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Energía nuclear
Paisaje tras la bajamar de la era nuclear y fósil II
Este artículo viene de la primera parte.
La cuestión de batallar contra la pesada herencia dejada por las energías no renovables no afecta sólo a las centrales nucleares. Como complemento al desastre climático, contaminación y otros deterioros ambientales derivados de la extracción, transporte y consumo de combustibles fósiles, está la presencia de la infraestructura extractiva y de transformación que habrá de ser desmantelada. De nuevo, un reciente artículo de Romana Adamcikova, analista de la consultora Wood Mackenzie, sobre las plataformas británicas en el Mar del Norte nos ilustra la magnitud de la tarea. Unas 470 instalaciones petrolíferas presentes en el Mar del Norte británico deberán ser desmanteladas en los próximos 30 años. En la década actual el Reino Unido tendrá el mayor gasto mundial de desmantelamiento petrolífero, estimándose que para 2025 superará a la inversión de capital en dicho sector.
Este proceso dejará a relucir la ‘espinosa’ (en palabras de Wood Mackenzie) cuestión del impacto ambiental del desmantelamiento. Ante la complejidad técnica, riesgos de seguridad y elevados costes, Shell ha solicitado dejar en pie la estructura de sujeción de tres de sus cuatro antiguas plataformas instaladas sobre el yacimiento de Brent (que da nombre a uno de los petróleos de referencia en los mercados internacionales). Gran Bretaña tiene al menos cinco campos petrolíferos con plataformas similares a las de Brent, cada una constituida por unas 100.000 Tm de hormigón y otros materiales. Alemania teme por la seguridad del transporte marítimo en esa zona vital para sus intereses y ha criticado la medida, mientras que diversos grupos ecologistas han organizado protestas contra la multinacional petrolera.
En la década actual el Reino Unido tendrá el mayor gasto mundial de desmantelamiento petrolífero, estimándose que para 2025 superará a la inversión de capital en dicho sector.
Siempre atento a los intereses de las grandes corporaciones, el gobierno británico está desarrollando una legislación que permite financiar estos costes vía desgravaciones sobre impuestos pagados con anterioridad (o sea, un subsidio público encubierto). Actualmente se está contemplando la posibilidad de que estos derechos de desgravación puedan ser transferidos a posibles compradores de las instalaciones a desmantelar, lo que facilitaría la adquisición de los despojos de las corporaciones petroleras por parte de empresas especializadas en el negocio del desmantelamiento.
Cuándo y cómo se desmantela por completo el modelo energético actual, así como quién lo financia, es una cuestión central. El paisaje post-energía fósil y nuclear puede estar jalonado de cadáveres industriales, instalaciones de confinamiento de residuos peligrosos, y una pesada carga económica y ambiental que tendrá que ser acometida por muchas futuras generaciones. Empujemos ahora para que se acometa desde sus inicios con determinación y eficacia, dando prioridad al bien -social y ambiental- común en lugar de a los beneficios de los accionistas y a los bonos de los directivos, que ya han obtenido suficiente lucro de este modelo.