We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Los profesores y profesoras, como muchas otras personas, nos las vimos y nos las deseamos para poder continuar nuestro trabajo durante los meses del confinamiento. De la noche a la mañana teníamos que impartir clases online, preparar aulas virtuales en las que atender multitud de dudas, adaptar las clases y las tareas a la situación de los y las alumnas, diseñar y celebrar exámenes con ciertas garantías y todo sin experiencia previa, con nuestros propios medios y con la mejor voluntad.
Terminamos el curso más o menos satisfechos del resultado obtenido, y aunque ya se temía un curso 2020-2021 muy marcado por el covid-19, teníamos la esperanza de que si habíamos salido airosos del tercer trimestre anterior, estábamos preparados para lo que viniera. Pero no, no estábamos preparados para la gran solución planteada por nuestras autoridades competentes.
Estaba claro que no se podían comenzar las clases con las aulas atestadas de alumnos, pero tampoco parecía que se fueran a poner muchos más recursos y llegó septiembre. Y fue entonces cuando surgió la solución al problema de los institutos: la semipresencialidad. Semi-presencialidad: dícese de la cuadratura del círculo en la que se reduce el número de alumnos en el aula a la mitad, con las mismas horas lectivas y sin contratar a más docentes. Y no hay que ser muy listo para saber quién es el paria que debe cuadrar ese círculo, ni quién paga los platos rotos de esta chapuza.
Lo que aún se pretende con este engendro es que el mismo profesor imparta clase presencial a la mitad del grupo y clase on-line a la otra mitad... ¡al mismo tiempo!. Eso es conceptualmente imposible, ya que la disposición, la actitud, los materiales, la interacción, en definitiva, la docencia en sí es muy diferente en un modelo y en otro.
Sin embargo, la educación debe continuar, y los docentes hacemos lo que podemos con los medios de los que disponemos. Porque eso es de lo que estamos hablando, de educación. En estas condiciones, ¿qué educación están recibiendo nuestros hijos? Se podría definir más fielmente como semi-Educación.
Ésta es la realidad para los alumnos de 3ºESO en adelante: los alumnos asisten a la mitad de las clases, el resto del tiempo están en casa. En el aula todos quietos, con mascarilla y no se pueden realizar actividades ni prácticas con objetos ni en grupo. El profesor, por su parte, debe conectarse, abrir la sesión de la clase online y comprobar que está funcionando, tomar la temperatura si procede y conectar el proyector para que vean lo mismo los conectados y los del aula.
Si todo va bien, el profesor no deberá alejarse del micrófono ni del ordenador para poder atender las posibles consultas de los alumnos remotos. Si dispone de una presentación para impartir la lección, bastará con proyectarla mientras da la clase; si no, tendrá que usar una pizarra virtual o grabar la pizarra con una cámara, y que se pueda leer lo que pone (por experiencia, muy complicado).
Dependiendo de las circunstancias, los alumnos que están en casa declaran desde “no enterarse de nada” hasta enterarse aceptablemente, con lo que se genera una situación de desigualdad entre estos y los alumnos presenciales
En esta situación, las cuestiones o la interacción con los alumnos presenciales se hace mucho más complicada, además de quedar fuera de la retransmisión, por razones obvias. Dependiendo de las circunstancias, los alumnos que están en casa declaran desde “no enterarse de nada” hasta enterarse aceptablemente, con lo que se genera una situación de desigualdad entre estos y los alumnos presenciales que puede afectar a su aprendizaje y a su interés por la asignatura.
Además, hay algunas cuestiones que pueden fallar: que no funcione la conexión a internet —en este momento, la conexión a internet en las aulas es responsabilidad de la Comunidad de Madrid con el programa de “Escuelas Conectadas”, y no está funcionando bien—, que no haya cámara o no funcione —la Comunidad de Madrid no parece haber enviado aún a los institutos todas las cámaras necesarias—, incluso que no haya profesor —muchos alumnos están aún sin profesor e incluso sin tutor desde principio de curso, la Comunidad de Madrid tiene que contratar aún a miles de profesores—. La situación no es nada fácil y los equipos directivos se las ven y se las desean para mantener el sistema a flote día a día.
En conclusión, esta semi-presencialidad funciona en tanto que los institutos siguen abiertos y no está suponiendo un gasto considerable, pero no funciona porque no es posible cumplir los mínimos de calidad educativa en estas condiciones. Así que que cada persona elija su color en este Black Jack moral que nos toca vivir: negro o rojo
Relacionadas
Comunidad de Madrid
Personal en fraude de ley La Comunidad de Madrid reconoce “una serie de incidencias” en las oposiciones del personal no docente
València
València Sin instituto un mes después de la dana
Comunidad de Madrid
Educación en Madrid El profesorado madrileño vuelve a parar, con la huelga indefinida ya entre sus planes
Soy docente de Secundaria en Madrid hasta hoy: me jubilo mañana. Soy de misma opinión que el artículo: el sistema semipresencial no funciona desde el punto de vista docente. Mi comunidad autónoma (Madrid) debería haber preparado mucho mejor la vuelta a las clases y gastar más dinero (que ahora parece que lo hay). En mi centro las cámaras han salido de un presupuesto extraordinario que hemos recibido, pero tarde; se han renovado los equipos informáticos de las aulas. Muy bien. Pero hay alumnos y alumnas en difícil situación económica que no pueden seguir la enseñanza online; no hay aún solución oficial para eso, dos meses después de empezar el curso; esto es falta de previsión de la Consejería de Educación (o algo peor).
Dicho esto, la situación es objetivamente difícil y muchos agradeceríamos nuevas ideas que puedan funcionar bien; a mí no se me ocurren: hay que limpiar las clases, no hay espacios para desdoblar grupos, faltan profesores porque las bolsas de trabajo están agotadas.
Estamos sufriendo (como en sanidad) un déficit estructural causado por muchos años de una dirección política determinada. Cada cual que vote lo que quiera, claro, pero de aquellos barros. estos lodos.