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Educación
Educadores sociales exigen ser incluidos en centros educativos a través de la Ley Rhodes
El Consejo General de Colegios de Educadores y Educadoras Sociales (CGCEES) pide que la figura de “coordinador o coordinadora de bienestar y protección” que contempla la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia sea asumida por profesionales de la educación social.
Lourdes Menacho, presidenta del Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales en España (CGCEES), reconoce que se enteraron de que pronto se aprobaría la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia —conocida como Ley Rhodes— a través de los medios de comunicación. Lamenta que no se les haya tenido en cuenta porque, aunque el CGEES no ha podido revisar el texto completo, con lo que saben del mismo tienen una demanda clara: que la figura contemplada en la ley de “coordinador o coordinadora de bienestar y protección” sea asumida por educadores y educadoras sociales.
Aunque el CGEES aplaude que se dé un paso más en la protección de niños y niñas y adolescentes con la aprobación del anteproyecto en el Consejo de Ministros de este martes, les ha sorprendido esta figura, ya que “los educadores y las educadoras sociales son la referencia en protección, y las funciones que se adjudican a estos coordinadores son las propias de nuestro colectivo”, expone Menacho. Ya lo explicaron en el escrito que el organismo remitió al Gobierno en noviembre de 2018, cuando el Gobierno del PSOE ya aprobó un anteproyecto de Ley que retoma ahora el Gobierno de coalición y que se ha dado en llamar Ley Rhodes, donde pedían que constara de forma expresa que “corresponde a las personas graduadas en Educación Social la valoración, intervención y emisión de informes sobre los aspectos socio-educativos en intervención con menores”.
Profesionales de la Educación Social piden al Gobierno que “sea valiente” y marque unos mínimos que sean acompañados de financiación a las comunidades autónomas
En este sentido, Menacho explica que el Gobierno ha anunciado que serán las comunidades autónomas las que decidan quién asume estas funciones, lo que incrementa el riesgo de más sobrecarga entre el profesorado, pero no solo: “Todos los sistemas educativos necesitan nuevas profesiones, y esta tarea requiere profesionalidad”. Carles López, presidente de la Plataforma de Infancia, explicó en la rueda de prensa en la que varias organizaciones valoraban el anteproyecto de ley este lunes que esta figura, aunque se presente como nueva, ya tiene un precedente en los llamados “coordinadores de convivencia”, que son profesores de los centros que —además de su docencia— asumen una serie de funciones para un plan de convivencia. Esto es precisamente lo que el colectivo de educación social pretende evitar: “No nos creemos una mejora real de la protección si no se dota de más recursos a los centros”, asevera la presidenta, que insiste en la necesidad de profesionalización de estas tareas.
Solo cinco comunidades autónomas (Extremadura, Castilla La Mancha, Andalucía, Baleares y Canarias) ya cuentan con educadores sociales en centros educativos
Por eso piden al Gobierno que sea “valiente” y marque unos mínimos que sean acompañados de financiación a las comunidades autónomas. “La educación social necesita que el Gobierno se tome en serio la inclusión”, resume Menacho. De hecho, el Consejo recuerda que lo que proponen no es nuevo y que se ha probado su eficacia: Extremadura, Castilla La Mancha, Andalucía, Baleares y Canarias ya cuentan con educadores sociales en centros educativos, “muy bien acogidos” por parte de la comunidad educativa y con positivos resultados en cuestiones como prevención de acoso escolar o reducción de las tasas de abandono, insisten desde el CGEES. Así lo han hecho saber también en el documento de aportaciones a la LOMLOE en el que el Consejo expone la necesidad del colectivo en los centros educativos e inciden en la vulneración del principio de igualdad que supone que solo cinco comunidades autónomas dispongan de estos profesionales en sus centros.
Invisibilización de las dificultades
No solo la Ley Rhodes parece estar olvidando al colectivo. Estos profesionales, considerados servicio esencial, han seguido trabajando durante toda la pandemia “sin protocolos claros ni equipos de protección suficientes”, apunta Menacho, acudiendo personalmente a centros de mayores, de personas con diversidad funcional, de protección de menores o de salud mental —entre otros—. El teletrabajo también ha entrañado muchas dificultades en el ejercicio de su profesión: “Es muy difícil trabajar telemáticamente con una población que no tiene acceso a esos medios digitales”, resume la educadora social.
“Si la educación del siglo XXI no es social, no es del siglo XXI”, apunta Lourdes Menacho, presidenta del CGEES
A las dificultades de la pandemia se han sumado las que ya tenían antes de la llegada del virus, como la externalización que asume el colectivo o la falta de regulación que todavía existe. Por eso la reciente demanda del Consejo, expone Menacho, es también un llamamiento a la Conferencia de Decanos: “¿Qué hacemos ofertando grados sin salida?”, cuestiona. La portavoz insiste en lo necesario de regular las profesiones de intervención social, apuntando que aspectos como las licitaciones o ratios tienen que estar claras “Si la educación del siglo XXI no es social, no es del siglo XXI”, concluye la educadora.
