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Universidad
El conocimiento no sale de la nada, sino de las experiencias. Se fragua lento y colectivamente
Hoy estoy enfadada con la universidad. En vez de hacer trabajos basados en acumular información, ordenarla y sentirnos guays por haber llegado a una conclusión de una manera lineal, quizás podríamos hablar, debatir, pensar en base a lo leído. De este modo, no esperaríamos, como zombies, que el conocimiento aparezca en nuestra mente con un “chas” y una voz grave, tras haber consumido ochenta libros.
Hoy estoy enfadada con la universidad, que raro, un día más, y eso que ahora con la pandemia no tengo que pisarla. Me frustra que en el último año de grado no quiera seguir formándome en esta institución. Me frustra ver a tantas compañeras y compañeros que sólo quieren acabar, que quieren entrar en el mercado laboral (con lo mal que suena). Y no por una necesidad económica inminente, que también, sino por que han perdido las ganas de crear conocimiento.
Tras cuatro años aprendiendo a hacer trabajos y exámenes, me han raptado la creatividad. Tras cuatro años de debates insulsos, de conclusiones sin repercusiones sociales, me han destrozado la capacidad para imaginar mundos. Me siento una señora mayor, vieja anarquista enfadada, que ya no quiere oir hablar de revoluciones.
Pero mañana se me pasa, mañana querré quemar cosas, plantar otras y abrazar a mucha gente. Pero hoy, hoy estoy enfadada.
Tras cuatro años aprendiendo a hacer trabajos y exámenes, me han raptado la creativida
En la sociedad occidental capitalista, el conocimiento entra dentro de la lógica de la propiedad. Es decir, existe un propietario o propietaria que tiene unas ideas, que llega a unas conclusiones, y que decide cómo (libros, páginas webs, podcasts...), cuándo (duración de las patentes) y a quiénes (no todo el mundo puede acceder a todos los materiales, existe una brecha espacial, digital, y económica) hace partícipes de su “descubrimiento”.
Sin embargo, deberíamos ser más conscientes de que el conocimiento no se crea por generación espontánea en una mente particular. Así, las pedagogías que nos aplican en las universidades, cobrarían un poco más de sentido. En vez de hacer trabajos basados en acumular información, ordenarla y sentirnos guays por haber llegado a una conclusión de una manera lineal, quizás podríamos hablar, debatir, pensar en base a lo leído. De este modo, no esperaríamos, como zombies, que el conocimiento aparezca en nuestra mente con un “chas” y una voz grave, tras haber consumido ochenta libros, trescientos artículos y tres cuartas partes de nuestra semana. Por que no pasa, nunca llega la voz, ni la iluminación, ni la maldita bombilla. Que nos pidan reflexiones, análisis de realidades, pero no ordenar información y obsesionarnos con las citas. Si interiorizamos las ideas de autores y autoras que nos interesen, no haría falta poner de qué página, de qué revista, de qué año, sale una maldita palabra. Porque nos saldría natural comentar “como dice Fulanito…” y aplicarlo a nuestro análisis. Pero no, nos tenemos que obsesionar con Fulanito, en vez de con nosotras mismas y nuestro contexto. Tan focalizados en buscar la página donde menciona esa cita, que no pensamos ni en cómo aplicarla.
En vez de hacer trabajos basados en acumular información, ordenarla y sentirnos guays por haber llegado a una conclusión de una manera lineal, quizás podríamos hablar, debatir, pensar en base a lo leído
Vuelvo al tema, que me enfado.
Actuamos y pensados imbuidos en un contexto, en un discurso concreto. Esto quiere decir que nuestra manera de pensar, de actuar, de significar lo que vemos, tiene que ver con un entorno social. Nuestra mente une ideas que siempre creamos socialmente, a través de nuestras percepciones, de nuestras conversaciones, de nuestras experiencias significadas, e incluso de las vivencias que pasamos por alto.
El conocimiento tiene autoría porque hay personas y grupos concretos que han articulado ideas de una manera, que permite dar respuesta a ciertas preguntas, o visibilizar una temática o problemática que habíamos naturalizado y pasado por alto. A pesar de esto, la lógica que ha seguido esa articulación de ideas, también es social, puesto que el modo de pensar tiene que ver con el contexto en el que sucede.
Actuamos y pensados imbuidos en un contexto, en un discurso concreto. Esto quiere decir que nuestra manera de pensar, de actuar, de significar lo que vemos, tiene que ver con un entorno social
Sin embargo, se puede bailar con las líneas del discurso. La estructura social nunca es determinante y existe la capacidad de agencia [la capacidad de actuar más allá de lo que nos marcan las estructuras de la sociedad]. Los discursos siempre están atravesados a su vez por otras narrativas, más chiquititas, más concretas. Nada está determinado, pero siempre somos contextuales.
Por eso, creo que el conocimiento tiene autoría, aunque esta debería escapar de la lógica personalista actual. En vez de recordar el nombre de un GRAN AUTOR, quizás este debería hacer más mención al grupo con el que tiene debates, a las personas que siempre le rodean. Y no en los agradecimientos, sino como compañeres activos en la creación de ideas. Quizás se borre su nombre de la “historia”, quizás eso sea un drama. Pero quizás consigamos hacer una historia de conceptos e ideas coyunturales, en vez de GRANDES nombres que ocultan otros que no han sabido jugar tan bien.
Crear puestos tan específicos, que requieren tanta cantidad de energía focalizada, hace que ciertos estudiosos creen conocimiento desde burbujas. Porque para llegar a esos puestos, a esa valoración social, deben de convertirse en ratoncillos encerrado
Pero esto no implica que el conocimiento deba de ser una propiedad. Tampoco creo que deba de haber personas que sólo ganen dinero a través de hacer como que las ideas son únicamente suyas, como señoros catedráticos y así. Que dedican su vida a ser esos GRANDES AUTORES.
Es obvio que siempre tenemos que tener financiación para el estudio y el análisis social. Pero el hacer puestos tan específicos, que requieren tanta cantidad de energía focalizada, hace que ciertos estudiosos creen conocimiento desde burbujas. Porque para llegar a esos puestos, a esa valoración social, deben de convertirse en ratoncillos encerrados. Al no tocar el mundo exterior, empiezan a hacer análisis que no son nada transformativos para la sociedad, y pierden su potencialidad de difusión.
Por eso, el crear un conocimiento que no tenga que estar sujeto a la lógica de la propiedad, nos permitiría hacer que este sea más cercano a la sociedad. Ya no sólo en su forma de expresión, sino en sus temáticas, en sus propuestas y posibles aplicaciones.