aprendamos y aceptemos con naturalidad todos los aspectos del sistema (para quién le interese, a esto se le llama “curriculum oculto”).
Dos sociólogos, Bowles y Gintis, lo explicaron: "los colegios ayudan a suministrar las capacidades técnicas y sociales que necesita la empresa e infunden respeto por la autoridad y disciplina en la mano de obra. Las relaciones de autoridad y control en la escuela se corresponden directamente con las que dominan en el ámbito laboral. Las recompensas y castigos son también una réplica de los del mundo del trabajo". El centro y el profesor imponen enseñan así, de forma no explícita, otras normas, valores y creencias, además de los oficiales. El curriculum oculto es una práctica a menudo no consciente que sirve al poder para mantener la estructura social y las desigualdades entre clases sociales.
Si alguna vez te has preguntado por qué se pasa lista en cada clase (…), por qué gran parte de los profesores actúan como policías en el aula e imponen castigos o por qué se hacen elecciones a delegados, quizás el “curriculum oculto” sea parte de la respuestaUn ejemplo muy claro son los exámenes. Pondrán mil excusas, pero está de sobra demostrado que la calificación basada en exámenes hace aguas en términos de aprendizaje. Si lo pensamos, el examen es una prueba igual para todos, cuando somos personas diversas que parten de puntos distintos. Una prueba que mide la capacidad individual para memorizar lo que en breve olvidaremos (en vez de la de razonar, aplicar los conocimientos o trabajar grupalmente) y que genera ansiedad y nos separa en “aptos” y “no aptos”. Nos clasifican convirtiéndonos en números y ordenándonos en una escala de mejor a peor, jodiendo la autoestima de los que ocupan la parte baja de la escala y fomentando la competitividad para ver quién saca las mejores notas.
Así más que la capacidad o el aprendizaje, el sistema educativo mide otras cosas: si tenemos el tiempo para pasarnos tardes enteras delante de libros (porque no tenemos que currar, cuidar de hermanos o abuelos…), si tenemos la capacidad de sacrificio para hacerlo renunciando a otras cosas, si podemos memorizar acríticamente sin cuestionar y luego vomitarlo en el examen… Y de paso, como para sacar la mejor nota no solo hay que sacar una buena, sino que las del resto deben ser peores, aprendemos que es mejor no apoyarnos entre nosotras: no resolverle la duda a un compañero, no pasarle los apuntes…
Nos clasifican convirtiéndonos en números y ordenándonos en una escala de mejor a peor, jodiendo la autoestima de los que ocupan la parte baja de la escala y fomentando la competitividad para ver quién saca las mejores notas
¿Aprender para qué? ¿Aprender para quién?
Pero además de verlo como una iniciación a lo que es el trabajo, también podemos hacer una comparación más directa, más profunda, salvando las distancias. Solemos pensar que estudiar es un privilegio frente a no poder hacerlo por tener que trabajar, por no poder pagar una carrera o por lo que sea.Lo cierto es que antes se podía ser estudiante universitario y trabajar a la vez con cierta facilidad; las subida de tasas y la asistencia obligatoria a clase traída por el Plan Bolonia, hace que esto ya no sea algo tan habitual. Se nos hace elegir, o más bien se nos clasifica por una u otra vía (estudiar o trabajar), y está claro cuál es la que nuestras madres querrían que siguiésemos. Está claro que estudiar tiene sus ventajas: la disciplina es menos rígida, hay más socialización, hay posibilidades de aspirar a puestos de trabajo, donde también nos van a explotar, pero podremos estar sentadas o haciendo tareas más entretenidas que servir copas o repartir pizzas con una moto jugándonos la salud…
Pero más allá de eso, es interesante reflexionar sobre en qué consiste ese "privilegio". La educación estatal, a todos sus niveles, tiene como principal función generar mano de obra útil al mercado, además de transmitirnos ese “curriculum oculto”. Ningún gobierno se esforzaría ni invertiría lo más mínimo en que el populacho supiese leer y escribir si leer y escribir no fuese necesario para prácticamente cualquier trabajo hoy día (y así ocurría cuando no lo era, que no nos cuenten cuentos de que esto es porque “la humanidad progresa”).
Lo cierto es que antes se podía ser estudiante universitario y trabajar a la vez con cierta facilidad; las subida de tasas y la asistencia obligatoria a clase traída por el Plan Bolonia, hace que esto ya no sea algo tan habitual
Pero desde hace décadas, leer y escribir ya no es suficiente, y para muchos trabajos se necesita mano de obra cualificada, con conocimientos cada vez más especializados (por eso hasta en las etapas infantiles empezaron a meter inglés e informática y ahora nos parece que están ahí desde siempre), por lo que cada vez se alargaba más la enseñanza obligatoria y más gente fue accediendo a la universidad.
