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Filosofía
Invitación a "Pornotopía", de Paul B. Preciado
Analizamos, de la mano de Paul B. Preciado, el papel del fundador de la revista Playboy en la creación de la pornografía moderna y de un modelo de masculinidad heterosexual que, en sus inicios, desafía los patrones normativos impuestos por el gobierno estadounidense
Pornotopía nació de una noche de insomnio en un apartamento de Brooklyn. Hugh Hefner, el director de la revista Playboy, apareció esa noche en la pantalla del televisor de Paul B. Preciado. Hefner, en pijama y batín, explicaba la importancia que tenía la arquitectura en el universo para adultos que había construido. A la mañana siguiente, Preciado emprendió el camino enmarañado de las búsquedas y de las bibliotecas, un camino que terminó en Pornotopía.
Quizás no es difícil llegar a comprender de qué manera el creador del universo Playboy inventó la pornografía moderna. Sin embargo, nos hace falta la lucidez de Preciado para llegar a imaginar de qué manera el creador de Playboy trastocó la arquitectura americana de posguerra.
El primer ejemplar de Playboy incluía fragmentos de Arthur Conan Doyle, un artículo sobre jazz, la fotografía de un yonqui, un cuento sobre el adulterio, una reivindicación irónica de la mala suerte financiera del hombre en los divorcios y un reportaje fotográfico sobre diseño. Pero lo que disparó las ventas de aquel primer número de Playboy no fue esta mezcla bizarra, sino la fotografía en color de una Marilyn Monroe espléndidamente desnuda sobre un fondo de terciopelo rojo, tomada por Tom Kelley.
La revista tuvo que vérselas con las arbitrarias leyes anti-obscenidad que regulaban el panorama americano desde 1712. Los desnudos femeninos durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial habían sido distribuidos por el propio ejército americano como material de “apoyo estratégico a las tropas”, en palabras del gobierno. Pero el mismo aparato estatal, que había promocionado la masturbación masculina como “apoyo estratégico”, entendía ahora (una vez finalizada la Guerra) esas fotografías como una amenaza a la reconstrucción de la familia heterosexual. Es así como una especie de retorno a la moral, promovido desde el gobierno, configura la primera definición legal de pornografía, dando carta blanca al espionaje y a la censura esta vez ejercida contra los propios ciudadanos.
Desafiando el azar de estas reglas anti obscenity, Hefner decidió hacer de la fotografía de Tom Kelley un desplegable que se convirtió en un icono cultural. La imagen del desnudo en color de Marilyn Monroe recorrió Norteamérica, fue un fenómeno de masas sin precedentes. El creador de Playboy acababa de inventar la pornografía moderna.
Pero “Playboy era mucho más que papel y chicas desnudas”. Entre los años cincuenta y setenta se había creado un conjunto de espacios que dotaba de un topos preciso la “utopía erótica” imaginada por Hefner. Playboy despliega una constelación de clubs nocturnos y de hoteles, esparcidos por América y Europa. Pero más allá, Playboy reinventa el espacio doméstico: desde el ático playboy hasta la cocina sin cocina o la cama giratoria,...todos los elementos que más tarde conformarán la Mansión playboy (un “love place de 32 habitaciones”).
El gobierno sabía que el control y la producción pasaba forzosamente por el núcleo de una familia heterosexual bien constituida
Cuando los soldados americanos regresan de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno tiene preparada para ellos una vuelta al hogar. Una vuelta moralizante al hogar. El gobierno sabía que el control y la producción pasaba forzosamente por el núcleo de una familia heterosexual bien constituida. Las mujeres, que habían sido el mecanismo productor durante las grandes guerras, eran resituadas ahora en las urbanizaciones que crecían en los suburbios. Sus maridos, en cambio, habían vuelto a casa para deambular en el exterior. Esas largas autopistas de nueva construcción los llevaban a trabajar al Downtown. Las revistas destinadas a estos hombres de posguerra representaban siempre escenas de exterior (cacerías en el campo, días de pesca,...).
Hefner produce un modelo de masculinidad (heterosexual) alternativo, desafiando esta masculinidad impuesta desde el Estado. Traslada el mundo de los hombres al interior, inventa un nuevo espacio doméstico para el hombre (heterosexual, blanco)
Pues bien, Hefner produce un modelo de masculinidad (heterosexual) alternativo, desafiando esta masculinidad impuesta desde el estado. Traslada el mundo de los hombres al interior, inventa un nuevo espacio doméstico para el hombre (heterosexual, blanco). Ya no se trata de la vivienda familiar del suburbio: Hefner populariza el ático de soltero. Transformar el hombre heterosexual en playboy supone inventar un topos erótico alternativo a la casa familiar del suburbio (espacio que la cultura norteamericana de posguerra había normalizado).
Así fue como Playboy modernizó la arquitectura durante la guerra fría. Hefner había entendido a la perfección que para producir una determinada manera de ser hombre había que diseñar un espacio, había que proponer un conjunto de prácticas capaces de funcionar como hábitos para ese cuerpo masculino. Y para llevar a cabo una transformación tal de la arquitectura, el creador del universo Playboy usó el arma más potente de la modernidad, los medios de comunicación.
Para reinventar los espacios y producir un nuevo tipo de subjetividad masculina era necesario entrar en las casas suburbiales, penetrar en el corazón de los domicilios privados de las familias bienpensantes, insertando en ellas ese espacio virtual que se desplegaba a través del texto y de la imagen. Era necesario que Hugh Hefner se paseara en pijama por sus pantallas de televisión, era necesario que las revistas playboy le exhibieran recorriendo exclusivamente paisajes interiores.
Una interesante relación entreteje los massmedia, la arquitectura y la producción de subjetividad. Éste es apenas un esbozo de la sugerente hipótesis que Preciado desarrolla de manera brillante en las páginas de Pornotopía. Finalista del premio Anagrama de ensayo (Primavera, 2010). Las palabras de Paul B. clausurarán mejor esta invitación a leer de lo que lo harían las mías:
“Playboy es la Mansión y sus fiestas, es la gruta tropical y el salón de juegos subterráneos desde el que los invitados pueden observar a las Bunnies bañándose desnudas en la piscina a través de un muro acristalado, es la cama redonda en la que Hefner jugueteaba con sus conejitas. Playboy es el ático de soltero, es el avión privado, es el club y sus habitaciones secretas, es el jardín transformado en zoológico, es el castillo secreto y el oasis urbano...Playboy iba a convertirse en la primera pornotopía de la era de la comunicación de masas”.