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Economía social y solidaria
El balance social, una cita para constatar que otra economía es posible
El pasado jueves 12 de noviembre se presentaron los resultados de la Campaña de Auditoría-Balance Social 2020 de la Red de Redes de Economías Alternativas y Solidarias. Una cita para pararse a pensar, a reflexionar en los aspectos en los que se puede mejorar, así como una celebración a lo que ya se ha conseguido transformar.
“Enseñar el corazón de la economía solidaria significa mostraros a todas que otra economía es posible”. Con estas palabras Marian Díez, consejera de feminismos, abrió el jueves 12 de noviembre la presentación de los resultados de la Campaña de Auditoría-Balance Social 2020 de la Red de Redes de Economías Alternativas y Solidarias (REAS RdR). Una campaña cuyos resultados no sólo muestran que otra economía es posible, sino que es una realidad en las quince redes territoriales donde cientos de entidades plasman en su actividad diaria los principios de la Carta de la Economía Solidaria.
Este informe, construido a partir de la recogida de datos de 495 entidades que han elaborado el Balance Social durante 2020, nos acerca a esa Economía Social y Solidaria que, a diferencia de la economía convencional, antepone los valores de la cooperación, la equidad y la justicia ecosocial a la subordinación de la economía a la obtención de un mero beneficio monetario.
Aunque este año 2020 está marcado por la crisis social y económica derivada del Covid-19, la presentación de este informe, referido al ejercicio anual de 2019, reconoce, visibiliza y da continuidad al necesario trabajo que llevan haciendo desde hace años estas entidades y redes. Así, esta es la sexta auditoría social consecutiva que REAS RdR presenta en 25 años de trabajo por una economía que pone en el centro la vida y la sostenibilidad de nuestros territorios.
Esta campaña se ha enfocado también en valorar y analizar no sólo el impacto de la crisis en la Economía Social y Solidaria, sino también las respuestas colectivas que desde las redes han surgido en forma de apoyo mutuo
Con todo, este contexto actual del que hablamos no podría pasar inadvertido. Por ello, y siguiendo los principios de compromiso social y cooperación de la mencionada carta, esta campaña ha contado con una segunda fase enfocada en valorar y analizar no sólo el impacto de la crisis en la Economía Social y Solidaria (ESS), sino también las respuestas colectivas que desde las redes han surgido en forma de apoyo mutuo. Los resultados de esta segunda parte serán presentados el próximo 26 de noviembre.
Volviendo al informe presentado ayer, destaca la elevada cantidad de entidades que realizaron el Balance Social a pesar del actual contexto: 495 entidades que reúnen a 14.800 trabajadoras y más de 200.000 personas implicadas si tenemos en cuenta las socias no trabajadoras, voluntarias, etc. Es de gran valor que, a pesar de las circunstancias, tantas entidades estén comprometidas con esta importante herramienta de autorreflexión y transformación.
Los datos, estructurados en las dimensiones de democracia y equidad, medio ambiente, ausencia de ánimo de lucro, calidad en el trabajo, cooperación y compromiso social, muestran la constante mejora en muchos de los indicadores empleados, pero también retos en los que aún queda por mejorar. Además, como comentaban desde REAS RdR en el acto de presentación, “la economía sólo será solidaria si es feminista”. Esta necesidad de incluir la perspectiva feminista en la ESS se ha materializado en la publicación de un informe específico acerca de la dimensión de equidad de género.
En cuanto a la ausencia de ánimo de lucro, ésta queda reflejada en el mínimo porcentaje de excedentes económicos, un 4,2%, destinado a empresas o personas socias, siendo los destinos más habituales las reservas (52,5%) y la formación interna (22,5%). Por otro lado, y en relación a la perspectiva feminista, si bien el 64% de las trabajadoras se reconocen de género femenino, no se alcanza la paridad en cuanto al número de socias no trabajadoras (45%) o aún más importante, de patronas (41%). Este reto de mejora en la presencia del género femenino se demuestra también en relación al principio de democracia. Por ejemplo, el 50% de las personas trabajadoras participaron en 2019 en la elaboración y aprobación de los planes de gestión y presupuesto de las entidades. Sin embargo, puede que debido a una relativa menor presencia de las mujeres en los cargos societarios-políticos o de mayor responsabilidad, el porcentaje de presencia de género femenino entre estas trabajadoras es del 57%, relativamente inferior a la su presencia general en las entidades.