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La labor de los trabajadores sociales es coordinar y dirigir las intervenciones, somos los que tenemos la información global de las situaciones y somos los que tenemos competencia para acreditar situaciones de riesgo (reconocido por la sentencia de 2 tribunales superiores de justicia). Los educadores sociales intervienen a petición o por recomendación del trabajador social.
Ya está bien de intentar quitarnos competencias
Buenos días, me sorprende que se afirme en un periódico como éste que "Todos los sistemas necesitan nuevas profesiones, y esta tarea requiere profesionalidad". Me sorprende que no os hayáis molestado en buscar más información al respecto. Esta figura ya existe en los Centros escolares. Y os puedo asegurar que son muy profesionales. Su figura se llama "PTSC" (Profesores Técnicos de Servicios a la Comunidad) y están en los Equipos de Orientación de todas las etapas (infantil, primaria, secundaria y especial). Por lo menos en la Comunidad Autónoma de Madrid, que es dónde trabajo como profesora de secundaria. Su nombre en forma de siglas puede ser complicado y dar lugar a confusión, pero no se puede negar su existencia como habéis hecho en este artículo. Son profesores de la educación pública (cuya plaza ha sido obtenida por oposición) y cuya formación, generalmente en trabajo social, educación social o pedagogía, les permite realizar una encomiable labor. Trabajan con el barrio y nos encuentran los recursos del barrio a los tutores para que se los ofrezcamos al alumnado; nos ayudan a mediar con los alumnos que tienen conflictos en casa o en el instituto; ayudan en la mediación escolar, en la convivencia y ayudan a las familias. Así que, por supuesto, entiendo que los educadores sociales deberían exigir que haya una figura de PTSC en todos los centros escolares. No estoy segura de cuál debe de ser el interés de que esta figura se niegue, pero me lo planteo. Me planteo que por qué se niega que la labor que realizan los PTSC sea exactamente la que se pretende que realicen estos futuros "Coordinadores de Bienestar".
Los trabajadores sociales no son profesionales para trabajar en centros educativos. Su misión está fuera.
Deberian ser psicólogos con master educativo los encargados de detectar, prevenir, etc.los casos de acoso y violencia entre iguales en los centros educativos
Me parece intolerable que un educador social trabaje en un colegio. La labor en el colegio debe realizarse por docentes o por psicólogos que tengan un máster en formacion del profesorado en educación secundaria. En definitiva, especialistas en el mundo educativo infantil y adolescente.
Los trabajadores sociales abarcan muchos campos en la sociedad pero no son profesionales cualificados especializados para trabajar con niños y adolescentes en centros educativos
Tienes una idea algo equivocada. Un/a Educador/a Social es un profesional de la educación capaz de diagnosticar muchas situaciones, para las que otro profesional, no está capacitado y realizar intervenciones, como pueden ser casos de bullying. Además de programas y proyectos educativos, entre otras muchas cosas.
El perfil idóneo ya existe en los centros educativos y es el Profesor Técnico de Servicios a la Comunidsd (PTSC) y que llevan realizando estas labores desde hace 30 años.
fijate que barbaridad has escrito y no te has dado ni cuenta. Psicologos de secundaria, que también son orientadores de educacion infantil¡¡¡, como si atender a un adolescente fuese igual que a una niña de cuatro años. No, no se puede ser experto en todo, pues entonces no eres experto en nada. En los colegios hace falta de todo, psicologos -para cada etapa evolutiva-, pedagogos, educadores sociales, mediadores, traductores, cuidadores, en fin.... si vas a tener 2000 niños en un centro entre 3 y 18 años, eso es como un pueblo, y en un pueblo hacen falta todo tipo de profesionales.
De vuestro equipo esperaba un titular sin rasgo de género. En esta profesión, en la que además somos mayoritariamente mujeres, si usas sólo un género, debería ser el femenino. Por favor, lenguaje inclusivo, que la palabra es muy importante. Un saludo.
¿Por qué en los artículos de El Salto se llama Ley Rhodes en vez de Protección a la Infancia? Los nombres importan. Ni es una ley promovida por este señor, ni son los varones los que yienen que dar nombre a todo. Las niñas sufren por género mayor violencia, la primera de ellas ignorarlas en su sufrimiento de ninguneo y subordinación desde que nacen. Las educadoras y educadores sociales pueden ayudar en los centros, si su función es algo más que hacerse hueco en unas oposiciones para estar no asumiendo, sino pidiendo más informes a las docentes, como significó la llegada de las orientadoras y orientadores , anunciadas como psicólogas de apoyo, y de hecho burócratas por ley que ni siquiera hacen funciones de guardia en los centros.