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Coronavirus
Tres recetas distintas para el mismo virus
Un mismo problema está siendo atendido de maneras distintas. Corea del Sur, Gran Bretaña y España han abrazado respuestas dispares ante el virus Covid-19. Poco importaría qué hace cada país si estas decisiones no fueran más allá de lo sanitario. Es el caso, por ejemplo, de Gran Bretaña y España, donde las medidas adoptadas han trascendido a lo ético y a lo restrictivo, respectivamente.
Corea del Sur se ha alzado como país modélico en la tensión de cómo actuar ante una pandemia: con tests masivos a la población realizados a los conductores de coche en estaciones ambulantes al aire libre, para proteger de este modo a sus trabajadoras sanitarias, una población que en el Estado español ha sido foco de infección en ambulatorios y hospitales y de descuido institucional, al forzar su jornada laboral hasta el desbordamiento.
Con tests masivos a la población infectada y a la no infectada, Corea del Sur ha asegurado la detección temprana de las personas contagiadas, a las que solicita un confinamiento voluntario.
En quince días, ha pasado de detectar 909 casos, el 29 de febrero, a solo los 74 registrados ayer. La respuesta de la ciudadanía ha acompañado las peticiones de la administración: los infectados realizan el aislamiento y los no contagiados continúan con sus tareas pero eliminando los movimientos prescindibles (actos culturales, deportivos, paseos, ocio). Pero ni escuelas cerradas, ni trabajadores despedidos, ni economía paralizada. Quizá eso sí es responsabilidad social y responsabilidad política.
En el peor escenario, con un 80% de infectados y una tasa de mortalidad de entre el 0,6 y el 1%, entre 318.000 y 521.000 personas perderán la vida en Gran Bretaña
Gran Bretaña rendida antes de la batalla
Gran Bretaña y España son polos opuestos a Corea: los tests empezaron tarde y de forma no sistematizada o ni siquiera se realizan. El primer ministro de Gran Bretaña ha decidido rendirse al virus antes de empezar la batalla, y primar la economía. Que no se frene la City, que no se cuestione el neoliberalismo de un sistema sanitario que es el segundo por la cola de Europa en número de camas hospitalarias en funcionamiento: solo 223 por 100.000 habitantes.
Quizá su paupérrimo sistema sanitario no hubiera podido hacer frente al virus ni con un plan de contención estricto y temprano, pero la propuesta del primer ministro Boris Johnson, de ni siquiera intentarlo, contempla las siguientes cifras: en el escenario más benévolo, con un 60% de infectados, morirán 277.000 personas. En el peor escenario, con un 80% de infectados y una tasa de mortalidad de entre el 0,6 y el 1%, entre 318.000 y 521.000 personas perderán la vida.
El pasado jueves, el primer ministro realizó una controvertidísima intervención televisiva, en la que advirtió a la población de que “perderán a muchos seres queridos” en los próximos días.
¿Cómo el equipo de asesores científicos del Gobierno de Boris Johnson puede justificar esas muertes ante la opinión pública? Alegando a la capacidad de inmunización que poseemos las personas: cuanto antes se inmuniza una sociedad, menor nivel de propagación tiene un virus. Y alegando a la economía.
Del segundo motivo, los mercados económicos no ofrecen dudas. El problema es que aún se desconoce el comportamiento del cuerpo humano infectado con el virus.
“No comparto en absoluto la postura de Gran Bretaña, es muy arriesgada. No sabemos cómo son las tasas de inmunización, si serán rápidas, ni la cantidad de anticuerpos que generaremos. No sabemos siquiera si las personas recuperadas pueden volver a reinfectarse”, explica la microbióloga de la Universidad del País Vasco, Miren Basaras.
En lo que sí coinciden los científicos, por lo que es probable que el Gobierno británico lo haya valorado, es que a más edad, los pulmones presentan más receptores a los que este virus se une para progresar. Es por ello que, en los niños, el virus apenas se replica y pasa por un catarro, mientras en la población más envejecida, la que ya está en los márgenes de la producción, puede generar neumonías bilaterales.
Laboral
Dudas laborales en época de coronavirus
Un aislamiento real
Los modelos matemáticos están de parte de la postura restrictiva del Estado español, que pasa establecer el estado de alarma y el confinamiento de la población. Un aislamiento que debe ser “real”, recuerda la microbióloga. “No es necesario bajar al supermercado todos los días”.
En el primer día laboral de confinamiento, ayer lunes, pudieron verse las primeras fisuras del plan dibujado por el Gobierno de Pedro Sánchez: metros y trenes a rebosar de trabajadores, piquetes en las empresas para frenar la actividad, como en la planta de Mercedes de Gasteiz.
Al mismo tiempo, la semana pasada empezó una cascada imparable de Ertes y las medidas económicas anunciadas por el Gobierno aún no han sido detalladas. Pedro Sánchez lo hará hoy, en una comparecencia pública muy esperada y en la que se resolverá la pugna interna de su Consejo de Ministros, en la que el sector neoliberal pretende endeudarse sin atender a las necesidades de las clases trabajadoras, mientras el sector más social prevé endeudarse pero con una inversión que las atienda.
Corea, con una población de 51 millones, realizó 210.000 tests en tres semanas; España, con 46 millones de habitantes, ha llevado a cabo algo más de 30.000 pruebas en dos semanas
Agravio comparativo
Aunque no tanto como Gran Bretaña, España también es polo opuesto a Corea del Sur en cuanto a la detección precoz: los tests empezaron tarde y se abandonaron pronto. Responde a unas preguntas en internet aquí y quédate en casa si no estás fatal. Incluso los centros de salud de la Comunidad de Madrid y Catalunya anunciaron el pasado viernes que solo practicarían las pruebas a los pacientes con sintomatología más severa y al personal sanitario, saltándose la recomendación de la Organización Mundial de la Salud.
Corea, con una población de 51 millones, realizó 210.000 tests en tres semanas. España, con 46 millones de habitantes, ha llevado a cabo algo más de 30.000 pruebas en dos semanas, desde los primeros tests del 27 de febrero hasta el domingo 15 de marzo, informó el ministro de Sanidad.
Por mucho turismo sanitario inglés que presente España en la costa malagueña, alicantina y en la isla de Mallorca, las cifras indican que el sistema sanitario español, víctima de los recortes neoliberales de la crisis económica de 2008, solo le avanza en tres puestos en camas hospitalarias disponibles.
Es por ello que una contención inicial potente de los focos del virus para frenar la pandemia quizá hubiera evitado las posteriores medidas más restrictivas, y que conducen el colapso económico, si no de Amazon, que sigue funcionando a pleno rendimiento en sus centrales españolas, al de cientos de miles de trabajadoras de la economía sumergida, las trabajadoras precarias que ya están en Ertes y los autónomos que difícilmente podrán remontar este trimestre.
No es una crisis sanitaria, recordaba ayer el movimiento feminista vasco, es una crisis de cuidados y las personas más vulnerables y las familias más empobrecidas volverán a pagar las consecuencias de unas decisiones que son políticas, como las pagaron, y la factura llega hasta hoy, en la crisis económica de 2008.
Coronavirus
Coronavirus y lucha de clases
La expansión de la pandemia del coronavirus, que ha provocado la declaración en nuestro país del Estado de Alarma, la intromisión más acusada en los derechos individuales de los ciudadanos desde la caída del franquismo, está mostrando, en su más palmaria brutalidad, las contradicciones sociales principales del capitalismo terminal.