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Diccionario de la Posverdad
El populismo en la historia
Históricamente, el término se utilizó por primera vez a finales del siglo XIX para definir movimientos como los narodniki rusos, el boulangismo francés o el Partido del Pueblo estadounidense. Posteriormente, se etiquetaron como populistas los regímenes de Juan Domingo Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil. A partir de los años ochenta del siglo XX el término ha tenido una cada vez más amplia difusión para definir movimientos o gobiernos tanto de derecha (Fujimori, Berlusconi, Trump), izquierda (Chavez, Podemos, Syriza) o incluso “extremo centro” (Macron).
Para Cas Mudde, el populismo ve a la sociedad dividida en el “pueblo puro” frente a la “elite corrupta”
Existen diferentes aproximaciones teóricas en su estudio. El enfoque que ha tenido más éxito es el “ideacional” de Cas Mudde, a quien se debe una de las más citadas definiciones del fenómeno, según la cual el populismo es «una ideología delgada, que considera a la sociedad dividida básicamente en dos campos homogéneos y antagónicos, el “pueblo puro” frente a la “elite corrupta”, y que sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general (volonté générale) del pueblo».
Sin embargo, a partir de la consideración de que el populismo no dispone de un verdadero corpus doctrinal, pueden resultar más acertadas otras propuestas. Ernesto Laclau defiende que el populismo es una lógica marcada por la lucha por la hegemonía; Ferran Sáez Mateu lo define por su lenguaje de adulación de las masas, mientras que Benjamin Moffitt y Sebastian Tormey lo juzgan un estilo político caracterizado por la apelación al pueblo como portador de la soberanía y su oposición respecto a una élite corrupta, por la asunción de que hay una situación de emergencia debido a la percepción de crisis o amenaza y por la incorrección política.
Enzo Traverso sugiere que el populismo, más que una ideología, es un procedimiento retórico para movilizar a las masas
Como sugiere Enzo Traverso, quizás se debería considerar el populismo no como un sustantivo, sino como un adjetivo: no se trataría pues de una ideología, sino de un procedimiento retórico que consiste en exaltar las virtudes “naturales” del pueblo para movilizar a las masas contra el sistema. El populismo vendría a ser entonces más bien una fase de la época actual marcada por una crisis sistémica del mundo. Acertadamente, de hecho, Ilvio Diamanti y Marc Lazar prefieren hablar de pueblocracia, concepto con el cual explican la adaptación de todos los actores políticos al lenguaje y las reivindicaciones de los populistas. Es decir, la difusión generalizada, no solo de prácticas como la personalización de los partidos y las instituciones, sino también de ideas como la de la soberanía popular sin límites donde la separación de poderes es vista como un estorbo para una democracia que debe ser inmediata y sin intermediaciones.