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Lactancia
La teta y la vida: el altruismo en la donación lactante
El 19 mayo de 2021, Día Mundial de la Donación de Leche Materna, se publicaba la siguiente noticia: “La pandemia aumentó la solidaridad de leche materna: 274 litros en 2021 y 350 donantes apuntadas en el Banco de Santiago”. Así, este llamado “gesto altruista” no solo no se había detenido con la pandemia sino que incluso se había incrementado, pese a las tantas dificultades e incomodidades posibles asociadas a esta forma singularísima de filantropía humana, que, como tantas otras cosas que tienen que ver con las mujeres-madres y criaturas, no ha sido convenientemente reconocida ni abordada hasta fechas recientes.
Esta noticia puede complementarse con la siguiente, anterior en el tiempo: “Una joven pierde a sus bebés prematuros y decide guardar su leche durante el confinamiento para otros niños”. La decisión de Celia Lázaro ―matrona, a la sazón― de ser donante de leche durante el confinamiento en 2020, en una situación personalmente tan gravosa para ella, fue el modo como esta joven madre quiso rendir homenaje a sus hijos fallecidos, Olatz y Alain. La noticia, por su fuerza incomparable, resonó con impacto mediático de gran alcance, reproduciéndose en numerosos medios diferentes (prensa, radio, redes sociales…), en la difusión de ese “legado de dos vidas truncadas” en forma de leche humana convertida en puro altruismo, acaso todavía con más fuerza, ya que, casualmente, esta madre fue la única donante de su comunidad durante aquel primer confinamiento.
Aunque la pandemia y los diversos procesos de confinamientos han impactado onerosamente en la lactancia humana, agravándose muchos procesos sociales que dificultan su práctica, en las noticias anteriores encontramos datos, de un lado, sobre el incremento global de este gesto altruista durante la pandemia en España y, de otro lado, sobre las decisiones en los momentos más complicados del estado de alarma acerca de donar la propia leche en caso de muerte perinatal, una práctica no infrecuente y especialmente relevante para repensar las asunciones habituales sobre la lactancia en general y la donación lactante en particular.
Donar leche materna no es un proceso exactamente fácil para las personas que deciden hacerlo. Es complicado, laborioso, hasta doloroso a veces. Las madres deben extraerse la leche en sus domicilios según un protocolo rígido, en unas condiciones muy concretas para preservar el producto en las condiciones óptimas, y después llevar personalmente lo recogido al hospital donde esté alojado el banco de leche. Todo ello gratuita, voluntaria y generosamente, y siendo en ese momento madres de criaturas seguramente muy pequeñas necesitadas de cuidado constante, por no añadir la situación de que además estén trabajando en tarea remunerada (cosa evidentemente frecuente), con lo cual su actividad cotidiana distará mucho de gozar de tiempo libre y ocio.
La leche materna humana se destina de forma primordial a grandes prematuros cuyas madres, por el motivo que sea, no pueden lactar en ese momento. La vida, y la calidad de vida futura, de estas personas humanas de nacimiento prematuro están directamente ligadas a esta provisión de leche de otras madres que no son la suya biológica. En otras palabras, estas donaciones altruistas contribuyen a llevar a cabo el cumplimiento de lo que ya ha sido declarado como un “derecho humano” (así se pronunció por fin la ONU en 2016 sobre la lactancia humana), y como una de las inversiones sociales con índice de costo-beneficio más ventajoso, según la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030.
Algunas autoras defienden las características únicas de la donación de leche humana, que se revela en la generación de una 'identidad de donante de leche' compleja y compuesta de elementos maternos y femeninos
Donar leche humana es un acto de filantropía corporal (entre otras muchas cosas); sin embargo, ha sido virtualmente ignorada en la literatura sobre la filantropía, frente a otros muchos enfoques y frente a la proliferación enorme de los bancos de leche a lo largo del globo, con el altísimo impacto que ello supone en muchas esferas. Algunas autoras defienden las características únicas de la donación de leche humana, que se revela en la generación de una identidad de donante de leche compleja y compuesta de elementos maternos y femeninos, reclamándose la necesidad de enriquecer los análisis que vinculen género, identidad y motivación del acto de donar.
La pandemia ha afectado grave y negativamente a todos los procesos vinculados a derechos sexo-reproductivos de madres y criaturas, lo que, lejos de devenir algo casual o accidental sin explicación estructural, ha sido analizado como consecuencia del paradigma del patriarcado ginecobstétrico.
La atención materna y neonatal en sus primeras fases experimentó cambios sustanciales durante la pandemia de COVID-19, comprometiéndose su calidad y perjudicándose la capacidad de profesionales sanitarias para brindar aquella atención materna respetuosa a nivel mundial. Se declara así la urgencia de acciones multidimensionales y adaptadas al contexto para mitigar los impactos de la actual pandemia a este respecto, así como en un contexto pospandémico y ante el posible advenimiento de situaciones análogas.
Dentro de ese paradigma general de la atención a la maternidad y la esfera neonatal, destaca especialmente el impacto negativo de la pandemia en la lactancia y, para el caso que nos ocupa, los procesos de donación; así, la pandemia de COVID-19 ha presentado una variedad notable de desafíos para los bancos de leche humana a escala global. Estos, también en pandemia, han de ser atendidos y gestionados, ya que puede ser más vital que nunca su prestación para criaturas humanas en sus primeros días.
Las llamadas “bioeconomías de género de la donación” parten de situar las diversas prácticas de donación con perspectiva de género, según una comprensión de su diferencia; concretamente, se ha explorado cómo el tejido derivado de los cuerpos de las mujeres adquiere valor diverso y en función de las distintas comprensiones sociales de la maternidad.
Hablar de donación lactante es hablar de donantes (personas-mujeres-madres), y es también hablar de criaturas, en esa visión ontológicamente fuerte de la lactancia humana como realidad de interdependencia. Las criaturas lactantes son a menudo, todavía y paradójicamente, grandes olvidadas en muchos discursos y narrativas sobre los derechos sexo-reproductivos, en una de las expresiones más crasas y ancestrales de injusticia epistémica.
Hemos de continuar en el camino de optimizar en todos sus aspectos el sostén social e institucional para con este acto corpo-filantrópico incomparable, así como ahondar en su comprensión fenomenológica y hermenéutica crítica con perspectiva feminista y de género. Una vez más, la lactancia humana revela, en su radical condición híbrida, en esa intersección de “naturaleza (biología y ambiente), cultura y ética” donde cobra sentido, su poder de interrogación y convocatoria. En la donación lactante fulgura la leche humana como bien global, esa leche materno-filial como un don de la Humanidad que revela la urgencia de transitar hacia una comprensión del mundo menos individualista, más sistémica y genuinamente bio-centrada.
Este artículo es una versión extendida del texto divulgativo publicado en The Conversation:
“Donación lactante: la leche humana como bien global”, en The conversation, 18/05/2022: https://theconversation.com/donacion-lactante-la-leche-humana-como-bien-global-182118.
A su vez, ambas versiones divulgativas están extraídas del artículo académico recientemente publicado en un monográfico de Ética y Filosofía:
“Donación lactante y pandemia: la leche humana como bien global”, publicado en Revista Española de Salud Pública, 96, 5/10/2022: https://www.sanidad.gob.es/biblioPublic/publicaciones/recursos_propios/resp/revista_cdrom/VOL96/C_ESPECIALES/RS96C_202210059.pdf.