Además, no solo incluyen en la educación estatal las competencias que necesitan que tengamos, sino que eliminan las capacidades y conocimientos que no les interesa que aprendamos, para empezar, todos los que nos hacen autónomos materialmente (aprender a cultivar, conocimientos sobre salud, sexualidad y educación emocional, primeros auxilios, conocer los ciclos de la naturaleza o el entorno natural de nuestras ciudades y un largo etcétera), intelectual y artísticamente (filosofía, música, dibujo, teatro...). Y ahora, que sobran trabajadoras con estudios, estamos haciendo el camino de vuelta.
No solo incluyen en la educación las competencias que necesitan que tengamos, sino que eliminan las capacidades y conocimientos que no les interesa que aprendamos, todos las que nos hacen autónomos materialmente, intelectual y artísticamenteHasta aquí, todo muy trillado. La pregunta es: entonces, ¿por qué seguimos considerando esto un privilegio, si el fin de estudiar (sea la ESO o sea un Máster) es para la mayoría terminar siendo un engranaje en la maquinaria? ¿Por qué consideramos estudiar algo radicalmente diferente, opuesto al trabajo? Los aprendices en los gremios medievales eran mantenidos y pagados por sus maestros (suponemos que mal pagados, tampoco nos entre la nostalgia).
Cada vez es más común, sobre todo en algunos sectores (tecnología, informática y probablemente otros muchos que no sepamos), que las empresas paguen cursos de formación a sus trabajadores, incluso que esas horas de formación sustituyan a horas de trabajo. Es decir, que paguen a sus trabajadoras por formarse. Los empresarios sí tienen total conciencia de que ese “conocimiento” que dan a sus trabajadores no es ningún regalo, es una inversión. Igual que en una empresa te facilitan material de trabajo (desde la hormigonera si trabajas en la construcción hasta el ordenador de una oficina, pasando por un móvil de la empresa), también te dan la formación, que es una herramienta de otro tipo pero con el mismo objetivo: que la utilices en tu puesto de trabajo para generarles más beneficios.
Hasta hace no tanto (quizá algunos tengamos hermanos mayores que lo hayan vivido), el trabajo en prácticas de las carreras universitarias se pagaba. Ahora lo que se estila es que, aun teniendo ya el título, las empresas te ofrezcan contratos de practicas sin sueldo, para que te pagues el alquiler y los vicios con “experiencia” y “contactos”. Pero con “experiencia” no se puede comprar en el supermercado.
Por si fuera poco, el Estado, como representante de los intereses empresariales, cubre las etapas básicas de esa educación y parte de la educación universitaria, con los impuestos de todas, y luego tenemos que pagar otra buena parte en forma de tasas de nuestro bolsillo. Así el Estado ahorra a las empresas toda esa inversión en formación que necesitarían para tener la mano de obra que necesitan. Por tanto, cuando hablamos de educación gratuita, podríamos pensar, ¿gratuita para quién? En realidad, nosotras la pagamos y ellos se quedan con la plusvalía de nuestro trabajo.
Hasta hace no tanto, el trabajo en prácticas de las carreras universitarias se pagaba. Ahora lo que se estila es que, aun teniendo ya el título, las empresas te ofrezcan contratos de practicas sin sueldoEstudiar es revalorizar nuestra fuerza de trabajo, hacer que se cotice más. Igual que cuando construyen un museo como el Guggenheim o un centro comercial en un barrio, los pisos de alrededor se vuelven más caros. Y de hecho, cada vez hay más de esto en la formación: nos tratamos a nosotros mismos como un diamante en bruto que hay que pulir para poder competir con otros por obtener el mejor puesto de trabajo, como un producto que habrá que vender. Esto, aunque pueda parecerlo, no es mejorar nuestras capacidades, sino tratarnos a nosotros mismos como algo ajeno, como un objeto (es decir, alienarnos).
Lo que es curioso, entonces, es que tengamos que pagar por estudiar, por formarnos, como quien paga por tunearse el coche. Cuando lo cierto es que hace 20 años, aunque no tuvieras la ESO tenías trabajo, y ahora ni con dos Masters. Y esto (más allá de la burbuja económica o la crisis) significa que se han repartido la tarta y se están riendo de nosotros, mientras nos dicen que nos apuntemos a cursillos de “empleabilidad”, o que seamos emprendedores y creativos.