Destacan como datos positivos la elevada igualdad retributiva en las entidades: la proporción salarial entre el salario medio más bajo y más alto es tan sólo de 1,7 (no llega al doble)
Son muchos los datos e indicadores recogidos en el informe, y pocos los que podemos aunar aquí. Destacan como datos positivos la elevada igualdad retributiva en las entidades: la proporción salarial entre el salario medio más bajo y más alto es tan sólo de 1,7 (no llega al doble). También, en relación al bienestar laboral, el 60% de entidades presenta mejoras con respecto al convenio del sector; y con respecto a la sostenibilidad medioambiental, el 71% emplean un servicio eléctrico con proveedores que utilizan energía de fuentes 100% renovables.
Por último, la brecha salarial del género femenino con respecto al masculino se sitúa en un 5,3% (las mujeres de media tienen un salario un 5,3% menos que los hombres), mientras que este dato a nivel global en el Estado español se sitúa en un 21,42%. Este último es un dato que, si bien supone una muy significativa mejora con respecto a la economía convencional, también indica la necesidad de seguir trabajando por seguir incluyendo la perspectiva feminista en las entidades de la ESS.
Por otro lado, el Balance Social, como comentábamos al inicio, es sobre todo una importante herramienta para autorreflexionar acerca de los campos en los que aún queda mejora. Entre ellos, el porcentaje de entidades con un sistema o plan de gestión ambiental no llega al 50%, las compras a entidades de dentro de la Economía Social Solidaria tan sólo llegan al 16%, y la presencia de las mujeres en los cargos de responsabilidad sigue siendo relativamente inferior a su presencia general en las entidades.
El acto de presentación también contó con la participación de tres entidades de diferentes territorios que participaron en la campaña realizando el Balance Social. Si bien el conocimiento de los datos e indicadores es importante, los números no suelen llegar a todos los rincones, sobre todo cuando hablamos sobre personas y su día a día. Ejemplos: desde La Clara Comunicación nos contaron cómo consiguieron dejar sus antiguas “grandes empresas con pocos valores y muchas verdades que comunicar” para formar una cooperativa basada en la transparencia y la perspectiva feminista; y desde la Asociación Biosegura, que actúa en la producción agroecológica, nos dieron a conocer el banco comunitario de semillas que mantienen vivo “para que todas las productoras y familias de la red puedan acceder a los tesoros que tenemos”.
Por último, se destacó la experiencia que durante la crisis actual han vivido y siguen viviendo en Transforma Cuidamos Personas, una entidad de inserción socio-laboral que actúa en el sector de los cuidados a las personas mayores. “El gestionar dependencia con ánimo de lucro no se sostiene. Ni la misma frase se sostiene”, comentaron, e hicieron hincapié en la necesidad que plantearnos como sociedad qué tipo de dependencia queremos en el futuro, si realmente queremos transformar el lugar en el que vivimos.
La jornada del jueves fue una ventana a una realidad económica que ciertamente supone una salida a las lógicas dañinas de la obsoleta economía que controla nuestras relaciones sociales
En general, la jornada del jueves fue una ventana a una realidad económica que ciertamente supone una salida a las lógicas dañinas de la obsoleta economía que controla nuestras relaciones sociales. Una economía cuya transformación requiere, sobre todo, la acción colectiva y el desarrollo comunitario. De hecho, comentaban algunas entidades, la necesidad de que las organizaciones de distintos sectores e incluso distintos territorios pudieran poner aún más en común sus prácticas, sus logros, sus retos, para apoyarse mutuamente allá donde las dificultades individuales podían aflorar.
En definitiva, el Balance Social, como comentaron las propias entidades, supone un pararse a pensar, a reflexionar en los aspectos en los que pueden mejorar, así como una celebración a lo que ya se ha conseguido transformar. Una herramienta de autoconocimiento que, al mismo tiempo, es una ventana que permite a la Economía Social y Solidaria enseñar el corazón.