Haber estudiado una carrera no es un regalo, aunque pueda llevar a mejores condiciones de trabajo, pues de nuevo, los más beneficiados no serán quienes la estudien sino quienes le contraten para trabajar para ellos. Porque además, cuanto más adaptados, cuanto más tengan interiorizado ese currículum oculto, menos problemas darán en general. Serán los trabajadores perfectos: sabrán hacer de todo, siempre obedecerán, meterán horas extra sin que nadie se las pida, no se quejarán si no se las pagan y quizá, un día, incluso se chiven al jefe de que sus compañeros preparan una huelga. O se pelearán con quienes intentan llevarse algo sin pagar del supermercado(na) de mierda en el que trabajarán. Y míralos que monos, como sonríen, con su tele nueva...
Continuará este miércoles...
Muévelo en twitter: @El__sacapuntas
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El empresariado es gente adulta que oprime y el profesorado también y la policía y el ejército y el juez y el carcelero. Ser asalariado no te exime de tus actos. El empresariado también ha pasado por el sistema educativo así que este sistema no es piramidal es un círculo que se retroalimenta y el oprimido también es opresor. Claro que no oprimir requiere sacrificio personal y jugarse el cuello en el curro y la mayoría no está por labor de eso y es más fácil culpar a los de arriba cuando en realidad son tus actos quienes los mantienen arriba.
Interesante. Un poco simple en el planteamiento de esa primera parte del artículo, que le hace parecer un tanto panfletario, un cuento de buenos y malos (¿Has pensado que esos profesores han sido educados y son productos explotados del mismo sistema?). El final lo suscribo al cien por cien. Me gustaría leer la segunda parte, las propuestas del autor para revertir esta situación que nos está convirtiendo a los ciudadanos en siervos de quienes empezaron robándonos dinero, han continuado robándonos los derechos más elementales y acabarán robándonos la dignidad.
Excelente artículo. Trabajo de profesor de instituto y lo comparto casi al dedillo. De hecho muchas de las cosas que decís las comentamos en clase todos los años. Pero añadiría algo: profesorado y alumnado deberíamos darnos cuenta de que ambas partes (las más de las veces) estamos sometidas a esa misma lógica capitalista, que no somos enemigxs. Aunque haya profes y profes (al igual que hay alumnxs y alumnxs) ambas partes deberíamos trabajar conjuntamente por cambiar todo un sistema que, también ambas partes, hemos interiorizado sin percatarnos (como bien explicáis).
Equiparar la responsabilidad del profesorado y la del alumnado es como comparar la responsabilidad del empresariado y la calse trabajadora.
SIn duda, el profesorado tiene una mayor responsbilidad que el alumnado. Pero de ahí a compararnos con los empresarios... Siento que nos veas como el enemigo. Saludos
Sois la autoridad, el primer eslabon de la cadena represiva, junto con la familia nuclear, en la (re)produccion del sistema capitalista. Sois los que producis peones para el capital.
Creo que trataban de decirte justo lo contrario. Los profes tienen su papel en esto, son una figura de autoridad les guste o no. Pero no son comparables a los empresarios (son trabajadores de hecho), simplemente pueden ceñirse más o menos a su papel y a esa función de reproducción ideológica. Muchos intentar hacer justo lo contrario, con mayor o menor éxito, y hay que estar a tope con esas complicidades entre profes y alumnos para cambiar las cosas
Mi respuesta era al comentario 42122, no a El Sacapuntas. Coincido con lo que allí dicen y con lo que dices tú. Saludos
Quizás comparar al trabajador y al empresario es más como comparar al alumno y al sistema educativo (no hay que olvidarse de la estructura en todo esto), sin que por ello haya que subestimar el papel que tienen profesores (y que pueden usar para bien o para mal)
No estás siendo crítica sino reflejando alguna mala experiencia académica personal. Comparto casi todo. Creo que la educación, como he leído por otros medios, debería basarse en enseñar comportamientos, afectivos, sociales etc más que procesos de memoria y volcado de datos. Anticiparnos a la revolución robótica. En fin, espero al miércoles continuar leyéndote. Un saludo!
No es personal, de hecho nuestros artículos son colectivos, no los escribe una sola persona. Quizás muchas experiencias personales pueden decir algo de lo estructural. Ahora también se enseñan comportamientos sociales, el tema es cuáles y que forman parte de ese curriculum oculto. Gracias por leernos. Hasta el miércoles!
Corrige. Tienes algunas faltas de ortografía en algún que otro porqué.